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°~°Into. Brunchi

Desde el bosque del Dios de la montaña una pequeña niña de cabellera negra corta, tez rosa crema, ojos color castaños mieles. Aquella niña de unos 5 años iba corriendo tras un fantasmita que sonreía al verla intentando atraparlo, pero cada vez que lo iba a lograr, lo traspasaba cual telaraña y chocaba contra el suelo, dándose un buen golpe.

—ugh...

—Te dije que no era buena idea que me atraparás.

—Tks..

Un chasquido de lengua se escucha pero la niña pequeña aunque estuviera con un rasponcito en la frente se levanta, y lo observa con tenacidad. Y empieza de nuevo a correr hacia el fantasmita, quien se hace a un lado, para luego transportarse a una distancia prudente de ella.

—No me rendiré.

Una voz femenina surcó el ambiente cual voz tan suave y dulce al oído. La niña no podía haber hablado así, pero ella era especial, aun no hablaba cual niño pequeño normal.

Ella se comunicaba tras pensamientos, y esa voz era nada más que un hilo de el suyo.

Algunos de los espíritus Yokäi mas ancianos veían aquel suceso –desde hace tiempo que la cuidaban pero hoy estaba un poco mas inquieta, era claro que no la podían tocar algunos de ellos, como había sucedido lo Gin recientemente muchos sabían del riesgo que suponía una niña humana–, pero ésta, por alguna razón lograba sobrevivir día a día, sorprendiendolos.

—¿Eh? Ya ríndete pequeña Bru, no podrás agarrarme y te dañaras más de lo que ya estás.

El pequeño ser bosteza aburrido de tanto vagar por el bosque con cierto tono de desinterés, aunque lo cierto era que esto le divertía. Aunque aun no sabía como la pequeña niña no había corrido de él y de los demas, no había sentido miedo. Sino que los miraba con una dulzura de un corazón puro esperando a dar amor por todos los poros.

—No...

El viento empezó a removerse en el bosque, y la niña se iba parando torpemente, pero de sus manos una luz especial iba emergiendo de ella sin darse cuenta, ya que esta lo observaba solo a él.

—¡Nunca te lastimaría, solo quiero un abrazo!

Chilló luego de darse a correr de nuevo pero esta vez con las manos extendidas tal cual fuesen alas de una paloma, sucediendo algo que dejó absorto a todos.

Se transformó en una paloma y voló hasta el fantasmita que se había quedado en shock ante lo visto, no supo reaccionar cuando fue abrazado tal cual persona humana a otra, no siendo traspasado como siempre pasaba ante este caso.

Sino que aquella paloma se fue convirtiendo en la pequeña niña que se carcajeaba feliz de haberlo conseguido pero a ambos les cubría una luz que parecía capaz de cegar a muchos pero el fantasmita en vez de sentir dolor sentía la calidez armoniosa y dulce de la niña, aquellos brazitos que lo tocaban y daban realmente ese dulce abrazo que siempre había visto a los niños humanos recibir por sus padres. Sintiéndose abrumado por la felicidad, paz y amor que era capaz de sentir en el momento, poco a poco fue correspondido el abrazo por él.

Muchos de los espíritus supieron desde ese momento que la niña no era alguien normal, por algo el Dios de la montaña la había refugiado entre ellos.

Siendo así como apartir de ese momento juraron cuidarla hasta que ella fuese lo suficiente madura para dejar el nido y protegerse a sí misma de las cruda realidad de afuera.

Aunque vivir en aquel bosque tampoco todo era color de rosa. También fue testigo de momentos dolorosos y la niña lo sabía, ella había sido quien conoció en su última vez a Gin.

Siendo tan solo una beba de dos años, que habitaba en el bosque cual fantasmita.

[...]


....Ella creció dentro del bosque de la Película de «Hotarubi no mori e», y conoció a Gin, más no se relacionó mucho porque no la dejaban coexistir en ese mundo...








[...]

Aquel día de fiesta, donde Gin había pensado en llegar a la chica humana en un lugar especial, pero justamente en medio del camino a encontrarse con ella, pudo presenciar un acto que le dolió más recordando algo en él. Una pequeña bebé había llegado al bosque, una mujer con un hombre la dejaron en una canasta en el medio de aquel bosque maldito que apenas lograron salir sin enloquecer. No podía haber visto su apariencia ya que en medio de la noche en aquella oscuridad parecía que ambos se refugiaban ante la injusticia que parecía que hacían al dejar a un bebé solo.

La bebé, era una pequeña niña ya que poseía un vestidito rojo con un peluche de cachorrito muy singular, Gin se había acercado a ella con curiosidad y cierta tristeza.

—Tan pequeñita...

Cuando ambos concordaron entre miradas, fue el momento mas abrumador que el yokäi podía haber sentido, ya que un montón de emociones y sentimientos lo embargaron, cuando cayó de rodillas cerca de la cesta se quedó sin palabras al escuchar frases aniñadas.

Tego hamre...

—¿Uhm?

hamre...¡hamre! ¡Hambre!

Procuró decir la bebita frunciendo el ceño hasta que pudiera entenderlo su contrario.

El peliblanco la miraba sin saber que podía hacer, no sabía que comían los bebes humanos, y tampoco tenía comida.

—No puedo ayudarte.

La bebé amago con empezar a soltar lagrimas aunque no hizo ruido alguno, Gin sabía que se estaba atrasando, pero algo no le permitía dejarla sola.

—Tengo una manzana, mas no creo que lo puedas comer. Pero si hubiera una forma para hacerlo papilla...—murmuró Gin quitando una manzana de su bolsillo, se lo iba a dar Hotaru pero la niña parecía necesitarla mas que esa joven.

Papilla...mmm...lico~...

De la bebe de unos casi dos años aunque tuviera mas apariencia de tener un año, sus manitas se empezaron a mover con diversión al imaginarse esa deliciosa papilla que le hacía su mamá. Gin jadeó al ver como de esas manitas un brillo dorado empezaba a emanar y un platito con puré de manzana emergía de entre aquel manto, junto con una cucharilla.

—¿Q-qué?

—¡Hambre! Amm...ahmm.

Cada minuto que iba pasando mas con la pequeña le iba mostrando que ella no era alguien como las demas personas, hasta empezó a creer que podía ser alguna cría de Yokäi mas no conocía algo parecido para darle por hecho.

Sin embargo, con algo de miedo agarró la tacita con la papilla y empezó a dárselo con cuidado de que no le tocara, estaba muy advertido que si le tocaba algún niño este podría desaparecer.

jajajaja... Ñam...ñam

La pequeña bebé estaba feliz de estar con esa persona que la había ayudado, pero de tanto que se movía en la cesta una carta cayó al suelo, a los pies de Gin, deteniendo enseguida su acción de alimentarla.

Ella lo miraba con un brillo especial en aquellos ojitos de color marrón claro, con curiosidad y felicidad pura.

—¿Qué será esto?

          Sea quien sea que este
          leyendo esto, es porque
          encontró a mi pequeña
          Brunita, espero que sea
          mas feliz con usted y
          pueda cuidarla mejor
         de lo que nosotros
         podríamos haberle dado.

         Su peluche siempre debe
         estar a su lado, su
         nombre es Cliford, por
         favor no lo aleje de su
         cachorrito rojo, hemos
         descubierto que solo
         con ese puede dormir
         tranquila. En la cesta las
         cosas mas necesarias
         que pudiera necesitar.
         Espero que viva
         mejor y feliz.

—Con que te llamas Bruna, que bonito nombre. Me llamo Gin, es un gusto conocerte—admitió con una suave sonrisa que ocultaba muchas sensaciones.

En la cesta pudo observar que solo había dos pares de pañales y nada mas, por ende, pudo pensar que no era una familia con buena economía, pero en vez de seguir hablandole a la bebé como tonto le fue dando de comer hasta que ya no quiso.

—Espero que ellos te encuentren. Porque realmente no se como cuidar a una bebita.

En un descuido la pequeña niña se carcajeó levemente y agarró el pulgar del chico, tensándolo por completo al sentir la calidez tan palpable pero por unos minutos cerró los ojos asustado de desaparecer, pero en vez de hacerlo la caricia se afianzó y una suave sonrisa pura, lo admiró con felicidad y amor.

Gin... Grazias por ser mi luz y por cuidarme hoy.

—De... nada.

Estaba absorto por lo sucedido, definitivamente esta niña no era normal, ¿porqué realmente la habían dejado sola? ¿Se debió a esto o por algo más?

Justo cuando se recordó a lo que iba a hacer esa noche, reaccionó al susto, viendo como el agarre había disminuido en fuerza y al llegar a ver el rostro de la bebé, esta ya se encontraba dormida.

—Dulces sueños, pequeña Bruna

Dijo mas luego la dejó escondida entre algunos árboles, refugiandole del frío y con esperanza que el Dios del bosque la encontrase, para luego correr a llegar al punto de encuentro.

Aquel día ya no regresó Gin, sin querer fue tocado por un par de niños y Hotaru fue la última quién lo había logrado abrazar antes de desaparecer.

Pero un pétalo de luz, una de esperanza y amor, de la pequeña esencia de Gin llegó a la niña, que era cuidada por el Dios pero esta al sentir aquel pétalo un llanto poderoso y desolador resonó en el ambiente.

Alertando a todos los espíritus, pero el Dios del bosque de las montañas supo lo había ocurrido. Y esperaba que esta marcha no terminara la luz de la pequeña ángel, –si, así la consideró el Dios–, después de mecerla hasta que pudiera conciliar la paz tras el dolor.

Aunque solo al contacto del cachorrito rojo que tenía en la cesta, fue que por arte de magia había cobrado vida agarró el pétalo y se lo comió.

—wuaw wuawf...

La pequeña niña al sentir a su cachorro cerca con solo una mirada cristalizada que plasmaba perfectamente una conexión especial con aquel peluche pidió con un pucherito un abrazo silencioso. Que sin dudas el Dios dejó de nuevo a la niña en la cesta y ese cachorro fue acurrucándose a su lado, viendo como una cosa animada volvía a ser un peluche inanimado, que brillaba como si Gin estuviera allí, pudiendo ver como la niña quedaba dormida, hipeando un poco.

[...]


Aquel día Tiger se había perdido de su equipo de las Wild Wild Pussy Cats, estaban de encubiertos en una misión muy importante buscando a un villano que se escondía o se escucharon rumores de que parecía alojarse en aquel bosque de la montaña.

Sin embargo, grande fuese su sorpresa que en el medio día se encontrase a una pequeña de unos 10 años en apariencias jugando con un cachorro rojo el doble de su estatura.

—No me atraparás Cliford~ jajajaja —la pequeña muy torpemente no lo vio, chocando contra él para luego caer al suelo.

—Ten cuidado pequeña, nya.

Tiger, el hombre tras aquel disfraz de gato, era tan solo un hombre con super fuerza, llamado Chatora Yawara. Quien se preocupó por la niña que no le había respondido.

—¿Te lastimas te?

—Oh... —abrió la boca la niña exclamando sorprendida al ver tal señor y que no fuese un humano cualquiera.

—¿Eh?

—Estoy bien, pero usted no es de aquí. ¿Se perdió?

Tiger se sonroja nervioso, y asiente al ser descubierto. Sin embargo al mirarla con más detalle era una niña de cabellos negros y tez color crema, con ojos color miel. Con un vestido rojo pero con calza deportiva.

—Si, ¿vives por aquí? Me puedes guiar a la salida.?

—Uhm... No puedo responderme una pregunta como tal. Pero si le puedo ayudar, pero Cliford nos debe acompañar.

Señaló la pequeña a su perro rojo que ahora parecía haber tomado el doble del tamaño anterior, pero ahora doblegado en tamaño al suyo. Tragando saliva. Sin duda este bosque tenía algo especial y la niña estaba seguro que no era la excepción.

—Bueno, más compañía nunca está de más.

Hace una pose extraña, logrando hacerla reír y negar, pero por algún motivo algo le decía que debía darse prisa, el ambiente del bosque se había tornado friolento, pero la pequeña parecía no notarlo.

Una vez que llegaron a la entrada del bosque, pudo notar entre las rocas como fantasmas lo observaban con ferocidad.

—No le hagas caso. Soy Brunchi, espero que le vaya bien en su viaje. Y por favor, no se pierda más. —se despide moviendo la mano para luego saltar ágil mente sobre el lomo del perro rojo, y marcharse.

—Por cierto... Soy Tiger. Un héroe... Nya...

Suspiro al marcharse del bosque para luego encontrarse con las demás que preguntaban donde se había metido pero el solo reía sin saber que realmente contar. Tan solo esperaba entender quién era Brunchi.

[..]

Un año pasó, y nuevamente se encontraba en la entrada del bosque pero esta vez con un pastel y un peluche. Deseaba encontrarla, quizás su instinto protector y de padre se había encariñado con la pequeña, por al verla aparecer con un señor hecho de rocas y arbustos se había estremecido.

—Papá oso, es este señor a quien ayude la otra vez, ¡a venido a visitarnos y trajo comida!

Exclamó alegre la pequeña pelinegra, ocasionando que Tiger se ría un poco.

—Es un regalo de agradecimiento, Nya.

—Me alegra notar que un héroe como usted se tome el tiempo de disfrutar de nuestro paisaje. Pequeña, puedes ir a invitar a los demás tu torta, vamos a hablar los adultos aquí.

La pequeña lo mira aun más con curiosidad, frunciendo el ceño. Al escuchar la palabra "adultos".

—Está bien, papá oso. Muchas gracias por la comida, Tiger.

Agradece la pequeña para luego escaparse de la mirada seria de ambos adultos.

—¿C-como?

—Has notado que Brunchi no es como una niña normal, ella porta una imaginación y carácter digno de admirar, y me gustaría justamente pedir un favor por eso mismo a usted.

—Eh... Si, ¿que necesita?

—En los próximos años ella empezará a tener más curiosidad por lo que hay fuera del bosque. Quiero confiarle una gran responsabilidad, ella llegó tras el invierno a nosotros, apenas la mantenemos caliente pero el bosque no es el indicado para que crezca una niña como ella. Sera mucho pedir si usted se la lleva por unos años a criarla para dominar ese don tan grande que posee. Solo con usted, no caerá a la oscuridad completamente. —dice el Dios de la montaña.

Tiger lo observa incrédulo, aun era un héroe que recién hace unos dos a tres años se había acoplado a su equipo para proteger a los que necesitarán. Pero cuidar de una niña tan especial como proponía el Dios le había sacado el aire.

—¿Y si no se alegra conmigo?

—En ese caso déjala decidir cuando tenga edad necesaria y dile que su hogar siempre estará para ella sin embargo, hasta que no controle y sepa cuidar a los de su entorno de ese don. No podrá volver. —dijo seriamente el hombre hecho de piedra y algunos arbustos y arboledas rodeándolo como si fuera ropaje.

Aquello le había sonado muy cruel, e iba a contraatacar con disconformidad.

—Se lo digo de esta manera, porque es una niña muy fuerte y si no se le da un desafío como ello, no se alegrará en el lugar donde sea que vaya. —le palmea la espalda, haciendo vibrar a Tiger, junto a una sonrisa.

—Usted la quiere demasiado. Haré mi mejor esfuerzo para cuidarla y quererla como si fuera mi hija. De cierta manera siento una extraña paz y calidez que no permite dejarla.

—Ese es pequeño gran regalo que posee nuestra pequeña, debe saber que es demasiado perseverante y positiva para este mundo pero se que sabrá dirigirla por buen camino. Ella valora el que no hayas temido de ella y de nosotros. Por lo que no dudes en que ya te quiere como a uno de nosotros. —le dice cual como si fuera el abuelo al nuevo padre—, aunque eso sí, no permitas que dependa de su don. Se que allá lo hacen demasiado, pero ella no debe hacerlo o se debilitará cayendo a coma. —advierte seriamente.

Tiger tenía demasiada información en su cabeza pero logró asentir ante sus palabras. Tenía demasiado por el cual velar pero era un gran desafío de vida. Pero cuando quiso decirle algo la misma niña apareció corriendo y riendo de unos espíritus que la perseguían.

Cuando se quiso dar cuenta el Dios ya no se encontraba con él. Su misión había terminado, y siempre le agradecería la gran oportunidad dada.

—Ñoooo.... Jajajaja ja solo fue una bromista Sika~

La peli negra correteaba lejos del fantasma que se encontraba extrañamente embarrado el rostro de pastel, una cosa que era sencillamente sacado de la realidad.

—¡Bru! Me las pagarás, ¡solo a ti se te ocurren estas bromas!

Las risas de la pequeña inundaban el ambiente, pero cuando se detuvo usandolo a él de escudo sintió la repentina calidez que desprendía.

—Shh... No le digas que estoy aquí, por favor.

El fantasmita al verlo cerca de ella se quedó estático, pero luego se acercó con algo de curiosidad y miedo.

—¿Ha visto a una mocosa de este tamaño, con un pastel en mano? Entenderá que solo la quiero abrazar, no le hará nada. —dijo mientras cruzaba los dedos tras suyo, siendo bastante obvio ante sus transparencia.

—Ah, lo siento no la he visto. ¿Cómo es acaso? —dijo fingiendo no conocerla.

Logrando que el fantasma, se sintiera frustrado y lo demostrará pero muy en el fondo se alegraba que al fin un humano había en que ella pudiera confiar.

—Si la ve, avíseme, el cabello negro y su tez la hace ver humana, pero es una diablilla.

Sika el fantasma que siempre estaba con ella, se fue retirando, perdiéndose rápidamente entre el bosque.

—¿Ya se fue? —susurró nerviosa

—Aja, ahora que te he ayudado, ¿podemos charlar un momento?

El gran hombre con aquel disfraz femenino, se rebajó al nivel de la pequeña, quien lo observo aún más curiosa, asintiendo.

—Si, usted hizo de su parte, yo haré lo que sea para devolverselo.

—Bien, el "papá oso" como tu le dices, me ha dado permiso para llevarte de viaje conmigo un tiempo. ¿Que te parece la idea?

La pequeña niña se quedó pensativa unos minutos, frunciendo el ceño, para luego mirar a lo lejos tragando saliva y asintiendo silenciosa. Brunchi había visto como su papá asentía permitiendo que se fuera, pero las palabras parecían atorarse en su garganta.

—¿P-podremos venir a visitarlos?

—Cada vez que podamos si así lo deseas lo intentaremos.

—E-entonces, ¿que esperamos?

Tartamudear tragando se las ganas de llorar, todos los espíritus del bosque aparecían en el límite despidiendo la con cariño, Sika llorando un poco pero mostrando el dedo pulgar para arriba.

—¿¡Clifooord?! —llamó y un gran perro rojo hizo salvar un poco a ambos en el suelo, hasta que a poca distancia salto a ella.

Asustando a Tiger que pensaba que la iba a aplastar, pero luego se quedó con la boca abierta al ver que la pequeña le abría los brazos atrapandolo cual peluche.

—Vaya...

—Acepto la nueva aventura, míster gato.

Ella se salta encima de Tiger quien enseguida la atrapa y coloca en su hombro, aliviado.

—Entonces ya estamos listos, aunque te presentaré a unas amigas que nos acompañaran en la aventura, espero no te moleste.

Iba diciendo emprendiendo camino hacia el pueblo donde había quedado con Pussy Cats. Mientras que la pelinegra sólo se dedicó a mirar atrás, dedicado un suave movimiento de mano.

Nos volveremos a ver, familia.

Siendo así como la pequeña bebé que había sido criada por los espíritus y Dios de la montaña de aquel bosque se convertía en Yawara Bruna, hija adoptiva de Chatora Yawara, el integrante afeminado del equipo Wild Wild Pussy Cats.

Comenzando una gran aventura por delante. Y eso pronto lo descubrirán todos.

[....]
HOLA! Espero que les haya gustado este comienzo, en el próxima cap estaré empezando con los one-shot de ella y Tokoyami. Primero deseaba que conocieran la historia. Hay que ponerme en un ambiente casi igual al de la serie anime xD. Sino se siente muy sacado de onda. Ah, y muchas gracias por darle una oportunidad a esta historia corta.

Nos leemos pronto.

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