034
Advertencia: Ya lo había avisado en otro capítulo de que había un par de capítulos densos y empieza desde aquí. Entiendo que para algunas personas pueda ser un poco aburrido lo siguiente que viene y traté de no extenderme mucho pero quería darle un poco de realismo a la situación de Jungkook y enfatizar en un mito por el cual estamos muy cegados (me incluyo en ello), así que espero que podamos ir paso a paso soltando ese mito y aceptando que los problemas necesitan más de un solo elemento para ser resueltos.
Si alguno gusta saltarse esta parte porque les parece pesada o aburrida pueden hacerlo desde el separador de este capítulo y la primera parte del capítulo 35. Sin más que añadir, disfruten el capítulo.
Jungkook lo besa con labios tibios sobre la comisura de los labios cuando ambos están solos.
No lo hace ahora porque se avergüence de que alguien los vea. Lo hace porque fingir que nada estaba sucediendo entre ellos era más sencillo que explicarles a sus amigos en lo que se habían metido.
La casa de Taehyung se ha vuelto un refugio para Jungkook, porque mientras más tiempo pasa ahí, más contento sale por la puerta. No es por la decoración, el tamaño o el patio. Es simplemente Taehyung, Yeontan y quizá la música que suena a través de las bocinas.
— ¿Cómo conseguiste esta casa?
La pregunta es bastante simple, pero a Jungkook le gustan los detalles. Sobre todo, si provienen de Taehyung. Ese día, se encontraba sentado en el sofá, con Taehyung en el suelo y el cabello siendo recogido entre los suaves dedos de Jungkook que jugaba con él, mechón por mechón, admirando cuan sedosos y fuertes eran.
Taehyung tenía una maceta entre sus piernas y varios botes pequeños de pintura al lado junto a una lata de barniz. Con varios pinceles a la mano, se dedicaba a hacer trazos elegantes sobre el barro mientras sentía un masaje en el cuero cabelludo.
— Maté a un anciano luego de que pusiera todo su dinero a mi nombre.
Jungkook se ríe con suavidad antes de posar las manos esta vez en los hombros de Taehyung, sintiéndolo tenso.
Sus dedos no dudaron; comenzaron a moverse con fuerza, pellizcando la carne de Taehyung en busca de deshacer los nudos y la tensión. Escuchó el suspiro de Kim y como sus manos se detuvieron de pintar antes de que hablara de nuevo.
— Era la casa de mis abuelos —murmura, parpadeando con suavidad—. Fallecieron cuando yo tenía doce y fue muy duro para nuestra familia. Tanto que no queríamos visitar la casa porque nos traía demasiados recuerdos. Y era curioso... Huir de los buenos recuerdos...
Jungkook se detuvo un momento, recordando como él huía de los malos mientras que Taehyung lo había hecho con los buenos. Las palabras de Nayeon hicieron eco de nuevo.
— A lo mejor lo hicieron porque a veces es más sencillo evadir la realidad que aceptarla.
Taehyung le da la razón con un asentimiento de cabeza antes de continuar pintando y recibiendo un masaje.
— Dije que quería huir de los buenos recuerdos, pero la situación con mi madre empeoró, así que ahora quería huir de ella —cuando escuchó la mención de la señora Kim, a Jungkook le vinieron demasiadas interrogantes acerca de la relación que mantenía con ella, pero algo le decía que era un terreno que no debían tocar mucho aún: la familia—. El único que refugio que tenía era esta casa y sabía que mi madre, aunque descubriera que estaba aquí, no se atrevería a venir. No en aquel entonces.
El ambiente se puso un poco tenso y Jungkook lo notó, así que se inclina sobre Taehyung y apoya su barbilla en su cabeza, con las manos abrazando sus hombros.
— ¿No te dio miedo? ¿Venir a vivir solo? Yo estaba aterrado —Jungkook cambia el tema de conversación de forma sutil y Taehyung pellizca una mano de forma suave antes de tocar su propio hombro en un intento de que Jungkook continue el masaje.
— Muchísimo, sobre todo porque era la casa de ellos —Taehyung hace una mueca cuando Jungkook reanuda el masaje y deshace un nudo bastante grande—. A mi mente venían demasiados recuerdos, cada día y cada noche. Era atormentarme un poco. Pero logré soportarlo.
— ¿Cómo?
— Acepté que ellos se habían ido y me la pasé muchas noches llorando hasta quedarme dormido porque me sentaba en el centro de la cama a recordarlos. Un día, volví a hacerlo y no lloré; lo había logrado.
Jungkook se detiene de nuevo y lo abraza de forma profunda, pensando en que Taehyung necesitaba muchos abrazos. ¿Para qué? No lo sabía. Solo sentía que debía estrecharlo mucho contra sí, apretujarlo entre sus brazos mientras sentía tu calidez contra su cuerpo. Así que su frente cae en el hombro derecho del castaño quien vuelve a detenerse y lleva su mano limpia hasta la cabeza de Jungkook, dándole una caricia llena de ternura.
— Tae... —murmura luego de un tibio silencio y Taehyung responde con una onomatopeya—. Ayer, luego de clases, hice una cita con el psicólogo de la universidad.
Taehyung tamborilea con sus dedos la superficie de su cabeza, obligando a Jungkook a encontrarse con su mirada, sin soltar sus hombros. Kim lo mira directamente a los ojos y el menor espera lo que sea hasta que el contrario le otorga una enorme sonrisa, con unos largos dedos mimando su mejilla.
— Me da felicidad que te cuides.
— Estoy asustado.
— Está bien estarlo, pero recuerda no echarte para atrás; tu cuerpo sano y precioso, merece una mente sana.
— ¿No es preciosa mi mente, entonces? —Jungkook finge indignación.
— Jungkook, la belleza se ha aferrado toda a ti desde el día que naciste —su respuesta es seria y sincera, logrando que el azabache se sienta muy querido y solo quiera demostrarle esos mismos sentimientos a Taehyung.
Jungkook lo besa en los labios. Primero es una sencilla unión, una caricia. Pero luego, Jungkook se empuja un poco más y sujeta el labio superior de Taehyung, ese que se le antoja más porque pareciera un corazón, uno rosa y esponjoso. Con una mano, empuja a ciegas el cabello de la frente del mayor, dejándola desnuda y a su cabello alborotado.
Jungkook trata de no ser agresivo durante el beso, aunque eso sea lo único que siempre ha hecho, porque a Taehyung le gusta lo lento y Jungkook quiere probarlo con él.
Así que su mano se mueve hacia atrás, llevándola a la parte trasera de su nuca y entierra los dedos en su cabellera, enredándolos con el chocolate suave y dulce, y manteniendo el rostro de Taehyung inclinado hasta que Jungkook sienta que sus labios queden satisfechos entre beso y beso.
Jungkook tiene el control del tiempo y la posición, pero Taehyung el del ritmo y la dulzura.
Se complementan, justo al igual que sus bocas encajando.
— ¿Qué quieres comer? —Jungkook murmura cuando finaliza el beso, mas no se aleja, su piel rozando la de Kim.
— Lo que tú quieras comer.
— Voy a cocinarte.
— Caníbal.
— Imbécil —le regaña el menor antes de aflojar el agarre en el cabello largo del otro, quien le sonríe—. No gastes más dinero, deja que te prepare la cena.
— Vale, gracias.
— No hay de qué.
Al día siguiente llegaron juntos a la universidad porque Jungkook había terminado durmiendo en casa del mayor. El cuarto que este último le había entregado estaba, poco a poco, llenándose de pequeñas señales que demostraban que Jungkook estaba pasando más tiempo ahí; un par de libros, una mudada de ropa, una almohada que Jeon había traído de su casa sobre la cama y un bote de champú sobre el mostrador en el baño.
La amistad entre ellos podía resumirse en salidas espontáneas por Seúl con charlas poco profundas y bastante tiempo de calidad en casa de Taehyung con conversaciones más personales, porque ahí solo se encontraban ellos dos y sus secretos se quedarían entre ellos y las paredes de la casa.
Jungkook le informó a Taehyung que tenía que ir a la primera cita con el psicólogo y el castaño lo tomó por la nuca para darle un beso en la frente, logrando que el azabache cerrara los ojos disfrutando la sensación para luego despedirse y tomar caminos diferentes.
Mientras se dirigía al edificio donde los estudiantes de psicología y psiquiatría recibían sus clases (en el último piso, al lado de la biblioteca personal de la carrera y la recepción se encontraba la clínica de los psicólogos de la universidad) se encontró con Nayeon de nuevo, que venía tomada de la mano con Yugyeom y un batido en la libre.
La pareja se detuvo gracia a la chica y aunque Jungkook se sintió levemente incómodo por Yugyeom, decidió ignorarlo, mirando únicamente a Nayeon para darle una sonrisa que correspondiera a la de ella.
— ¡Buenos días, Jungkookie! —ella saludó con total alegría— ¿Estarás libre el lunes por la tarde?
— Hola, Nayeonie —él devolvió—. Uhm, ¿la siguiente semana? Sí, la verdad es que sí.
— ¿Te gustaría ir a ver una película conmigo?
— Por supuesto, dime la hora y el lugar por mensaje ¿vale?
— Vale, gracias.
Ambos se despidieron rápidamente y Jungkook siguió su camino, entrando al edificio y luego hacia la clínica que encontró con las puertas de vidrio abiertas de par en par. Otra recepción lo recibió y luego de dar sus datos y demostrar que tenía cita fue dirigido hacia una de los consultorios donde se encontró con un señor ataviado con ropa formal y que le sonrió al verlo entrar.
— Buenos días, Jungkook.
— Buenos días, doctor Kung.
El hombre le hizo tomar asiento frente a él en los sillones y Jungkook evitó a toda costa su mirada profunda en cuanto estuvo cómodo. El mayor sacó una pluma del bolsillo delantero de su camiseta y luego la dirigió hacia su cuaderno.
— Bien, Jungkook. ¿Cómo has estado? ¿En qué puedo ayudarte? —preguntas simples, respuestas complicadas.
— Bien, supongo... Eh... No sé cómo empezar.
El ambiente fue incomodo para Jungkook, pero el hombre parecía estar acostumbrado a estar en él, así que solo le dio tiempo.
— Lo primero que se te venga a la cabeza.
¿Qué debía tocar primero? ¿Su autoestima? ¿Mingyu y todo lo relacionado a él? ¿Su desesperanza ante el amor? ¿Su incapacidad de tener una relación? ¿Su personalidad?
— No me siento cómodo con mi cuerpo... Bueno, en general conmigo mismo.
El hombre escribe algo en su libreta y Jungkook no puede distinguir muy bien el qué, solo puede leer la palabra "taller". Luego, lo vuelve a mirar.
— ¿Qué es específicamente lo que sientes por ti mismo?
Jungkook mira sus pies, pensando fuertemente.
— Asco. Sin valor —su voz es baja, pero el hombre parece escucharlo perfectamente—. Siento que no merezco... nada.
— ¿Tienes alguna idea de por qué empezó este sentimiento hacia a ti?
El menor tarda un poco, porque no encuentra las palabras y porque está asustado de que este hombre lo juzgue. Por ello, no levanta el rostro mientras le dice que perdió la virginidad a los catorce años con un chico de diecisiete, el como se sintió nervioso en un principio, pero que tenía deseos de tener relaciones. Le explicó que el chico no era su novio y jamás lo fue, que un día fue a la universidad y no volvió a hablarle jamás. Le mencionó que volvió a sucederle lo mismo un par de meses después, esta vez con un chico de su edad.
Jungkook desperdició seis meses con él hasta que, en lugar de desaparecer, terminó cambiándolo por un chico al cual realmente quería y fingió que Jungkook nunca había existido en su vida. El patrón volvió a repetirse año tras año mientras Jungkook guardaba la esperanza de que alguno fuera el correcto.
El hombre no dejó de escribir mientras lo escuchaba y aquello puso nervioso a Jungkook logrando que terminara de hablar y un silencio pesado se instalara en el consultorio.
Jungkook miró el reloj, descubriendo que le quedaba quince minutos para salir de ahí.
— Seguramente tienes mucho más que decirme, pero aún no te sientes listo para ello —el hombre dijo tapando su lapicero y luego mirándolo—. El primer aspecto que quiero que cambies es el pensamiento acerca de perder la virginidad. Cuando utilizamos el verbo perder junto a la palabra virginidad que es considerado como un valor, lo que estamos generando es un sentimiento negativo hacia nosotros: ya no poseemos esta cualidad.
» Lo cual es completamente erróneo: el no practicar relaciones sexuales no es una cualidad y no nos resta valor como persona. Si realmente fuera una cualidad, significaría que las personas "vírgenes" son sumamente buenas mientras que las que no son bazofias. ¿Ves el contexto negativo que genera? Ahora, al aplicarlo a tu persona, de forma inconsciente creas este rechazo hacia ti mismo.
El doctor Kung busca su mirada.
— A partir de ahora, quiero que uses el concepto: iniciar mi vida sexual. Esta frase no genera un contexto negativo ni positivo, es neutral. Es simplemente aceptar la sexualidad como una etapa completamente normal en la vida, algo en lo que te adentrarás por voluntad propia y no te restará ningún valor.
Jungkook parpadea muchas veces con la intención de memorizar y comprender lo que le dice. Asiente repetidas veces y luego lo vuelve a escuchar hablar.
— No vamos a tocar aún la falta de responsabilidad afectiva que todas tus parejas sexuales han tenido hacia a ti. Eso lo iremos trabajando en cada sesión que tengamos. Lo que me interesa mucho más que trabajemos es tu autoestima —Jungkook vuelve a asentir, incapaz de abrir la boca porque siente que no quiere y no debe interrumpirlo—. Como ya sabrás los humanos pertenecemos al reino animal, por ende, somos animales también. Sin embargo, una de las principales características que nos diferencia de los otros animales es la consciencia de uno mismo; somos los únicos animales capaces de construir una identidad y darle valor. Es decir, que solo tú puedes definir quien eres y decidir si te gusta o no.
» El problema aquí es que los humanos también tenemos la capacidad de juicio. Hay una enorme diferencia en que te no te guste un tipo de comida, un aroma o una prenda de vestir porque es algo exterior a ti y a no gustarte tú mismo. Cuando tú rechazas partes de ti mismo, dañas considerablemente las estructuras psicológicas. El juzgarte y rechazarte provoca un enorme dolor y angustia.
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