025
Jimin los tomó por sorpresa cuando les mencionó que Kim Namjoon y Kim Seokjin los invitaban a cenar en un restaurante barbacoa coreana, en cuanto lo encontraron para desayunar luego de su charla en la biblioteca.
El mayor descubrió que las cosas entre ambos chicos parecían haber cambiado, pero prefirió ahorrarse sus comentarios y explicó los detalles de la salida junto a la fecha, la hora y la dirección.
Jungkook no aceptó la invitación, no porque no quisiese si no porque no creía que estuviese invitado. Sin embargo, Jimin le aclaró que también pertenecía a aquella invitación, por lo cual todos terminaron aceptando y dejando que Jimin fuera el medio por el cual todos se pondrían de acuerdo.
Jeon aún no se sentía del todo cómodo entregando su número de teléfono a cualquiera.
Unas horas más tardes, Jungkook terminó su jornada estudiantil y se movió hacia la salida, esperando a Yoongi y a Hoseok que lo habían invitado a cenar. No interactuó con Taehyung más allá de un par de mensajes donde el castaño le informó que iría a visitar a sus padres.
Jungkook no quiso interferir y prefirió no profundizar en el tema con preguntas sin sentido y a las cuales Taehyung no estaba obligado a responder.
Mientras esperaba a sus mayores, alguien se acercó hasta a él y supuso que era una chica por el aroma de su perfume. Atinó porque Nayeon se plantó frente a él con una tímida, pero bonita, sonrisa.
Se quedó estático con el celular en mano e interrogándola con la mirada. Nayeon tomó asiento junto a él y jugueteó con sus dedos antes de hablar.
— Hola, soy Nayeon.
Jungkook lo sabía, pero no sabía porqué estaba ahí; sentada junto a él y no caminando con sus amigas o su novio.
Su voz sonó un tanto estrangulada cuando decidió corresponder el saludo, pero evitó su mirada a toda costa y la dirigió a sus zapatos mientras la escuchaba volver a hablar.
— Sé que quizá te he tomado por sorpresa, por venir de la nada —ella murmuró, riendo de forma nerviosa y suspirando cuando terminó—. Pero... quería... Ya sabes, conocerte, hablar contigo.
— ¿Por qué?
Jungkook cuestionó a ambos, de forma sincera, pero no se atrevió a mirarla aún. Aunque se sentía altamente sorprendido por ello.
— Bueno, es que... No sé, entendí que, aunque no te he atacado de forma directa, seguramente lo hice de manera indirecta. Y quería que ambos nos diésemos una oportunidad —escupió de forma rápida, totalmente nerviosa y se relamió los labios—. Comprenderé si no quieres intentar entablar una amistad conmigo así que no te sientas obligado a decirme que sí.
Esta vez, alzó la mirada, de forma dubitativa porque Nayeon tenía razón; jamás lo había atacado, pero tampoco lo había defendido alguna vez. Eso también la hacía parte del problema. Lo entendió luego de salir del instituto. Así que, pensó demasiado si estaría bien abrirle la puerta, si era buena idea.
Sobre todo, por el novio de Nayeon: Kim Yugyeom.
Jungkook no conocía a Nayeon demasiado bien, no tenía una opinión específica de su persona. Sin embargo, de Yugyeom sí que la tenía.
Más de alguna vez Yugyeom había sido testigo directo de las cosas que le decían o hacían en la universidad. De los chistes grotescos, de los malos tratos y de los regalos falsos que tenían el objetivo de humillarlo frente a todos.
Y nunca había dicho nada para ayudarlo.
Aún si sus miradas chocaban y veía la desesperación en ellos, Yugyeom ni siquiera la apartaba para hacerse el de la vista gorda. En cambio, lo miraba fijamente hasta que el espectáculo acababa y todos se iban de ahí, incluyéndolo.
Nunca supo si Yugyeom era demasiado cobarde para no entrometerse o si simplemente le parecía interesante e hipnotizante mirarlo siendo humillado. Tampoco se atrevió a preguntarle.
Quizá para algunas personas ese tipo de interacciones sin palabras no significaban nada, pero para Jungkook significaban todo; porque Yugyeom era un chico popular, porque tenía a sus compañeros de equipo y otras personas siguiéndolo y admirándolo de arriba abajo.
Yugyeom tenía incluso más influencia en las personas que Hoseok, y al menos pudo haber pedido que se detuvieran. Incluso si solo lo hubiera intentado y aún si no hubiese tenido éxito, Jungkook lo hubiese apreciado demasiado. Seguramente él también lo habría admirado bastante.
Por ello, cuando supo que Taehyung había sido apaleado por Jae y sus chicos, se había sentido altamente sorprendido, dolido y, al mismo tiempo, contento; porque Taehyung lo había intentado defender aún si él no estuvo presente.
— No creo que debamos intentarlo.
Nayeon lo miró detenidamente con cierta desilusión en su mirada antes de asentir y ponerse de pie.
— Puedo... ¿Puedo, al menos, saber por qué?
Se sentía agotado, así que decidió que ya no mediría sus palabras cuando la gente no lo hacía con él.
— Por tu novio; no me agrada y creo que yo a él tampoco —a Nayeon no pareció tomarle por sorpresa lo que le dijo, pero la vio fruncir el ceño levemente—. Pienso que no le haría gracia ver que alguien como yo se hace amigo de su novia.
— Yugyeom es mi novio, pero no es el dueño de mi vida —Nayeon murmuró—. Con quién me relacione no afectará a nuestro noviazgo...
— Se molestará, ¿no te importa?
— ¿Por qué habría de molestarse? ¿Piensas influenciarme para que termine con él o algo?
— No —Jungkook respondió rápidamente.
— Entonces no le veo motivo para que nuestra posible amistad termine afectando mi relación con él —ella sujetó el asa de su cartera con cierta fuerza—. Pero si no quieres ser mi amigo por mí, entonces, lo entenderé perfectamente...
Nayeon esperó de forma paciente, mirándole con amabilidad y Jungkook la evadió en cuanto notó a Yugyeom caminando con Jackson y Mark, hasta quedar un par de metros lejos de ellos. Los dos últimos miraron confundidos la escena y luego a Yugyeom.
Otra vez, el novio de Nayeon solo lo estaba viendo a él, sin expresión alguna, ni siquiera abriendo los labios para responder a lo que sea que los otros le estuviesen preguntando.
¿Qué estaría pensando? ¿Lo estaría odiando? ¿No lo odiaba ya?
Jungkook observó a la chica frente a él y le pareció gracioso como Yugyeom estaba en blanco mientras su novia tenía una dulce sonrisa frente a él.
¿Cuáles serían sus verdaderas intenciones? ¿Podía confiar en ella?
— ¿Tomamos un café mañana?
Su padre abrió la puerta y su rostro denotó sorpresa, no porque estuviera ahí, si no porque su mujer se encontraba en casa. Entrecerró la puerta dándole una mirada al interior antes para asegurarse que ella no se hubiese dado cuenta de que su hijo estaba ahí.
— Ella está aquí.
— Lo sé, vine a... Vine a cenar —respondió, encogiéndose de hombros con las manos en los bolsillos de su chaqueta de jeans café.
Aquella respuesta no logró quitarle la sorpresa a su padre, quien insistió una respuesta más elaborada.
— Te dije que volvería a la zona de guerra.
— Lo sé, pero no esperé que fuera real.
Taehyung soltó una sonrisa amarga, asintiendo y rascándose la nuca.
— A veces... Soy muy cobarde, ¿no es así?
Su padre no respondió, tampoco debía hacerlo. Taehyung conocía plenamente los defectos en los que tenía trabajar, pero algunos solían mantenerlo en su zona de confort y no solía ser placentero pensar en salir de ella.
— Pasa.
Siguió a su padre en silencio, dejando sus zapatos en la entrada y usando las pantuflas que su madre aún mantenía para él, con la esperanza que regresara y, de cierta forma, aquello lo lastimó. ¿Por qué tenían que estar así?
El señor Kim caminó hasta la sala, mirando hacia la cocina donde su mujer se dedicaba a preparar comida para ambos. Ella lo miró, confundida.
— ¿Quién era?
Su madre se quedó perpleja en cuanto Taehyung terminó por asomarse, sosteniendo la respiración. Escuchar su voz fue demasiado fuerte; llevaba meses sin llamarla, sin verla, sin abrazarla...
Detalló las nuevas canas que se encontraban junto a las que conocía, esparcidas esporádicamente sobre su cabello azabache. Tenía un par de manchas más en los brazos que sostenían la olla de kimchi que estaba preparando con tanto esmero y cariño.
La soltó sobre la superficie y salió de la cocina a paso apresurado. Taehyung no se movió ni siquiera cuando ella se plantó frente a él, un tanto lejos. Su expresión era como si llevase toda una vida sin verlo y el menor se preguntó cuánto daño le habría hecho a su madre cuando un día dejó de responder sus llamadas.
— Ma... Madre.
Ella cerró los ojos fuertemente antes de alzar sus manos, dando tres pasos a él y posando sus pequeñas manos sobre los hombros de Taehyung, acariciando con suavidad y ternura. Su hijo se inclinó hacia a ella, hasta que pudo rodear su cuello y estrecharlo contra su pecho.
— He vuelto a la vida... He vuelto a la vida, ahora que te escucho, que te veo.
Ella murmuró aferrándose a él como si la vida dependiera de ello y Taehyung rodeó su torso con ambos brazos, inhalando ese aroma a jazmín que ella siempre había portado. Su mano cayó sobre su lacio cabello, un poco maltratado y seco, acariciándolo con delicadeza, como si su madre fuese a romperse en miles de pedacitos.
— Hola, mamá...
— ¿Tienes hambre? —ella lo soltó, apartándole la chaqueta—. Ponte cómodo, estoy terminando la cena. Has de estar muerto de hambre, son las seis de la tarde...
Su padre se encaminó hacia la mesa mientras su madre a la cocina y Taehyung la siguió, ofreciéndole colaboración. Sin embargo, su madre lo empujó fuera de ahí y le exigió que se fuera a sentar junto a su esposo. Mientras Taeehyung se resignaba la escuchó hablar de lo que había cocinado.
También habló acerca de la limpieza de la casa, de que quería pintarla y que, con su padre, estaban consiguiendo los colores adecuados para devolverle la vida a su hogar.
Una vez llevó toda la comida, se dispuso a servirles y Taehyung no pudo evitar perderse en esas acciones, sus palabras sonando como ruido blanco. Un foquillo se encendió en su cabeza y, de pronto, se sintió demasiado culpable de haberla abandonado sin más.
— ¿Está rica? —ella preguntó con ánimo y Taehyung la contempló con tanta profundidad que la preocupó—. ¿No es lo que querías? No sabía que vendrías, de haberlo sabido hubiese preparado tu comida favorita, lo lamento.
— Mamá, basta... Está exquisita.
— No la has probado.
— Estoy seguro de que lo está.
Su madre le entregó una gran sonrisa y le señaló a su marido el momento, emocionada. Dichosa, ella se decantó más por hablar que por comer, logrando que su esposo y su hijo terminaran de comer antes.
El señor Kim fue el primero en retirarse al saber que su mujer y su hijo debían hablar. Agradeció la comida a su esposa y desapareció por las escaleras. Taehyung soltó los palillos sobre la mesa antes de mirar a su madre que seguía sonriendo en grande.
— ¿Cuándo volverás a casa?
Taehyung la miró a los ojos, esperando que ella comprendiera.
Lo hizo, porque sus ojos se apagaron suavemente.
— Vas a... ¿Vas a volver a abandonar a tu pobre madre? ¿Cuándo volveré a verte? ¿Cuándo estés muerto? ¡No puedes hacerme esto de nuevo!
Ella chilló, sosteniéndose de la mesa y mirándolo de forma impotente.
— Mamá...
— Eres demasiado injusto...
— Mamá, no voy a irme, pero tampoco voy a quedarme.
— Todavía estás estudiando, tú padre y yo aún tenemos la obligación de...
Taehyung se puso de pie, arrastrando su silla hasta acercarla a la de ella y tomar su mano con cuidado.
— Soy mayor de edad, tengo mi propio negocio —le recordó con tacto—. Ya no hay necesidad de que se preocupen por mí. Estoy cerca de graduarme y... Ustedes deberían disfrutar ahora que ya no tienen una responsabilidad tan grande como tenerme.
Ella lo miró con súplica, negando.
— No quiero que me dejes... No puedo estar sin ti.
El menor besó su mano con cariño, asintiendo suavemente y apretó los labios, regañándose a sí mismo por no haberlo notado antes; ser madre y esposa era todo lo que ella conocía. No podía soltarlo por ello.
De tantas discusiones, malentendidos y terminar agotado lo había cegado al punto que solo pensó en como él se sentía con una madre sobreprotectora, pero estando de regreso ahí...
Había pasado un par de años completamente alejado de ella, de sus constantes disputas y ahora podía verlo con más claridad; su madre había sido educada para ser una madre y una esposa. Había rechazado su ayuda para servir la cena y a su mente regresaron todas las comidas, todos los quehaceres en los que su madre trabajó por sí sola sin pedir o aceptar ayuda por parte de su esposo e hijo.
Eso era en lo que la habían convertido.
Era tan duro para ella verlo crecer, no solo por su amor incondicional, si no también porque había dedicado toda su vida en él, en su padre y en ese hogar.
Ya no podía ser tan duro con ella, ya no podía huir de aquella forma.
— Mamá, no vas a perderme; yo siempre seré tu hijo —le ofreció una sonrisa—. Tú también te fuiste de casa, yo también tenía que hacerlo. Sé que no soy el mejor hijo y que aún hay cosas que hago mal, pero... Debo continuar, mamá.
— No te vayas...
— Lo sé, lo sé —su madre dejó caer la cabeza suavemente contra su hombro y Taehyung la acercó a sí—. Ahora lo sé, mamá... Perdón por no haberte comprendido, realmente lo siento.
— No lo haces, si lo hicieras, te quedarías.
Taehyung tomó su rostro con ambas manos, acariciándole los pómulos llenos de lágrimas y besó su frente con cuidado, escuchándola hipar.
— Vendré cada semana, a comer. Si quieres, puedo venir los fines de semana a almorzar —ofreció, pero ella negó, berreando aún más—. Mamá, te daré la dirección de mi trabajo y la de mi casa. Podrás visitarme a mí y a Tan cuando quieras, pero... Debemos hacerlo, mamá.
— No puedo... No puedo, te necesito aquí.
— Sí puedes; eres mi madre, pero también eres una mujer, mamá —él señaló, sorbiendo cuando ya no pudo contener las lágrimas—. Deberías salir más, a comprar, a ver películas, a comer... No te quedes aquí tanto tiempo, no te vuelvas una con la casa, no te sujetes a un solo título porque eres más que eso...
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