013
— Tu madre no está.
— Lo sé.
El hombre se giró a mirarlo con un semblante un tanto sorprendido, pero no del todo. El señor Kim creía que conocía muy bien a su hijo, lastimosamente, descubrió, años atrás, que solo lo conocía hasta donde su hijo siempre lo había dejado.
No podía decir que se sentía decepcionado de sus hijos; no, había hecho todo lo que estaba a su alcance para mantenerlos felices y darles lo mejor, y para convertirlos en buenas personas. Sin embargo, había un punto en el trayecto en el que sus hijos decidían guardar secretos, escogían qué mostrar y qué no. Aquello no dependía de qué tan buen o mal padre eras.
De hecho, un hijo podría tener la mejor comunicación y relación con sus padres, pero si deseaba esconder algo, lo haría.
En su caso, sabía que Taehyung se reservaba para sí mismo diversas facetas. Lo único que él presentía es que no era nada malo, por ello, no empujaba a su hijo (a diferencia de su madre) a contarle todo. Si él quería expresarse, su padre solo podía esperar pacientemente y escucharlo sin interrupciones.
— Entonces, supongo que has venido solo hablarme a mí, ¿no es así?
— Es así.
Ambos caminaron por el pasillo hasta la sala, tomando asiento; su padre en su clásico sillón y él en el sofá de tres plazas, cerca del mayor. Lo observó tomar su taza de café, tomando un largo trago del líquido caliente.
— ¿Qué es? — su padre ni siquiera lo miró, simplemente esperó a su hijo.
— Necesitaba pedirte un préstamo.
Su padre asintió mansamente, buscando su billetera en el bolsillo del abrigo que llevaba.
— Hannah va a comenzar a trabajar para mí y... Yo no he terminado de pagar el local. No me falta mucho, pero no podría darle un buen sueldo a ella si sigo apartando una gran cantidad para la cuota mensual — Taehyung explica—. Te pagaría a ti el préstamo, pero en menores cantidades, si eso no significa para ti un problema.
— Págame como quieras, hijo— él murmura sacando la chequera y tomando un bolígrafo de la mesa de café en el centro de ellos—. ¿Quieres que le diga a tu madre que estuviste aquí?
— ¿No te molesta que le huya?
Su padre extendió el cheque con la cantidad que Taehyung pidió y mientras lo tomaba, el mayor carraspeó.
— ¿Qué edad tienes? ¿Veinticuatro? ¿Veinticinco? — Taehyung sonríe divertido, no deteniéndole—. Ya no eres un chiquillo para andarme obedeciendo en todo lo que me parece bien o mal. Yo podría decirte que me parece un tanto triste que no nos vengas a ver tan a menudo, pero ¿cambiará algo? ¿Vendrás a visitarnos cada cierto tiempo? Tampoco cambiará a tu madre, así que, ¿qué sentido tiene decirte algo?
— No quiero que piensen que no los quiero, solo...
— Solo quieres dejar de pelear con tu madre, lo sé.
El hombre guardó silencio, mirando su taza antes del reloj.
— Deberías irte ya; tu madre está por volver.
Taehyung se puso de pie, acercándose hasta a él y otorgándole un abrazo, agradeciendo el préstamo. Su padre sujetó su mano, apretándola con afecto antes de dejarlo ir.
Abandonó la casa de sus padres con cheque guardado en su billetera y decidió que tenía el tiempo suficiente para ir a completar la compra del local. Dio las vueltas necesarias hasta que cayó de nuevo en su local, ahora completamente suyo. Hannah se encontraba dentro, atendiendo a un par de clientes con Yeontan dormido en una esquina.
Su can se despertó cuando entró por la puerta y corrió hasta a él. Saludó amablemente a todos los que se encontraban dentro para luego recoger al animal entre sus brazos.
— ¿Necesitas ayuda?
— No, estoy bien; deberías continuar con las macetas que te quedan.
— ¿Nadie ha pedido más arreglos?
— Por el momento no.
Taehyung asintió, dejando a Yeontan en el suelo y entrando al almacén para continuar con su trabajo. Ocupó el banco y la mesa al lado de uno de los ventanales más despejados de plantas y se dedicó a continuar pintando las macetas que aún le quedaban.
No fue hasta que estuvieron completamente solos que Hannah le habló desde la caja.
— ¿Te encontraste a tu madre?
— No estaría aquí de haberlo hecho — Hannah lo miró desde su lugar, pero su primo no le devolvió el gesto, demasiado concentrado.
— Siento que te he metido en problemas.
— Aún si no te hubiese contratado, estaría en deuda, solo que con el banco y no con mi padre — se encogió de hombros—. La diferencia es que ahora no me persiguen los intereses y puedo pagar cuotas menores. Es más beneficioso para mí, en realidad. Para todos.
— ¿Para todos? Te refieres a nosotros, ¿no?
— Para ti, para mí, para papá y para mi madre.
— ¿Qué? — Taehyung soltó un suspiro tenso.
— Voy a volver a la zona de guerra con mamá.
Jungkook:
Tengo ganas de tomar un café.
Sus manos frotaron sus ojos, manchándose levemente la frente y cejas de pintura. Desbloqueó el celular, leyendo el mensaje.
¿Qué clase de persona era Jungkook? Es lo que quería saber, ¿no? Sin embargo, no sabría descifrarlo en ese momento, ¿qué podía contestar? ¿Qué se decía en esas situaciones? Taehyung no podía dar los mismos pasos como los daba con Jimin porque la confianza era demasiado influyente y pesado.
¿Qué esperaba Jungkook de él?
Jungkook:
¿No tienes en tu casa?
La respuesta tardó, mas estaba cansado de pintar así que esperó por la respuesta. Hannah se había marchado en cuanto su horario había terminado y él incluso tenía el local cerrado para poder concentrarse al cien. Por suerte, solo le quedaban dos macetas por terminar y podría empacarlas para entregarlas en dos días.
Jungkook:
Era una indirecta.
Lo vi en películas.
¿Indirecta para qué?
Tenías que decir: vamos a tomar uno.
Qué complicado es ser humano.
¿Vamos?
¿No es muy tarde para un café?
Estoy estudiando; el café me mantendrá despierto.
Podríamos cenar en alguna cafetería
Estás en tu casa, ¿dónde es?
Es que sigo en el trabajo. Si me dices por donde queda tu casa, podríamos establecer un punto para encontrarnos.
¿Es un sí?
Por supuesto.
Jungkook dejó de responder al momento y Taehyung aprovechó para lavarse las manos y limpiarse la cara. Cuando regresó, el menor ya había respondido con su dirección. Acordaron una plaza que quedaba cerca de ambos. Taehyung cerró el local por completo con Yeontan en su cargador.
Se desvió un momento a su casa para dejar a su perro en esta, dejándole la comida servida y varias caricias antes de irse. Su perro, acostumbrado a esos momentos, no lloró en cuanto se fue, paseando por el lugar antes de alimentarse y buscar un lugar donde dormir, aprovechando la soledad para tomar todo el sofá para sí mismo.
— Deberás darme el nombre de esas películas si quieres que capte tus indirectas.
Jungkook aparta la mirada de su celular en cuanto Kim dice, sentándose frente a él en la mesa del local. A Taehyung le sorprende ver una sonrisa grande en el otro en cuanto termina de decir y acomodarse.
— Lo siento; la primera vez que comimos juntos descubriste que estaba incómodo en la cafetería sin decirte nada. Pensé que lo captarías rápido esta vez.
— Es muy diferente verte que leerte. Además, el ambiente se sentía pesado ese día — se encogió de hombros—. De cualquier forma, discúlpame también por no haberte entendido. Mientras venía hacia acá entendí que fue demasiado obvio, yo solo fui lento.
El menor le resta importancia al asunto, ambos sumergiéndose en el menú hasta que por fin ordenan la comida y Jungkook se siente curioso.
— ¿Qué tal el trabajo?
— Agotador porque tengo que completar unos pedidos que me han hecho.
— ¿No tienes empleados que te ayuden?
— Mi negocio no es muy grande, hasta hace poco contraté una chica y es mi prima —Jungkook asiente ante la respuesta.
— Crecer siempre toma tiempo.
— La verdad es que sí. Antes vendía las plantas desde mi casa, aceptaba pedidos vía internet y luego yo era el que iba y venía para dejar las compras en puntos acordados con la gente — el azabache escuchó atentamente—. Luego conseguí el local a un buen precio y pedí un préstamo en el banco.
— Pero el servicio a domicilio también es bueno. Claro, tiene sus ventajas y desventajas, pero también da cierto dinero, ¿no?
— Sí, estás en lo correcto, solo que realmente no me queda tiempo para hacer todo yo. Una vez vea más crecimiento, seguro que lo hago.
— Pero ¿es bueno? Quiero decir, ¿es rentable el negocio?
— Las ganancias que obtengo son buenas, pero el local me mantiene a mí también y a mis estudios, así que suelo quedarme limitado al final del mes — el otro no supo qué responder, más que asintiendo. Taehyung decidió que era demasiado sobre él— ¿A ti cómo te fue estudiando?
La orden llegó, siendo dejada frente a ellos. Jungkook bebió de su café, sintiéndose relajado en cuanto el líquido café entró en su sistema. Su mente divagó un momento en su taller de diseño de espacios comerciales antes de hablar.
— Realmente, muy bien. Me he logrado concentrar muy bien estos días, aún no sé por qué, pero me siento más relajado — Jungkook se encogió de hombros, tomando sus palillos— Ah, por cierto, vi la película que me recomendaste. Me dejó helado, pero de una buena forma. Fue increíble y el final fue impresionante.
— Me alegra que te haya gustado.
— ¿Tienes más recomendaciones? A veces siento que me la paso viendo las mismas películas todos los días.
— No tiene nada de malo repetir películas, por muy buenas o malas que sean. Mientras te gusten, es más que suficiente.
— Parece que siempre tienes las palabras adecuadas.
Taehyung se encoge de hombros suavemente. La verdad es que él tampoco entiende cómo ha llegado a ese punto. O quizá lo hace.
Confiesa que al dedicarse tanto a las plantas se ha dado cuenta de la simpleza de tantos aspectos de la vida humana. Como uno mismo podía generar sus propios problemas, de aquellos donde no solía encontrar la respuesta. Donde la molestia y preocupación te cegaban tanto para no ver lo que estaba a tu alrededor. Luego, comprendía que había otras situaciones en las que jamás tendrías control.
La vida misma se basaba en eso; en aceptar, soportar o alejarte de aquello a lo que no podías controlar y en saber como manejar lo que sí estaba en tus manos.
Lo que no sabría responder es cómo habían logrado entenderlo cuidando de las plantas. Quizá porque cada una de ellas tenía un tipo de referencia a su vida cotidiana, quizá porque ellas eran la viva representación de los límites y lo erróneo que, a veces, era cruzarlos.
— No veo tantas películas; me gustan más los documentales.
— ¿Cómo cuáles?
— Los de misterios que no han podido ser resueltos, asesinatos, crímenes, ese tipo de cosas. ¿Tú qué sueles ver?
Jungkook se sonroja ante la pregunta, mastica rápidamente el bocado que tiene entre sus dientes, antes de relamerse los labios y sopesar si es buena idea confesarle ese tipo de cosas a Taehyung. Era demasiada íntima esa respuesta. Algo que parecía tan simple para los demás, para él era una gran revelación de su persona.
— Promete que no vas a reírte.
— ¿Por qué lo haría?
— Promételo — Taehyung alzó ambas manos para mostrarle que no estaba cruzando los dedos antes de prometer lo que se le exigía. Jungkook se removió un poco incomodo en su asiento antes de hablar—. Veo muchas películas de romance.
— ¿Puedo saber por qué?
— Me gustan, me parecen lindas.
Me gusta imaginar que me sucede a mí.
Eso es lo que quiso añadir, pero su lengua se trabó. O sus cuerdas vocales se cortaron. O la garganta se le cerró. No lo sabe bien. Solo sabe que se arrepintió un poco cuando Taehyung le sonrió y le soltó un par de palabras que, presentía, jamás podría olvidar.
— Nada de lo que te guste es para burlarse. No confíes en la gente que lo haga.
El reloj marcaba las ocho de la noche cuando salieron de la cafetería, uno al lado del otro. Jungkook sujetó bien su mochila antes de mirar a Taehyung, sonriéndole con los labios sellados, en amabilidad.
— Muchas gracias por acompañarme.
— Muchas gracias por invitarme —los dos vuelven a sonreír antes de que Jungkook se encoja de hombros.
— No hay de qué —silencio, suspiro y luego una mirada fugaz—. ¿Cuándo nos pondremos de acuerdo para salir al cine?
— Cuando tú quieras.
Jeon asintió, apretando las asas de su mochila antes de despedirse de Taehyung y comenzar a caminar en dirección contraria. Sus pasos culminaron en la estación de autobuses, observando la cartelera que anunciaba que su transporte estaría ahí en quince minutos. Había gente en el lugar, adultos que regresaban del trabajo, estudiantes en grupos o solos y luego gente particular, como él, esperando llegar a casa.
El trayecto no fue muy largo y un estudiante se bajó con él en el mismo lugar, entrando ambos al edificio, a diferentes pisos. El ascensor los recibió en silencio, hasta que su celular vibró en señal de un mensaje.
Taehyung:
Avísame cuando llegues a casa.
Y, el día del cine, escoge una película romántica.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro