039
Las cosas entre ellos escalaron aún más y cada uno mantenía una idea diferente y errónea de lo que estaba pasando en su relación. La gente a su alrededor creía firmemente que eran amigos, tanto las personas conocidas como las desconocidas. De hecho, Jungkook dejó de ser la comidilla de la universidad en cuanto comenzó a juntarse con más personas que solo Taehyung y Hoseok. Nayeon se volvió su principal defensora y los argumentos que Yugyeom daba acerca de que no servía de nada burlarse de él cuando podía ayudaron a que la gente poco a poco se fuese olvidando del tema.
Así que, curiosamente, la gente volvía a estar mal: ellos dos no eran simples amigos. Mas no estaban en una relación amorosa y ni siquiera tenían límites. Ni siquiera pensaban en ellos, o al menos Jungkook no pensaba en ellos. Siendo totalmente inexperto y acostumbrado a vivir ese tipo de conexión, a Jungkook le parecía completamente normal lo que hacía con Taehyung.
La única diferencia es que no estaba siendo escondido, Taehyung daba la cara por él y que realmente lo quería. Y estaba tan enfrascado en su burbuja de felicidad que no podía ver más allá de eso. Pasó mucho tiempo hablándole a su psicólogo acerca de Kim y el señor Kung le había hecho una serie de preguntas que terminó por Jungkook concluyendo que Taehyung realmente le gustaba.
— Dime cinco cualidades que te gusten de él sin que tengas que mencionar su físico o su decencia humana.
Si hubiese sido otra persona y otra época, a Jungkook le hubiese costado responder, pero le hubiese dado miles de respuesta a él. Ahora, para Jungkook fue bastante sencillo responder.
— Me gusta la forma en la que se expresa —comenzó, mirándole a los ojos—. Me gusta que tenga iniciativa. Me gusta que me apoye. Y me gusta que sea gracioso.
— ¿Crees que él pueda aportar cosas positivas a tu vida?
— Ya lo está haciendo —respondió con una gran sonrisa y el doctor Kung le dio el visto bueno.
— Entonces, confiésate.
Ahí fue donde Jungkook se congeló. Y no pudo dejar de pensar en ello día tras día, con muchas opiniones de personas diferentes rondando por su cabeza.
Confesarse.
¿Estaría bien? Él sabía que le gustaba a Taehyung; sus besos, sus caricias y sus miradas lo delataban. La forma en como lo sostenía mientras follaban. Porque sí. Follar se volvió algo habitual entre ellos, no siempre lo hacían, pero a Jungkook le derretía demasiado como Taehyung siempre estaba dispuesto a conocer cosas nuevas, a entregarse e intentando seguir el ritmo.
El sexo entre ellos era magnifico, Jungkook no pensaba negarlo. Sin embargo, la sensación incomoda luego de tenerlo a los dos siempre los acompañaba y ninguno tenía una respuesta clara para ello. Con ambos siendo tan inexpertos en cuanto a relaciones, no tenían la menor idea de cómo mejorar aquello.
¿Qué pasaba si se confesaba y terminaba por arruinar su amistad con él? Jungkook no quería perder a Taehyung, pero tampoco quería seguir en aquel tipo de relación.
Nadie más que ellos mismos sabía lo que estaba pasando, así que Jungkook llegó a la conclusión de que necesitaba otra opinión. Y esta vez no fue a llamar a Hoseok, si no a Nayeon.
La chica había aceptado verle en una plaza y ambos pidieron unos licuados junto a unos postrecitos de los puestos que se encontraban ahí. Bajo la sombrilla encima de la mesa, ambos se refugiaron del sol para comer uno de los pastelitos, y Nayeon lo miró un tanto recelosa.
— No me invitaste precisamente para pasar el rato, ¿no es verdad?
Jungkook le dio una mirada antes de dirigirla hacia unos niños jugando sobre un tobogán.
— Estoy teniendo sexo con Taehyung.
Jungkook no creía que debiese tener tacto con Nayeon; la chica le había demostrado que le gustaba hablar de forma directa. Cuando la volvió a ver, ella tenía el ceño levemente fruncido, pero asintió en cuanto la miró porque eso era lo que ella quería: hablar cara a cara.
— ¿Hay algo de malo en eso?
Nayeon tenía razón: dicho así no parecía tener nada de malo. Las relaciones abiertas, los amigos con derechos y el poliamor existía, sin embargo, si quería que ella lo aconsejara tenía que contarle todo: desde el inicio hasta el fin.
Las expresiones de la chica cambiaron aleatoriamente mientras el menor le explicaba la extraña situación en la que estaban y al final ambos quedaron en un profundo silencio.
Él podía escuchar el cerebro de la chica trabajando de forma ardua.
— ¿Pero qué es lo que quieres tú? Quiero decir, si sabes que Taehyung te quiere y ahora tú lo quieres a él, ¿qué se supone que te detiene?
— El sexo está muy bien, pero siempre al terminar... No sé que nos pasa. La sensación de incomodidad siempre me queda, como si Taehyung fuese igual que ellos y no lo es, yo sé que no lo es.
— Jungkook... Sé que no te gusta hablar sobre ello, pero necesito saber... —Nayeon se veía verdaderamente apenada y había dejado su licuado a medio tomar.
— Está bien... Estoy aprendiendo que debo enfrentar el pasado también.
Pareció que aquello fue una respuesta perfecta para la chica, porque le soltó:
— ¿Qué hacían al terminar de tener sexo? Con ellos, quiero decir...
Jungkook recordó, de forma amarga, pero lo hizo.
— Pues... Nada. Solo se levantaban, vestían, me agradecían y se iban pronto.
— ¿No besos? ¿Abrazos? ¿Limpiarte? —ella comentó y Jungkook la miró confundido.
— ¿Por qué tendrían que limpiarme?
— Oh...
Nayeon se veía muy triste cuando Jungkook confesó y el menor la miró un tanto incómodo, pensando que había hecho mal. ¿Qué se estaba perdiendo? Nayeon miró su licuado, jugando con la pajilla suavemente antes de jugar.
— ¿Y con Taehyung? ¿Qué hacen?
— Pues suelo levantarme, me baño y luego bajo a prepararnos comida o palomitas, depende de la hora.
Nayeon asintió, mirándole a los ojos.
— Tú sabes... Hay... Uhm —comenzó— Hay situaciones que le exigen mucho a nuestro cuerpo, y somos humanos, tenemos límites y no somos un simple objeto —Jungkook lo sabía, no entendía porqué Nayeon lo decía—. Y, por ejemplo, si te haces un tatuaje, una operación o algo por el estilo, necesitas darle cuidados posteriores, ¿no? Pues bueno, el sexo es similar; sea casual o no, tiene que haber cuidados posteriores, porque ni tú ni la otra persona son objetos, todas las partes involucradas merecen respeto y ser tratadas como personas, sea cual sea la relación que tengan...
— ¿Te refieres entonces que Taehyung y yo nos sentimos así porque no... nos cuidamos al terminar?
— Creo yo que es eso —Nayeon estaba muy segura mientras decía—. Y si no lo es, entonces... ¿Quizá ustedes no están listos para una relación?
— Pero...
— Jungkook. Tienen que trabajar también mucho en la comunicación —ella le detuvo—. Además, ustedes iniciaron de una forma extraña, sin hablar de límites y eso también los ha llevado a esta cosa rara que ustedes tienen. El problema es que, al menos tú, estás confundido y no sabes qué hacer. No sé cómo estará Taehyung, pero dudo mucho que esté mejor que tú... Tienes que hablar con él.
Estaba terminando de hablar con Hoseok por celular cuando escuchó la puerta de la casa siendo abierta. Colgó la llamada y se asomó al pasillo, siendo ganado por un Yeontan que corrió velozmente hasta las piernas de un Taehyung recién llegado. El castaño sonrió antes de inclinarse a acariciar a su compañero y luego alzó la mirada cuando Jungkook llegó rápidamente hacia a él, con una gran sonrisa.
— ¡Tae! —chilló de forma radiante antes de lanzarse a Kim y que él lo sostuviera por la cintura, besando su frente de forma cariñosa—. Bienvenido a casa.
— Hola, Jungkookie —le saludó—. ¿Avanzaste lo que necesitabas?
— Sí, he terminado todos los pisos del centro comercial y ha sido agotador, ¿tú día qué tal?
Taehyung le explicó que gracias a Hannah las ventas habían estado aumentando porque la chica era muy buena y porque el local pasaba más tiempo abierto, dando más oportunidad al público para llegar y comprar. Jungkook le dijo que le haría la cena y Taehyung le aseguró que lo llevaría a casa hasta que Jungkook le dijo que no era necesario porque Yoongi y Hoseok pasarían a buscarlo.
Las noches que Jungkook no se quedaba a dormir, eran extrañas para ambos; las camas vacías, la habitación más fría y el tiempo que les tomaba para dormir más lento. A veces, hablar entre susurros cuando sus cerebros no parecían querer descansar a pesar de sentir sus cuerpos pesados, les ayudaba a ambos a relajarse, a distraerse del estrés de la vida misma y caían profundamente escuchando la voz del otro. Otras, el simple hecho de estar el uno junto al otro, con sus extremidades envueltas los dormía al instante, pero de una u otra forma, dormir juntos era mejor para ambos que dormir separados.
Sin embargo, no eran pareja. Y no vivían juntos.
Por lo que Jungkook tenía que ir a su casa, al apartamento que compartía con Hoseok. Al apartamento que, al parecer, se quedaba completamente abandonado porque ambos se habían coordinado; avisando cuando se quedarían a dormir afuera, entonces, el apartamento o los tenía a ambos o no tenía a nadie.
— Ten.
Hoseok le había dicho que estaría ahí en diez minutos y Jungkook había tomado su mochila, caminando hasta la puerta, revisando su celular cuando Taehyung había desaparecido hasta regresar con una adorable maceta mediana pintada a mano con una imagen que Jungkook bien conocía: una fotografía que se había hecho alguna de tantas veces en sus salidas con Hoseok. Era él sentado en una banca sobre un mirador y con un enorme lago y montañas detrás de él. Jungkook se quedó boquiabierto al notar y admirar cada pequeño detalle que Taehyung había dedicado a su trabajo.
Recordaba aquella salida a uno de los lagos más importantes de Corea del Sur; Hoseok y él habían ahorrado mucho para pagar el hotel, el transporte, la comida y el paseo guiado. Había sido un viaje increíble lleno de risas, alejado de las malas vibras de la gente en la universidad, simplemente Hoseok y él descubriendo un pequeño trozo de la belleza natural de su país.
En la foto, Jungkook estaba sonriendo sin ninguna pizca de actuación; con pequeñas arrugas en las esquinas de sus ojos, sus dientes mostrándose en todo su esplendor y sus ojos achicándose. Los pómulos le habían dolido por un buen rato, pero el dolor no era nada comparado con lo contento que se había sentido.
Últimamente, ahora que ya no pasaba tanto tiempo solo y aislado, ese tipo de dolor era usual, ya sea estando con Hoseok, con Nayeon, con su grupo de amigos y con el mismismo Taehyung.
Su vida sí que había cambiado.
Y entonces, Jungkook miró la flor dentro de la maceta: una flor de tigridia púrpura, hermosa y sana resplandeciendo. El menor sonrió en grande de inmediato y sus ojos se llenaron de lágrimas por la emoción. Sujetó la maceta.
— ¿Cuánto...?
— Es mi regalo para ti.
— ¿Con qué motivo? —Jungkook preguntó, sujetando la maceta con sumo cuidado, como un sagrado y pequeño tesoro.
— Por ser tú.
Lo besó.
Lo besó de forma profunda y en una posición incómoda porque no quería que la flor quedara en medio de ellos y fuera accidentalmente aplastada.
— Gracias —Jungkook le dijo, pero su agradecimiento iba más allá de la planta.
El claxon del auto de Yoongi sonó y se dieron un último beso antes de que Jungkook saliera por la puerta principal, Taehyung alzando una mano para saludar a ambos chicos dentro del auto y los vio irse antes de cerrar la puerta para ir a dormir. Estuvo un buen rato pensando en Jungkook.
En Jungkook, en su relación y en su corazón.
Una parte de él, la razonable, le pedía que pensara en sí mismo y terminara las acciones que solo una pareja tendría. Su lado egoísta le decía que podía aguantar un poco más y que dejara a Jungkook decidir cuando terminar con aquello y consigo mismo.
Taehyung decidió que esperaría hasta que Jungkook tuviera suficiente y lo destrozara, trozo a trozo.
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