Paso 83º.
"Paso 83º: Huye de la escena del crimen lo más lejos posible".
~N.H.
Near.
Tuve mis dudas al pedirle a Amber que este domingo le comunicara mis planes a Rind. Sin embargo, recordé las palabras de And y lo feliz que sería si me atrevía a dar ese paso.
Siempre he sido fuerte a su lado y aún sin él sé que está cerca.
Pero a pesar de todo como una licuadora, el mejor ejemplo de Either, me estaba mareando mi cerebro al caminar con las mochilas alrededor de la camioneta que nos prestó su padre.
Definitivamente iba a morir. Rind me volvería a golpear y mi cara necesitaría una reconstrucción en Corea. Estaba a menos de unas palabras más para comenzar a gemir y olvidar mis nervios de esa manera.
—¡Abrázame! ¡Tú me calmas! —Fingí chillar, abrazando a Curin, quien reaccionó con gritos escandalosos y golpes contra mi cabeza.
Recuerden amiguitos, aparentar ser débil para que te perdonen es una buena táctica.
—Cállate y sigue subiendo los snacks. —Amber lanzó una patada contra mis rodillas.
—Ya me cansé de este maltrato. No me dan el valor que merezco. Adóptame. —Rogué entre lágrimas de pipí sosteniendo a Curin del cuello.
Ethan: ¿Lágrimas de pipí?
Near: Pues, es la misma agua, ¿no? La salada de mi cuerpo pero sin pasar por ese proceso aún para volverse amoniaco
Ethan: A Matt no se le ocurrió otra cosa, ¿verdad?
Near: ¿Y tú que crees? Estamos fritos.
—Ugh, si no me gustan los bebés ni los niños, ¿por qué adoptaría a un universitario llorón? —Curin me mandó a volar con su empujón, haciéndome tropezar contra la banqueta.
Traté de calmar sus gritos de vándalo 2.0 y retrocedí en el suelo hasta golpear mi cabeza contra algo. No quería voltear, sabía que el mismo demonio se encontraba allí:
Vándalo indiferente conmigo.
Agaché mi cabeza para no verlo a los ojos. Vi sus piernas seguir de largo y quitarle carga de encima a Amber para echar la última mochila dentro de la camioneta. Serio, duro y maduro como Curin; me perturbaba.
—Desayunaremos en alguna parada, pues aún son las 6:30 así que veremos que más hacer antes de partir. —Rind conversó con mi pequeña hermana, explicándole el cronograma.
Ni siquiera me ha hablado.
Curin, quien fumaba en la banqueta, se levantó para ofrecerme la mano y ponerme de pie ya que se su hermano había pasado de largo. Sin embargo se detuvo en seco al observar algo más detrás de mí.
—¿Golpeaste a mi hermano? —Susurró la niña pelirroja, Eva, sosteniéndome del cuello.
Miré por la colilla del rabillo la navaja entre sus manos cerca de mi garganta. Había escuchado de Curin que no estaba yendo a la escuela esos días por su suspensión, ya que comenzó a amenazar niños para que le hicieran las tareas.
—¡Eva, suéltalo ahora! —Curin apagó su cigarrillo contra el buzón, subiendo sus manos para tranquilizarla.
—¿Qué le hiciste al hermano Either? —La mocosa dejó caer su cabello frente a mi rostro.
Traté de no moverme ni un poco. Ya no me podía orinar pues las lágrimas falsas me habían secado. Comenzaba a preguntarme qué hacía Tide para salvarse de cualquier persona que lo quería muerto. Ese mono feo era inmortal.
—Yo no le hice nada a nadie. —Tosí un poco por la presión.
Elevé los ojos en dirección a mi hermana pero ella y su novio estaban en otro mundo coqueteando frente a la camioneta. El feo vándalo tenía más suerte en el amor que yo. ¡¿Quién carajo se permitía tener más suerte que yo?!
Parece que era el protagonista con más mala suerte en todo.
Ethan: No ofendas al género dudoso.
—Ayúdame. —Le rogué a Curin, quien ya se preparaba para atacar al demonio de su hermana mientras remangaba su camisa.
Hubo un estruendo detrás, hizo que la niña cayera media muerta en el suelo. La banqueta donde había sucedido el asesinato a las 6:45 am contenía tres posibles armas sospechosas: Mi bello cuerpo, una navaja, y la gran chancla.
Detrás de mí se encontraba otro gran demonio. El más grande de todos.
Curin le gritó que se detuviera, pero antes de llegar a la puerta ya lo habían tomado del cuello y le habían plantado una gran cachetada que le aumentó años de viejo a su rostro.
Decidí acostarme junto al cuerpo de Eva la maleante para que me tomaran de muerto. Eso tenía sus desventajas, como volver necrofílicos a los del equipo forense.
—¡Abuela, ya deja de romperme la cara, ¿quieres?! —Curin la sostuvo de las manos, gritándole en el rostro.
—Hijo de tu... —La abuela elevó una de sus manos para amenazarlo con el tremendo anillo que le clavaría en el cachete.
—Ya me voy al interior. —El mayor de los vándalos entró a la casa sin apartar la vista del suelo.
—¡Abuela! ¿Qué haces aquí? —Los ojos de vándalo recuperaron el brillo.
Traté de continuar quieto en el suelo pero mi hermana me miraba amenazante para que saludara. No, gracias, pero los Vibes en esos momentos me querían hacer daño.
—¡Domingo, hijo, comemos juntos los domingos! —El tono de la abuela canosa y cejas rubias se agudizó tanto como el de Rind cuando lloraban—. ¡Has estado muy ocupado! ¡Me has dejado sola!
—¡Abuelitaaa! Yo también la extrañé.
Se detuvieron en la banqueta abrazándose el uno al otro. Los dos rubios eran súper cariñosos, aunque guardaban un lado terrible, se abrazaban como si no hubiera mañana. Ojalá quisiera tanto a Amber como quiere a su abuela.
—¿No van a desayunar aquí? ¡Quédense y ya después se van! Hice tu comida favorita —la abuela lo apartó un poco para peinarle el cabello.
—Ay, abuelita a usted no le puedo decir no. —Rió como tonto, dándole un abrazo a la enana de su abuela.
Tras intercambiar un par de palmadas la abuela tomó el cadaver de la llamada Eva y se dirigió al interior arrastrándola de la camiseta. Rind dejó unas cosas dentro de la camioneta y tomó la mano de Amber para que entraran juntos. Mi bella hermana le dijo que lo iba a alcanzar tras subir unas cosas y lo soltó para reavivar mi cadaver.
—Hey, vamos a dentro. —Murmuró, dándome unas pequeñas bofetadas.
—No, estoy muerto —negué seriamente sin abrir los ojos—. Tanta belleza me mató.
—Te orinaste, ¿verdad? —Mostró su dentadura perturbadora.
—Púdrete.
~•~•~•~
El silencio en la mesa se volvió incómodo. Eva yacía en la sala observándonos a lo lejos con una bolsa de hielo detrás de su cabeza. Le dijo a la señora Vibes que los iba a demandar por maltrato infantil, pero el padre le dio una bendición y se disculpó por parte de todos antes de retirarse a su despacho.
—Toma, mijo. —La abuela enana le dio unas palmadas a Curin, quien estaba sentado delante mío, y le pasó un par de billetes a escondidas.
—Al menos me da para los cigarros. —Murmuró Curin.
—Te dará cancer. —Reí, jugando con el huevo hervido en mi plato.
—Veamos quien muere primero por los malos hábitos. —Tronó los dedos y formó una pistola con su mano, fingiendo darme un tiro.
—Touché.
Y el silencio volvió a la mesa.
Rind y Amber conversaban en voz baja tratando de ser parte del desayuno. De a ratos Amber se reía con la madre y Curin y yo nos mirábamos incómodos por ser apartados de la conversación.
—¿Por qué no hablas mucho si es tu familia? —Musité, haciéndole señas y desviando la mirada para que no se notara que conversábamos.
—A pesar de ser adoptado me quieren mucho, pero la semana pasada me emborraché y choqué contra el buzón. —Susurró.
—Aaaah, lo tienes grande pero no maduro.
La patada en mis bolas me hizo pegar un grito. Vándalo 2.0 era peligroso aún con sus 24 años.
—Hijo de tu... —Me retorcí en mi sitio mientras él continuaba tragando en su paz mental.
—Ustedes dos son mejores amigos, ¿verdad? ¿Por qué no están hablando? —La abuela irrumpió en mi mente, haciéndome abrir los ojos en sobremanera hacia su dirección—. ¿Te duelen muchos las bolas? ¿O te estás tocando el pan solo por que quieres, hijo?
Pensé que era un rumor, pero era cierto que la abuela en su juventud practicaba ocultismo y podía ver cosas que nadie más lograba. Así que opté por elevar las manos, bajar la cabeza y confesar:
—Lo siento, abuela Vibes, pero su nieto me la paró.
—Estoy orgullosa. Has recuperado mi amor. —Soltó lágrimas de cocodrilo y felicitó a Curin por la buena patada que me había lanzado.
Rind me miró todo el tiempo desde entonces pero no me dirigió la palabra a pesar de estar sentado a mi lado. La abuela y la madre comenzaron a hablar sobre el pasado y nos incluyeron en la historia que le contaban a Amber, pero yo no pude dejar de pensar en lo mal que habíamos terminado.
—¡No, sí yo era muy fuerte en mi juventud! Solía hacer arreglos con varas metálicas así que me la pasaba moldeando con fuerza. Y todos los hombres me chiflaban hasta que yo les respondía que así como me llaman los hago comerse mi verga. Fueron mis años dorados. —La abuela mostró su fuente de oro antes de darle una mordida al pan tostado.
Sus años dorados fueron una mierda, abuela.
—Mi marido era un infiel, pero siempre me dio el puesto de la señora de la casa —plantó su índice arrugado con fuerza sobre la mesa—. Una de sus zorras fue a verlo cuando pensó que él estaba solo, pero yo era la única ahí y mi marido volvía dentro de media hora. Susto que se llevó cuando quien abrió la puerta fui yo. Hasta se rió y me dijo: Lo espero aquí, doña.
—Esto se va a descontrolar, abuelita... —Rind bajó la cabeza, recordándome al meme.
La madre de Rind se levantó para retirar los platos.
—Esperé, y esperé a que pusiera un pie dentro —arrugó la nariz como anciana cascarrabias—. Entonces cuando tomó confianza y cruzó para esperar a dentro la agarré de su feo cabello y la tumbé al suelo. Le arranqué la ropa y le pedía a la del aseo que me abriera el portón. ¡Entonces allí iba, arrastrándola las 8 cuadras hasta llegar a la iglesia!
—¿Por qué a usted no la han arrestado y a mí sí? —No pude evitar soltar mi comentario.
—Los tiempos han cambiado. —Se quejó como si fuera algo malo ese cambio—. Las vecinas salieron hablando como locas, así que les grité: "¡Zorras, sé que toda la manzana se acuesta con mi marido! LAS ARRASTRARÉ IGUAL". Cuando mi marido llegó a casa la del aseo le dijo llorando que yo tenía a la tipeja esa por el cabello y que la iba a arrastrando en la calle, así que me alcanzó y me detuvo. Pero cuando la chica le pidió ayuda él solo le dijo: "Tú te paraste en la casa de mi mujer. ¿Cuántas veces te he dicho que esa es su casa y con mi mujer no se buscan problemas?". Y no había nada que reprocharle, pues yo me tiraba a mi doctor.
—ABUELA, POR FAVOR PARE YA. —Rind estalló en lágrimas, cubriendo sus oídos.
—Wow. —Amber permaneció emocionada al igual que Curin.
Me doy cuenta de que he madurado un poco cuando solo me preocupa la arrastrada, auch.
—Mi marido y yo solíamos golpearnos, y sí, ambos lanzábamos golpes —se cruzó de brazos asistiendo—. Una vez nos peleamos en un segundo piso a golpes, pero yo perdí el equilibrio y sino me morí fue porque la vara que atravesó mi brazo amortiguó la caída. La del aseo corrió llorando a levantarme, pero yo seguía gritando y señalándolo con la amenaza de que ahorita subía a matarlo. Él no bajó hasta horas después del miedo. Fui al hospital y cuando volví solo me miró de reojo y me tiró mis grandes cadenas de oro y un fajo de billetes, para finalizar con un: Aquí tienes vieja. Cómprate algo bonito.
—La abuela y el abuelo eran unos salvajes, pero la abuela lloró su muerte y lo hace hasta el día de hoy. —La madre de Rind volvió a tomar asiento, atando su cabello rubio.
—¿Lo quería a pesar de todo? —Me fue inevitable no preguntarlo.
—Lo quiero a pesar de todo. Pero nadie siga mi ejemplo. —Dio un consejo como buena abuela, señalando a todos los presentes en la mesa.
El amor es realmente extraño, Andrew.
—Abuela, ya deberíamos irnos. —Rind extendió su mano hasta tomar las de ella.
La abuela le sonrió, apretándole los dedos con ternura.
—Te amo, mi niño.
El nivel de amor en los ojos de ambos me iba a dejar más ciego que verme en un espejo. Hice un gesto de asco, volteando a ver a Curin que portaba la misma cara que Amber y yo. Creo que incluso la madre lucía así.
Nos levantamos de la mesa, nos despedimos de la familia y nos dirigimos a la camioneta. Solo era Amber, Vándalo y yo en un viaje hacia la montaña para asar carne y ver unas películas descargadas.
Caminé al asiento del conductor y le pedí las llaves a mi hermana, al igual que las direcciones.
—Yo manejo —Rind habló cortante, abriendo la puerta de los asientos traseros para que yo me subiera allí—. Saqué mi licencia hace unos días.
Gracias por cagar mi intento de recuperarte.
Mi hermana se sentó como copiloto y yo fui el estorbo de atrás. Salimos a buena hora, cuando la niebla de la carretera apenas se disipaba pero aún te dejaba observar un paisaje blanco por el puente.
Viagel en las consultas solía hacerme vestir de blanco. Me pedía que viera el color y lo imaginara como yo mismo. Podía representarlo como mi tristeza y soledad, después de que me hubiera grabado ese color me daba una paleta de acuarelas para que pintara sobre una hoja.
"Sé el color que quieras ser, pero antes acepta el color que eres ahora."
Nunca creí que hablar con un desconocido que no dejaba de mascar chicle y me ignoraba en la universidad me enseñaría tantas cosas buenas con el mismo cuidado de una persona cercana.
Me puse los audífonos y dormí parte del camino hasta que sentí el auto estacionarse y el frío rodearme. No me sentía completamente bien con respecto a mis emociones. Ahora sabía que podía sobrellevarlas como si fuera solo un poco de frío a mi alrededor, pero debía arreglar las cosas con todos.
—No puede ser... Estamos a 4º en la montaña. —Amber fue la primera en bajar con quejas y después nosotros.
—El pan se enfrió también. —Comentó Rind.
La pareja dorada estaba cargada de abrigos. Juntos arrastraron parte del equipaje y montaron su pequeña parrilla en las áreas asignadas para asar. Yo traté de no estorbarles tan solo dando vueltas alrededor de la camioneta sin saber que hacer.
—Vine con mi mejor outfit y no hay nadie que lo vea... —Lancé un quejido, pues yo prefería ir a la ciudad vecina que tenía una playa helada por la temporada pero tenía algo.
Traté de fingir que hacía algo importante para que ellos no me hicieran participar en su charla. Tenía miedo. Pero con respecto a "algo importante" sólo me puse a buscar hormigueros con mi encendedor.
—Near, quemar hormigas está mal. Solo quieres quemar algo para evitar fumar así que deja de cargar tu encendedor. —Recordé la mirada amenazante del psicólogo.
Ese tío me da miedo.
—¡Hermano, ayúdanos a prender la fogata mientras nosotros sacamos los alimentos! —Amber, alias "perra", portaba una sonrisa de orgullo al intentar juntarnos.
—¡Sí, lo haré después de que encuentre lo que se me cayó! —Traté de darme más tiempo.
Se me cayó la dignidad pero no el orgullo.
Unos hombres pasados de 40 trastabillaban a lo lejos, caminando entre los árboles de copa alta en círculos, sin llegar a algún lado. Usaban ropas viejas y los perdía por momentos ya que la zona no era llana.
Estas cosas terminan en asesinato u orgía, santo Matt.
Tomé mi manta azul y me dirigí a los otros dos. Abrí una bolsa para buscar el carbón y me agaché en el área indicada para acomodarlo junto a la madera y la hierba seca. Me gustaba el olor de las plantas y el sonido de las hojas, prefería morirme de hambre en un sitio así a calentarme con el fuego.
—Y por nada en el mundo pienses que algo sería mejor estando muerto. —Viagel volvió a mi memoria.
Aaaah, nepe, no puedo pensar en paz ya. Todo me atormenta.
Mi cabello estaba helado al igual que mi nuca. Hace dos días pasé a hacerme otro corto y retocar el color negro. Me queda bien, bueno, todo me queda bien pero el negro me queda súper bien.
—¿No te afecta la altura, hermano? Yo ya he venido varias veces con Rind y me desmayé la primera vez porque subimos un poco más. —Contaba otra historia mi hermana con cara de muñeca pero expresiones de macho exagerado.
—Solo tengo frío y me siento pálido, pero traje medicamento por si acaso. —Mencioné, tratando de concentrarme en calentar la madera antes de prenderle fuego.
—Vale. Me voy a dormir. —Aceptó todo rápido, se envolvió en un sleep bag, y se tiró al suelo para esperar su floración.
Habían muchas cosas que preparar pero la cerebrito decidió dormirse. Era su forma de dejarnos a Rind y a mí solos, pero aún sin ella nosotros seguíamos sin romper el silencio.
Definitivamente me odia ahora. Chao, me voy a mat...
—Ni lo pienses. —La maldición de Rapunzel y Matt me atacó.
Voy a vivir solito, chi cheñol.
—¿Me pasas una botella con agua? —Rind volteó a verme, dejando el pequeño cuchillo con el que cortaba cebolla sobre el traste encima de la mesa de madera.
Sería un buen esposo si reparte los deberes del hogar. Pocos tienen ese respeto a su contraparte.
No lucía molesto pero tampoco llevaba una sonrisa. Solo parecía hablarme como en un día común. En ese momento pensé que de verdad lo quería como mi mejor amigo.
—Aquí tienes —tomé la botella a un lado mío de forma desesperada, lanzándola a las manos—. Tan fría como la que te comes.
Asintió incómodo y sus ojos azules dieron vueltas antes de darme la espalda para seguir preparando las cosas.
Aaaaah, doble nepe, de verdad mis chistes incomodan ahora.
—Ojalá Either estuviera aquí. —Pensé entredientes, jugando con el palo que ya había encendido.
Pensaba hacer que nos reuniéramos los tres pero quería hablar primero con Rind. Si estaban ambos no iba a poder concentrarme en las disculpas, lo más seguro es que solo continuaríamos sin que yo dijera algo pues al enano no le importaba si me disculpaba. En parte me irritaba que el cara de póker no tuviera rencor hacia mí en muchas ocasiones, por eso quería abordarlo solo para que comprendiera lo mal que lo traté y entonces dudara si perdonarme o no.
Quería su perdón pero a la vez lo rechazaba. Era extraño, eh.
—¿Te parece que estoy más gordo? Mi psicólogo cambió mi dieta y ahora mis porciones son muy grandes. También estoy haciendo ejercicio —decidí armarme de valor y romper el silencio, girándome para señalar mi estómago—, pero detesto la elíptica.
Le pedí a Amber que no le contara a Rind sobre mí terapia, así que noté su expresión de sorpresa y su feo cabello de estropajo sacudirse.
—¿Desde cuándo estás...? —Su sonrisa y su tono me impactaron más.
Quedé atontado enseñando mi estómago.
Vaya, eso era amistad.
—Tres semanas pero a veces nos alargamos en la clínica. Me gusta mucho ir —continué conversando mientras ponía el carbón sobre el fuego y lo movía con ramas—. Me dijo que le pidiera a quien sea que estuviera cerca que me ayudara con mi dieta, me quitaran cualquier chatarra y me apoyaran a buscar un nuevo empleo.
—Puedes trabajar en la panadería de mi abuela tres días a la semana. Está cerca de la universidad. También podrías trabajar en el restaurante de Amber como mesero los fines ya que es cuando están más llenos y necesitan a alguien de apoyo aunque sea para atender a la banda con agua. —No dudó ni un poco en hablar, dejando los ingredientes básicos cubiertos por aluminio.
Se sentó en el banco de madera y rebuscó por snacks en su mochila. Lanzó un quejido al ver sólo carne seca pues la compró pensando que Either iba a venir, aún así sacó dos bolsas y comimos un poco.
—Panadero y mesero... —Lo pensé un poco.
Tenía tres semanas sin trabajar y estaba viviendo de mis ahorros. Desde que ingresé a la universidad me dividía en fotografiar e investigar alumnos para vender aquellas cosas solo a personas que necesitaban ciertas habilidades. Por ejemplo, el tipo de diseño gráfico Pene de Lorax fue buena información para un basquetbolista que requería ciertos trabajos.
Ambas partes ganaban así que redirigí mi forma de acosar lejos de lo que Tide hacía.
—Eso ya no debería ser considerado acoso... —musité, metiendo un pedazo de carne a mi boca—...bueno, vendí fotos del cabello de ese tipo así qué tal vez si lo es aún.
Rind achicó los ojos pensando que yo balbuceaba cosas raras. Le dije que todo estaba bien para que dejara de sudar en seco.
El carbón seguía sin calentarse a pesar del fuego. Tuve que añadir más leña.
—¿Qué tal la facultad de leyes? —Interrogué, sentándome a su lado sin apartar la vista de las llamas.
Bajó su soda y la paró junto a sus pies. Sus movimientos torpes transmitieron bien el cómo se sentía.
—Es una tortura. —Admitió, conteniendo las lágrimas.
—Tu padre es abogado también, ¿no? Aunque cuando te conocí querías ser panadero y no de los que venden su propio pan sino el de trigo, porque ambos se pueden comer. —Recordé esos tres años atrás.
En tres años me puse más bueno pero mi cerebro sufrió altas doooosis de depresión. Wow, como cambia la vida.
—¿También piensas que es raro? —Dejó caer su frente sobre las rodillas—. La mayoría me dice que estudie lo que quiera estudiar, que no tengo que seguir los pasos de mi padre. Pero quiero intentarlo, quiero probarme, pues para mí las leyes o cualquier cosa complicada no me iba. Aunque sea quiero retarme mientras estoy joven.
—Te estás retando cada día, vándalo. No sé en qué momento me descuidé pero tú ya... —contuve mis lágrimas falsas, girándome un poco en la dirección contraria—...creciste mucho y ahora todos lo sienten.
—Estás hablando en doble sentido, ¿verdad, enfermo? —Asentí rápido a su pregunta, haciéndolo reír—. No pensé que volverías a hacerlo con facilidad. Pero no lo repitas porque perturbas mi pura alma y a DIOSITO no le gusta.
Volvimos a callarnos, jugando con unas ramas y moviendo el carbón. Ya pronto podríamos comenzar a asar la carne y las cebollas.
El cielo estaba hermoso desde lo alto.
—Lo siento mucho —murmuré, sin apartar la vista del frente—. No quería aceptar que alguien podía ser más importante que él. Es cierto que lo quería demasiado, pero mi afecto se convirtió en obsesión y no me dejaba pensar en los demás. Me sentía culpable sino pensaba en él. Como un muerto que no paraba de acecharme.
Carajo, dije lo mismo que Rind me dijo...
—Perdona todos mis pecados —el santo vándalo se tumbó junto a mis piernas para rogar por su perdón—. ¡Dije cosas horribles! TE GOLPEÉ Y EL PASTOR ME GOLPEÓ POR ESO HACE UNAS SEMANAS. ¡¿Por qué te disculpas tú?! ¡La abuela también dice que es mi culpa! Porque yo solo digo: ¡¡Bla, bla, bla, me veo estúpido!! BLA BLA, HOLA, WOJO, SOY RIND EL ABOGADO.
—Queeee —aparté mis manos asustado—. ¿Qué te poseyó ahora?
Siguió llorando sin parar.
—No, espera. Fue mi culpa hacerte, ah... —metí agua dentro de su boca para silenciarlo—. ¡Es mi culpa haberte hecho enojar así que ya cállate, cabeza de nepe estúpido!
Se puso de pie para abrazarme y continuar llorando. Me sentí realmente incómodo pues me había vuelto a resignar al contacto tras lo qué pasó con Hisao pero quería volver a acostumbrarme como cuando conocí a los raros en preparatoria.
—Te prometo que solo seré tu amigo y no te presionaré... —El pulmones de acero seguía llorando como un bebé, apretándome las costillas.
—No eres mi amigo. —Dije entre cortado por el poco aire—, eres mi mejor amigo así que tienes todo el permiso para golpearme cuando me esté portando como un idiota.
Amber rodó en el suelo hasta chocar contra nuestra banca y nos pidió que ya comenzáramos a cocinar y termináramos con nuestro momento no homo. Recién dijo eso nos separamos, nos vimos con asquito y corrimos a preparar la comida.
Calentaron agua y bebimos té mientras charlamos por horas junto al fuego. Casi toda el día se nos fue allí sin ver las películas, solo platicamos como no solíamos hacerlo.
—Andrew solía golpearme con sus libros cada vez que Amber le jugaba bromas pesadas. Quería desahogarse así que corría hasta mi lugar, da igual si estaba dormido o tomando una ducha, yo solo sentía el libro chocar contra mi cabeza —traté de contener la risa, pues los recuerdos comenzaban a tomarse vividos cuando los decía en voz alta—. Y allá iba gritando: "Lo sientoooo, ya no puedo con la hermanita Amber".
—¿Qué bromas le hacías? —Rind giró perturbado, tratando de sacarle la información a Amber quien por alguna extraña razón chupaba una paleta de hielo en medio del frío.
—Dibujaba diablillos en sus cuentos y metía cucarachas en los peluches que le daba. —Amber también se reía como si no fuera nada grave.
Continuamos hablando y discutiendo por cualquier cosa infantilmente.
—Me contaron que cuando Curin llegó del orfanato, y yo era un recién nacido, ingresó a la primaria que se encontraba a una larga distancia de la casa. Pero el primer día llegó una hora después de que lo habían dejado y nadie supo cómo ni porqué. ¡Se escapó en el recreo! Y cuando le preguntaron la razón dijo algo como: No cumplía mis necesidades intelectuales.
—¡¿QUÉ DEMONIOS?! —Estallé en risa al imaginarme a semejante criminal de 6 años.
Las historias eran realmente buenas.
—La única vez que nuestra madre intentó cocinar quemó la salsa. Decidió mejor hacer palomitas en el microondas, le puso 16 minutos, y el humo hizo que la policía llegara y Andrew y Near tuvieron que regresarla a la cama. —Amber también recordaba buenas historias de cuando todos éramos mejores en la cocina que Hope.
Amo el nombre de mi madre.
—El cielo se ve morado. Deberíamos irnos antes de que sea completamente oscuro. —Vándalo nos hizo pararnos con esas palabras y comenzar a subir las cosas en la camioneta.
Echamos un par de cosas y nos hicimos cargos de los residuos dentro de unos envases para llevarlos al reciclaje ya en la ciudad. La zona era muy linda pero me contaron que en otra ocasión incluso habían vasos de plástico llenos de pipí.
Me agaché entre los árboles lejos de la luz de la camioneta para buscar un botón. Le faltaba un botón a mi abrigo así que prefería buscarlo con el celular para arreglarlo por mi cuenta.
—¿Necesitas ayuda?
—¡No, ahorita los ayudo con lo demás solo denme un momento! —Les hice un ademán.
¿Esa era la voz de Rind?
—¡¿Eh?! ¡¿Qué dijiste?! —Rind apenas escuchó por nuestra larga distancia.
Aaaah, triple nepe. Era un asesinato y no una orgía.
Elevé la luz de mi teléfono para ver de donde provenía la voz. Uno de los hombres mayores de apariencia extraña estaba sentado a una larga distancia de espaldas, pero faltaban los otros dos y eso era preocupante.
Apagué mi luz y corrí hacia los chicos que ya solo estaban doblando unas cobijas para meterlas en la cajuela.
—¿Viste a un muerto, al amor de tu vida, o porqué estás tan pálido? —Amber de preocupó, tallando mis mejillas con sus heladas manos.
—Ya deberíamos irnos. Hay gente rara por aquí. —Les advertí, ayudándoles con otra cobija.
—Yo acabo de perder dos bolsas de carne seca que guardaba para Either. —Soltó Rind confundido.
Los tres nos miramos con decisión, apresurando el paso para poder irnos pronto. Amber y Rind fueron por una olla al área de la fogata, corriendo a toda velocidad por el miedo pero el frío los hacía ver torpes.
—¿Encontraste tu botón? —Escuché la voz lejana, dándome escalofríos.
—Ya vámonos. —Yo estaba apunto de estallar en llanto como Rind.
O sea, mírenme. Soy una obra de arte en medio de un bosque. Cualquier persona en su sano juicio me raptaría y me usaría como se les diera la gana. ¿Y yo que iba a hacer? ¡Por supuesto que negarme a menos que fuera el señor Darcy, pero eso no sucedería! Tal vez me vendería en el mercado negro y... y... Ah, la semana pasada había una buena oferta.
—¡¿Quién maneja?! ¡Apúrate! —Le grité a Rind para que corriera.
Amber aceleró un poco más dejando el triste vándalo que se tropezaba con la hierba entre sus tenis. Cuando estuvieron más cerca de la luz vislumbré al segundo hombre que corría detrás de ellos con carne seca en su boca.
AY, MAMÁ.
Pegué una grito del susto y les advertí, diciéndoles que todavía faltaba uno. Amber y Rind azotaron la cajuela y nos subimos los tres gritando de pavor a la camioneta. Las manos de Rind temblaban pero trató de meter la llaves como si su vida estuviera por terminar.
La llave entró y arrancó, haciéndonos ahora gritar de victoria. Pisó el pedal con fuerza.
—Aaaaaah... —El auto se elevó un poco como en un tope pero ahora el tope tenía sonido incluido.
Rind miró perturbado al horizonte, a punto de reencontrarse con su Dios. Pisó el pedal de reversa y el mismo tope con sonido se escuchó.
—¡YA VÁMONOS! —Amber le lanzó una cachetada y pisó el pedal por él.
El tope sigue allí pero el sonido se descompuso.
Nadie dijo nada mientras íbamos colina abajo hasta llegar a la carretera. El color anaranjado y púrpura revestía las ventanas ya que los árboles ahora no estorbaban.
Fui el primero en hablar.
—Creo que era un buen tipo. Me ofreció ayuda con mi botón... —Susurré con una sonrisa para mantener mi estabilidad mental.
—¡¿Por qué hablas de él como si estuviera muerto?! ¡Solo era un tronco, no una persona allí abajo, ¿verdad?! ¡¿O acaso matamos a alguien?! —Amber comenzó a marearse.
—¡Claro que no matamos a nadie! —Se repitió Rind, acelerando más con la vista centrada.
—Amor, deberíamos ir a la comisaría, ¿cierto? Aunque sea para decir que habían unos extraños... —Amber comenzó a sacudir los brazos de vándalo.
—¡¿Quieres ir a prisión?! ¡Te aseguro que no es nada bonito sino hay donas! —Pegué de gritos para que dejara de discutir pero como no se callaba decidí cantar—. PUCA QUIERE A GARU. DIVERTIDO AMOOOOR.
—¡¿Por qué cielos cantas?! —Rind comenzó a pegar de gritos también.
—COME FIDEOOOOOS. —Amber soltó sus gritos de igual manera.
—¡¿Por qué están cantando?! —La desesperación de Rind despertó sus pulmones de acero—. LO BUSCÓ.
—LO BESÓ.
—BAM, BAM, BAM.
••••••••••••••••••
Ah... tiempo sin terminar un capítulo de forma random sin ninguna frase cool al final. Justo como en el pasado, ahuevo.
¡Espero hayan tenido una grandiosa semana! Hoy el capítulo es un poco largo como disculpa por no haber actualizado la semana pasada.
Rind y Near HAN VUELTO.
Por otro lado, todas las historias de la abuela Vibes son de mi abuela. Esa mujer hasta cacheteó al presidente municipal porque le debía dinero.
~MMIvens.
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