Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Paso 81º.

"Paso 81º: Piensa como la otra persona. Olvídate un momento de ti".

~H.

Near.

Cuando abrí esa carta fue extraño. Sentí que alguien me tomaba de la cabeza y me inclinaba sobre su hombro susurrando su contenido. Cerca de mi oído, una voz con brisa de invierno que detuvo mis lágrimas para que lo escuchara:

"Hola.

Ha pasado un tiempo."

Tomé mi mochila antes de dejar el apartamento, ordenando un poco mi espacio para no causarle más problemas a Mirt. Me sentí bien al limpiar, aunque no tenía prisa por hacerlo.

—Buenas noches... —Musitó Nath tropezando en la sala de estar. Apestaba a alcohol—. ¿Limpiaste? Bien, loco de mierda.

—Gracias, soy la mejor mierda —le di la bienvenida frente al umbral—. ¿Por qué parece que te golpeó un camión?

—Nah —negó con la mano izquierda y un cachete en el suelo—. Anoche bebí mucho y me puse en mi modo de jotería pero besé a un chico. No era mi intención y él no me preguntó al respecto peeero, olvidaba que era gay y ahora todo es incómodo.

—Supongo que se llevan bien para que no se haya molestado —supuse a mis adentros pues él ya estaba dando sus últimos alientos—. Volveré noche. Besitos.

" Jaja, no puedo creer que estoy haciendo esto. Espera, soy un cabezota, no se escucha mi risa. Olvida esto, lo rayaré. No, espera, se verá muy feo.

Aaaaah, que difícil está siendo esto para mí, todo.

Es complicado."

Curin chocó manos conmigo al subir a su carro. Tuve que pagarle pues al no tener yo forma de transportarme tampoco quería abusar de su confianza. Me había ayudado ya lo suficiente. Los Vibes eran en serio santos.

Me preguntó un par de cosas sobre las clases y le dije que había asistido pero no había conseguido conversar con Hisao. Tenía miedo a enfrentarlo, o a los demás, pero todo iba un paso a la vez aunque pareciera tarde.

Fue una conversación breve antes de llegar a la clínica y despedirnos. Estuve asustado de entrar, de conocerme mejor. En parte deseaba correr, porque de esa forma algunas cosas que no quería ver seguirán siendo invisibles.

Pero él quería que pisara la tierra.

—Puede pasar, joven. —La asistente me abrió la puerta, dejándome frente a una cortina.

"Jay, esta carta es tonta. Sé que te prometí muchas cosas, como crecer juntos en tu cumpleaños más reciente, adoptar un perro, cortarte el cabello y estudiar en la misma universidad.

Hubieron promesas que me apena recordar, creo que fueron un poco lejos. Planeamos muchas cosas que me hicieron feliz, aunque en estos momentos no puedo recordarlas.

De cualquier forma, tú puedes cumplirlas."

—Puedes sentarte por acá. —Habló una voz fuerte del otro lado de la cortina, su silueta señalaba un asiento color piel.

—¿De dónde viene ese olor? —Cuestioné desorientado mientras me habría paso.

Una serpiente que se alimentaba de una rata yacía en algo como una pecera verde. Mi boca se abrió de sorpresa y un poco de asco. Volteé desesperado con el dedo índice sobre el psiquiatra que también hacía la función de psicólogo clínico.

—¿Qué carajo con eso? ¿Tiene permit...?

Me detuve al ver sus facciones, su tono bronceado y su largo cabello que caía sobre sus hombros. Hizo una bomba de chicle, sorprendido.

—¿No te he visto antes? —Cuestionó, reclinando su asiento para alcanzar una liga sobre su escritorio.

—Creo que... —alargué la palabra mientras tomaba asiento—, ¿no nos hemos visto en clase del profesor que corrió a la chica por "equivocarse de clase"? ¡Sí, te regañan constantemente por mascar chicle!

Hizo otra bomba que estalló antes de tiempo, haciéndome reír.

—Odio a ese profesor —admitió cruzado de brazos—. Aunque en realidad no soy un estudiante, solo tomo clases como oyente por petición del rector para supervisar.

—¿No eres joven para ser psiquiatra? Son casi 10 años de carrera. —Me dio curiosidad alguien de su profesión, tal vez porque podía ser una opción para mí.

—No soy de aquí, nací en el extranjero y entré un año antes a la universidad. Me gusta esto así que no fue largo para mí —dio una media vuelta en su silla, haciéndome señas para que acercara la mía. Le hice caso pero yo también di un par de vueltas por aburrimiento—. Eres Hiray, ¿no? Mi apellido es Viagel, pero me suelen llamar Rapunzel. No lo uses, es horrible.

—A mí me llaman diva. —Le guiñé un ojo pero no me devolvió una sonrisa.

—¿Cuál es tu nombre?

Me veía fijamente, como una serpiente. Tuve miedo igual que al momento de sacar una cita y pararme en la entrada. Quizás vergüenza, pero me tragué la saliva. Ya había pasado lo complicado: Pararme ahí.

—Jay Hiray, aunque actualmente me llaman Near.

—¿Qué haces aquí? —Lució una media sonrisa.

"Siempre me he preguntado lo qué hay en algún otro mundo. Si las cosas no se terminan. Si en realidad no hay dioses y se encuentra un mundo de fantasías. Si volvemos a nacer y vivimos otras vidas. He sido muy fantasioso desde pequeño, curioso, por eso cualquier cosa me despierta intriga

No quería decírtelo, pero visito a mi madre cada semana de formas vergonzosas que no quería que vieras. La amo, es dulce, ríe sarcásticamente como tú y miente aunque sepa que nadie le cree. Ella sabe que la he perdonado hace mucho tiempo, porque no puedo odiar a nadie.

Incluso si volviera a nacer, no podría hacerlo."

—Me perdí —solté con ironía—. Y necesito volver antes de que se me haga tarde.

"Y si pudiera volver a nacer tal vez me hubiera gustado ser un árbol, o de nuevo tu mejor amigo si es que lo éramos."

Viagel fue tranquilo. Esperaba preguntas por doquier pero era más un psicólogo pasivo, de los que escuchaban antes de dar un veredicto. Iban a ser muchas consultas más, por eso me hizo sentir tranquilo la primera vez. Era como hablar conmigo a diferencia de que su análisis me tomaba de la mano y me señalaba cosas que había dejado pasar igual que un telescopio.

"Probablemente me odies. Te agradecería si así fuera.

Te conozco, me vas a gritar aunque no me veas y yo voy a llorar aunque no me veas. Sabes que lloro seguido, y si me hieres tal vez solo pueda callar mi voz. Haré un puchero, tú lanzarás al aire lo primero que encuentres a la mano porque te gusta el drama. Entonces me culparás por todo, me dirás salvaje y luego te culparás a ti. ¡Siempre diciendo que eres un exagerado!

Te conozco.

Si pudiera volver a nacer quiero que discutamos de esa forma mientras nos perseguimos por el parque y me lanzas la arena dentro del tobogán. Que cabrón."

—Este chico del que hablas. No has dicho su nombre. —Destacó sin hacer preguntas.

—No puedo decirlo completo. Pensarás que es una forma de olvidarlo, ¿no? —Cuestioné.

—En realidad no te sientes con el permiso de hacerlo. Eso es culpa que cargas por alguien que no te pidió que cargaras eso.

"Sé que tuvimos una discusión sin ese desenlace. Me sentí insuficiente, débil, solo y devastado. Asfixiado por las paginas arrancadas de mis cuentos. No soy alguien maduro, no quiero serlo, no quiero crecer.  Le tengo miedo al futuro en que no me convierto en un superhéroe ni cambio al mundo. Un futuro en el que no logro nada, que no vivo la vida que debería vivir.

Ni soy quien debería ser. Es horrible sentirse así."

—No ser quien deberíamos ser. ¿Entonces quienes somos en este momento? —Pregunté con los ojos sobre el habitad del reptil, obligándolo a pararse también.

Las serpientes no crean ningún vínculo emocional.

—Todos somos —metió su mano para tocar a la serpiente—. Tal vez no lo que queremos, ni reaccionamos como deseamos. Así que somos eso, no somos reptiles. Lloramos y nos reímos, somos y existimos y eso no está mal.

"Creo que te prometí una historia, pero no la he comenzado. He idealizado un final en el que quiero verte tan feliz como cuando te cocinaba tu platillo favorito. Quiero inventarte, transformarte, y convertirte en algo inolvidable. Mi obra maestra.

Sí, esta carta no tiene una razón ni un porqué específico de mi decisión, porque eso ya quedó atrás."

—¿Sabes, Near? —Masticó su chicle con los dedos en el computador mientras yo trataba de descansar de mis charlas en el asiento—. Siempre hay que tomar lo mejor, pero no sabremos disfrutarlo si no hemos probado lo peor. No puedes apreciar algo de calidad si nunca has tenido necesidad.

—Igual que un libro. Si te rodeas de lo bueno después de leer basura sabrás diferenciarlo. —Traté de tomarle el hilo.

"Ser alguien que puede sonreír y hacer chistes malos en momentos tristes. En una historia que empiece llena de errores por mi poco conocimiento pero los lectores recuerden con cariño. Que te amen, que te odien, que te atesoren.

Quiero que madurez a tu forma, lento, que te rías, que hagas amigos tan extraños y encantadores como tú. Quiero que te enamores, que ames, que te rompan el corazón en mil pedazos y puedas repararlo.

Ojalá tus relaciones, los lazos que las unen, puedan reforzarse y convertirse en irreemplazables."

—Así que la situación con tu hermana se tornó así —divagó por una respuesta a mi incertidumbre, dándome un chicle—. ¿Cuál fue el momento más traumático para tu hermana que puedas recordar?

—Supongo que cuando nuestro padre nos dejó. La muerte de mi mamá no le afectó tanto pues ya lo había aceptado, creo. —Desvié la mirada para centrarme en mis recuerdos.

Viagel me había dado un par de pastillas pero me pidió que las evitara, pues no las veía necesario y me necesitaba consiente para pensar y no sentirme adormilado.

—¿Estás seguro de eso? Creo que volviste a perderte.

"Quiero ver a Amber feliz, quiero que viva cerca de ti. Quiero crear y hacerte una obra de arte que represente la tragicomedia, que lloren y rían ante ti. Que tengas poco sentido y que al mismo tiempo puedas acelerar el corazón. Quiero que te vuelvas loco. Quiero que te vuelvas cuerdo.

Que seas y nadie te detenga sino es por tu bien."

Mi garganta se cerró el recordar lo que podía ser más traumático para ella. Amber, la hermana con la que he tenido algo roto por años pero nunca lo hemos resuelto. Nos queríamos pero no hablábamos del pasado.

—Cuando destrocé mi habitación y no quise comer ella lidió con todo. Me sorprende que no haya colapsado. Pensé que estaría bien ahora... —mis uñas lastimaban mis manos al cerrarlas en puños.

Viagel se deslizó para meter entre mis manos un pastel de goma que olía a chicle para que lo aplastara y no me lastimara a mí.

—Mírame —levantó mi barbilla para asegurarse de que iba a continuar—. Eres fuerte, más fuerte que tus sentimientos. Recuerda, toma el mejor que haya dentro de ti y saboréalo hasta estar satisfecho. Puedes llorar, pero no te muerdas a ti mismo.

"Te quiero en todas tus formas, pero te quiero en mi favorita: Feliz, y tal vez enamorado. Pero enamórate de formas que poco conocen los demás, y también enamórate de ti."

Busqué a Amber en su trabajo y la esperé hasta que salió en plena madrugada. Estaba enojada, lo sabía por su puchero y su expresión, pero corrió hasta mí y me abrazó.

—¡Eres un idiota!

—¡Lo sé! —La abracé más fuerte, sentándonos de esa forma en el asiento de su apartamento.

Lloramos sin decir nada, pero decidí centrarla donde podía verla mejor y aclaré mi garganta. Iba a escuchar a quien más tenía razón frente a esta situación; un tercero con permisos para meterse en la vida de otros. Era mejor que acosar y causar problemas.

—Cuando te vi por primera vez yo apenas podía caminar —confesé riéndome—. Pero eras la bebé más linda y prometí que te protegería de cualquier tarado que quisiera hacerte daño, incluso si eso incluía alejar a nuestro padre.

Ella trató de mantener la mirada pero también estaba avergonzada. Bajó mis brazos y dijo que continuara.

—Y lo siento mucho —mi risa terminó siendo dolorosa—, porque yo fui el único idiota que te ha lastimado desde entonces.

Me lanzó un golpe lleno de bipolaridad para abrazarme de nuevo. Sus compañeras detrás de la puerta no entendían que demonios sucedía con nosotros: hermanos raros.

—Y eres al único que quiero cerca. —Sollozó, llenándome de besos en la mejilla.

—Amber, lamento haberte dejado sola. La pasaste muy mal, ¿cierto? Estar sola es doloroso pero no podías llorar porque no sentías que tenías el derecho —acaricié su cabello—. Me disculpo por haberte hecho sentir así tanto tiempo, como si llorar fuera para débiles.

Llora conmigo.

"Y bueno, me echaré a reír en este momento, porque creo que es demasiado obvio lo que estoy diciendo: Te quiero.

Te quiero.

Te quiero."

—El albino que mencionas me preocupa un poco, ¿sabes? Ya que quieres resolver las cosas con él deberías hablarle de las consultas. No creo que se niegue si tú le hablas. —La opción de Viagel sonaba tentadora.

—Este es mi santuario — lancé un quejido—. Pero hablaré con él pronto. Eso quiero.

" ¡Te quiero desde la tierra hasta Andromeda y la nube de Magallanes! Pero es mi secreto hasta que puedas leerlo."

—Tu madre... ¿Qué piensas que haría en estos momentos?

—Me palmaría la espalda y me llamaría bebé, pero me dejaría llorar hasta dormirme sobre ella. —Confesé—, me gustaría que lo hiciera alguien.

"Perdóname, no es tu culpa."

—Sí deseas que alguien haga eso debes buscarlo —lanzó una palmada seca en mi hombro para que dejara de encorvarme—, pero antes te recomendaría que avanzaras un poco solo y luego en compañía, porque el camino es complicado para llevar la carga pero es horrible dejárselo a alguien más.

—Sé que es tiempo de quererme ya que todo el mundo me ama —usé sarcasmo—. ¿Pero por qué lo hacen?

—Descúbrelo. —Pidió.

"No es culpa de nadie. Perdónate, no has hecho nada malo. Te conozco y tal vez te culpes de todo. Tal vez tires un par de cosas, no quieras salir de casa, y te sientas solo.

Vas a llorar y odiarás sentirte así. Como si no hubiera salida."

—De todo lo que me cuentas, ¿te has dado cuenta de que atraes a una cuenta considerable de personas a tu alrededor? Sino es de forma romántica o amistosa, a veces es un mal interés, pero se te pegan muchos —inició la charla mientras la pitón se enrollaba a mi cintura, me dijo que no tuviera miedo—. Pero la mayoría no destroza cierta barrera en ti, los puedes herir pero ahí siguen, igual si no se acercan lo suficiente. Los reptiles buscan calor.

—Esto da miedo —solté, temblando por el animal.

—Los humanos buscan humanidad. Eres muy humano.

—¿Eso qué? —Me carcajeé, pero volví a sentirme perturbado por su roce.

—Vives demasiadas emociones que despiertan algo en los demás. Lo que ves como defecto, los sentimientos que te consumen y te asfixian, parecen encantar a otros. Eres un protagonista llamativo porque te ríes. —Se agachó a mi altura para remover al reptil.

—¿Les gusta mi sonrisa? ¿No es egoísta?

—Te consideran fuerte porque puedes sonreír cuando estás feliz y cuando estás triste, pero también lloras en ambos casos, ¿no? No siempre se puede mantener una sonrisa, aunque no todas sean buenas, eso es llamativo.

Recordé cuando lloré con los chicos al sentirme aceptado. Tenía un lugar al que quería volver sin hacerles daño.

"Ya comienzo a extrañarte, pero no quiero verte sufrir.

Jay, ¿cómo has estado? Tal vez haya pasado poco tiempo o unos años."

—Ha pasado casi una semana. ¿Te has sentido diferente? Aunque sea poco.

—Me evitaste en clase. —Reclamé—, o sea, ¿quién demonios me evita? ¿El diablo? ¿Rapunzel?

—Tomaré eso como un sí. —Ambos nos reímos.

"Da igual que fecha sea, tal vez me convertí en una estrella o estoy siendo inmortal. Cualquier cosa surrealista suena asombrosa, mejor si me salen alas o renazco como un samurai y disfruto de los cerezos. Igual si soy de nuevo un niño soñador o un gran escritor, me seguiré preguntando cómo estás."

Es cierto que el tiempo no puede ser reemplazado, pero puedes construir otro camino. Puedes arreglar el futuro —conversábamos mientras comíamos en su consultorio—. Me tomo las cosas con calma. Creo que es mejor ver a un paciente como un hermano o un amigo, sentir cerca al otro. Tengo tiempo ahora que he encontrado lo que me gusta. Tú también lo tendrás.

—Pero la universidad me está dando cachetadas bien perras. —Sufrí al recordar los proyectos.

"Gracias por todos estos años. Gracias por haberme cambiado la vida y darme otra oportunidad, gatito."

—Tu amigo el vándalo... Aún no resuelven nada, ¿cierto? Deberías ir a buscarlo como en una película romántica. Me gustan esas cosas dramáticas. —Metió otro chicle a su boca.

—Te van a salir caries —le saqué la lengua—. Es un buen tipo. Quiero llamarlo mejor amigo pero también quiero guardar ese lugar, ¿sabes? Se siente como si no pudiera dárselo a otro. Quiero defenderlo.

—¿Al le gustaría que le guardaras un lugar al que no puede volver? —Lanzó una patada contra mi silla para que fuera sin dirección por la sala.

Pisé el suelo para detenerme, mirándolo con sutileza.

—No puede... ¿Pero eso significa que quiere volver? —Mi sonrisa debió haber encendido algo en él, pues también se levantó de golpe.

—No estoy diciendo eso pero tampoco puedo negártelo si me lo preguntas así —soltó aire, sacudiendo su cabeza con ambas manos—. Él no ocupa el lugar de mejor amigo, porque él...

"Estoy a tu lado. Crezco contigo; nunca he dejado de hacerlo.

Te diría mi razón, pero tampoco puedo darte una."

—Está aquí —dejó caer su palma sobre mi pecho—. Y no se irá jamás aunque lo cubras, no puedes olvidar a alguien que está ahí. Igual que la marca de un tatuaje debes aceptar que aún con cirugía la marca perdura. Marcas invisibles que se llaman traumas y debes transformar en recuerdos dulces para que alguien tan dulce como él pueda vivir ahí.

"Es hora de que el colibrí azul vuele al reino dorado junto a la estatua y la golondrina, ¿sabes?

Que el cuervo negro deje la casa y las hojas del cerezo ya se caigan porque me desesperan.

Que la luna te sonría mientras los años pasan. Que las hojas de la historia se terminen y los lectores cierren esta historia tonta sobre nosotros.

Que las letras se te acaben al igual que los chistes malos que siempre haces con el cigarrillo en la boca. Que el amor gane siempre, y llegue a todos. Que todo se termine, igual que la adolescencia.

Pero recuerda, las obras de arte nunca dejarán de serlo."

—¿Qué respuesta le darás? —Los ojos delgados que tenía en definitiva era como un reptil, pero sus emociones alcanzaban.

"Viven en ti, eres tú. Inolvidable en cada minuto que ríes y juras que tu nombre se escuchará en cada rincón."

—Me gustaría a veces publicar su carta y mostrarle al mundo lo que escribió un niño patoso. Pero es mi tesoro.

"Jay, muchas gracias y te deseo lo mejor.

Gracias por tomarme de la mano ese día y ayudarme cuando mi madre fue presa.

Gracias por decirme que me veía muy lindo.

Gracias por darme temporalmente un lugar al cual llamar casa. Porque en ese momento no sabía a dónde ir ni quién era. No era nadie, pero me diste una familia. Me diste paz y un respiro que yo no pude darte.

Me convertiste en tu hermano y tu mejor amigo. Así que gracias por sostenerme aunque quería llorar. Perdón por todo.

Perdón por no ser tan fuerte.

Lo siento tanto.

Siempre serás mi amor inocente, estúpido egocéntrico.

Adiós. Te dejo esto porque confío en ti. Confío en que puedes hacerlo: Cumplir tus sueños con o sin mí."

—Andrew, muchas gracias por ser mi mejor amigo y te deseo lo mejor donde sea que estés ahora —Drak Viagel sonrió al oírme—. Siempre serás mi primer corazón roto, niño malcriado.

—Hemos terminado por hoy. —Me lanzó otro chicle a la palma.

~•~•~•~

Cuando una de nuestras consultas terminaba un hombre arriba de 30 años entró al sitio tambaleando y gritando de dolor de cabeza. La asistente trató de detenerlo pero él comenzó a lanzar cosas.

—Ve-Vete ya, este paciente no tiene cita pero lo atenderé. —Drac me encimó la mochila y me tomó de los hombros para llevarme a la entrada.

No pude apartar los ojos del hombre. Estaba perdido de una forma distinta pero similar a la mía antes de venir aquí. Parecía haber tomado pastillas o algo pero se estaba volviendo loco. Gritaba el nombre de una niña y rasguñaba su cara. Demacrado en todos los aspectos.

—Señor Eiga, tranquilo, tome asiento —lo abrazó de la cintura para llevarlo a la camilla—. ¿Volvió a perderse? Vamos, abrázame y tome el control como lo practicamos. Sostenga el moño azul y piense en ella, no lo suelte. No se rinda, por favor.

La profesión en la que se encontraba te convertía en alguien diferente. Él trataba a sus pacientes como niños, los quería, se preocupaba por ellos y pensaba en formas de ayudarles aunque luciera fácil su trabajo. Era agotador pero tal como dijo: Su primer amor fue él mismo y su carrera, después no desesperó y aún espera por el romance.

Eso es ser pleno como persona. Quiero ser como él algún día y ser de utilidad para el mundo.

—No es una serpiente sin corazón —reí, dejando la clínica.

Esperé minutos afuera porque el detective pasara a recogerme. Le dije que quería charlar aunque fuera mala idea. Se negó al inicio pero luego comprendió mis razones.

Su carro se detuvo frente a la clínica. Se retiró los anteojos y me hizo señas para que subiera rápido. Le pregunté cómo iba el trabajo y respondió unas cuantas cosas en francés para terminar diciéndome:

—Una mierda.

—Felicidades. —Le respondí.

El detective parecía un buen hombre, pero su sentido de la justicia era muy rígido. Me causó problemas con sus investigaciones a la familia pero no se entrometió más de lo debido, cosa que no esperaba. Ambos dijo que podíamos matarlo, pero aparté su rostro llamándola loca.

Llegamos a las afueras de la ciudad donde la temperatura estaba más alta por las montañas. El clima era nublado y el rocío cubrió mi chaqueta. Le agradecí por haberme llevado y dijo que me esperaría afuera.

Me aseguré de cargar mi identificación al igual que los papeles correspondientes y me dirigí a las entradas principales. Los guardias me revisaron antes de cruzar y me pidieron dejar ciertos objetos. Después de eso hubieron más revisiones hasta que una señorita llegó y me pidió mi identificación al igual que mi acta de nacimiento y los datos de la persona visitada.

—Escriba aquí su nombre y acá su firma para confirmar, junto al horario de entrada y salida. —Expresó con una mueca, señalando las hojas—, tiene dos horas al ser familiar.

Una oficial de policía me llevó por el camino correspondiente hasta una sala donde se encontraban alrededor de 6 personas. Me hicieron esperar un rato impaciente hasta que la oficial volvió a llamarme y me adentraron en la sala gris donde se encontraban las bancas y una especie de cristal que dividía a los presos de los visitantes.

Tomé asiento. Estaba nervioso, pero esperé inhalando y exhalando.

—¡Hiray, apresura esas piernas! —Gritó alguien en el interior.

Las puertas internas se abrieron y mi padre las cruzó entre pequeñas risas burlonas. Lo habían rapado y un diente le faltaba. No tenía muchos moretones en el rostro pero sus brazos estaban heridos.

Frente a mí aún sin tomar asiento solo me sonrió. Esperó a que le quitaran las esposas y se acomodó el uniforme que le quedaba enorme. Fueron unos cuántas sacudidas de cuello para sentarse y tomar el comunicador.

Yo hice lo mismo.

—Viejo. —Bufé.

—Mocoso. —Resopló—, ¿no me vas a decir "papi"?

Su sarcasmo de mala muerte me hizo juntar las cejas en desagrado. La luz natural de afuera no llegaba al interior pero las lámparas viejas comenzaban a parpadear.

—¿No me vas a decir hijo? —Le devolví la pregunta.

—Nah. —Lucía como un viejo en negación.

Esa tarde con mi padre fue la primera vez que lo sentí cerca, pero ya no fue como padre e hijo. Fue solo como un hombre solo y un chico que lo visitaba con la intención de saber más cosas. No me consideraba fuerte pero en ese momento él era débil.

—¿Amabas a mamá?

—Eh... Era bella, sí —se encogió de hombros, rascando su barba de tres días—. Tenía un gran corazón, pero dejó a sus padres por mí y perdió su voz. De joven era... ¡Viva, peligrosa, fría! Al casarse se volvió mansa y se embarazó. Yo también fui manso.

—Ella te amaba mucho, ¿sabes? Nunca habló mal de ti. —Reí con ironía, pateando con pequeños golpes el suelo.

Según él mi madre fue la única que creyó en "su fuerza" y lo eligió para formar una vida. Pero él nunca pudo olvidar cosas de su pasado y sólo continuó causando más desastres en el presente. Como quemar nuestra casa, algo que quería saber con más detalle.

—¿Me odiabas?

—¿A ti? ¿Un bebé? Sí, ¿por qué no lo haría? —Habló con elocuencia pero sin mostrarse feliz, tal vez porque yo lo escuchaba—. Tal vez fue envidia. Los padres le tienen envidia a los hijos, ¿sabes? Somos humanos después de todo.

—¿Envidia a qué? ¿Mi hermosura? Así lo acepto pero sigues exagerando. —Le mostré desagrado y un par de dientes, negando con la cabeza.

—¿No te llama la atención mis apellidos? ¿De dónde viene "Hiray" o "Rankou"? —Cambió rápido de tema con eso, despertándome curiosidad.

Jugamos a un pequeño juego de tirar y lanzar. Las preguntas iban y venían, entre ellas parte de su historia y el cómo creció. Las palabras que nunca dijimos y las respuestas que buscaba de más pequeño que me atormentaban: ¿Qué había hecho para hacerte tan infeliz, padre?

—Mi madre y yo inmigramos a este país cuando tenía 9 años. No comía bien así que mi fuerza era terrible, sin contar que por los golpes en mi rostro, la ceja que perdí y el cabello horrible parecía un feo ratón —arrugó la nariz—. Pasamos días en trenes y los putos varones inmigrantes violaron a mamá un par de veces y a mí solo me la jalaban. A qué es divertido, ¿cierto? ¡Búrlate de tu padre!

—¿Y por eso decidiste meter a tu hija en cuestiones similares? Fuiste un excelente padre. —En efecto me burlé.

Me burlé aunque no quería hacerlo. Sentí empatía por alguien que no tenía hacia mí.

—Entré a una escuela donde todos parecían amar el bullying —siguió con su historia feliz e ignorante—. Pero aprendí a defenderme con el tiempo y me junté con chicos con quienes no debía. Conocí a Hal, Mary Harada, y formamos nuestro propio grupo hasta que me casé. Tú naciste y yo me emborraché. Ya sabes qué pasó después.

—Pero me enseñaste algo importante... —Traté de buscar en mi recuerdos.

—Aunque duela debes seguir jugando —comentó—. Debes sonreír y mostrarle al mundo que estás bien, porque esa es la mejor forma de vivir.

—¿Y por qué carajo aconsejas eso si ni siquiera te estabas divirtiendo? —Detuve su feo discurso antidepresivo—. ¿Te parece que es jugar si no lo disfrutas? Lo veo más como la búsqueda de algo que pueda hacerte sonreír.

—Tú me hiciste sonreír.

Sus palabras me silenciaron. Por un momento quise bajar el teléfono y dejarlo allí, marcharme. Su mirada pacífica me hicieron envidiarlo, pues a pesar de todo él estaría bien aún con todo lo que hizo.

Todos nos equivocamos, nadie tiene pretexto, pero lo hacemos y lo vamos a hacer hasta la muerte. Todos cometen errores porque eso es ser humano.

—Lamento no haber sido el padre que buscabas al nacer, Jay. —Fue una disculpa monótona.

—Arthur, acepto tu arrepentimiento —le mostré una sonrisa amarga—. Gracias por enseñarme que no necesito a una figura de padre para sentirme suficiente y amado.

Porque todos nos equivocamos y debo perdonarte para perdonarme a mí, pero eso no significa que pueda permitirte regresar a mi vida por el lugar que tú solo perdiste.

••••••••••••••••••••••

Bueeeeno, solo puedo decir que se me fue la luz pero he vuelto. Y como otro tema, hablemos de las relaciones familiares tóxicas.

Está bien perdonar y dejar ir, pero no volver a permitir. Arthur se equivocó y no debería ser perdonado por personas ajenas, pero Near al ser su hijo debe liberar esa carga. "Lamento no ser el padre que buscabas".
"Gracias a ti por enseñarme que no te necesito".

Pd: Se vienen cosas bellas. <3

~MMIvens.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro