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Paso 73º: Un mundo de color, parte 1.


"Paso 73º: Conoce nuevos sitios y a nuevas personas. Siempre es bueno tener reservas".

~N.H.

Either.

Quería enamorarlo. Pero no sé cómo "enamorar".

Cuando recibí su mensaje cancelando la "cita" que no era cita, pero según era una cita para Mirt, que en realidad yo no sabía como nombrar y por eso lo acepté, que me había tomado poco tiempo, o eso deben decir los pretendientes en la literatura... No pude expresar ninguna emoción en mi rostro. –No entendí–.

Escribí un mensaje, que borré. Escribí otro, también lo borré. Entonces envié el que decía como una licuadora:

Ah. Vale.

Apagué mi teléfono sin nada más que decir, dejándolo reposar sobre la mesa del restaurante. Una mesera de cabello azul como los ojos de un gato siamés me preguntó si no iba a consumir nada más. Negué con la cabeza, sorbiendo el refresco. Las gotas del frío se extendían por el cristal, tensando mis manos en un escalofrío.

No supe cuando empecé a sentirme así. Hiray Near fue esa persona que golpeé hace tres años. La persona que me irritó en su mayoría pero despertaba mi curiosidad. A quien le dije "aceptable". Quien más tarde... me besaría y me dejaría dormir a su lado.

Me hace sentir... como excremento de gorila.

En mi otra mano sostenía una rosa verde, con un tallo levemente café. La había comprado media hora antes.

Es extraño.

No lo comprendo en su totalidad.

Recorrí las espinas con la mirada alrededor del tallo, subiendo a mi ritmo hasta contar sus pétalos uno por uno y rozar el centro. El centro de la rosa, el centro de su corazón; lo observaba hasta poder grabarme la textura con las manos y mi memoria. Una memoria amarga, que no comprendía, pero necesitaba hacerlo.

Las memorias de la rosa... ¿Murió hoy? ¿La arrancaron hoy?

Mirt se acercó con un vaso de agua, riendo. Me permitió dejar la rosa ahí, en el espacio de la mesa vacía.

—Las rosas rojas son lindas, jeje.

Verdes. Son verdes.

~•~•~•~

Desde que tengo memoria el mundo ante mis ojos no tiene muchos colores.

Sabía diferenciar colores a veces, pero nos los veía como los demás. Tal vez ni siquiera el azul del cielo se veía como yo creía.

El sábado trajo consigo un paquete de mi madre desde sus viajes de negocios. Lo abrí antes de salir del dormitorio y después de alimentar a Gato.

Una sensación de ahogo me dominó al ver cuatro puntos de color plasmados en la caja blanca. El nombre de la marca estaba escrito con el estilo de máquina de escribir. Una nota negra en la esquina daba felicitaciones y muchos besos de la mujer, asfixiándome.

Lentes para daltonismo...

Los mensajes de Myra en mi buzón me arrancaron de las posibilidades. Vería diferente el rojo de la carne, vería la sangre. El cielo, el bosque, las personas. Vería el mundo como era.

Vería sus labios "rojizos" cuando decía mi nombre.

Licuado de carne. Dos. Mi... tres.

No pasé por el espejo, en ese momento no me importaba mi apariencia aunque Myra intentara matarme por eso. No lo iba a permitir, primero la mataría yo. Las leyes se imponen, la moral también, pero nada gobierna nada porque no es nada.

Guardé el estuche de los lentes en mi sudadera, emprendiendo el camino hacia la estación. Las aves volaban como lluvia, apilándose en los árboles para observar el mundo. Algunas veces quería ser ellas, poder volar y ver a todos desde la copa de un árbol. Pero los homosapiens no podían cumplir esa meta a menos que las pruebas de embriones híbridos resultaran.

Myra esperaba en la estación con ropa oscura, era alguna clase de espía encubierto. Al verme se retiró los lentes, riendo y achicando sus enormes ojos azules. Un mar profundo que en poco tiempo se convirtió en furia.

—No, no, no —dio grande zancadas, sin que le importaran las personas alrededor—. ¡Te dije que vinieras de traje, carajo! ¿No quieres darle una buena impresión?

Bajé la mirada para observar la camisa debajo de la sudadera. Tenía hambre, no pensaba correctamente.

—¿Para qué?

Arrugó la frente, observándome con incredulidad.

—Ser un buen partido.

—No juego deportes ni videojuegos.

—Para que puedan amarte más.

No entendía.

—¿Qué es amar sino es con...? —Me tapó la boca, diciendo que no me pusiera filosófico.

Myra se denominaba a sí misma como una reencarnación de cupido. Cada paso de ella significaba problemas con intereses efímeros, pero prefería decirle "romance". Algunas veces no entendía de que hablaba, pero cuando comenzó a charlar conmigo me preguntó si estaba enamorado. Negué, hasta que esa noche, saliendo de los estudios, me observó fotografiando el cielo.

—Santa cacucha... ¿Estás feliz o es mi imaginación? —Me arrebató el celular de esa manera y entonces sus preguntas llegaron como la lluvia de aves a contaminar el tranquilo árbol.

Desde entonces a lo que ella llama "mi amor", me ha comenzado a diseccionar la cabeza. Cuando fui a España, no encontraba el momento para volver. Quise salir corriendo, o tener alas.

Y después comerme a mí mismo.

—Veamos... el primero es un...

Estábamos en el frente de un restaurante de carnes, ocultándonos de algo. Ella me tomó del hombro para bajarme a su altura y ver las fotografías, a las cuales no les presté mucha atención.

—Es un maestro de 26 años... —susurró, confundida—. ¿Te gustan mayores?

Negué con la cabeza.

—¿Eso es un "no"?

—No sé.

Se quedó pensativa, jugando con su labial transparente en la otra mano.

—Solo son 6 años, ¿cierto? No creo que suceda nada malo —me dio unas palmadas, dejando en mis manos dinero—. Es una a cita a ciegas, pero si su apariencia te disgusta y te intenta llevar a un hotel cerca, ten cuidado. Yo estaré aquí, ¡yo puedo matarlo!

—Y lo comeremos...

—Eso es perturbador. —Con esas palabras me adentró al restaurante.

Un hombre de traje y cabello negro relamido por gel levantó la mano para hacerme venir. Tenía lentes como yo y hablaba seriamente, o eso creo. Lucía como un adulto responsable.

—Es un placer —me estrechó la mano, sonriendo fácilmente—. Mi nombre es Dan, tengo 26 años y trabajo en una preparatoria cerca de aquí. Ojalá podamos conocernos mejor.

Tengo hambre.

No lo estaba escuchando, tal vez por eso Myra hacía señas obscenas en la entrada hacia mí.

Comí poco, como ella me dijo. El hombre habló de sus pasatiempos y me preguntó si me gustaba la carne. También habló de una cita dentro de una semana, la cual tuve que declinar por falta de tiempo. Se sentía como si hablara con Mike, siempre de su trabajo y de las cosas que le gustan. Pero Dan lucía como el hombre modelo a seguir, a pesar de su aparente obsesión por el alcohol.

Cuando Dan se retiró llegó una chica de la universidad. Era seria y tenía una mirada penetrante. No escuché su nombre, pero su rostro era fácil de recordar. Ojos verdes, vestido de rosas negras, y una amarga sonrisa.

Observé todo el tiempo la entrada, deseando salir y correr al campus solo para verlo.

¿Por qué quiero verlo tanto?

La comida fue silenciosa, hasta que el tiempo terminó y llegó la última persona. Un chico solo un año mayor que yo, con una cabellera rubia y lacia que le llegaba a la mitad del cuello. Llevaba pendientes brillantes y una cadena con una estrella azul.

Le hice señas desde mi sitio, consiguiendo su saludo y que se sentara frente a mí. Inicié a comer sin decirle algo, solo esperando a que él hablara, pero su silencio también era notorio.

Quiero comerme una paloma...

—¿A cuántos ya viste hoy? —Preguntó en un tono molesto mientras revolvía con el tenedor la ensalada.

Sus ojos lucían tristes.

—2 antes de ti.

Soltó el tenedor con irritación, pero aún así me sonrió de una buena manera. Parecía entender mi hastío.

—Debes estar cansado.

Me limité a negar con la barbilla.

—Me puedes decir Luna... —me inspeccionó pensativo con los ojos divertidos—. Yo te diré poker face, ¿qué tal? Como la canción, ¿eh? Tengo 21 años, y te he visto en el curso de los de nuevo ingreso. Somos compañeros de letras.

Lo observé sin entender.

—No me digas... —hizo un puchero, la indignación era clara—. ¿No me habías visto? Pensé que era demasiado obvio... Me gustan los que tienen tu apariencia. También amo a los serios, por eso al verte en la aplicación supe que debía acercarme.

—Ya... —Continué comiendo mi carne.

¿Cómo puede decirlo fácilmente?

Estiró su mano por sobre la mesa, tomando la yema de mis dedos. Me sorprendí, aunque no lo expresé en el rostro. Su piel era muy blanca, como la de él.

—Me gustan las relaciones abier... —aparté la mano, silenciándolo.

—No me gusta el contacto físico. —Afirmé, esperando no verme grosero.

Parece sacado de una historia de fantasía.

Su voz aguda se hizo presente de nuevo—. ¿Estás enamorado de alguien más o es mi imaginación? Si es así, entonces no nos veamos. No soy fan de los sentimientos que el mundo tanto busca.

Eso quiere decir que...

—En pocas palabras, ¡estoy bien con un pene grande! —las personas alrededor se incomodaron por sus palabras, pero yo solo me preguntaba que era grande en su definición—. También tengo a alguien que me gusta, pero esa persona está muy lejos en este momento.

—¿Qué tan lejos?

Prolongó el silencio, para luego romperlo en un susurro.

—Lejos... tal vez en otro planeta.

Hablamos un tiempo. Me hizo preguntas sobre lo que me gustaba y concordamos en ciertas películas sangrientas. No entendí porque se reía cuando le hablaba de mis ganas de cometer canibalismo.

—A mí también me interesa. —Afirmó.

Carne.

—Supongo que ya terminamos por hoy. —Elevó sus hombros, dándome un golpecito con la mano—, fue un placer. Sí quieres pasar el tiempo o quieres hablar con alguien experimentado, no dudes en escribirme.

Anotó su número en una servilleta, guardándola en mi pantalón. No pude decirle nada, hasta que lo vi acercarse a la puerta.

Se alejaba mientras sacudía su cabeza. La mochila que llevaba lucía cara, pero él tenía aires de ser sencillo.

—Luna. —Lo detuve de golpe, escuchando el tintineo de los aretes debajo de su cabello.

—Dime...

Le interrumpí.

—Te voy a llamar.

Parece que mis palabras lo hicieron feliz. Me zarandeó el cuerpo y se dispuso nuevamente a salir.

—Espero con ansias la llamada, Either Cold. Nos vemos en la universidad.

Myra, quien fingía leer un periódico en la banca del frente junto a la estación, corrió a mi preguntándome si por fin había hecho alguna conexión.

—¡Esto saldrá...!

—Me recuerda a Rind. Quiero que sea mi amigo.

A Myra se le caía el rostro por su expresión. Pensé que su boca se estaba derritiendo.

—¡¿Estás seguro?! ¿No te interesa ni un poquito de esa forma?

—Tú también te pareces a Rind —aplastó sus ojos—. Mis hermanos también. Creo que todo el mundo se parece a Rind.

—¿Por qué a tu amigo ese? —Me dio un golpe en la cabeza, pero al ver que no reaccioné continuó pegando.

—Porque respiran y se ven igual de felices que él. —Opiné.

—¿Entonces Hiray Near se parece a...?

—Se parece a sí mismo.

Myra articuló una sonrisa sincera al escucharme, sin hacer preguntas.

Me tomó del brazo y la acompañé hasta que tomó el tren de vuelta a casa. Me dijo que cualquier cosa estuviera en comunicación con ella, y que también volviera al campus con cuidado. Traté de pensar con claridad un par de minutos alrededor de la plaza, con la mano dentro de la sudadera.

Parecía un lindo día para ponerme esos lentes. Con eso en mente los extraje de mi prenda, deteniéndome frente a una tienda de libros con las gafas en las manos. Primero debía quitarme mis anteojos.

Los papeles llenos de historias transcritas causaban en mí emociones de las que carecía.

Pero, él me había dicho que sentía más que todos los demás.

Por eso quería ser un libro, serlo en su totalidad.

—¡Me voy a hacer pipí ahora mismo sino encuentro un baño! ¡¿Sabes como me veo sino hago del baño?! ¡Gordo! —Una voz familiar me hizo girar para estar de frente en la entrada de la gran tienda.

Usaba ropas extravagantes y una gorra con diamantina. Al verme se detuvo con la boca entreabierta, esperando una reacción.

—Ho... —inició un saludo desde su pose extraña, pues iba en otra dirección—...la. ¡Enano! Debo ir al baño así que...

Respóndele. ¡Habla, habla, habla! Carne. Licuados. Un huevo... ah.

Esperó impaciente por mi saludo, bajando la mirada con lentitud hasta posarla en mis manos. Su sorpresa fue evidente, transformándose en alegría al percatarse con exactitud de lo que era.

—Por Matt, ¿esos son...? —Dio unos pasos hasta mí, arrebatándome las gafas.

No pude decirle nada, estaba un tanto mareado.

Me arrebató los lentes del rostro, y me tomó de los hombros hasta llegar a mi altura. Su rostro cerca del mío comenzaba a causarme calor. Por alguna razón Near siempre rozaba el contacto conmigo, en exceso. No sabía si era porque un amigo debía hacer eso, o sí sabía como me sentía y solo buscaba provocarme.

Myra había dicho—: Tal vez le gustas también y no lo sabe.

No me dejes sin aire.

Los nervios se acumulaban en mi expresión. No sabía que era capaz de sentir aquello latiente.

—¿Estás listo? —Me tomó de las mejillas, decidido—. ¿No tienes miedo?

Nunca tengo miedo contigo.

Negué, para después asentir. Me puso las gafas lentamente, dejándome pasmado al darme cuenta de que sus mejillas eran de ese color rojo feliz que tanto decían. Yo sufría protanopia, ahora me asustaba la cantidad de colores corregidos que podía percibir.

Un color para toda la vida.

—¿Estás bien? ¿Quieres observar aún así? —Estaba preocupado, pero le dije que todo estaba bien.

Mi mundo nunca ha tenido tantas emociones, tal vez por eso me enamoré de él.

Me soltó de los brazos pero me agarró de la espalda, girándome para que viera a mi alrededor. Las paredes lucían diferentes, de colores más vívidos. Mis pocas expresiones no transmitían lo feliz que estaba.

—No puedo creer que por sentirte gordo me hayas dejado compr... —Hisao se detuvo como palo frente a nosotros, con una bolsa de papel donde llevaba el libro.

¿Ellos dos...?

Olvidé el impacto de las imágenes, quitándome de inmediato los lentes y dando pasos torpes.

—Espera, no te adelantes —me sostuvo Near al darse cuenta de mi mareo, sentándome junto a una maceta dentro de la plaza—. Déjame te... ayyy...

Hisao y yo lo vimos confundidos.

—Perdón, ayyyy...

¿Qué?

—Voy a... —apretó los labios, irguiendo la espalda—. ¡Quiero ir al baño, Matt santo! Si sigo así voy a explotar y engordar, permiso. Ahorita vuelvo.

Dejó su mochila en las manos de Hisao y corrió hacia la derecha en busca de baños cerca del área de comida. Aley permaneció parado, mirándome con irritación sobre los hombros.

Ni uno quería hablar.

—No me digas... ¿Estabas en una cita? —Rió sarcásticamente.

¿Es brujo? ¿Malo? Lo sabía.

—Es muy obvio por cómo estás vestido y también luces confundido. ¿Alguien te interesó? —tomó asiento a mi lado, sin recibir respuesta—. Nosotros vinimos por un poco de material para trabajar.

Quiero comérmelo. Lo comeré sino se calla.

—Llevamos aquí horas buscando... —Continuó, analizándome como una pieza de música.

Para. Estoy mareado.

—También estuvimos comiendo.

Los colores. Las letras. La universidad. Mi familia. Él.

—¿Alguna vez has besado a alguien? No te preguntaría eso de no ser por la personalidad que tienes.

Sabía que Hisao solo quería molestarme. Tide me había dicho que él era así, que mantuviera mi distancia, pero no lo entendía hasta ahora. Ambos eran mentirosos, así que no podía confiar en ninguno.

—Me ha besa... —mordí mi lengua.

Creo que me voy a desmayar...

—Me pregunto cómo besará Narciso —sus palabras me congelaron—. Parece que está acostumbrado a eso. Eres su amigo, ¿no? Debiste haber conocido a alguna novia o novio de él. —Señaló su lengua—, pude notar que tenía una lengua áspera como los gatos cuando...

Lo golpeé con fuerza, asustando a los transeúntes. Mi respiración iba a y venía como máquina de vapor, asustado. Me estaba volviendo loco. Iba a parar en un psiquiatra. Todo daba vueltas y mi vomito estaba cerca.

—¿Pero qué demonios te pasa? —Me miró con hastío, sosteniéndome de los hombros.

Traté de zafarme, pero aplicó más fuerza. Nuestras miradas irritadas chocaban entre sí. Lo pateé, tropezando con la planta hasta ponerme de pie.

—¿Enano? —Near me vio con sorpresa, observando a Hisao, quien estaba claramente golpeado.

Quiero ser un ave para volar lejos.

Tomé mis cosas y apresuré el paso, corriendo lejos del sitio. El sentimiento que de mi espalda se desvanecía con cada paso, los sonidos cardiacos, los colores verdes. El mundo derritiéndose.

Tengo miedo.

—¡Espérame, ENANO! —Near me perseguía a gran velocidad, cansándose más que yo por su poca resistencia—. ¡Para, hablemos! ¡¿Qué tienes?!

Qué jodido es sentir.

Huí de la plaza, sintiéndome identificado con los libros que me costaba entender.

~•~•~•~

El domingo llegó y yo aún me preguntaba porqué el profesor veía adecuado que tuviéramos un diario.

"Ayer comí con tres personas, dos hombres y una mujer. Uno de ellos me dijo que le gustaban los penes grandes y también comerlos, o sentarse en ellos. Era raro.

Vi el color café como es en realidad, igual que su lengua, el azul y otros.

Mas tarde me encontré con Near y un animal albino. Estaba molestando a Near, y también quería besarlo, así que lo golpeé.

El animal albino me ha estado llamando.

No sé qué quiere.

Creo que ya sé cómo luce el rojo".

Cerré el diario al darme cuenta de que nunca podría ser un escritor si escribía de esa manera. Mirt me golpeó cuando leyó mis reportes. Siempre dijo: "Debes estar seguro, debes saber lo que quieres".

Pero no sé qué quiero.

Y nunca estoy seguro de nada.

Igual que una caja sorpresa, lo qué pasó el domingo se abrió repentinamente y me golpeó el rostro. Con eso me refiero a la puerta de mi dormitorio justo antes de salir.

Mike corrió a mis brazos, levantándome con demasiado esfuerzo del suelo.

—¡Mi bebé Either...! —Era como una fotografía de boda.

Le di un cabezazo, haciendo que me soltara. Estaba muy emocionado, tallando su rostro contra el mío y diciendo que me había extrañado en ese casi año sin vernos. Su felicidad era notoria hasta en sus poros.

Sacudió su cabello rubio para verme mejor.

—¿Cuánto tiempo he dejado solo a mi hijo, mi sangre? —Me palmó los brazos, mirando con temor mi altura—. ¡Medimos lo mismo, coño!

—Cállate. —Le di otro cabezazo, sintiéndome incómodo por su invasión.

Siguió de cariñoso, probándome unos suéteres de los viajes y preguntándome mi estado. Quería que me volviera a poner las gafas, pero yo les tenía miedo.

Un segundo...

—¡Debemos ir al parque de diversiones! Te compraré todo la carne que quieras... —lo tomé de los hombros, aplastándolo contra la pared—. ¿Eh?

—Mike... —susurré, dándole miedo.

—¿Te pasó algo, niñito? —Balbuceó mostrando irritación por la presión que le estaba aplicando.

Sí tú estás aquí significa que...

El timbre de mi dormitorio volvió a sonar. Abrí el picaporte de inmediato, empujando a Mike para ver con claridad quién era. Era el mismo rostro, pero por obvias razones no eran los mismos sentimientos.

Usaba una gorra y tenía las manos ocultas en su saco. Sonrió ladeado, entrecerrando sus ojos verdes.

Con una voz alegre, me preguntó sin que le importara la mirada que llevaba en ese momento.

—Niño, dime. —Dante inició, derrumbando todo lo que sentía—. ¿Dónde está mi futura esposa?

Ser seguro de lo que quieres.

••••••••••••••••

Chan Chan Chan Chan, leche con carne.

¡Either está perdiendo los estribos! En lo personal, siempre ha sido mi personaje favorito por su forma de ver el mundo y a mi parecer es el que más sentimientos tiene. <3

Memes de Amino:


Y bueno, para los que se preguntaban como ve el mundo Either con su protanopia:

LOS AMOOOOOO. Pd: CSUAE90D será publicado cada sábado. <3

~MMIvens.

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