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Paso 69º.

"Paso 69º: Oculta tus emociones. No seas tan obvio".

~N.

Either.

¿Cuándo podré comer oso? Dicen que apesta, pero me gustaría probar.

Los ruidos de la cerradura me despertaron. Podía haber sido un ladrón o Rind, pero él estaba acostado en la cama por eso que hicimos con una piedra en forma de mano y tijeras, así que yo estaba en el suelo solo. ¿Pero por qué tienes que ser herramientas? ¿Sí hago unas tijeras con las manos me cortarán? ¿Rind será un vándalo?

Me reincorporé en los cojines, palpando mis alrededores para buscarlo y decirle que alguien intentaba entrar. No veía nada. Quise ser un gato en ese momento para encontrarlo en la oscuridad. Pero no estaba ahí. Recordé que era un poco sonámbulo, así que sacudí mi cabello y moví los ojos asegurándome de ser un búho.

Los búhos son inteligentes, dicen que son sabios. Como la historia del búho sabio que hizo que los demás animales murieran atropellados con él por su ceguera. ¿No era tan sabio entonces? No entiendo...

La puerta se abrió con cuidado. Near me miró sorprendido, haciendo ademanes con la mano para que no levantara la voz. Llevaba puesta una camiseta que insultaba al canibalismo, pero eso no era algo correcto según la moral así que preferí no preguntarle sobre eso. Tenía grandes ojeras pintarrajeadas como crayones negros, una curva en los labios para sonreírme.

—¿Te desperté? —Murmuró, hablando despacio.

¿Cómo le digo que no podré estudiar con...?

Negué con la cabeza, apretando las manos—. Tengo hambre.

—Ah, Amber dejó unas botanas en mi gabinete. Dame un momento —susurró, viendo que Rind aún se encontraba dormido con la nariz aplastada en la pared. Caminó lentamente en la madera hasta llegar a su escritorio, donde se detuvo a ver un momento los libros en él—. Mi mamá quería hacer del baño y tenía un poco de sed, así que la cuidé un rato. Son más de las 5, deberías dormir más.

—Mh.

—La caes bien a ella. Dice que eres lindo —destacó, abriendo un cajón—, pero no tanto como yo así que no te lo tomes en serio.

—Mh.

Rind roncaba con un silbido, el sonido de los primeros carros en la madrugada saliendo era relajante. Nunca había entendido las películas del auto rojo, pero a veces las veía porque a mi señora madre le gustaban e igual a Mike, y sí fuera un carro podría ir a donde quisiera. La ventana estaba abierta, haciendo que las cortinas cubrieran a Near y el rocío cubriera los cristales viejos.

—Ten, carne seca. —Estiró su cuerpo, desplazándose por el suelo hasta posar una mano en las cobijas y la otra sobre mi pecho, dejando la bolsa en mis manos.

¿Qué estás...?

No pude responderle, solo lo miré. Él buscando una respuesta en mi expresión.

—¿De... nada? —Hizo una mueca parecida a la mía, levantándose hasta estar cerca de la ventana y ser iluminado por la media luna.

Le seguí el paso hasta levantarme del suelo, cerca de él. Me sentía raro, no me miraba pero su presencia era muy notoria. No entiendo. No entiendo. No me entiendo.

Se agachó hasta reposar sobre el diván junto al marco, subiendo sus pies cubiertos por las calcetas blancas. Dio un golpecito en el otro extremo para que me sentara con él. Tenía mucho sueño, pero no objeté y tomé asiento. Cada vez más me acercaba a su altura.

—Menta... —extendí mi mano, dándole unas mentas que tenía en el pants.

—De verdad te gustan estas cosas. —Tomó un puño de ellas, metiéndolas todas a su boca y sufriendo las consecuencias de todo el sabor concentrado—. Ah, ¡refrescante! Supongo que esto es mejor que ser adicto al cigarro o el alcohol. Como unos dicen: dile no a las drogas y sí a mí.

¿Qué está diciendo?

—Todo en exceso es malo. —Opiné, desviando la mirada hacia las casas bajas y altas que mostraban una silenciosa ciudad en medio de su despertar—. Algunos dulces de menta hacen amarillos los dientes por un gran consumo. Debes lavarte los dientes con vinagre de manzana y bicarbonato, después la pasta normal y usar enjuague bucal para el mal aliento. Pero saben bien con agua fría —informé, haciendo que mordiera las mentas de golpe.

—Pudiste decírmelo antes. —Mostró los dientes, riendo como el bobo Rind, dándole un empujón nuevamente en el pecho.

Golpeé mi cabeza de forma ligera contra la pared, abriendo más los ojos y la boca por su acción. Rió, diciendo que me sorprendiera más o le dijera algo, que incluso podía gritar.

—Mh. —Asentí, cortando la conversación.

Preguntas... Preguntas... ¿Dónde están las preguntas?

¿Por qué los libros están llenos de polvo?

Desde el ventanal podía ver con más claridad la noche estrellada, escuchando solamente algunas aves y su respiración a mi lado, sintiendo mi piel erizarse por las emociones de la madrugada adormecida. Era eso, estaba muy cansado.

¿Eras quién estaba con Maro aquella noche?

Podía ver a lo lejos la plaza, la llegada de los carros de carga estacionándose alrededor para abrir las tiendas. El olor de menta embriagaba, desde mi pantalón, mi aliento y el suyo. Entrecerré los ojos, adormilado. Las pequeñas luces comenzaban a resplandecer como esferas de esa manera. El recuerdo que vino a mi memoria fueron las luces del accidente, haciendo que apretara con fuerza los ojos.

Las estrellas estaban rodeadas del color negro carbón, era sorprendente pues debería haber una luz sutil por la hora, pero no era así. Era sereno, como el mar por la noche en las costas de los Cabos San Lucas. No sabía que era realmente llorar, solo había llorado pocas veces y tampoco sabía sí eso era hacerlo.

Sentí su mirada, logrando que se la devolviera.

—¿Qué miras? —Pregunté, monótonamente.

—¿Te gustan las estrellas? —recargó su mentón en sus piernas, abrazándose. Los mechones fuera de lugar se vinieron al frente, haciéndolo reír melódicamente.

Había escuchado de su hermana como era Jay en el pasado, y sabía como era Near. Pero algunas veces no se portaba como esos dos, era simplemente uno. Una persona, y esa me hacía sentir diferente.

—Define "gustar", por favor. —Sabía que no estaba haciendo ninguna expresión graciosa, pero se rió nuevamente.

Los ronquidos de vándalo eran más fuertes, pero la brisa los cubría. Todo lo qué dijo fue con una sonrisa, mientras jugaba con una lampara junto a su buró.

A pesar de los sonidos, parecía que solo existíamos nosotros.

—Eres del tipo de persona que sí busca la definición de algo tan severamente es porque en definitiva te sientes atraído, pero eres tan serio que quieres sentirte seguro al respecto. Entonces piensas cada vez más en ello, y eso está bien. Te gustan, pero el tiempo que demores para saberlo me parece agradable.  Pensar mucho sobre lo que sientes puede ser un arma de doble filo, pero sabes manejarlo —habló muchas cosas, haciendo que las preguntas en mí incrementaran, pero no pude interrumpirle pues todo lo que decía me mantenía en silencio.

Miré una vez más el cielo oscuro, posando mi vista sobre las pocas constelaciones visibles. Él señaló el cinturón de Orión, y después la cola de Escorpio.

—A mí me gustan. Siento que puedo pedirles un deseo y harán lo posible por cumplirlo. También me gusta mucho el frío, pero no realmente el invierno. Las ventiscas suelen cubrir las estrellas. —Opinó, divagando con la mirada.

No me mires mucho.

—Pero siguen ahí, no veo una razón para preocuparse. ¿No es a lo que llaman fe? —Cuestioné, agachando la cabeza mientras trataba de recordar los libros que había ojeado cuando paseaba por la habitación de su madre.

—Tienes razón. Cuando el cielo esté despejado, envíame una foto de ellas. Te amaré sí lo haces, enano.

Fotos de estrellas... ¿Quién quieres que las vea?

Mis recuerdos fueron interrumpidos por el sonido de una llamada, haciendo que contestara de inmediato con enojo.

—¿Qué?

—¡Cosita Either, vamos a cenar con los demás! Hisao también viene, así que reunámonos en el mismo sitio que la ves pasada. Amber tampoco toca hoy por falta de personal, pero estará atendiendo las mesas. —Habló velozmente Rind, dejando escuchar gruñidos familiares del otro lado de la línea.

—No, tengo tarea. —Rechacé de inmediato, mirando de reojo las tareas ya terminadas en mi escritorio. Letras era difícil para mí, nunca me había complicado tanto, pero Mirt como tutor corregía mientras fumaba y hablaba de los grados de gloria y la diferencia entre inmortalidad y vida eterna.

—¡No es cierto, siempre la acabas rápido! —Rechistó Rind, haciendo que alejara la bocina del teléfono un poco de mi oído.

—Tarea de hongos.

—No mientas.

Pensé un momento, mirando la puerta entre abierta de mi habitación que daba a la sala a oscuras.

—No me he bañado.

—Te bañas a estas horas para poder leer antes, ¡no me hagas enojar!

—Mi compañero no me abre sí vuelvo luego del toque de queda.

—¡No tienes compañeros! Tienes una residencia privada. —Casi escupió, haciendo que los gruñidos del otro conocido fueran más fuertes. Escuché que le insistía que yo no fuera y solo los acompañara un tal Narciso.

—No tengo bolas. —Susurré, sintiendo lástima sin poder remover la expresión seria en mi rostro.

—Oh, ¡voy a marcar una ambulancia ahora mismo! Espérame un segundo. —No cortó la llamada, escuché de nuevo que le llamaban estúpido y volvió a gritarme—. ¡SÍ TIENES, AHORA VEN ACÁ!

—No quiero.

—Vas a venir.

—Te rechazo.

—¡Te quiero aquí para que veas a mi hermosa novia!

—No.

—¡Para que veas a tu cuñada! Vamos, Either, tienes 20, eres un año mayor que nosotros, ¡sé más serio!

Permanecí inmóvil con la mano temblando, justo antes de tomar mi chaqueta del perchero. Moví mis lentes de la cama, poniéndolos de nuevo en mí. Quería decirle algo pero la voz me temblaba.

¿Qué dijo?

—Viene Near. Así que vamos a comer Hisao, él y yo.

Hisao Aley... ¿Quién?

—Ya voy. —Corté la llamada.

No sabía bien lo que hacía, pero corrí hasta el vestidor y busqué rápidamente entre la ropa colgada algo que pudiera ponerme en vez de lo que usaba para dormir. En el alboroto, una bolsa que Mike había enviado del extranjero cayó, dejando ver el conjunto de adentro.

Me puse solo una camiseta blanca y me metí en eso haciéndome tropezar contra los zapatos.

Creo que me moriré como una ardilla... ¿estrella? No, búho.

Corrí al espejo, mirando mi apariencia. Era un conjunto que nunca pensaba usar, negro con franjas delgadas y blancas de cuadros, en el saco y en el pantalón, con una cadena notoria colgando y un cinturón de piel. Me recargué más en el espejo, asegurándome de no verme mal. Dudé un segundo, mojé mis manos, y con pesar peiné mi cabello hacia atrás, dejando mi frente al descubierto.

Parezco un vándalo. No quiero amenazas de cocos, por favor. –Santo Matt, ¿qué tienes con los cocos?–. Le gusta el agua de coco que venden en la tienda de conveniencia de Curin. –¿A quién?–.

~•~•~•~

Patético. Patético. Ah. Desgracia. ¿Por qué me vestí así?

Me detuve frente al restaurante de apariencia peculiar, mirando desde afuera la entrada. Era oscuro y hacía un poco de viento, por lo que agradecí llevar una sudadera grande aparte del saco por sí debía ponérmelo por dentro.

Miré mi celular, viendo la hora y lo temprano que aún era. El sonido del teclado que habíamos escuchado aquella ocasión sonaba en el interior, devolviéndome la imagen de quien tocaba con su larga cabellera y labial oscuro. El llamado de Rind acompañado de personas murmurando que iban a cerrar temprano porque era peligroso hizo que reparara en la calle paralela, donde apenas iban a cruzar.

¿Dónde está él?

Rind daba pasos enormes, dejando a Aley detrás de él. Hisao usaba una sudadera, una gorra blanca y sus audífonos, mirando cada segundo a quien estaba detrás de Vibes.

¿Qué mira este...?

Rind paró de golpe frente a mí, primero mirándome con asombro que se tornó en una enorme bocona llena de risas y un dedo señalándome.

No lo digas, adefesio, no lo digas.

—¿Por qué estás vestido así? —Preguntó Hisao, acercándose a mi rostro con una sonrisa amarga y la música de los audífonos muy alta.

—Estaba en un evento. —Aclaré, dando un paso al frente hasta sentir un empujón de su parte.

—¡No, tú estabas en...! —Rind también intentó acercarse de la misma manera mientras reía como estúpido, callando de golpe al recibir mi puño en su estómago—. Eso no era...

Near los empujó a ambos diciendo que dejaran pasar al rey, deteniéndose frente a mi rostro de igual manera. Me examinó lentamente, haciendo muecas hasta bajar los ojos y verme entero. Volvió la vista a mí, peinando su cabello hacia atrás y guiñándome.

Se cortó el pelo... se ve bien...

—¡Tenemos la misma ropa! De verdad tienes un gran estilo. —Puso sus manos en su cintura, mirándome con una amplia sonrisa de orgullo.

Asentí, sin saber que decir. Me sentía un poco bobo.

Quiero comer... comer... ansiedad... un coco. Un huevo. Un licuado de carne. Ah. ¿Qué? ¿Qué?

—Esto es como ropa de pareja. —Murmuró Rind, dándome un ligero golpe en el brazo.

¿Qué? No entiendo... de nuevo.

—¡Tienes razón! Pero, aunque luce mejor en mí, puedo decirte que te queda bien. No es tu estilo, pero tampoco está mal probar. —Dijo Hiray, pasando a un lado mío para entrar al edificio.

—Es solo ropa. —Rechistó Hisao, también pasando.

¿Qué? ¿Ropa de qué?

—Ignóralo, tal vez no leyó bien los labios. —Rind habló de Aley, dándole un golpe en la espalda como salvaje para que entrara con él.

Espera... ¿Qué?

Ropa de... ¿Pareja, dices?

~•~•~•~

Yo había pedido lo de siempre, solo que esta vez omití el alcohol al pensar en Near. No quería que él pidiera lo mismo ya que lucía incómodo siempre frente a las botellas, así que oculté la carta para que ni Hisao ordenara nada. Yo estaba sentado junto a Aley, y Rind junto a Hiray.

Nos atendió Amber. Near ordenó una pizza individual y un refresco de Coca-Cola vainilla, siempre burlándose de su hermana y ella aguantando la respiración para no tirarle la carta encima y ser despedida. Rind estuvo de parte de Amber, haciendo que Near se indignara con él.

—¡Ah, claro, cambia el amor por tus amigos! Que bien ser humano. —Hizo un puchero, desviando la mirada hasta solo observar a quien estaba sentado adelante: Hisao.

—En realidad el amor por tu hermana es más grande que el que tiene por ustedes, no hay diferencia en este caso entre el amor romántico y amistoso. El amor romántico siempre será más fuerte, pero sí de verdad los quisiera tanto podría superar la amistad. Pero solo se basa en un amor con niveles diferentes. En pocas palabras, la amistad que tienes con él es tan frágil como la yema de un huevo estrellado. —Sentenció Aley, haciendo que Near se enojara más.

—Me habías molestado la primera vez, pero ahora eres grande. —Le enseñó Amber el pulgar, antes de retirarse con el pedido.

Near me preguntó sobre las clases, que sí había estado interesado por los temas. También me recomendó libros y me dijo que sí necesitaba alguno para una clase solo se lo pidiera y me lo regalaría. No acepté, pues sabía lo importante que eran para él. Suspiró, aliviado.

Hisao también veía sus reacciones con elocuencia, y por otro lado Vibes babeaba con la vista en Amber siendo gentil con los clientes.

Hiray volteó los ojos seguido de su cabeza persiguiendo la melodía con sus oídos, parecía reconocer lo que la chica tocaba en el piano. Una leve sonrisa se pintó como acuarela escurrida en su boca, haciéndolo ver decaído pero momentáneamente feliz.

See the potential... —suspiró, encantado por la aparente chica que tocaba en un vestido negro.

Hisao tenía la boca entreabierta. Su mano se extendió lentamente sobre la mesa, Rind no se dio cuenta por ver a otros lados, pero supe de inmediato que iba a hacer algo extraño. Se levantó lentamente del sillón, parecía hechizado, acercándose cada vez más a la nuca de Near.

Estaba tocando su cabello negro, muy suave, evitando que él se percatara.

—No. —Le di una bofetada, haciendo que de inmediato girara con la intención de gritarme.

—¿Por qué me estás?... —Near lo interrumpió.

—¿Qué?

Ambos nos miramos en silencio, tratando de buscar una excusa.

—Es un bicho. —Dije.

—Es un maleducado. —Respondió Aley.

Volvimos a nuestro lugar. Me sentí confundido, más porque aún Near nos veía dudoso como si jugáramos algo a escondidas de él. Era como un niño sacando un billete de la billetera de un adulto.

—¿Te gusta esa canción? Es mi favorita, la escuché hace tiempo y... —la misma expresión preocupante del albino cuando escuchó el nombre de "Jay" pareció en su rostro.

¿Quién es?

—Voy a hacer una llamada antes de que llegue la comida. —Con esas palabras se incorporó de pie y salió al área verde del local.

Rind nos miró a todos con cara de idiota, señalando primero, luego viéndonos, luego queriendo decir algo, hasta que finalmente:

—¡Voy a a ver los instrumentos en exhibición! —Con eso él también dejó la mesa y recorrió el enorme lugar, dejándonos solos.

—Ha estado un poco raro, ¿no te parece? Se ve más feo, ¿será la edad? —Near trató de hacerme reír mientras golpeaba mis dedos con los suyos, haciéndome recoger las manos.

—No me toques. No me gusta... que me toquen. —Expresé, haciendo que él me mirada con molestia.

—Enano —sabía que iba a empezar de algo serio—. No he querido molestarme, pero llevas meses tratándome de esta manera. ¡Nadie debería ignorarme! ¿Qué sucede? ¿De verdad no te gusta el contacto o por qué estás siendo más hostil de lo normal?

¿Qué debo decirle?

—Yo... no...

—Recordaste eso, ¿verdad? —Arrugó su frente. A veces era muy serio.

Lo sabe. Lo sabe. Estoy muerto.

Yo no quería...

Mira, lo qué pasó en el pasado está bien así. No me debes nada y tampoco debes sentirte incómodo. Al contrario, ¿no te sientes feliz de volvernos a encontrar? Yo de verdad estoy feliz —destacó, sonriendo tan grandemente que sus ojos se veían más pequeños de lo usual, como almendras.

Habla de eso...

—¿Quién es Hisao Aley? —Solté de golpe, lo supe por su expresión.

No, eso no me incumbe.

—Está bien si no quie...

—Era un chico al que ayudé hace varios años, pero por un desacuerdo que tuvimos tomamos caminos diferentes. Lo odié un tiempo por haber herido a alguien que quería, pero por Matt, yo fui quien hirió más a esa persona. A ese... —rió levemente, ocultando sus manos dentro del saco y sonriendo con una sonrisa coqueta—...encanto.

Habló otras cosas después de eso. La conversación fluyó normal hasta que los platos y Rind volvieron a la mesa. Ese sentimiento que desconocía regresó, abrumándome.

Dije que iba a buscar a Aley para que comiera, pero mi cabeza daba vueltas y mis ojos veían esas luces difuminadas de nuevo.

Al salir fui golpeado por el aire, apenas vislumbrando a Hisao, quien fumaba en la esquina sentado en una banca. La luz tenue de la avenida hacía que su cabello brillara, y se abrigaba cada vez más con la sudadera.

Aparecí en su campo de visión, haciendo que fuera un brinco del susto.

—Maldición, zombi cuatro ojos. No hagas eso, pedazo de mierda. Asustas. —Masculló, más enojado de lo normal.

Apretaba los dientes y los labios. Apagó su cigarro, guardando la colilla en un bote de chicles dentro de su sudadera.

—¿Qué? ¿Por qué me miras?

Me acerqué más a su rostro, observando sus expresiones hasta que se sintiera incómodo. Solo le estaba imitando.

—Lo siento por lo que dije antes. Sobre qué no me importaba.

—¿De qué estás?... —Se detuvo, sonriendo—. Ah, hablas de eso.

—Soy un poco egoísta —las palabras salían de mi boca sin pensar, eso no era normal en mí, ahora habían cosas diferentes—. Quiero decirte que sí me importa. Y sí a ti también está bien. Pero, me he vuelto un poco loco... Hiray Near en serio me gusta.

Entreabrió la boca, tratando de entender lo que decía.

Near acababa de salir del restaurante, abrazándose por el frío y diciéndonos hasta acercarse que entráramos por la comida. Era igual de "diva" que siempre. Tomé mi sudadera y se la puse, llevándolo adentro.

••••••••••••••••••••••

Near DIVA:

NEAR NERDO:

JAY:

PARA LOS QUE QUERÍAN VER A UN EITHER (LUKE POWELL MÁS JOVEN) CON NUEVO PEINADO:

Y el conjunto que se acerca a lo que quiero:


Saben que los amo, ¿verdad?

Gracias por leerme.

Gracias por todo.

No sé si pueda actualizar en un tiempo, o sí lo vaya a hacer mañana. Pero gracias... por sus hermosos comentarios. Esperemos que el libro tome un buen rumbo.

¿Y... ya tomaron partida en esta guerra de shipps?

~MMIvens.

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