Paso 66º:
"Paso 66º: Los pequeños movimientos muestran más que hojas de información".
~N.
Hisao.
¿Por qué eso sonó como sí estuviera coqueteando?
—A la idea misma de ti.
Hacía un tiempo desde que no sonaba directo con quien sea, y sí que hubo un tiempo. Recuerdo que fueron un par de años los que estuve, explícitamente, como puto en cada lugar al que asistía. Las cosas no eran claras y no quería que lo fueran. El peso de mi propio error me consumía.
—Sé que incluso los dioses me aman, los pervertidos me acosan, y los alienígenas sueñan conmigo, pero tu propuesta ha sido una sorpresa. —Parpadeó, separando nuestras miradas con una sonrisa vencedora.
¿Qué tan narcisista puede ser este tipo?
—No, eso no era... —miré el vacío, alargando el silencio incómodo que le hizo dirigirme una mirada igual de confundida—. Eres... gay, ¿no? De lo contrario, me siento un tanto raro.
Trágame hoyo negro y escúpeme en Saturno.
Haciendo recuento de las veces que cruzamos palabras en el salón, todo apuntaba a ello. Me había acosado ya en los baños, me miraba continuamente, e incluso me había invitado una bebida. Los humanos tienden a tener reacciones diferentes con las personas dependiendo sus intereses. Solo habían unas pocas razones para ser así: quiere algo, espera algún favor a futuro, o está interesado en una amistad... cosa no muy creíble, y por eso supuse que él trataba de llegar a mí.
—Ay, por los dientes amarillos como Bob Esponja de vándalo, claro que no —levantó la barbilla e hizo más pequeños sus ojos con la sonrisa pícara que entintó en su rostro, dejando ver un color rosado en sus mejillas—. Soy autosexual; me amo más de lo que amo no hacer nada.
Junté las cejas y abrí la boca un tanto irritado. El molesto brillo que descendía de él lograba hacer llorar un poco mis ojos.
¿Por qué brilla tanto?
—Claaaaa... —hice una pausa más larga, evitando soltar algo indebido. Siempre trataba de cuidar mis palabras—...rooooo. Que interesante término para hablar de la masturbación. Deberías anotar en alguna parte los muchos malos chistes qué haces.
—No tengo mochila ni libretas; me prestaron una hoja.
¿Qué, rarito?
—¿No cargas a todas partes una mochila según los universitarios?
—Nunca llevaba a la preparatoria mi mochila, ¿qué esperabas? Volviendo al tema de la masturbación y el amor propio y el gigantesco placer de salir con uno mismo y llamarte biscochote y posible imán sexual para el mundo cada vez que te besas en el espejo o te descubres debajo de las sábanas como el juego de desaparecer a tu perro o pedirle al taxista que te atropelle solo para sentir el placer de que alguien mataría por ti aunque fuera a ti mismo y no son con eso hago referencia al multiverso de Marvel, quiero y cabe destacar que el amor a primera vista...
¿Cambió de conversación?
Desvíe la mirada mientras él explicaba la gran diferencia entre uno y otro, hasta que terminó por decir "nah, no mereces que gaste tantas palabras", fingiendo cepillar su cabello aunque no tuviera ni un pelo fuera de lugar. Rió al ver mi confusión ante todo lo que estaba sucediendo, mi forma de captar era un poco lenta sí las personas reían mucho. La idea de lo solitarias que lucían aterraba, y no quería verlo.
—Soy el grandioso, ¿no?
—Disculpa, me cuesta escuchar idioteces —admití, fingiendo limpiar mis oídos—. Ahora sí, ¿qué decías?
—Disculpa, no le repito a idiotas incultos —suspiró, apartando la vista hacia las ventanas detrás de nosotros, indignado como un gato que mira a los demás como beneficios.
Ja, ahora YO soy el inculto.
Unas risillas al fondo del pasillo donde él antes se encontraba incrementaron, al igual que unos pasos rápidos. El grito de un profesor saliendo de su salón perseguía a un chico de espalda ancha con lentes y cabello café hasta los hombros, maldiciéndolo y lanzando amenazas sobre hablar con el rector.
—¡No estás en psicología, infeliz! ¡Vuelve a acá! —los gritos eran rasgados.
Near y yo nos vimos confundidos, asomando las cabezas del otro lado de las escaleras, viendo al chico con mirada ciega y mechones rizados evitar las cosas que lanzaba el profesor. Le preguntaba su nombre y también su carrera, pero él se negó a responder sabiendo que una sola palabra más le costaría los puntos que se necesitan en la graduación.
—¡No me iré hasta que su alumno me pague el dinero del diseño que le vendí! —Reclamó, enfurecido. El profesor estaba más confundido.
—¿Cuándo debía pagarle? —Preguntó el hombre, buscando la paz con las manos en alto para que el chico no le mojara con el jugo de naranja que llevaba.
—Hoy a las 4:50.
—Mi clase es a las 5.
—Y se atrasó 7 minutos.
—¡Es un ladrón! ¡Que no se salga con la suya! —Gritó el idiota frente a mí, consiguiendo que el profesor que daba la clase de psicología de la memoria, nos ubicara.
—¡Largo del pasillo!
El hombre trató de perseguir al chico, pero éste comenzó a gritar diciendo que iba a demandar a todos e iba a hablar él con el rector sobre la falta de atención de los de esta facultad entre otras cosas.
Cuando trató de bajar las escaleras a toda prisa, se encontró con la pierna extendida del narcisista, dejando caer su jugo sobre mi cabeza y camiseta blanca.
Tengo cabello de zanahoria.
—Ah —Near nos vió a ambos, tardando en reaccionar—. ¡Jaja, tienes a Lórax en tu cabeza, JAJA! Oh, y la mancha en tu ropa parece su nepe.
Se dice pene, subnormal.
Creí que sus ojos se saldrían por la risa, pero a mí no me causaba nada de risa lo mojado que estaba y el chico escalones más abajo con la mano debajo de sus piernas, la otra golpeando su cara, y media cabeza sobre su celular destrozado.
—Io joy Owen, te disheño glafico —dijo con su lengua tocando el suelo—. Te pagalé la lopa liego.
—¡Será reportado, joven! —ajustó su traje viendo la escena desde arriba—. Y ustedes vuelvan mañana —dijo, hablando de nosotros.
Me había quedado sin palabras. Preferí silenciarme y amargarme en silencio, para así evitar matar a alguien. Traté de mirar a ambos con disgusto, hasta que el del suelo se levantó con esfuerzo tambaleando y se retiró diciendo que iba a llegar dos minutos tarde a su clase.
~•~•~•~
—Creo que olvidé mis llaves con vándalo —rechistó Near frente a su puerta, golpeando su cabeza contra el marco—. Mis superiores no están dentro.
Después del incidente, que me había dejado muy claro que el extraño tenía problemas como perfeccionista y orgulloso gracias a su comportamiento ante simples tardanzas o una deuda, Narciso se ofreció con risas a prestarme una camiseta ya que su dormitorio se encontraba más cerca que el mío y no quería caminar con alguien naranja mucho tiempo porque "lo opacaba".
Giró su cabeza, llevando un corto mechón de cabello fuera de lugar detrás de su oreja. Abrió e hizo de nuevo sus ojos pequeños, tratando de darme un mensaje. Y siempre he sido el mejor entendiendo algo, pero entender ese me hizo molestar.
—¿Yo por qué tendría tus llaves, irresponsable estúpido cara de idiota? Es tu deber cuidarlas, no me mires como gato mojado, das asco. —Solté otras cosas más, dándome cuenta de que estaba soltando la lengua más de lo normal, haciéndolo enojar—. Abriré yo.
Tranquilo, no te azotes la cabeza.
Lo aparté con un ligero movimiento de manos. Me paré frente a la cerradura y traté de empujar hacia el lado derecho. Apliqué más fuerza, levantando la pintura blanca en la madera y golpeando por accidente su hombro.
—Es hacia la izquierda, cavernícola —lanzó un golpe, empujándome también. Extendió su mano sin dirigirme su vista, sacudiendo su dedo con anillo—. ¿Tienes una tarjeta?
Ingresé mi mano dentro del bolsillo y le extendí la tarjeta del comedor—. ¿Vas a comprarte ropa, Narciso?
—Vis a cimprirti ripi —repitió haciendo caras feas y sonidos raros.
Metió la tarjeta en el espacio medio de la puerta y la pared, imitando la retiración de dinero en un cajero automático. Empujó mientras sostenía el mango, y abrió la entrada, dejando ver la penumbra gris y los sacos colgados en el perchero del pasillo principal.
—Podrías ser un ladrón. —Solté.
—Ugh, no, los ladrones son feos —sacudió los hombros y entró, dejándome pasar.
Su habitación estaba dividida por un tablón en el centro, igual que mi dormitorio. El lado de su compañero daba la impresión de que nadie vivía ahí, pues incluso su librero constaba de sólo un libro y una pluma rota. Near señaló su cama antes de adentrarse a su vestidor en busca de algo que yo pudiera usar.
—Por suerte lavaste tu cabello en los baños, de lo contrario ensuciarías lo que te daré. —Opinó, moviendo cosas del otro lado de la pared.
Vagué un poco cerca de su cama, sin apartar la vista de las repisas llenas de libros polvorientos y notas arrugadas de tareas. El polvo en el escritorio era raro, pues ni siquiera su cama parecía estar desordenada. En la parte baja, habían varios lápices desgastados y bloques de hojas llenas de apuntes, junto a su amplio horario.
De verdad estudia.
Doblé mis rodillas, tocando los cajones cerrados con llave. Los sonidos de él tirando cosas del otro lado eran más fuertes.
—Huele a alcohol y vainilla —admití, sacudiendo mi nariz—. ¿Has estado tomando?
Un golpe contra madera y su grito nervioso de dolor me hizo girar.
—No, no, no, no, yo no tomo, ¿quién dijo eso? ¿Quién me está difamando? —comenzó a negar nerviosamente.
—Que horrible mentiroso —rechisté, acercándome al vestidor donde tenía una luz blanca en el centro encendida, y al fondo la puerta del baño.
—¡Esta es para ti! —Levantó con ambas manos la camiseta, tapando mi rostro.
—No me pondré eso ni muerto.
—Sí, lo harás. Y me la devolverás sin falta.
—No.
~•~•~•~
Salí del baño público, sacudiendo mis manos por la flojera de secarlas con papel. Me re-dirigí a la izquierda, tratando de evitar el sol que lograba hacer que brotara de mi piel un poco de sudor. Los ojos me ardían y sentía que mi cabeza iba a quemarse.
Choqué contra el zombi cuatro ojos de ultratumbas, haciendo que él me mirara desconcertado.
Bien, tenía que ver ahora a éste.
Me dije a mí mismo que fingiría ver una ilusión y seguiría de largo, evitándolo por completo, pero él fue el primero en dirigirse a mí con seriedad y ojos de mosca muerta.
—Nos encontramos mucho en el baño, ¿es algo común? —No supe si me hablaba a mí o al aire, pues ni siquiera me veía.
—Tal vez porque leo en el área verde frente a filosofía y letras. No pienses que el universo nos está juntando o por Newton la gravedad desea algo más —expliqué, con una mano rascando mi cabeza con desdén—. ¿Por qué ves hacía bajo en vez de a mí?
Mantuvo su vista seria, fija en mi pecho. Miró un rato más, con desagrado. Reafirmó lo mucho que me odiaba, e incluso sentí que veía a través de mí. Era como un detector de malas vibras andante.
Me asusta más que el cabeza de estropajo.
Me puse colorado al darme cuenta de que lo que veía.
—Esto no es mío, puedo jurarlo —me excusé, desviando la mirada con una mueca de hastío y la mano cubriendo mi rostro de vergüenza.
Quiero morirme ahora mismo.
—Lo sé, es de Near —respondió como un jugador que póker que ha perdido la partida—. Pero, sería canibalismo, no estoy de acuerdo con ello. ¿Pero que tiene de malo exactamente? ¿Por qué ese Ser superior y extraño lo prohíbe? Quizá sepa bien con... sal... limón... a la parrilla... Aley, ¿puedo probarte? La carne humana —hizo una pausa mirándome con ojos muertos— suena bien.
¿Por qué el que apenas habla está proponiéndome eso?
Miré una vez la camiseta, que tenía el logo de un oso presumiendo su trasero y en letras enormes de color amarillo y corazón decía: Cómeme completo, cariño.
—No me hables —traté de enseriarme y continuar mi camino, pero el cuatro ojos se acercaba lentamente como un fantasma hasta estar sobre mis ojos.
—¿Te... —volvió a hacer una pausa, oscureciendo su rostro y acosándome como cuervo—...gusta la carne?
Que jodido miedo.
—S-Sí... —volví a soltar la mirada, pero aún sintiéndome perturbado por lo cerca que estaba—...mucho.
Después de ese encuentro extraño, y el recuento que hice de la mierda que había llovido desde la mañana, recibí un mensaje perturbador. Mi experiencia universitaria en la que había puesto altas expectativas de derrumbaba a causa de idiotas inútiles que buscaban destacar a toda costa.
Miré el buzón de correos, leyendo detenidamente hasta poder captar las intenciones.
Desconocido: Olvidaste tu mochila en mi cuarto... (agregue sensualidad), así que pongámonos de acuerdo mañana para que me devuelvas también la camiseta. Lávatela, juju, hablo de la camiseta, cerdo.
Revisé mi espalda, percatándome de que en verdad no tenía mi mochila en ninguna parte. Lo estúpido de mi compañero de cuarto comenzaba a pegarse en mí.
Mi número: ¿Por qué tienes mi número?
Compañero Narciso: No te importa.
Volteé hacia ambos lados, tratando de buscarlo en lo pasillos un tanto aterrado. No había nadie alrededor a excepción de una chicas comiendo en silencio en las bancas junto al árbol frente a los baños.
Compañero Narciso: No estoy cerca, así que deja de mirar hacia los lados.
Era un tanto perturbador hablar con alguien de la misma carrera que tú.
~•~•~•~
Era sábado por la tarde cuando, al terminar unas tareas, mi compañero salió emocionado diciendo que iba a visitar a su novia en el trabajo y yo quedé solo en los dormitorios. No tenía a dónde ir, pues no había familiares a los que pudiera visitar.
La mañana fue lenta, solo era yo leyendo libros en la sala y haciendo unas gachas de arroz para mí. Pero en la tarde también recibí el mensaje de el Dios del narcisismo, informándome que iba a estar recorriendo las entradas del campus en busca de hormigas y sí quería pasar por ahí él me daría su mochila.
Parte de mí iba a rechazarlo, pero mi mochila era necesaria. Otra parte se sentía aburrida y cuando me rodeaba de esa persona todo parecía salir fuera de mi habitad. Los cambios venían bien algunas veces.
Le pedí su ubicación y lo busqué por las áreas verdes donde podrían haber más hormigas, medí el sol y supuse que él era de los que necesitaba algo para brillar. Lo encontré sacudiendo sus manos para saludar a alguien más.
Retrocedí, poseído por la migraña. Quien estaba a su lado era alguien a quien en serio no quería volver a ver, y que estuviera a lado de Near era lo peor. Todo el que se acercaba a él terminaba mal.
Pero él reía con Narciso, mirando con sus profundos ojos aterradores que se acumulaban de mentiras. No comprendía de dónde se conocían ambos, o porque Near no se sentía intimidado ante su presencia.
Me armé de valor sacudiendo la cabeza con una mueca, y me acerqué a tratar de separarlos.
—Oh —me miró el famoso demonio Tide, apretando los labios. Miró a Near de reojo, y rió maliciosamente, como si tuviera algo entre manos—. Terminaste por aquí.
—No puedo entender que te causa tanta gracia, demonio enfermo —mascullé, malhumorado—. Le hubieras hecho un favor al mundo sí ya estuvieras muerto.
—Tal vez tienes razón en eso —subió sus hombros con una sonrisa, coqueteándole al aire—. Pero la mala hierba nunca muere, carajito.
Nos miramos, él sonriendo y yo mostrándole el odio que tenía hacia él. Volteé los ojos irritados por la puesta de sol a sus espaldas, posando la mirada en el chico bajito con cabello oscuro que nos veía ambos son sorpresa.
Inevitablemente le sonreí, quizás por lo abrumado que me sentía por ese encuentro.
—¿Ustedes se conocen? —Preguntó, riendo como tonto—. Dicen que los amargados solitarios se ven seguido... y hablo de ti detergente que todo el mundo planta en las cenas.
—Eso fue cruel. Nadie vino a mi cumpleaños —Tide se cruzó de brazos, riendo con amargura—. Estaba dando unas vueltas por aquí, ya que dejé el mocoso en su dormitorio ahora que me estaba usando de chofer. Últimamente todos quieren algo —volvió a encogerse de hombros.
Aunque reía con cuidado, los ojos de felicidad ante una situación definitivamente mala perduraban en él. Sí pudiera describir a Tide en una sola palabra, usaría: abandonado.
—Por fa, olor a jabón, no confundas a nuestro enano con tus mentiras de mal gusto —sonó amenazante, golpeando el pectoral del demonio con sus dedos.
—De verdad que los raros se reúnen —bufé, pensando en aquellos dos juntos.
Ellos dos continuaron hablando, discutiendo al inicio para luego terminar dándose consejos. Finalmente, Tide sacudió su cabeza llamándole idiota y se retiró con un abrazo incómodo. Tal vez eran amigos desde hace años y por eso lucían unidos, pero en esa relación había también algo un tanto roto.
Near ignoró mi presencia, pensando en algunas cosas, dándome la espalda.
Oye, sigo aquí, Narciso.
Me acerqué por detrás, pasando ambas manos sobre sus hombros hasta llegar a tocar la mochila que cargaba frente a él. No se movió y tampoco la soltó, lo que hizo más incómodo el ambiente.
—¿Vas a soltarla o...? —Traté de no sonar mal, pero mi postura tampoco podía cambiarse a menos que yo la soltara de igual manera.
Trató de girar a verme, haciendo que ambos chocáramos la cabeza.
Por Newt, voy a quedar estúpido con otro golpe así.
Pero ese golpe no fue todo, el cuatro ojos amargado chochó su cabeza contra la mía, haciendo que ambos nos separáramos y dejáramos caer mi mochila. Nos vimos los tres, confundidos.
—Enano...¡Gracias por la ayuda pero tu cabeza duele más de lo que me gustaría! —Exclamó en pose de diva, tomando sus cosas con indignación—. Tengo que ir justo ahora a un lugar, pero con este golpe me veré como Megamente —suspiró, dando la espalda ambos.
Se despidió con un breve saludo y siguió su camino después de arrebatarme la camiseta que cargaba en una bolsa de tela. Nos dejó a ambos solos, en el sitio sin saber qué hacer.
—Entonces de verdad la gravedad nos está haciendo colisionar —me rendí ante el destino tratando de romper el hielo, pero él alargó el silencio—. Hablas poco, ¿no?
Abrió los labios unos milímetros, parecía soltar un poco de aire. Sus ojos se contrarían como si hablara, pero no emitió ningún sonido hasta después de un tiempo.
—No, ¿por qué? —Fue su respuesta gélida.
—¡¿Ibas a decir eso?! —Grité, enojado.
—Ya me voy —informó, apretando la mano con la que llevaba un paquete de carnes frías.
—¿Qué hiciste justo ahora? —no parecía entenderme—. Me refiero al golpe. ¿Por qué entraste tan de repente? ¿Tienes algún problema? ¿Algo contra mí?
Basta, llenar de preguntas es algo que molesta a todos, genio, me respondí.
Me acerqué más a su mirada ilegible, que encerraba más de lo que mostraba a los alrededores. Un rostro como ese intimidaba a muchos, y decía poco en bastante, cosas como: Soy alguien más en el mundo, así que ni soy menos ni más que tú.
—¿Acaso tú estás... —la idea de una pequeña broma no creí que le incomodara—...estás interesado en mí?
••••••••••••••••
Santo Matt, la forma en la que manejó shipps en un solo capítulo es aterradora.
¿Preguntas? 😏
Ahora traigo un hermoso fanart y memes KUL que alguna fan de Ei tuvo la gracia de hacer:
Bebé vándalo. <3
Esperen, un Near nunca hace daño.
Y, los memes de Ei con shipps raros:
La diva:
LOS AMOOOOOOO. *C va a asaltar el área 51*
~MMIvens.
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