Paso 5º.
"Paso 5º: Nunca olvides que en un fin de semana es más difícil divertirse".
~N.
Rind.
Mi nombre es Rind Vibes Vandálo, con acento en la segunda a, y es algo que nadie, ABSOLUTAMENTE NADIE –eso va para Near–, debe saber. El patrimonio de mi familia está en peligro al igual que la fe si alguien comienza a llamarme de esa forma. Prefería nunca mencionar mi segundo apellido, pues incluso el pastor de mi iglesia se asustaba al escucharlo.
Estoy cursando segundo de preparatoria, tengo 17 años. A pesar de eso, creen que soy mayor por mi aspecto un poquito rudo. Suelen llamarme "señor". ¿Saben qué es ser llamado señor a esa edad? Es como si cavaran tu tumba. La palabra señor me atormentaba, igual que el idiota Hiray Near que me llamaba así cada mañana.
¿Qué que quiero hacer en el futuro? ¿Mi gran sueño?
Tener mi propia panadería y hornear cosas especiales para mi abuela. El pan, un manjar de los dioses. El pancito que dieron la última cena, quiero hornear panes sagrados como ese. Quiero una panadería para oler a pan como mi abuelita.
Mi mejor amigo, es nadie más ni menos que el chico sin gracia ni sonrisa Either. A pesar de sus insultos y su amargura el realmente me agrada. Es sincero y da risa el solo verlo u oírlo, también es apapachable. Es un angelito con sucios pensamientos agregados por sus hermanos mayores y ahora compañeros de clase.
Vivo cerca de la escuela con mi abuela, ya que mi madre está en otra ciudad y yo quise estudiar aquí. Soy hijo único de sangre pero tengo hermanos adoptivos y amo mi vida. Bueno, sí pero no. La verdad no sé, DIOSITO. Hiray Near es lo peor que me ha sucedido este año. Gracias a él paso horas en detención como si fuera mi nueva casa, me quedo sin lápices, y mis almuerzos siempre desaparecen.
Abuelita, ¿qué debería hacer?
Este chico está loco... Pero es bastante cool a veces.
—¡Tal vez es por aquí! —Le grité al pequeño Either, girando en la primera calle que visualicé.
Ei cargaba su mochila gris con una profunda mirada amarga, como si se hubiera atascado de mentas con agua fría y la resaca lo fuera a matar. No le gustaban los lugares concurridos, mucho menos caminar debajo del sol por más de media hora; a pesar de eso lo arrastré conmigo. Debía disculparme con él cuando llegáramos a nuestro destino.
Hiray Near era un ladrón en toda la palabra. Robar lápices ajenos era un pecado, pero él no conocía límites al robarme infinidad de lápices. Hoy era un buen fin de semana, así que me desperté temprano y decidí recuperarlos con Either, a quien le di dinero pero nunca le aclaré la razón de la visita. Yo solo quería poder tener otra vez los lápices que decían "Te amo" de mi abuela en las orillas; ella siempre dejaba mensajes positivos grabados.
Nadie hacía nada malo los sábados, menos por la mañana. Tenía la esperanza de que Near estuviera en casa descansando o incluso desayunando con su familia, pero no le avisé que llegaríamos. Sentí escalofríos al imaginar a su padre o a su madre, pues esperaba escuchar gritos por el hijo problemático. Estaba preparado para leerles mi biblia.
El problema es que... no encuentro su casa. Soy un pésimo guía.
Abuelita, ¿cómo te orientabas?
Mis recuerdos un tanto lejanos de cuando salía a vender piñas con mi abuela trataron de colorearse en mi cerrada mente como instinto de supervivencia. La recordaba molesta por el calor pero al cuidado de su carretilla. Yo bebía un jugo de piña que preparó con hielos antes de salir.
—¡Abuelita! ¿Estamos perdidos? —Le pregunté, deteniéndome por el dolor de las plantas del pie.
—No, mi cielo. En unos minutos llegamos.—Afirmó, tomando la misma calle por la que habíamos pasado ya 4 veces.
La tomé de la falda floreada, pidiéndole que me cargara. El vaso con agua de piña se regó en la calle. Recuerdo haber llorado un poco antes de limpiarlo con ayuda de ella y seguir nuestro camino. Nunca dudé de mi abuela, pero en realidad...
Estábamos perdidos.
—Rind... —Susurró Either en tono áspero, brindándome escalofríos.
El pequeño me daba mucho miedo cuando se enojaba, su mirada clamaba desde el inframundo que me enterraría cientos de metros bajo tierra. Era alguien de temed, así que lo mejor era ignorarlo y callar. Apliqué la táctica del silencio, adentrándome en la amplia cruzada. No sabía cual era la calle correcta o si esa era la zona pero traté de fingir que solo buscaba el letrero con el nombre correspondiente pues el sol no me dejaba ver debido a su intensidad.
—Jeje, es por aquí... —respondo algo nervioso caminando lentamente por una de las calles. Ni si quiera sé si es la correcta. Piso hacia atrás y doy una vuelta mirando hacia la otra calle.
—¿Estamos perdidos, Rind? —Su irritación destrozaba la pregunta..
Abuelita, protégeme del mal.
—¡Mira, creo que es esa! —Apresuré el paso, rechinando la suela de goma contra el cemento
Iba a salir corriendo si los pasos de Either no me seguían. Necesitaba ayuda, una excusa lo suficientemente buena si no quería morir de tantos golpes que amenazaban llegar pronto. Rogaba que no se percatara de mi mala orientación.
—Estamos perdidos, ¿no? —Pude echarle un vistazo al inframundo solo con escucharlo enojado.
Dio pequeños pasos hacia mí, obligándome a voltear. Bajé la mirada solo observar su cabeza, él también se hallaba cabizbaja Águeda di el momento oportuno para dar su veredicto. Definitivamente iba a matarme si no me ocurría algo rápido, le estaba haciendo perder el tiempo y asolarse; las dos cosas que Either más odiaba después del no tener comida.
—Para nada. —Le regalé una sonrisa, apartando los mechones rubios que cubrían mi vista.
—Estamos perdidos. —Arrojó un puñetazo a mi brazo, seguido de una patada a mi rodilla que me obligó a retroceder por la fuerte contracción.
Trastabillé adolorido, tropezando accidentalmente con dos escalones que abrían paso al umbral de una puerta de madera vieja. Me apoyé en mis palmas, elevando la vista con bastante esfuerzo.
—Residencia Hiray... —Leí.
Me levanté de golpe al visualizar la placa sobre la madera. Por primera vez me sentí feliz de haber sido golpeado. Visualicé con mayor claridad la casa, que para mi sorpresa era exageradamente grande aunque un poco descuidada del techo. Lucía costosa, de dos pisos pero ancha de forma exhorbitante. Era raro, Near dijo que era pobre y por eso acosaba, ¡que no tenía ni donde caerse muerto!
—¡¿Es aquí, de verdad?!
—¿No vas a tocar? —Inquirió Either, apartándome como su zapato formal negro. Tocó el timbre desesperado, ambos moríamos de sed.
Se oyeron un par de gritos en el interior, seguidos de taconazos. Bajé la mano de Either para que se detuviera pues parecíamos molestar. Una chica de facciones pequeñas y cabello lacio de color café abrió la puerta, observándonos sorprendida. Tenía puesto un poco de gloss en el labio superior, en su otra mano sostenía el maquillaje mientras nos analizaba sutilmente. Era tan linda que de seguro Dios me repetía "Pequeño Rind, voltéate, eres muy feo como para verla".
—Ya voy de salida, Near... —Murmuró, quitando sus manos de la perilla antes de voltear a sus espaldas para gritar—. ¡Hermano! ¡Un niño y un vándalo están aquí! ¡¿Son gente rara de la escuela o qué mierda?!
¡¿Eh?!
—¡¿Vándalo?! —Me ofendí en grande, posando mi mano sobre mi pecho al sentir la gran punzada.
Definitivamente son hermanos estos dos. ¿Tan malo me veo?
Sentía que mi dignidad estaba derramada por los suelos al igual que mis esperanzas de cambiar el mundo con la felicidad que mostraba a menudo. Mi abuela era la única si sonreía si veía mi sonrisa, el resto lloraba o llamaban a los policías. En realidad, nunca supe cual era el problema de mi cara pero siempre fue así.
Near atrajo la vista hacia él al aparecer detrás de la puerta, abriéndola un poco más. Tenía guantes puestos pero no parecían estorbarle, estaba principalmente confundido por nuestras presencias. Era ilógico como él podía perseguirnos todo el tiempo en la escuela pero no esperaba que fuéramos por él.
De todas formas, mi abuelita me enseñó que todos los compañeros de clase son cercanos.
—¿Qué hacen aquí? —Interrogó, quitándose el cubrebocas azul y su mandil negro. El sudor resbalaba por su frente, pasando por sus ojos irritados que nos miraban fijamente cual pescadores. Sacudió su cabello tras chasquear la lengua.
—Nosotros... —No me permitieron terminar.
—¿Son tus novios o algo así? Siempre sospeché que eras gay —La chica rió en grande, recibiendo un golpe en la cabeza para que se callara—. Ay, pues. Que mal humor tienes, hermano.
Near soltó aire con molestia, llegando todo su peso sobre una de sus piernas mientras recargaba su hombro contra la puerta. Elevó la cadera, subió su dedo índice y lo sacudió de un extremo a otro con estas palabras:
—Puedo ser una perra —afirmó con una una actitud muy a lo diva—. Pero no soy homosexual.
—Hetero.
—Tampoco me ofendas. —Le dijo él.
Parecían tener una riña en la entrada. Ella le mostraba imágenes de un hombre que parecía vestir elegante, supuse que era parte de la película Orgullo y prejuicio. Near repetía que se detuviera porque todos amaban al Sr. Darcy sin importar sus gustos personales.
—En fin, yo tengo prisa —ella guardó su celular, mirándonos de reojo una vez más tras sonreírnos. Dio una vuelta en dirección a Near para mostrarle su lengua y darle un golpe en la pierna—. No hagas nada raro hermanito. Mi madre es muy susceptible a los ruidos y podrías desper... JA, Ya, me calmo
Near logró silenciarla con el golpe. Ella tomó un bolso del interior y salió corriendo con mini saltos mientras seguía mostrando la lengua como una niña pequeña. Su falda de cuadros giraba como una sombrilla decorativa que resaltaba sus tacones cafés.
Quise preguntar por su nombre y edad, aunque Near solo me miró amenazante y me vi obligado a callar mis dudas. Nos hizo señas para permitirnos el paso, se apartó del umbral mientras entrábamos y cerró la puerta con ya todos adentro. Su actitud era un poco tenebrosa.
—Bueno, ¿qué hacen aquí, zorras? —Inquirió, tomando asiento en el sofá de dos personas con las piernas cruzadas.
Solo el té que soltaba humo en la mesa de centro parecía inmune a sus palabras. Me señalé primero, tomando asiento junto a Either en el sofá continúo de color gris.
—¡¿Zorras?! —Grité espantado al escuchar la repetición en mi cabeza.
¿Nos llamó zorras? ¿A nosotros? Y Hiray es una limpia palomita.
—Lo lamento, estaba viendo Mean Girls mientras barría. Se me pegó lo zorra, golfas. —Explicó, llevando su cuerpo al frente para poder tomar su taza de té aun con casi 25º grados en la ciudad; aunque la vajilla era bonita.
—Lamento ser una zorra —Either se disculpó de golpe, dejando su mochila en el suelo—. ¿Pero a qué te refieres con zorra?
Either solo comprendía el término de animal...
—La verdad no estoy seguro, pero es algo como puta, ¿no? La verdad no me ofende, a veces es bueno serlo un poco. Pero algunos lo toman como... —Cubrí los oídos de Either ante la explicación de Near.
Yo no iba a permitir que siguieran profanando a alguien tan pequeño. Abuelita, quería conservar su alma pura inocente. Tenía que aplicar fuerza en la boca de Either para que ahora no preguntes no preguntara a qué se refería Near con puta.
—¡Cállate! —Silencié a Near con mis gritos y ojos llorosos, estaba por romper el llanto pues odiaba que se metieran con la ingenuidad de alguien; tampoco era bueno en esas conversaciones tan gráficas.
—Agh. ¿Qué hacen aquí? —Preguntó Near con hastío, sacudiendo su playera blanca para darse un poco de aire.
¿Él hacia la limpieza solo? ¿Y la madre?... Tenía un par de de dudas. En casa mi madre se encargaba de todo lo relacionado a comida y limpieza, era igual con algunos amigos de la iglesia así que rara vez yo me encontraba limpiando o algo similar. Lo único que yo hacía en casa era tender mi cama al despertar.
—Vine por mis lápices. —Aclaré, incómodo por no saber qué respuesta dar.
—Ah, eran tuyos. Están en la basura —respondió burlón y despreocupado, señalando el bote de basura de la entrada—. Quemados. Hechos ceniza.
¿Está consiente de lo que acaba de decirme?
—¡¿Eh?! —Fue un shock.
—Los usé para crear una línea en la que pasaran las hormiguitas y luego las quemé. —Sonrió, encaminándose a nosotros dos para darnos palmadas con ambas manos en la cabeza. Solo Ei se apartó.
Este chico...
Está enfermo, abuelita.
—¿Vives aquí? —Le preguntó Either, sacudiendo de igual forma su playera negra para lidiar con el leve sudor de espalda. Near le ofreció la ducha por si le molestaba demasiado el sudor, cosa que a MÍ no me ofreció.
Yo me estaba recuperando de la impresión. ¡Porque oigan, mató hormigas con mis lápices! ¡¿Qué hicieron para recibir tanto odio?!
—Seh, está bonito aquí dentro, ¿verdad? —Le respondió Near, dando pequeños pasos por la madera alrededor de la sala; habían macetas en varias esquinas.
—¿No eres pobre? —Preguntó Ei indiferente, dando esos pasos cortos también de forma pensativa.
—¡Cállate Ei! —Le pedí que callara pues era todo menos discreto, bastante directo a decir verdad.
—Lo soy. Bueno, en realidad me mantengo bien con todo el trabajo que tengo, solo que mi hermana despilfarra mis ahorros y es difícil pagar los otros servicios de la casa. Aunque la rento por 250 dólares mensuales —se encogió de hombros como si la cantidad fuera nada, aunque en realidad era nada en el mundo adulto—. Les diré el secreto. Nadie quería esta casa porque hubo un tiroteo medio intenso y se murieron varias personas.
¿Aún así está viviendo aquí?
—¡Era una gran oferta! —Se excusó con alegría—. Aparte tiene una gran habitación arriba para mi madre. Le gusta mucho.
—¿Y por qué tienes tantos libros? —Either preguntó por el gran estante tapizado de libros antiguos, pegado a la pared que se elevaba por las escaleras.
Near lucía orgulloso de aquello, su sonrisa me daba la impresión de que pensaba cosas raras. En realidad parecía alguien que tenía una relación íntima con el librero, demasiado íntima. Probablemente le excitaban los libros... Perturbador.
Yo estaba más confundido porque no me había percatado de que eran libros. Pensé que era una gran pared tapizada. Quizás estaba medio ciego ya de tantos trabajos que hice para la escuela y aún así reprobé.
—Ya estaban los libros aquí, son fantásticos; no pude evitar mudarme cuando él me dijo que le emocionaban. Pero bueno, ustedes que llegaron de la nada, les informo que yo iba también de salida para comprar los ingredientes para preparar la comida. ¿Pueden esperar? Si necesitan comer o beber algo, la puerta verde oscuro es la de la cocina —explicó con rapidez, dirigiéndose a la mesa de centro donde había una bolsa de tela y unos billetes del mandado—. Te voy a dejar una nota. Léela dentro de 20 minutos.
Se detuvo para anotar algo y cortarlo de su lista de ingredientes. Me lo entregó sonriente, dio un par de brincos con sus tenis para correr y nos dijo "hasta la próxima". Con eso nos dejó, ni siquiera me permitió preguntarle unas cosas. Me sentía como el peor invitado.
Either detrás de mí tenía una vieja densa. Era claro que se hallaba irritado por todo, desde el sudor hasta el hecho de que Hiray Near nos abandonó en su propia casa. Tenía miedo del pequeño, volteó con lentitud para ver su rostro demacrado.
—¿Ahora qué hice mal, abuelita? —Pregunté aterrorizado.
—¿Abuelita? No soy tu abuela. Tengo sed. —Sacó la lengua de forma peculiar, como un reptil saboreando el agua—. Voy a la cocina...
Arrojó su mochila sobre el sofá, dirigiéndose a los extremos de la sala en busca de alguna entrada. Frente a la puerta principal había otra división, algo como un estudio con puerta roja. Either de dirigió allí sin dudarlo y abrió la puerta, dejando a la vista la oscuridad del sitio y el frío del interior.
En esa habitación hay... Dios, ¿este chico está enfermo?
Fingí no haber visto nada y le ordené que cerrar la puerta. Él lo hizo confundido, mirándome en busca de una respuesta por mi actitud—. ¡Esa puerta no es verde, niño! Es roja, ¿no lo...? Ah, espera, tú...
—Sí, sí es verde. —Afirmó, recordándome que parecía daltonismo—. Cómo sea... ¿Qué decía la nota?
—¿Qué nota? —Me confundí más.
—La que te dejó Near. —Señaló mi pantalón, recordándome lo que había dejado.
—Cierto, la había olvidado —extraje con dificultad el trozo de papel, extendiéndolo para leer su pequeña letra cursiva.
Me arrepentía de haberla leído. En serio quería querer a todos mis compañeros de clase, pero no entendía porqué alguien irritable y tan idiota como Near se portaba así. Le rogaba a mi abuelita porque bendijera mi año escolar y lo liberara de todo mal. La nota decía: Puto el que me lea.
—¡Seguiremos a Near! ¡Le arrojaré la nota y le reclamaré por mis lápices! No le puedo quitar dinero porque el que quita con el diablo se desquita —tomé la mano de Either, quien se oponía a seguir corriendo pero mi enojo me llevó a salir de la casa con prisas sin importarme la opinión del enano.
Dimos zancadas grandes por la calle. Ambos íbamos casi tropezándonos pues no podíamos coordinar nuestro paso. El sol era aún intenso y los árboles se esforzaban por cubrirnos para no seguir quemándonos. Pensé que íbamos a recorrer la manzana en busca de un supermercado, pero para mí suerte y sorpresa sólo necesitamos doblar a la izquierda para tropezar con un poste y observar en la otra encrucijada a Near.
Estaba con una chica de cabello teñido, era un color gris. Ambos yacían de brazos cruzados, discutiendo sobre algo. Supuse que era una discusión de pareja. Me agaché con Either detrás de un carro, le dije que guardáramos silencio y aguardáramos a que resolvieran sus problemas. Pensé que fue a comprar despensa pero no, era más problemático que eso.
Agh, está mal escuchar conversaciones ajenas.
—¿Me darás las fotografías que te pedí? —Suspiró ella, tomándolo con fuerza del brazo; su rostro se pegaba de forma peculiar al brazo de Near, quien parecía incómodo por la cercanía y la sonrisa intensa de la chica.
—Sí, Lea, no me queda de otra. —Él aflojó su agarre, molesto.
—¿Las disfrutaste? ¿Se te para fácil? —Interrogó la chica, confundiéndome más. Either quiso saber a qué se refería pero le dije que guardara silencio.
Ella se detuvo con las manos detrás de su espalda, haciendo un círculo con la cabeza mientras esperaba una respuesta de Hiray. Near lo miró confundido por sus palabras de mal gusto, para después darle un empujón en la frente y responder a su pregunta.
—No vengas con tu mierda —le pidió Near, sacando de su bolsa de tela un sobre amarillo con letras que no pude leer. Retrocedí un poco al ver que miró hacia los lados, aunque choqué con las piernas de Either—. ¿Para qué las necesitas? Si se puede saber, bruja.
—La ratita de la biblioteca es muy molesta. Merece una lección, todos ellos la merecen por creer que son superiores al burlarse de quienes disfrutan su último año —informó en alto tono, elevando los brazos mientras posaba la mirada penetrante sobre él—. Solo jugaré un poco, cariño. Tampoco te preocupes de personas ajenas si no vas a ayudarlos.
Las manos de Near fueron directo a su cuello, elevándola un poco sin llegar a quitar sus pies del suelo. Di un respingón del susto por la agresión, Either detrás de mí presionaba mi espalda para saber lo que sucedía. Ambos lucían molestos, parecían al borde de comenzar una discusión más fuerte o incluso golpearse. Me sentía preocupado por ella pero en realidad la chica le sonreía sin arrepentimientos, sosteniéndose del brazo de Near para no perder el aire.
—¡¿Estás consiente de las personas que sufren por los abusos?! ¡¿Y estás consiente de cuánto?! —El grito escapó de la boca de Near, rasgando su garganta a tal punto de darme escalofríos con el resonar de las calles.
—Near querido... El gatito de quien pague más. —La chica sostuvo con más fuerza el brazo de él, presionándole. Se quedaba sin aire, apenas podía pronunciar sus palabras arrastradas—. No debes sacarle las garras a quienes te pagan, supongo que te entrenaron mal. Hijo de puta, no quieras desquitarte conmigo cuando te he dado demasiado ya.
Near soltó su cuello, dejándola toser para recuperarse de la presión. Le entregó con amargura e tirando su rostro el sobre. Recibió 500 dólares de ella, quien le sonrió en todo momento y le aclaró que era por el resto de trabajos.
—Si oigo algo malo acerca de ella, juro que te quemaré. —Le advirtió Near, peinando su negro cabello detrás de la oreja.
Este chico es raro, abuelita...
Hiray Near es un chico muy sospechoso...
• • •
¡Ya estamos aquí! FELIZ MES DEL ORGULLO.
Fanarts bellísimos de futuros personajes:
~MMIvens.
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