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Paso 4º.

"Paso 4º: Recuerda, dormirse a medio trabajo, es de idiotas".
~N.

8 DE LA MAÑANA.

Los chicos son iluminados por los molestos rayos del sol como si los ángeles bajaran del cielo para bendecirlos con besos en la nalga. Se encuentran en medio de la nada, recostados como dos pétalos de rosas con perfume de sudor. El brazo del joven afeminado rodea los pectorales del feo maleante que en ese momento luce atractivo por el poder de los cielos.

Sus piernas están en vueltas con el del otro perfectamente, igual que el tocino. Y se encuentran en una postura tan sexy... Tan sensual. Aquel afeminado tiene la playera algo levantada, dejando ver su perfecto abdomen (ojo, spoiler: de perfecto no tiene nada) desnutrido que se niega a comer para no engordar.

Esta vista no es apropiada para un joven narrador, qué asco.

Narrador/Ethan: No estamos en un BL y aún así estos están haciendo lo que quieren. Debo sermonear a los escritores para que esto no sea un fanservice ridículo. Y sí se preguntan quién soy, aclaro que soy un narrador presente desde la antigua versión de este libro, gracias. Los odio. En serio los odio, aún, y por siempre.

Near.

A veces pienso que sería mejor morir congelados de una vez a que te despierte un hermoso día teniendo una vida del asco poco agraciada y con deudas como la es la mía.. Ya saben, rayos de sol, un abrazo, y encima mojado. Un momento, ¿por qué mojado?

Mi cabeza sucia solo podía pensar una cosa. Me reincorporé con prisas para ver a mi alrededor. Parecía la orilla del lago hundido, la vista de algunos corredores matutinos y los patos que hacían del baño sobre las bancas que nadie visitaba porque corrías riesgo de resbalar al agua. Las casas todas iguales de color blanco me recordaron la zona donde nos hallábamos, cerca de la escuela y el puente donde hace pocas horas hubo un intento de suicidio.

Apoyé una mano sobre mi frente y golpeé un par de veces para entrar en más conciencia. Sentía el cabello pegajoso, mi mochila prensada al cuello tenía mi uniforme así que no había sufrido un robo. Recordaba estar muy cansado, supongo que fue un intento de mi cuerpo por descansar.

Dejé caer mi otra mano sobre el césped. No, era el cuerpo de Rind sobre quién tenía mis piernas por razones de no JOvenciTOS.

—¡¿Por qué estoy encima de ti?! —Chillé, lanzando golpes directos a su rostro babeado con la intención de despertarlo.

—Qué haces pueeeees... —Vándalo trataba de revivir su alma a causa de mis gritos, pero se quedó más frito que un aro de cebolla rancio al observar sus brazos rodeándome.

Su rostro apunto de estallar me trajo el terror, igual que una estrella fugaz que caía aunque ya estuviera muerta desde el momento en que la vimos. Eran malas noticias para mí, solo podía repetir unos segundos en mis adentros "ni lo pienses". Pero la verdad, creo que Rinds Vibes ni piensa, y si lo hace es con el pito. Igual que yo.

Su boca se abrió al igual que sus piernas. Su tenis fue directo contra mi rostro en una especie de maniobra dolorosa para sus nobles partes; el impacto me hizo resbalar con el lodo cagado, lo que me guió directo al agua y a golpearme con un pato desgraciado al que quiero llamar NO ME JODAS.

—¡Eres un idiota! —Clamé, tratando de sostenerme del pedazo de tierra, alejando a los patos con mi nado ridículo—. ¡¿CÓMO POR QUÉ ME TIRASTE?!

—¡Me espanté, ¿sí?! ¡Ya! —Sacudió su cabeza antes de extender sus manos para sostenerme.

Posicionó sus pies en una pose extraña de rana, rogando por no resbalar de igual manera. Me aferré a sus muñecas como si fueran cadenas resistentes así que de forma desesperada traté de subir. La fuerza que apliqué hizo que una de sus piernas terminara en al lago, aunque sus gritos salvajes diciendo que allí olía a caca lo inspiraron para sacarme por completo.

Respiramos agotados sobre el césped, chocando las manos para celebrar el éxito.

—Apesta. —Arrugó su nariz el oler mi camisa.

—Cállate. —Empujé su cabeza de nepe, mientras lo señalaba con el índice.

Me impulsé para tomar asiento en la hierba húmeda. Le dije que se sacara el tenis porque esa cosa iba a almacenar hongos si iba a la escuela con eso. Me quité mi camisa para exprimirla. Extraje mi uniforme húmedo de la mochila, agradeciendo un poco porque ésta fuera de piel y el agua no le entró demasiado por esa razón. Aún así olía extraño.

Me perdí el primer tiempo. Debo llegar a hacer la recopilación y entregarla en el almuerzo. No podré tomar el segundo.

—No volveremos a hablar de esto. —Hablé, observando a Rind de reojo, quien quedó pensativo al escucharme decir eso.

El rubio con los lados rapados y el flequillo grasoso se montó a una tortuga en su viaje astral. Tocó su pecho al percatarse de que tenía la camisa abierta. Volvió a mirarme con una mueca de anciano, hasta cubrirse cual princesa con masculinidad frágil.

—Nunca jamás. —Extendió su mano para crear la promesa conmigo.

—¡No, ni se te ocurra tocarme, pervertido! —Aparté su mano con un golpe, sacudiéndome con desesperación hasta señalarle mis partes bajas—. ¡Este pan de Dios no es para chicos, ¿entendiste?!

Nunca jamás.

—¡¿Eh, por qué dices cosas tan fuertes?!

Lancé otro golpe a su cabeza para que se callara. Gritaba en serio fuerte, no me sorprendería si de forma repentina me comenzara a sangrar un oído. Le dije que si me hablaba lo hiciera en un tono bajo aunque sé que no lo iba a cumplir. De cualquier forma, sacudí mi cuerpo entero antes de echarnos andar por la calle camino al instituto.

Me sentía medio vagabundo.

—¿Quién es el cerebrito de nuestra clase? Me perdí la primera hora y me perderé la segunda por terminar un trabajo. Necesito que alguien INTELIGENTE tome notas por mí. —Hablé de forma sarcástica, dando un salto para patear piedras invisibles y calmar la ansiedad por llegar más rápido.

—¿Lo vas a extorsionar, verdad? —Lo perturbé.

—No, tarado, pienso hacer un intercambio. Yo no soy un idiota, ¿sabes? La mayor parte del tiempo. Por eso en otra ocasión él puede saltarse alguna clase con la confianza de que yo haré el resto. Se matan dos pájaros de un tiro, y de hecho, no te imaginas ni un poco —elevé las manos al cielo, caminando más rápido con mini saltitos—, en serio nada, las ventajas de ser amigo del cerebrito. A esos tipos les perdonan todo, andan mamando pitos.

—¡No te estoy oyendo! —Gritó vándalo, fingiendo que mi voz no existía—. No me acuerdo del nombre, pero tenía de apodo babebrain.

—Lo encontré.

—¡¿Qué?! ¡Déjame ver! —Vándalo se inclinó para observar la pantalla, el nombre del compañero llamado Ray quién sabe quién mierda es aparecía en pantalla—. ¿Cómo lo encontraste tan rápido?

—Pones el apodo, amigos en común, esta ciudad en FB y pan comido. Esta gente suele poner sus apodos a lado de los nombres, si quieres encontrar alguien solo debes escribir el apodo o si tienen amigos en común buscar desde la lista de amistades que no la tengan privada. Mira, idiota, es la cosa más fácil, ni me pagan por eso a veces —sacudí mi cabello húmedo que empezaba a oler bastante mal—. Tú concéntrate en llevarme a la escuela.

—La escuela es hacia el otro lado. —Comentó, observando el nombre de la calle sobre un poste rojo.

Le lancé otro golpe, cuestionando a dónde íbamos entonces. Dijo que iba a la casa de su abuela para ducharse, yo le dije que hiciera lo que quisiera porque yo tenía prisa. Al final revisó su dirección y ni siquiera iba a la casa de su abuela, se estaba yendo a la caca, así que retomó el camino conmigo. Su orientación era una completa basura. Tardamos un rato en visualizar el instituto con pilares paralelos, agradecidos con el de arriba por llegar antes del segundo periodo que yo no iba a tomar.

Nos adentramos de inmediato por la segunda puerta. Presentamos nuestros gafetes de estudiantes y nos dirigimos a los lockers antes de seguir a las clases. Pegué un grito al escuchar la voz del enano detrás mí preguntando quiénes éramos. No entendía porqué demonios lo preguntaba si era normal ver a extraños en la escuela.

—¿Quién eres tú? —Lo hice autocuestionarse, obteniendo una mueca de sorpresa por su parte.

Rind le dijo que no pensara en mí, que me ignorara por completo. Either observó nuestras ropas, en especial la mía. Extendió ambas manos para tocar mi camisa, elevó la mirada y preguntó lo que su cerebro no podía contener.

—¿Por qué están mojados? ¿Intentaron nadar en el lago? —Miró a Rind también, cubriendo su nariz por el mal olor de ambos—. ¿Son idiotas?

—¡¿Idiota yo?! —Clamé, golpeando su frente.

—¡¿Cómo supo lo del lago?! —Rind trató de acorralarlo, pero el golpe en su estómago lo detuvo.

—¿Y? ¿Por qué no estás en clase ya, enano? —Le pregunté, volviendo la vista hacia mi casillero en búsqueda de mi libro de textos extraviado.

No sé ni porqué le digo enano si yo solo estoy más alto por 15 centímetros. Oh, porque mido 1.75.

Por alguna razón, siempre perdía mis libros y mi material escolar. A veces los prestaba y no los volvía a ver en mi vida, como si solo existieran en mi memoria. Otras veces desaparecían de mi pupitre, al igual que mi celular o cualquier cosa de valor que tuviera.

Malditos ladrones, ¡todos eran ladrones en las escuelas! Maldita sea.

Continué azotando los libros dentro de mi casillero con los pensamientos rencorosos, deseando dar librazos al siguiente que se atreviera a urgar en mis cosas.

—Estoy hablando con mi hermano —respondió el cara de póker, señalando detrás de su espalda. Giré en su dirección, queriendo poner la mano sobre la cabeza de Either para observar al otro—. No me toques. Estás sucio.

—¡Que no lo toques! —Bufó Rind, apretando los párpados con fuerza.

El enano y el vándalo continuaron empujándome, aunque yo seguía en el trance al ver al rubio de ojos azules en el casillero posterior. Nos observó unos segundos en silencio. Cuando pudo reconocerme, emprendió los pasos necesarios hasta mí con la intención de darme un manotazo en la frente para vengar el mismo golpe que yo le había dado a su hermano menor.

—¿Y ese golpe como por qué? —Enserié la mirada, dándole un empujón en el hombro.

—Tú golpeaste primero a mi hermanito. ¿Quién demonios eres? —Me interrogó con mal genio, tomando a Either de la cabeza para abrazarlo como una madre gallina.

—No me toques —Either trataba de escapar, aunque la fuerza del otro parecía no permitirlo—. Es Near. Un compañero.

Auch, compañero.

—Voy a llamar a seguridad. —Le avisé al rubio con una sonrisa, recordándole que estábamos en periodo de clases y él no debería estar allí.

—Nos vemos en casa —el chico me ignoró por completo, dirigiendo sus palabras para Either exclusivamente—. Solo vengo avisarte que tendré que salir de la ciudad una semana para ver los intercambios de la empresa. Dante vendrá a recogerte

Either se mantuvo con la expresión de "los odio a todos", mientras su hermano por otro lado se retiraba tras darle un par de besos en la mejilla. Fue bastante incómoda la vista. Procedí a marcharme cuando ellos se dirigían al salón; yo tenía planes de buscar a la chica de uñas verdes que tenía en su poder mi dinero.

Bee se hallaba afuera del baño de hombres, saludando a un par de conocidos mientras esperaba por mí. Le llamé con un apodo distinto para que entendiera que se acercara con cautela. Nos apartamos al pasillo entre el principal y la ruta a los baños, asegurándome de que no había cámaras de seguridad en la zona.

Abrí mi mochila al verla impaciente, su coleta se sacudía con cada movimiento de cabeza que realizaba.

Bee se inclinó al visualizar el bloque de hojas. Extrajo los 200 dólares acordados y los metió en mi pantalón, abandonándolo. Recibí un beso sorpresivo y una sonrisa pícara. Me tallé la boca con el saco del uniforme y le pedí que no lo volviera hacer, odiaba ese tipo de contacto entre desconocidos.

A s c o.

La primera vez que nos conocimos fue en una fiesta nada agradable en la que tuve un cliente. Ella solo corrió hacia mí, y tras darme un beso comenzó a bajarme los pantalones. Odiaba las celebraciones de los chicos con dinero, todos estaban borrachos y hacían lo que querían.

—Solo toma —le entregué el bloque de hojas tras acomodarlo en un sobre—. Información sobre familia, infancia, escuela, planes a futuro, acta de nacimiento y donde se encuentra hospitalizado actualmente.

—¡¿Hospitalizado?! —Tiró de mi corbata furiosa, sus ojos eran amenazantes— ¡¿Cómo que hospitalizado?! ¡Debiste cuidarlo! ¿Sabes qué lindo era? ¿No pudiste hacer eso?

—El idiota intentó suicidarse, ¿no deberías preocuparte tú, con todo ese dinero que tienes, por ayudar al resto de los que quieren morir? Yo ni dinero tengo, hazte responsable. —Aparté la mirada, avergonzado por el recuerdo de esa noche.

Es mi culpa, pero sinceramente no quiero admitirlo. Enojarse a veces es mejor. Lo siento.

—Suéltame —le ordené, elevando una mano para palmar la suya—. No puedo respirar.

—Oh... —Me soltó de golpe, mirándome de frente con ojos sorpresivos—. ¿Estás molesto?

NOOOOOO, SOLO TENGO CARA DE ROCA, ESTÚPIDA.

—Para nada —me alejé con incomodidad de sus manos, balanceando mis brazos al frente con la intención de poner más distancia—. No vuelvas a comunicarte conmigo, es el ultimo favor que te hago, Bee. Es cansado.

—A Lea quizás no le guste escuchar eso, ¿sabes? —Se rió, recordándome a aquella mujer maldita—. Pero bueno, así quedamos, Jay.

—Última vez que me llamas por ese nombre —le advertí, chocando frentes con ella—. Y no lo hables con nadie. Al menos aprende a guardar mi privacidad.

~•~•~•~

—Los humanos cometemos errores, tenemos permitido hacerlo, pero hay veces en las no que podemos ser perdonados, ni por nosotros mismos, ni por nadie más. Nadie se compadecerá de nosotros. —La voz del profesor ambientaba mi incómodo sueño.

Por un momento, no pude distinguir lo que veía. Una especie de pesadilla en tercera persona, presionando con fuerza mi pecho como si me enterraran a 10 metros bajo suelo de concreto. Era asfixiante, aunque morías volvías a recobrar consciencia, y volvías a perderla como si fueras un molino en constante dolor.

Sentía que me retorcía, escuchando su voz de continuamente, los empujones y a mi hermana interponiéndose. Sus castigos.

Esos castigos, esos abandonos. Lo perdimos todo. El tiempo no pasaba. El tiempo jamás pasaba. Nunca pasaba. Me jodía en grande

Atado a un pasado de hace 8 años que se convertía en un "pasado continuo". La pesadilla volvía a mí como si fuera mi presente, haciéndome gritar en plena clase.

—¡NO QUIERO SENTARME EN ESTE PITO! —Clamé por el terror de la silla, ordenando un cambio de asiento.

—¡¿Puede callarse de una buena vez, Hiray?! —El profesor azotó su libro contra el pizarron, señalándome con el índice para silenciarme.

Tomé asiento de vuelta con enfado. Aparté la libreta que cubría mi cabeza para dejarme dormir. Sabía que debía prestar atención, pero en serio estaba cansado. Quería dormir por varias horas o incluso todo un año, imaginando que ni siquiera el cielo existía.

Ni concentrarme puedo porque me robaron los libros de texto.

—Psss. Préstame un libro —di una leve patada a la silla de Either, pidiendo por el libro que me faltaba.

El enano inexpresivo en realidad era bueno haciendo la mirada de psicópata. Parecía querer asesinarme por molestarle. Elevé mis manos en una sonrisa para tranquilizarlo y lo dejé en paz. Daba miedo por segundos.

—Solo quería el libro... ¿O no? —Me reí en bajo tono, asustado.

Giré mi torso, elevé mis dedos en señas y traté de captar la atención en Rind. Estaba sentado detrás de mí, mordiendo su pluma morada mientras se quemaba el cerebro tratando de tomar apuntes. Era ese tipo de persona que por más que estudiara su cerebro no retenía nada y reprobaba todas las materias. Había más probabilidad de que terminara vendiendo Avón a que fuera un abogado o algo parecido.

—Psss. —continué llamándole, aunque se cubrió una oreja para ignorarme por completo—. Psss. Psss. Psss. PSSS. Préstame un libro... PSSSSS.

—¡¿Qué quieres?! —Gritó furioso, poniéndose de pie.

—¡Vibes, castigado! —El profesor amante de los castigos lo sentenció otra tarde.

Rind juró mi muerte, sus amenazas lucían poco serias. Me sentí acalorado así que comencé a sacudirme con la libreta que tenía en sus manos, haciéndolo enojar más. El profesor perdía la paciencia. Arrojó su lapicero al suelo, asustándonos de golpe.

—¡Ambos castigados! —Clamó.

No soporto que me castiguen.

—Hace calor aquí, ¿o es mi imaginación? —Le guiñé el ojo—. Ah. Ah. Ah... Hace en serio...

—¡Hiray, ¿me escuchó?!

—No, disculpe. Me distrae fácilmente la libreta en la que lo dibujó Either Cold. —Señalé al pequeño frente a mí.

Either Cold dibujaba en su libreta la cara deforme del profesor. En realidad el niño tenía nulo talento para el dibujo, aunque el aspecto tétrico no fallaba. El viejo tenía las tripas de fuera, aunque creo que era spaghetti, y a su lado la leyenda: "Los huevos no me gustan". El enano cubrió su libreta de inmediato al sentir la mirada del profesor a un lado, incluso le preguntó si quería el dibujo pero al ser castigado de igual manera giró con su mirada amenazante.

—Los tres. Fuera de mi clase.

El profesor nos echó con todo y mochilas. Salí exhausto, mirando al horizonte por el balcón que daba al jardín principal.

Miré el atardecer, deseando irme con el viento para reencarnar como el dios asesino que deseaba. Rind lloraba a un lado, pidiéndole disculpas a ese Dios en lo alto por haberle fallado en la misión de "no molestar a los profesores". La presencia de Either estaba detrás de ambos, aunque su indiferencia no cambió, solo dio un par de pasos hasta recargarse en una pared y desplomarse sobre el suelo a comer carne seca que extrajo de su bolsillo.

Saqué mi botella de agua de la bolsa auxiliar de mi mochila. Primero, estaba sorprendido de que no la hubieran robado. Segundo, estaba vacía.

Suspiré, pegándome a la pared hasta dejarme caer al suelo junto al enano, quien comía carne seca apestosa. Le dije que esa cosa sabía a comida de pescado. Me preguntó a qué sabía la comida de pescado y porqué la había probado. Le dije que quería guardar mi silencio. Rind nos acompañó, abriendo su bolsa de botanas.

Los tres estuvimos allí el resto de la clase, compartiendo lo que teníamos en las mochilas. Either nos invitó menta porque no compartía carne y yo les repartí unas leches de vainilla que tenía, aunque nadie las bebió porque estaban echadas a perder. Al final decidí tomar una siesta en el hombro del jugador de póker, aunque le puse alto a Rind al verlo intentar lo mismo con mi hombro.

—Hey, Near, con respecto a lo de la mañana... —Balbuceó, estirando su cuello.

—¡No lo digas! ¡Ni te atrevas! —Empujé su cabeza lejos de mí.

Me puse de pie al escuchar el tono de mi segundo celular. Recuerden nunca hacer tratos desde un equipo personal, es demasiado arriesgado. De preferencia, finjan que son de nacionalidad China o algún lugar súper lejos como Arabia.

El mensaje de un desconocido pidiendo los servicios de "N.H.I.", o sea yo, iluminaba la pantalla.

"¿A quién voy a matar?", escribí en el chat.

• • •
Eliminé dos escenas de este capítulo. Nunca las voy a extrañar, GAHAHAHA.

¡Tengan un lindo miércoles! <3

~MMIvens.

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