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Paso 10º.

"Paso 10º: Recuerda que la vida puede ser como un elevador, a veces es rosa y a veces es cruel... No, creo que no era así".

~Near, 2018.

Near.

El pequeño Either esperaba como Julieta a su Romeo muerto, o quién sabe, si Either hubiera estado en la obra de Shakespeare seguro fue el que ocasionó la muerte ambos. Podía llegar a ser medio turbio a veces, si soy sincero.

Por mi parte, también habría preferido quedarme a ver una película en casa pero el deber me llamaba. Mis planes a futuro siempre eran inciertos, pero mientras tuviera dinero las cosas saldrían bien. Debía prepararme, almacenar rápido. En cualquier momento, el dinero servía para huir y ser feliz.

Huir muy lejos.

—Hey, ese chico es muy apuesto. —Escuché murmullos alrededor, las personas que abandonaban la cafetería a nuestras espaldas arrastraban las palabras y daban fuertes sorbos.

Ya lo sé, gracias.

—Aaaaah, es cierto. Es un poco más bajito de lo normal pero en unos años será un bombón. —Los desconocidos cayeron de mi gracia al señalar continuamente a todo menos yo.

Hablan de Either. Debería dejar de acosarlo y solo acercarme.

Di pequeños pasos silenciosos a pesar de la suela de charol. Apoyé primero la planta y con lentitud reposaba las puntas, igual que un cazador en el bosque. A falta de árboles o edificios altos que hicieran sombra, los rayos de sol por la mañana apuntaban sobre nuestras cabezas con gran intensidad. El miope contraía los ojos, yo también, pues sentía que mis lentes de contacto se secaban con horror.

—Llevo aquí más de 20 minutos... —Lo escuché maldecir tras tomar de su botella de agua—, son unos malditos impuntuales.

—Ese tipo vestido de mayordomo que se acerca al chico parece un cosplayer, ¿no? —Sentí las miradas sobre mí, agradecido por no morir en el olvido—. También está guapo.

Y aquí es donde entro yo, jujuju.

Abalancé mis brazos sobre su cuello, tratando de obligarlo a saludarme como buenos conocidos para no crear sospechas a los chismosos. No colaboró a la primera, en realidad sí lucía bastante incómoda la situación. Nada me salía bien con él si Rind Vibes no era un intermediario en nuestra relación.

—¡Either, lamento la tardanza en serio! —Clamé, aferrándome a su camiseta para no dejarlo ir.

"Aléjate, basura", me gritaron sus ojos que parecían contener memorias de asesinatos. Quedé helado, si daba un paso seguro tendría una bala metida en la boca. Él se aferró al bolso que colgaba de su hombro, dio media vuelta y emprendió su camino por la calle concurrida que nos aterraba a ambos.

¿Fingió no conocerme como por...? Santo cielo, escritor, ¿qué te hice ahora? ¿Te estás vengando porque no respeto la cuarta pared? No seas.

Aceleré mis piernas para no perderlo de vista. Continué llamándole por su nombre, le pregunté algunas cosas o solo le grité pero llegamos a un punto en el que parecíamos jugar serpientes y escaleras. Cuando yo le hablaba él escalaba, y cuando lograba estar lo suficientemente cerca las personas me chocaban hasta hacerme descender.

—¿Trajiste el helado que te pe...? —Volvió a darme la espalda para seguir dando vueltas en círculos—. ¿O los preservativos de chocolate que mencioné en el chat? ¡¿Al menos me das agua?!

Pregúntale.

—¿Alguien te persigue aparte de mí? —Aproveché la situación, pero ni siquiera se inmutó ante mi pregunta; seguro no lo entendía.

No respondió ni ante mis bromas o mis preguntas maliciosas. Rind seguro me habría golpeado desde antes. Que, hablando del cabeza de estropajo, ¿dónde se había metido? La tardanza que nos hacía padecer me asfixiaba. Tantos rostros desconocidos chocando contra mi traje limpio era desagradable, sobre todo el terror de encontrarte con cualquier persona o solo confundirlos.

—¿Me estás ignorando? Oh, vamos, ya habías venido hasta acá por mí. —Sostuve su brazo, presionándolo con fuerza para obligarlo a verme de frente.

Era alguien más bajito, un verdadero chico con uniforme de secundaria. Sus ojos claros y desconocidos me asustaron. Solté su brazo con pavor, aclaré que me había confundido de persona. No se molestó, pero yo sí.

Either estaba a un costado, buscando cómo salir de la multitud sin importarle mi desesperación.

—¡Ya, deja de moverte e ignorarme! —Le grité, haciéndole voltear con una mueca disgustante.

Es horrible cuando te ignoran aunque hagas chistes buenos.

—No sé de dónde sacas eso, yo no te estoy ignorando —su mentira fue más fea que la vaca de Amber en la taza a media noche—. Estás vestido como un ridículo, aléjate. Me voy a comer.

Trató de escaparse de mi mano pero apliqué más fuerza sobre su camiseta. Nos miraron raro, algunos siguieron de largo al ver que Either no se movía ni pedía ayuda.

Rodé los ojos, no me molestaban esas miradas pues los bendecía con mi belleza a primera hora. Siempre y cuando no recibiera denuncias las cosas estaban bien.

—A simple vista, luces como un rarito con traje, salido de una convención, quien está acosando a un chico menor que él —objetó inexpresivo, asustándome por su manera de imaginar las cosas. Lo solté, deseé tener el derecho de abandonarlo y olvidar la idea de involucrarme con él—. Solo déjame, compañero de clase Hiray Near.

Comenzabas a agradarme mucho, hijo de...

—¡Déjalo pues! —El grito llegó acompañado con el dolor agudo hacia mi rostro, como si mi cuerpo fuera una tabla de madera a la que levantaron en alto y golpearon contra la pared. Rodé más que una jodida bola de boliche, y el jugador fue un vándalo con pulmones de acero—. AH, ERES NEAR. ¡¿Por qué te vestiste así?!

Puta madre, LE HABÍA DICHO QUE VENDRÍA DE MAYORDOMO. NO ME PAGAN LO SUFICIENTE PARA ESTO.

Su pie seguía sobre mi mejilla, mi cuerpo tumbado para esperar la muerte asustó a los transeúntes. Escuché los pasos alejándose al tener la oreja pegada sobre la calle de concreto. Con dolor elevé los ojos hacia el rubio vestido de sacerdote, que aún se cuestionaba mi situación a pesar de tener la pata sobre mí.

—Quería vestirme así. ¿Algún problema? Mi trasero elegante no tiene humor para quejas —golpeé con mi puño su pierna para hacerlo apartarla. Me senté en la calle, con molestia extraje de mi bolsillo toallas húmedas y me limpié el rostro apresurado—. Para qué vivo, en serio. No tiene sentido. Los odio. Y quita tu otro pie de mi pantalón, ¿sí?

Uy, sí me molesté.

Rind lució apenado por segundos.

—Déjalo. Es así y ya. —Le habló Either a Rind, cual muñeco sin sentimiento alguno.

—Lo sé, es... —Vándalo retiró su zapato con asco—, medio desagradable.

—¿Siguen hablando de mí aunque estoy presente? —Me frustré al ponerme de pie. Sus tenis lastimaban de forma descomunal—. Digan lo que quieran, así levantan más mi ego.

Either y Rind respetaron el silencio, Les juré odio a ambos por aquello, quería odiar libremente al menos en mi cabeza. El amor era libre, el odio igual pero era más intenso. Supongo que se escapó en voz alta.

—¡¿Qué hice ahora?! —Interrogó Rind sorprendido.

JOJOJO, ¿NO HICISTE NADA? ¡¿Me crees estúpido?! ¡Pusiste tu tenis sucio en mi puta cara!

Ethan/Narrador: Estoy seguro de que era cara de puta. Solo por eso no te estoy censurando.
Matt/Escritor: Oh, no le dijiste eso...

—¡Agh, es que eres demasiado feliz! —Callé la verdadera razón, al sentirme avergonzado de escuchar la charla de los seres supremos que se hallaban en el renglón de arriba.

—¡¿Eh?! ¿Y eso qué?!

Propuse que solo comiéramos del bendito helado, si es que Either no lo había olvidado. El chico bajó el bolso que llevaba, lo que en realidad era una pequeña caja con un bote de helado. Le pedí a Rind los conos que él debía traer. Comencé a servirlo lento, mientras les aclaraba que al terminarlo iríamos de inmediato al evento del acuario.

Recibieron los conos de helado con agradecimiento. Agotados por el sol, pero ambos estaban acostumbrados a madrugar. Either tenía insomnio y Rind se levantaba para que su Dios lo ayudara. Yo solo porque tenía que hacerlo.

—Cuidado, podría tener droga y acabarían casados con una cabra —muisté, observándolos babear el helado. Me miraron confundidos. La cruz dorada de Rind colgando de su cuello llamaba más la atención que mis palabras—. ¿En serio? ¿No leyeron "Casado con una cabra"? Pero si está en Wattpad...

—Ugh, quién lee ahí. Puras cosas satánicas. —Rind se retorció.

—No sé qué es eso. —Either negó la existencia misma.

—¡Ya dejen de tratarme como un gato fino que mueve su pelaje como si estuviera en un anuncio de shampoo! —Les grité enfadado.

—¡¿Ahora de que estás hablando?! —Rind estaba casi por llorar.

~•~•~•~

El mensaje de texto me perturbaba un poco: Está bien competir el centro de atención de vez en cuando, Near. Tómate tu tiempo lejos. Pero vuelve.

No podía dejar de leerlo, ni comprender quién podía ser. Mi lista de enemigos era más larga que... Ya, basta de ejemplos cochinos.

Era silencioso de manera extraña. Los peces que se acumulaban frente a mí, reflejando la luz azul al entrelazarse con el agua, hasta mostrar distintas formas en el suelo. Algunas personas disfrazadas compraban en los puestos detrás, las típicas cosas de convenciones, otros tomaban fotos sin flash.

Mis dedos se aproximaron al cristal, deseando pasar al otro lado.

—¡Ganaste! ¡Eres un ganador! —La voz de una mujer mayor interrumpió mis pensamientos.

—Soy el mejor, lo sé. —Susurré, lanzando un beso al aire.

—Ni siquiera sabes qué están haciendo. No volteaste. —Objetó Either, posándose a un costado mío sin poder contener sus comentarios lógicos.

—¿Y? Yo lo puedo hacer mucho mejor, ¿algún problema? —Inquirí imponiendo mis palabras, ajusté mi corbata para darme más presencia.

Either no comprendía mis chistes, era aburrido. Rind observaba como bobo terrorífico los peces mientras comía un postre con malvavisco y galletas. Retrocedí del sitio para ver sus espaldas, la sombra de ellos que se alargaba en el suelo al estar contra luz. Guié mis ojos por esas sombras hasta obligarme a girar, fue donde vi a la madre que le habló a su hija; juntas en una máquina con forma de delfín, metieron otra moneda pequeña para continuar su diversión.

No recuerdo haberme subido a uno de esos de pequeño...

Actualmente, me subía a la montaña rusa y le vomitaba a los niños, pero desconocía la razón de tanta diversión por subirse a un muñeco mecánico que se mueve lento y no te presenta ningún riesgo. Estaba curioso, un poco molesto también. ¿Qué conseguías al subirte a uno?

Lo cool era sentir que te morías, obvio.

Entreabrí los labios. Sentía vibrar mis manos dentro del saco. No podía centrarme en los sonidos agudos del rechinar de zapatos ajenos ni el calor que sentía por mi traje.

Mis dedos se abrieron paso entre desconocidos, esforzándose por tomar a la desconocida y apartarla de su hija; mi sonrisa no dejaba de crecer.

—¿Estás bien? —Irrumpió Either al tomarme por la espalda. Dejé caer de inmediato mi mano—. Tu celular parpadea en el saco.

¿Qué dijo?

—Te ves solo. —Dijo con desdén.

No supe qué responderle en ese mismo instante. No me interesaba pensar en una respuesta buena de todas formas. La llamada perdida en el celular y los mensajes me interesaban más.

—No me importa —torcí el rostro arrepentido al momento de mis palabras—. Digo, es que esa anciana es sexy, se vería bien en..., ugh, no, eso no. No está bien decir, ay, yo. ¿Sabes, niño? —Lo irrité con mi marea de palabras sin sentido—. Tú te ves igual de solo.

Le sonreí. No me devolvió la sonrisa. Su labio tembloroso guardó el silencio por medio minuto, obligándome a decidir tomar el celular y responder a la ubicación que me habían dado.

—Yo... —Either no pudo comenzar su explicación pues Rind nos alcanzó incómodo con su bata negra de sacerdote.

—Me salvaste, compañero —suspiré, abrazando a la fuerza al vándalo para intentar aplastar sus órganos y ocasionarle una hemorragia. No, obvio no, le agradecía el salvarme de una posible conversación sentimental o incómoda con Either. Su cabeza de estropajo me sacaba una sonrisa—. Dame de tu postre.

—No, seguro te huele la boca. —Se puso payaso, él era quien tenía olor a mantequilla entre los dientes.

—Chicos, necesito ir al baño —solté a Rind con mi tonta excusa, girando los talones en dirección opuesta. A unos cuantos metros se encontraban los baños, sería algo rápido—. No me vean así, soy ilimitado pero no un alíen. Vuelvo en un minuto.

Ugh, me siguen viendo con sospecha.

Traté de colarme entre los chicos disfrazados, pasé entre algunos puestos oscuros y tomé la primera ruta al baño de hombres. Palpé mi rostro y di un pequeño salto antes de adentrarme al lugar. Los baños azules y grises se hallaban casi vacíos, solo un cubículo ocupado y un señor lavándose las manos antes de salir.

Di cortos pasos mientras golpeaba mis uñas contra el cubículo del fondo. Escuché los tenis bajar de la taza del baño y abrir la puerta. Ingresé de inmediato al identificar su rostro joven junto a un par de lágrimas.

—¿Traes la información de mi madre? —Preguntó al verme cerrar la puerta. Me pegué contra su pecho, sus latidos eran agitados y el espacio reducido nos hacía hablar incómodos—. Eres él, ¿no?

—Sí, soy yo. Pero... —Suspiré, rebuscando el sobre dentro de mi bolsa oculta del saco. Él me miraba a impaciente, torciendo el cable de sus audífonos entre sus dedos. Se lo entregué a regañadientes, confiado—, bueno, será mejor que lo veas. Lo lamento.

Me había contratado para saber sobre la ex pareja de su madre, quien creía estaba volviendo a contactar con ella. Era cierto que se veían a menudo, pero no por razones de viejos amores, sino por el hijo mayor que tenían en común. Su padre lo sabía también, incluso el hermano, aunque todos prefirieron guardarle el tema a él.

—Cualquier cosa que necesites, vuelve a contactarme. —Murmuré al compás de mis pequeños golpes contra su hombro.

—Gracias.

Los dos billetes de 100 dólares puestos sobre mí no estaban siendo abandonados. Al tratar de tomarlos, pude sentir la resistencia en sus manos, no quería entregarlos pero sabía que ese no era el trato. Elevé una mano para dirigirme a él, su expresión fue de sorpresa y se disculpó mientras los soltaba sobre mi palma.

—Estoy bien con solo uno, tómalo como un favor. No necesito tanto.

Lo necesito mucho.

Asintió, guardándose uno de los billetes para él. El dólar arrugado se ocultó en mi bolsillo. Traté de no arrugar la frente ni cruzar más palabras con él. Abandoné el sanitario tras lavar mis manos y quitarme el saco que parecía asfixiarme, el calor me sofocaba.

Al echarme a andar por los pasillos hacia la exposición general, divisé a Vándalo y a Either encaminándose a mí con incomodidad, supuse había tardado más de la cuenta si solo iba a orinar. No era mentira que casi me ahogaba solo en el baño y quería patear traseros de ancianitos.

—Tardas más que mi papá en el baño —bufó Rind, elevando las manos para estirarse mientras sus pasos acortaban nuestra distancia.

—Las cosas buenas tardan en sal...

—¡Eh, OYE! QUÍTATE DE AHÍ.

Sus ojos me asustaron un momento. Elevé la vista perturbado a lo que fuera que se aproximaba, pero se abalanzó con fuerza sobre mi cuerpo, mientras cubría con sus manos mis ojos del peligro. Se azotó mi espalda contra el suelo, la pesadez de él fue más jodida que si una foca gigante me hubiera caído encima.

Haciendo AUAUAUAUA. O como hagan esas cosas.

Su abrazo sofocante me confundió un momento. Either se paró a un costado, observando los cristales en el suelo. Ambos observamos la segunda división del piso en lo alto, mientras Rind era el único que seguía preocupado por lo que cayó, a mí me preocupaba quién lo había arrojado.

—¡¿Estás bien?! ¡¿De dónde salió esa pecera?! ¡Recorcholis, se le habrá caído a un mequetrefe! —Me sentí asqueado de sus expresiones viejas, vándalo seguía tratando de asegurarse de que yo no terminé herido.

Una estúpida pecera atentó contra mi preciada vida. Pero... ¡¿Quién demonios querría...?! Ah, la pregunta es quién no querría matarme.

El agua llegó a mis pantalones. Solo contenía agua. Un trabajador corrió a preguntar si nos hallábamos bien, ordenó de inmediato al equipo de limpieza que recogieran todos los cristales y revisaran a los visitantes del piso superior. Either quedó perdido mientras observaba parte del objeto en el suelo.

—Aún tiene etiqueta. —Destacó Either, mostrándome que la habían comprado recién allí—, ¿estás bien, Hiray? Te heriste las palmas.

—¡¿Sí te cortaste?! ¡Te vas a morir! —Rind el exagerado casi me arrancó el brazo con su intención de revisarme, me sentí plenamente confundido e incómodo por sus formas de romper mi espacio personal.

La sangre salía como loca. Pidieron unas vendas, aunque el dolor era absurdo para mí, no se sentía como algo grave, seguro solo fue algo superficial pero llamativo. No pude evitar querer abrazar a Rind, entre carcajadas, bastante agradecido por su preocupación desinteresada.

—Gracias, hombre —me reí más fuerte, imaginando el haber quedado ciego por un minuto si no hubiera cubierto mis ojos. Alcancé a Either por el cuello, obligándolo a abrazarme también—, en serio gracias, chicos. Son buenas personas.

—¡¿Creías que éramos malos aún?! ¡Aaaaaaah, suéltame, malagradecido! —Rind quiso escapar aunque no se lo permití.

—Ya, les agradezco por ayudarme —pronuncié, aplastando mi rostro contra mi propio hombro, soltándolos a ellos. Limpié mis ojos con mi manga, también debía buscar un cambio de ropa con los organizadores pues no quería andar con pantalones mojados—. También, gracias, por tratar de entenderme.

Ya solo cállate, Near. Mucha heroína te bota la cuca.

Se miraron entre ambos, casi acordando el silencio. No me preguntaron porqué limpiaba mis ojos o porqué parecía querer llorar. La verdad, era bastante sensible, yo me ponía a llorar en momentos fuera de lugar. Si el huevo estrellado se me rompía chillaba igual que cuando recordaba no haber limpiado algo, solo chillaba como idiota; una y otra vez.

Esperamos pacientes a uno de los organizadores del evento, me prometieron un cambio de ropa. En la espera, mi celular volvió a vibrar. No esperé a que terminara por completo el sonido, ya estaba urgido en saber qué decía, me estaba colmando la paciencia.

Número desconocido: Parece que estás bien, me informaron. Los chicos que te acompañan, ¿de verdad son tus amigos o por qué no se alejan de ti estos días? Sabes que cualquier persona cercana a ti lo descubre, ¿cierto? No puedes ocultarlo. La pecera sin rencores, mil y dos disculpas.

Mil y dos... Agh, esta persona escribe demasiado.

Near: urgidO. Búscate una vida, por fa.

No son mis amigos, solo los estoy usando. Deja de meterte en lo poco que quiero lograr.

—¿Me invitan la comida? —Le pregunté a los dos chicos, mis compañeros de clase, quienes accedieron al pensar que yo no tendría mucho dinero.

• • •
No quería actualizar desde hace semanas porque Wattpad no me deja agregar música. Disculpen mi berrinche. 😔

~MMIvens.

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