Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7 | Elliot

¿¡Qué… carajos!?

Me siento aturdido. Desubicado. Adormilado…

Mi mejilla se siente… extraña. A penas y soy capaz de percibir un leve ardor en ella y entonces sacudo mi cabeza para intentar espabilarme, aunque en mi estado, es imposible.

¿Alguien me dio una puta bofetada, o fue alucinación? Había alguien aquí, ¿o no? Vagamente lo recuerdo, pero justo ahora, a pesar que todo se ve borroso, logro darle una ojeada a mi oficina y verifico que no hay nadie más… por un momento creí… que era ella. Podría jurar que la vi. Que sentí su perfume.

Río frenéticamente. Creo que el whisky me hizo más efecto ahora. Sí que estoy alucinando…

Tropiezo sobre mis pasos cuando intento regresar a la silla giratoria, pero me rindo. Prefiero no moverme demasiado y mejor me quedo en uno de los sillones que están al frente del escritorio.

Un suspiro quejoso escapa de mis labios, al tiempo que tiro la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Voy a quedarme dormido en cualquier momento. He bebido demasiado.
Casi no puedo sentir mi cuerpo y mi cabeza da vueltas...

Estoy jodido. Lo sé.

No sé cuánto tiempo pasa, hasta que escucho a alguien hablarme, pero no entiendo ni mierda. Creo que es Jared y creo que dice algo de que soy un completo idiota por embriagarme en la oficina, y no sé qué más. No le presto demasiada atención, no es como si realmente pudiera hacerlo de todas maneras.

Lo siguiente que a penas puedo percibir, es que Jared me saca casi de arrastras de la oficina. A ratos soy consciente de dónde estamos y a ratos me quedo como dormido. Justo ahora, creo que estamos en el estacionamiento. Tropiezo subiendo al auto y a penas y mi cuerpo queda acomodado en el asiento, es imposible no sucumbir ante la inconsciencia, algunos segundos después…






**~**






Un sonido estrangulado escapa de mi garganta. Inhalo aire por la nariz y lo retengo unos segundos, hasta que lo suelto con extrema pesadez. Hago una mueca con mi rostro e intento poner movilidad a mis extremidades, pero parece demasiado difícil.

Me siento como si me hubiese pasado un camión encima.

Finalmente logro llevar una de mis manos hasta mi rostro para frotarlo y otra especie de quejido retumba en mi garganta y pecho. Poco a poco abro mis ojos, y agradezco que la estancia esté un poco oscura porque estoy seguro que no soportaría ver luz, justo ahora.

Tengo una resaca de mierda. ¿Cuánto bebí?

Me quedo varios segundos con la mirada fija en el techo, intentando aclarar mi mente para recordar: ¿qué diablos hice? ¿dónde bebí? ¿cómo llegué a mi apartamento? Porque puedo reconocer perfectamente que estoy en mi habitación.

Estoy tirado de espaldas sobre mi cama, con toda la ropa puesta, a excepción de los zapatos. No sé qué hora sea. Ni qué día. Me siento como si hubiera dormido demasiado tiempo. El dolor de cabeza se va volviendo más vívido, mientras más consiente me encuentro. Un bostezo se me escapa y al cubrir mi boca con la mano, puedo sentir mi aliento. Bebí whisky sin dudas, y por lo mal que me siento, apuesto a que me bebí toda la botella.

Creo que esta es una de las pocas veces que he bebido en esa cantidad. No suelo hacerlo, a menos que haya un buen motivo… ¿Cuál fue esta vez?

Puta memoria. Todo está en blanco.
Mi teléfono suena en algún lado de la habitación. No tengo el más mínimo deseo de buscarlo, pero quizá sea importante la llamada. Hago una mueca de fastidio y me levanto de la cama, con demasiado esfuerzo. Me siento ajeno a mi cuerpo como si realmente mi cerebro no fuera capaz de enviar ninguna orden a mis extremidades. Definitivamente la resaca es de lo peor y aun así, termino cayendo en las manos del alcohol con facilidad, casi siempre.

El puto teléfono no para de sonar y juro que jamás había escuchado su tono tan irritante. El sonido taladra en mi cabeza y solo quiero hacerlo callar, así que salgo de la cama lo más rápido que me es posible, y trato de ubicar dónde carajos suena.

Me doy cuenta que mi saco está tirado en el piso y probablemente el teléfono se encuentre ahí. Lo recojo y rebusco en los bolsillos hasta que doy con el dichoso aparato. Atiendo la llamada, una vez me doy cuenta que es Jared.

 —¿Qué mierda quieres?— pregunto con la voz pastosa. Me cuesta reconocer que es mi propia voz.

—Wow, primero que nada, bájale dos rayitas a tu tono…

—No me jodas con eso. No tengo ánimos para tus bromas —lo interrumpo haciendo una mueca de desagrado, y con algo de dificultad regreso a la cama para sentarme en el borde.

—Está bien. Pero cálmate, Reynolds. Solo quería cerciorarme de que estuvieras vivo. Eres pésimo jefe, pero ante todo eres mi amigo, y es natural que me preocupe por ti.

Ruedo los ojos, o al menos lo intento, ya que siento un mareo al hacerlo —Entonces… ¿gracias?— exclamo con duda. —¿Qué hizo que te preocuparas?— Llevo la mano libre a mi frente, y hago otra mueca de desagrado, pero esta vez por la puta jaqueca.

—Reynolds, ¿sabes cuánto has dormido?— pregunta con sorna.

—No.

—Elliot, son casi las ocho de la mañana. Llevas dormido más de doce horas. —Su comentario me sorprende demasiado. No pensé que hubiera pasado tanto tiempo.

¡Mierda! Eso significa que, ¿ya es día lunes?

El mero pensamiento me provoca un extraño malestar. ¿Qué más bebí para haber dormido tanto?

Como si él me leyera la mente, responde antes que haga las preguntas —Te saqué de la oficina ayer, cerca de las once de la mañana y te llevé hasta tu apartamento.

—Mierda —mascullo pasándome la mano por la cara, ante ese comentario. —¿En serio desde el medio día de ayer?

—Oh sí, Elliot. Te emborrachaste en el trabajo —ríe un poco—, y por si fuera poco, continuaste bebiendo en tu apartamento. ¿En serio no recuerdas nada?

Niego con mi cabeza —Lo único que recuerdo es beberme una botella entera de whisky, o eso creo, y… —frunzo el ceño. Algunos recuerdos vienen a mi mente.

Vagamente creo recordar cuando llegamos al apartamento y que convencí a Jared de acompañarme a beber un par de tragos más. Él se fue ya avanzada la tarde, bastante sobrio, que yo recuerde; y creo haber seguido bebiendo solo, y luego, no tengo una jodida idea de qué más pasó. Creo que luego me quedé dormido. O más bien, ahogado de borracho.

Me quedo varios segundos intentando recordar más, pero él interrumpe mis pensamientos.

—Creo que ya hiciste una retroalimentación —dice con algo de sorna. —Como sea, creí que debía llamarte para saber si estabas bien. Imagino que no vendrás hoy a la oficina.

Un profundo suspiro escapa de mi garganta y me inclino hacia el frente, apoyando mis codos sobre las rodillas —Esto es una mierda —me quejo con la voz todavía más enronquecida.

—Una indiscutible resaca, hermano.

—Y voy a perder un puto día de trabajo por eso —reniego para nada a gusto con la idea. —Te juro que de no ser porque me siento como si un camión me hubiese pasado encima, estaría en la oficina dentro de una hora.

Ríe un poco —De ninguna manera, Elliot. Tienes que darte un buen descanso. Yo me haré de cargo de todo. No hay problema.

—Si tú insistes —exclamo con desdén. —De todas maneras no tenía muchos pendientes para hoy. Creo que no tendrás que hacer mucho trabajo mío.

—Eso es bueno. Así habrá más tiempo para la presentación del proyecto que hará la nueva publicista. Lo único malo será que te la vas a perder.

Al instante que escucho lo que dice, se me vienen dos imágenes a la mente. La primera: la señorita Blair. Tan elegante y hermosa como es. No podré verla el día de hoy. Pero la segunda imagen, es una mierda. Una noticia tan desagradable que de inmediato me provoca sentir el mismo coraje que sentí ayer cuando la recibí.

—Cancela esa presentación, Jared —escupo con autoridad y enojo.

—¿Qué?— se escucha aturdido.

—He dicho que canceles la presentación del proyecto de la señorita Blair —mi voz está rozando el filo del coraje. Mi mandíbula se tensa, pero continúo. —Perdimos la campaña de Summer Time.

La línea se queda en silencio unos segundos —¿Qué carajos estás diciendo, Elliot?— se escucha tan incrédulo. —Es una puta broma, ¿verdad?

—No. No es una puta broma, Jared. Me informaron ayer por la mañana, a través de un puto correo.

El coraje va invadiéndome otra vez y claramente recuerdo que eso fue el principal detonante ayer, para que me bebiera una botella de whisky como si de agua se tratase. Estaba furioso, a punto de destruir lo que sea que se encontrara en mi oficia, pero en lugar de explotar en ese tipo de ira, decidí tomar. ¡Estúpida decisión, de todas maneras!

—¿Por qué coños no me lo dijiste ayer?

—Estaba ahogado en alcohol —respondo con obviedad.

—¿Por eso bebiste?— Puedo jurar que está a punto de reclamarme. Ya reconocí ese tono de voz. —Con un demonio, Elliot. Debiste informarme recién te dijeron y no beberte entera una maldita botella de whisky. De haber sabido que era por eso, no te hubiera dejado beber un solo trago más.

—No era solo eso, Jared —me defiendo. —Sabes muy bien que un problema nunca llega solo. Los problemas tienen la puta manía de llegar en grupos. Uno tras otro. También tengo problemas… personales.

Silencio y un suspiro.

—Pero una botella de whisky no tiene la solución a ello, Elliot, y lo sabes —suspira de nuevo. —Últimamente has bebido con demasiada frecuencia.

Ruedo los ojos de nuevo. Ya sé por dónde va esto —¿Sabes qué? No tengo los ánimos para tocar esos temas. La jaqueca me está matando.

—Solo no vayas a… recaer —su voz intenta ser advertencia, pero suena más a una especie de súplica. Sé que realmente se preocupa.

Ahora es mi turno para suspirar —Te agradezco que llamaras. Ya corroboraste que estoy con vida, y ya te dije lo que tienes que hacer. Cancela esa presentación y luego hablamos más a profundidad lo que sucede. Tal vez llegue después del almuerzo.

No muy convencido, pero acepta —Como tú digas. Te mantendré informado de cualquier novedad.

—De acuerdo.

Finalmente, cuelgo la llamada y me dejo caer de espaldas sobre el colchón, soltando el aire por la boca, en un largo suspiro.

Puta vida. Putos problemas y… ¡puto whisky!

En cada resaca me juro a mí mismo no volver a beber una sola gota de alcohol más, y final de cuentas, termino haciéndolo. Le doy toda la razón a Jared de que el alcohol, jamás es la solución y me lo he repetido una y mil veces, pero siempre termino acudiendo a él.

Siempre me digo: un trago. Un par de tragos. Y cuando menos lo espero, ya me he bebido toda una botella, como ayer.

No recuerdo exactamente en qué momento perdí la cuenta de cuántos tragos me había tomado. Supongo que el hecho de recibir tantas malas noticias al mismo tiempo, fue demasiado; y no sé cuál de todas fue la que me puso peor.

Todavía recuerdo que tuve que contenerme para no lanzar la computadora al suelo, cuando leí el correo. No entiendo todavía cómo demonios es que tomaron esa decisión de descalificar mi empresa, de ese proyecto. Fue demasiado inesperado. Las justificaciones que me dieron son, absurdas. Ahora que lo pienso, algo anda mal. Necesito volver a releer ese correo y sacar conclusiones. Después de todo, nada me sorprendería que fuera un mal entendido o un error.

Necesitaré revisar algunas cosas de nuevo, solo para corroborar y estar más tranquilo, porque ya empecé a ponerme en dudas, aunque de todas maneras, ya lo doy por perdido y por eso mi mal humor desde ayer.

A todo esto, le sumo los problemas personales. Todo por la estúpida llamada que nunca hice. Sabía que debía haberlo hecho desde que regresé de Europa, pero lo pasé por alto finalmente y ahora las consecuencias. Sabía que debía haberle llamado.

Cierto mis ojos con fuerza y tomo una inspiración profunda.

—Solo es una mala racha —me digo en voz alta. —Va a pasar. Va a pasar —me repito varias veces, intentando dejar atrás este enredo.

Reviso la hora en mi teléfono y son pasadas las ocho de la mañana. Vuelvo a cerrar los ojos y un ronco quejido escapa de mi garganta. Quisiera volver a dormirme unas horas más, pero estoy seguro que eso sería un desperdicio total del día, teniendo en cuenta que lo tengo libre y puedo aprovechar a hacer algunas cosas pendientes. Definitivamente no voy a perder mi tiempo solo por no ir a la oficina.

Me levanto y me tomo unos segundos, sentado al borde de la cama, esperando a tener todavía más voluntad para ponerme de pie e ir por una larga y relajante ducha. Lo necesito con urgencia, para volver a sentirme como yo mismo y no como un jodido alcohólico con una tremenda resaca.

Me pongo de pie y camino hacia el baño, desabotonando mi camisa.

Bien, a rescatar el día de alguna manera…




**~**




Hago una mueca cuando el trago de café baja por mi garganta. De verdad que no suelo tomar mucho café, pero es realmente efectivo para contrarrestar los efectos de una resaca. Ya estoy mucho mejor. Luego de una ducha y dos tasas de café, la jaqueca desapareció y me siento un poco más despierto.

Estoy en la sala, con mi vista clavada en la pantalla de mi portátil y me encuentro completamente distraído mientras reviso el correo.

No he recibido respuesta alguna, al mail que envié hace unos minutos, para pedir más información acerca de mi supuesta descalificación. Según releí en el mail que ellos enviaron, me acusan de no haber completado el procedimiento para postularme como empresa interesada en el proyecto. También alegan un sinfín de cosas más, que definitivamente, están equivocadas.

Yo soy demasiado meticuloso cuando de pelear por un proyecto se trata, y por ende, jamás pasaría por alto algún paso importante, si sé que con eso podría perder ventaja. Es por eso que ahora, estando mucho más sobrio que ayer, he podido releer bien lo que enviaron, y he sabido defenderme. Sin embargo, ya puse al tanto de la situación a Jared, y de no recibir una pronta respuesta, he pedido que sea él o la nueva publicista quién se comunique directamente con los inversionistas. De todas maneras, en un momento saldré de camino a la oficina.

—¿Se le ofrece algo más, señor?

La voz de Margaret, me distrae y hace que alce la vista a ella.

—Estoy bien, Margaret, gracias —le respondo con una leve sonrisa.

Ella asiente —En ese caso me retiro.

—Claro. Será hasta mañana entonces —ella vuelve a asentir. —Ve con cuidado —añado.

—Sí. Hasta mañana.

No dice ninguna otra cosa y se gira para ir al elevador. Una vez se ha ido, me quedo en el silencio total del apartamento.

Margaret es la encargada de hacer la limpieza aquí y alguna que otra tarea hogareña. De vez en cuando me prepara la comida cuando estoy aquí. Es una agradable señora. No es muy mayor, pero sí me lleva varios años. Es una persona realmente amable y sin duda una buena compañía. Lleva trabajando para mí, alrededor de unos tres años, y la verdad, más allá de verla como mi empleada, la veo como una amiga.

Solo ella sabe las incontables veces que he llegado ahogado de borracho a mi apartamento y aunque me da pena admitir, también ha tenido que lidiar varias veces conmigo en ese estado. También está al tanto de algunas cosas de mi vida personal, porque yo así lo he querido. Confío en ella realmente. Además, sin duda alguna, sus sabios consejos me han caído como anillo al dedo más de alguna vez.

Cuando mi padre murió, ella prácticamente tuvo que mudarse un tiempo al apartamento para estar más al pendiente de mí, ya que realmente la estaba pasando mal. Le agradezco inmensamente por eso. Prácticamente ella se encargaba de mantenerme estable, distraído y de levantarme los ánimos. Y… no me gusta mucho recordar esos momentos, así que me deshago de esos pensamientos.


Suspiro y me paso una de mis manos por el rostro. Luego, verifico la hora y me doy cuenta que son casi las cuatro de la tarde. El día se me pasó volando. Le dije a Jared que iría después del almuerzo, pero no pude porque tuve demasiadas cosas que hacer. Tal vez no haya ido a la oficina, pero trabajo he tenido por igual.

Sin embargo, decido darme una vuelta por la empresa. Hay un par de cosas que quiero hacer allá así que, me pongo de pie para ir a vestirme adecuadamente y salir.








Media hora después de que salí de mi apartamento, estoy llegando a la empresa. No creí necesario pedirle a Matt que me trajera, así que yo mismo conduje.

Estoy entrando al estacionamiento en el sótano, y mientras empiezo a aparcar en mi lugar habitual, me percato que las puertas del elevador se abren. Una vez estacionado, puedo ver con más atención, y me doy cuenta que quien sale del elevador es la señorita Blair.

¡Oh, vaya! ¡Qué agradable sorpresa!

La observo con total atención y admiro lo bella que luce hoy. Debo decir que su imagen es diferente a lo formal que lucía la primera vez que la vi, pero no por eso significa que no se vea tan elegante.

Viste un entallado pantalón negro, una blusa blanca y también lleva puesta encima una chaqueta color beige, que hace juego con sus tacones. Su cabello tan negro y reluciente, está amarrado en una alta coleta. Realmente luce bella.

Quisiera quedarme un momento más aquí: contemplándola a escondidas desde mi auto, pero será mucho mejor si puedo hacerlo de cerca, así que sin pensarlo dos veces, bajo del auto para ir a ella antes que se vaya.

—Señorita Blair —exclamo elevando un poco la voz para que logre escucharme.

Está a punto de abrir la puerta de su auto, cuando se detiene al escuchar mi voz y de inmediato se gira para verme. No podría jurar pero sus hermosos ojos se abren con sorpresa al instante que quedamos de frente.

Me observa… extraño. Luce aturdida. Como si verme fuera lo que menos esperaba, o, ¿lo que menos quería?

—Buenas tardes, señor Reynolds —exclama con voz neutral.

Eso es de admirar. Aun luciendo nerviosa, logra mantener equilibrada su voz.

—Buenas tardes —respondo con un leve asentimiento y hundo las manos en los bolsillos del pantalón. —Necesito hablar con usted —añado.

Creo que debo saber qué tanto le informó Jared acerca de los problemas que hay con la campaña, pero veo que ella se pone todavía más… ¿nerviosa?

Se aclara la garganta —Señor Reynolds, yo… de verdad me siento incómoda por el incidente de ayer.

¿Incidente? ¿Ayer?

Estoy por abrir mi boca pero ella me interrumpe —Espero eso no vaya a tener consecuencias referente a mi trabajo y de ser así, las asumiré sin problemas —me observa con firmeza y su mandíbula se tensa un poco. —Así que con todo respeto, le informo que yo no permito que nadie, ni siquiera usted, se quiera propasar conmigo y aunque usted se encontraba en un mal estado, probablemente inconsciente de lo que hacía, me vi obligada a defenderme y no vi otra opción más que la bofetada y si cree que voy a disculparme por eso, está equivocado. No lo haré. No voy a disculparme.

Suelta todo tan rápido que me aturde y a penas me deja procesar lo que está diciendo.

¿Me propasé con ella? ¿Me dio una bofetada? ¿Qué carajos sucedió exactamente?

La observo totalmente confundido y ajeno a su palabrerío —¿De qué está hablando, señorita Blair?

—Por favor, no finja demencia —ataca. —Usted trató de besarme.

Que yo... ¿¡Qué!?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro