Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 64 | Elliot

Termino de acomodarme en la cama, metiéndome bajo las mantas mientras flexiono mi brazo izquierdo bajo la cabeza como si fuese la almohada. Estoy listo para dormir. Solo espero por Olive, quien no deja de dar vueltas de aquí allá por toda la habitación haciendo quien sabe qué. Justo ahora está frente al tocador terminando de aplicarse una especie de crema en la cara. 

Me quedo durante varios segundos contemplándola, con una ridícula sonrisa en mis labios. Extrañaba tanto poder compartir este tipo de intimidad con ella. Verla prepararse para dormir mientras yo la espero en su cama, envuelto en sus sábanas.

¡Joder! Extrañaba tanto estos momentos de pareja. De ahora en adelante creo que voy a querer hacer esto a diario. Quiero disfrutar dormir a su lado cada noche y despertar con ella entre mis brazos cada mañana. Eso suena a una manera perfecta de iniciar y terminar mi día.

Suelto suspiro, relajándome un poco más contra el colchón.

—¿Cuánto tiempo más debo esperar para que vengas a la cama conmigo? 

—Un par de minutos más —responde sin verme.

—¿En realidad tienes que hacer todo eso? —pregunto curioso.

—Sí. Es mi rutina antes de dormir.

—Pues yo solo me quité la ropa y listo —digo casual.

Esta vez ella sí gira un poco para verme de frente. Puedo ver que está sonriendo, pero es esa sonrisa traviesa que conozco muy bien.

—¿Te quitaste toda la ropa?

Le devuelvo la sonrisa traviesa.

—¿Por que no vienes aquí y lo averiguas?

Puedo notar cómo sus ojos bajan lentamente hacia mi pecho desnudo y en el proceso muerde su labio inferior. El gesto me provoca una reacción inmediata.

—Olive.

—¿Mhm? —murmura apartando la mirada para verme a los ojos de nuevo.

—Ya métete a la cama de una jodida vez.

—De acuerdo —dice sonriente.

Termina lo que estaba haciendo y apaga la luz, pero la habitación no queda a oscuras completamente ya que entra un poco de claridad a través de la ventana. Luego camina hacia acá, pero antes de subirse a la cama, pregunta:

—¿En serio te quitaste toda la ropa?

—Sí, así que para que haya igualdad, tú también debes quitártela.

—Voy a sentir mucho frío, así que no gracias —dice y finalmente se mete bajo las mantas junto a mí. 

Ella empieza a acomodarse la almohada bajo la cabeza, pero de un movimiento rápido la jalo contra mi cuerpo hasta que termina sobre mi pecho.

—Esta noche tu almohada seré yo —digo, rodeándola con mis brazos.

Una pequeña risita se le escapa.

—Bueno, no pienso quejarme.

Preso de un impulso termino envolviendo mis piernas alrededor de las suyas y estando abrazado a ella por completo, le doy un pequeño apretón.

—Elliot —chilla entre un pequeño quejido.

Suelto un gran suspiro al tiempo que suavizo el abrazo.

—Te extrañé tanto, Olive. —Bajo la mirada tratando de encontrar la suya—. Te extrañé como no tienes una jodida idea. Creí que jamás volvería a tenerte así entre mis brazos.

Una suave sonrisa se forma en sus labios y sube su mano derecha hasta acariciar mi mejilla.

—Pero aquí estoy, Elliot. Ya no te mortifiques más.

Ladeo un poco mi rostro buscando sentir más el toque de su mano.

—Promete que no volveré a pasar otra noche sin ti. Que no volveré a sentir la angustia de perderte.

Se acerca lo más que puede para terminar dándome un pequeño beso en los labios.

—Lo prometo —dice cuando se aleja.

Sonríe durante algunos segundos, pero de pronto puedo ser capaz de notar cuando su expresión cambia. Me mira insegura o tímida, como si hay algo que quiere decirme. Frunzo el ceño y pregunto:

—¿Qué sucede? 

Sus ojos me miran con determinación.

—Es que yo en verdad quiero que esto funcione, Elliot.

Con una mano acaricio su cabello.

—Yo también quiero eso más que nada, Olive. 

—Si ambos queremos eso, entonces debemos trabajar para conseguirlo. —Yo asiento en respuesta, entonces continúa—: Debe haber mucha comunicación entre nosotros, Elliot. Eso es vital para una relación. Quiero que siempre tengamos tiempo para escucharnos el uno al otro.

—Lo haremos —afirmo—. Siempre que necesites hablar algo, lo que sea, yo siempre estaré dispuesto a escucharte.

—Yo también estaré dispuesta a escucharte. A mí me gusta cuando eres abierto conmigo y me cuentas tus cosas, tus pensamientos y hasta lo que sientes. Quiero que seas siempre así.

Suspiro.

—Sabes muy bien que antes de ti yo era casi incapaz de exteriorizar mis pensamientos o sentimientos, pero tú hiciste que me atreviera a hacerlo, y sé que quizá todavía me faltan muchas cosas más por cambiar, pero trabajaré en ellas. —La abrazo con más fuerza—. Hoy más que nunca quiero ser diferente a quien era antes. Por ti y para ti, Olive.

Sus brazos rodean mi torso mientras hunde su rostro en el hueco entre mi cuello y mi hombro. Se queda así, en silencio, durante algunos segundos que parecen eternos hasta que finalmente suspira y vuelve a hablar.

—¿Elliot?

—Dime.

—Por favor no vuelvas a ocultarme nada —dice con la voz suave—. No importa si con decirme la verdad vas a lastimarme, pero no quiero que me vuelvas a mentir. 

Sus palabras me arman un nudo extraño en el estómago. Sé muy bien que quizá todavía no perdona del todo mi mentira y sé que eso tomará tiempo, pero estoy dispuesto a lo que sea porque crea en mí de nuevo.

—Olive, mírame —pido, intentando hacerla salir de su escondite.

Cuando lo hace, me acomodo en la cama de manera que quedamos exactamente de frente. La miro directo a los ojos con mucha firmeza para que en verdad crea lo que voy a decirle.

—Sé que mentirle a alguien es traicionar la confianza que nos ha dado. Yo traicioné tu confianza y sé bien que aunque me hayas perdonado y hayas decidido darme una oportunidad, eso no significa que todo es como antes, pero te juro que yo voy a luchar por ganarme tu confianza de nuevo. Cada día voy a demostrarte que en verdad quiero enmendar mi error y que estoy intentando merecerte. —Hago una pequeña pausa mientras delicadamente le acomodo un mechón de su cabello detrás de la oreja—. Te juro por mi vida que jamás voy a lastimarte de nuevo, ni mentirte nunca más. Te lo juro.

Sus ojos me miran con anhelo y una cálida sonrisa vuelve a formarse en sus labios.

—Te amo —dice con voz aterciopelada.

No contengo el impulso y termino plantando mis labios sobre los suyos en un beso suave y cariñoso. Ella corresponde de la misma manera, provocando que la sensación en mi pecho sea más abrumadora. 

—También te amo —susurro sobre sus labios. 

Cuando me alejo, ella vuelve a acomodarse en mi pecho soltando un pequeño suspiro con el que su cuerpo se relaja. Me quedo durante algunos segundos en silencio, viendo hacia el techo hasta que de pronto recuerdo que hay algo que debo decirle.

—Olive.

—¿Mhm? 

Pienso la manera en que debo decirlo, pero la emoción me gana y termino soltando las palabras de golpe.

—Firmé los papeles del divorcio está mañana. Ya no soy más un hombre casado.

Se mueve en su lugar, levantando el rostro para verme pero su expresión no es la que esperaba. No luce sorprendida, por el contrario, la sonrisa que intenta ocultar mordiéndose el labio inferior me dice que, ¿ya lo sabía?

—¿Ya lo sabías? —digo la pregunta en voz alta.

Hace una pequeña mueca.

—¿Sí?

Frunzo el ceño.

—¿Puedo saber cómo lo supiste?

Se remueve en su lugar hasta que termina boca abajo, apoyándose sobre mi pecho para verme mejor.

—Me lo dijo Jared. 

—Ese idiota —mascullo con desaprobación.

—No te molestes —me reprende—. Yo creo que él sabía lo bien que me haría escuchar esa noticia.

—Sí, pero quería ser yo quien te lo dijera.

—No importa por quién me diera cuenta, igual la noticia fue la mejor del día.

—Imagínate para mí —digo, soltando un gran suspiro—. Jamás en mi vida me había sentido así de bien. Cuando puse mi firma en los papeles, te juro que sentí como si me estaban dando la libertad después de vivir atrapado en un infierno por años.

Una cálida sonrisa se forma en sus labios.

—Entonces, ¿ya eres libre, Elliot Reynolds?

Asiento.

—La pesadilla terminó. Ya no estoy atado a nadie.

Muerde su labio inferior, dedicándome una mirada tímida.

—¿Ya puedo decir que eres solamente mío?

—Yo siempre he sido tuyo, Olive. De ti y de nadie más.

Sonríe mucho más y termina acomodándose de nuevo.

—Me quedé pensando en lo que dijiste, ¿sabes? —digo en voz baja.

—¿Qué cosa? —pregunta.

Me quedo callado durante algunos segundos. No sé cómo decirlo. Solo de recordar sus palabras me siento extraño. No esperaba que ella dijera eso, así que no tenía ni la más mínima idea de cómo reaccionar. De hecho todavía no sé cómo, pero necesito preguntarle.

—¿Era cierto eso que dijiste de...? —Me detengo de golpe.

¡Mierda! ¿Por qué me pone nervioso y ansioso decirlo?

—¿Que yo dije de...? —incita a que yo continúe.

Suspiro.

—Eso que dijiste de llamarme... amor.

Las últimas palabras las digo casi entre dientes como si no quisiese que me escuchara realmente, lo cual es definitivamente ridículo. 

Vuelve a verme a la cara y puedo notar muy bien la sonrisa que intenta ocultar. Eso solo consigue ponerme más incómodo. Ya se. Estoy actuando como un imbécil.

Ella me mira enternecida.

—Elliot.

—Solo dime si era cierto o no —exclamo, evitando su mirada.

—Sí era cierto.

Su respuesta me obliga a encararla de nuevo. Me siento mucho más curioso y mucho más ansioso.

—¿Lo harías?

Hace un pequeño encogimiento de hombros.

—Me gustaría hacerlo.

Mis manos ahuecan su rostro con delicadeza.

—Pues a mí me gustaría escucharte. 

Puedo notar que ahora es ella quien luce nerviosa, o quizás insegura. Se muerde el labio inferior, viéndome en silencio, pero finalmente habla mientras sus labios se curvan en una bonita sonrisa.

—Lo que tú quieras, amor.

Mi corazón da un vuelco extraño y ansioso, para luego acelerarse y latir a toda prisa. Es realmente increíble el efecto que esas palabras tienen en mí. Una amplia sonrisa se forma en mis labios. No sé por qué sonrío como un idiota enamorado.

Bueno, eso es obvio. Es que definitivamente eso es lo que soy: un idiota enamorado de la mujer más preciosa de todas.

—Me encanta cómo se escucha —digo complacido, y al segundo siguiente, vuelvo a besarla.

Mis brazos la rodean para mantenerla muy pegada a mí, ubicándola casi encima mío. Al cabo de unos segundos ella intenta alejarse, pero yo no se lo permito.

—Elliot —gruñe contra mis labios cuando forcejea un poco más.

—A partir de ahora ya no vas a llamarme Elliot, sino amor —gruño de vuelta—. Es que definitivamente me gusta más.

Una pequeña risita se le escapa.

—Claro. Ahora suéltame.

—¿Entendiste lo que dije?

—Sí.

—¿Sí qué?

Me dedica una mirada graciosa.

—Sí, amor.

Asiento satisfecho. Ella intenta moverse de nuevo, pero yo definitivamente no pienso dejarla ir, así que aferro mucho más mi agarre. En medio de la pequeña lucha una de sus piernas termina justo en medio de las mías, provocando una reacción involuntaria.

—Si sigues moviéndote así, no respondo por lo que pueda hacerte —digo con la voz enronquecida.

—¿Qué? —pregunta divertida.

—Estás rozando tu muslo justo sobre mi...

—¡Elliot! —me interrumpe de inmediato.

Sin que pueda evitarlo una pequeña carcajada se me escapa. Ella vuelve a moverse un poco, intentando levantar las mantas para verme, seguramente para corroborar si es que estoy desnudo como le había dicho.

—¿Quieres ver cómo me pusiste? —pregunto pretencioso.

De inmediato vuelve a bajar las mantas de un solo movimiento.

—Por supuesto que no.

—¿Qué tiene de malo que veas? —Acerco nuestras bocas de manera que las siguientes palabras las susurro sobre sus labios—: Lo has disfrutado con tu boca, así que no tendría nada de malo que lo disfrutes con los ojos.

—Eres un pervertido —masculla acusadoramente.

—Lo sé —admito sin vergüenza alguna.

—Y un mentiroso —añade—, porque me dijiste que estabas desnudo y no es así. Ya vi que llevas puesto el bóxer.

Le sonrío de lado con mucha malicia.

—Si quieres que me lo quite, solo tienes que decirlo.

Rueda los ojos mientras sonríe.

—No voy a hacerlo.

—Supongo que quieres quitármelo tú.

—No inventes.

Mis manos se aferran a su cintura y haciendo uso de toda mi agilidad, de un solo movimiento nos hago dar la vuelta de manera que soy yo quien termina sobre ella, asentado entre sus piernas. Un jadeo escapa de sus labios inmediatamente.

—¿Qué haces?

—Provocarte —respondo con tranquilidad.

—¿No se supone que íbamos a dormir?

Enarco una ceja.

—¿Quién dijo algo sobre dormir? 

No le doy tiempo de responder nada porque mi boca se apodera de la suya en un beso hambriento. Disfruto del pequeño gemido que ahoga contra mis labio, y que solo consigue ponerme más duro. 

En definitiva tengo en mente hacer muchas cosas con ella, excepto dormir.











Cubro mi boca con la mano cuando un bostezo se me escapa. Mi cuerpo está resentido por haberme levantado tan temprano. Son las 6:12am. 

Olive sigue completamente dormida y así quisiera estar yo también porque todavía tengo sueño, pero no tengo opción. Hoy me espera un día bastante ajetreado, así que necesito estar en Gold desde muy temprano.

Estoy en la pequeña cocina terminando de tomarme una taza de café. Seguramente Matt no tardará en llegar, así que saco mi teléfono del bolsillo para enviarle un mensaje a Jared.

«Nos vemos en Gold dentro de una hora.»

Envío el mensaje y vuelvo a guardar el teléfono. Justo entonces Mandy aparece en mi campo de visión.

—Buenos días —saluda cuando me ve.

—Buenos días.

Me doy cuenta que ya está arreglada y vestida, lista para irse a trabajar. 

—¿Y Liv? —pregunta cuando se acerca.

—Sigue dormida.

—Deberías despertarla o va a molestarse porque la dejaste dormida y se le hizo tarde.

El comentario me causa gracia, pero definitivamente Mandy tiene razón.

—Pensaba dejarla que descansar un poco más, pero no quiero reclamos después, así que mejor te hago caso.

—Qué bien. Eso te hace ganar puntos conmigo, cuñado —dice, guiñándome un ojo.

Le dedico una mirada seria por la manera en que me ha llamado aun cuando ayer le dije que no; sin embargo, prefiero mejor pasarlo por alto.

Rodeo la barra desayunador para ir hacia la habitación de Olive, pero cuando paso a su lado vuelvo a hablarle.

—Me tomé el atrevimiento de preparar café. Puede servirte una taza si quieres.

—Uh, más puntos por eso —dice sonriente.

Niego con mi cabeza, pero muy a mi pesar, sonrío yo también. Continúo mi camino hasta que llego a la habitación, abro la puerta y de inmediato veo a Olive todavía dormida abrazando la almohada como si fuese un oso de peluche. La imagen me saca una sonrisa.

Termino de acercarme hasta que me siento en el borde del colchón. Llevo mi mano a su rostro y aparto un par de mechones de cabello de él, luego con los nudillos de mis dedos acaricio suavemente su mejilla. El gesto provoca que comience a despertar.

—Despierta, Liv —susurro en voz baja.

Toma una inspiración profunda por la nariz y luego suelta el aire con un pequeño gruñido. Mi mano vuelve a hacerle otra caricia.

—Es hora de levantarse.

Con extrema pesadez consigue abrir sus ojos y cuando me mira, una pequeña sonrisa se forma en sus labios.

—Buenos días —dice arrastrando las palabras.

—Buenos días, preciosa. ¿Cómo amaneciste? 

Se mueve en su lugar para intentar estirarse, pero hace una pequeña mueca.

—Me duele todo el cuerpo.

Reprimo una sonrisa.

—¿Por qué será?

—No sé. Quizá me quedé en una posición incómoda —dice, viéndome con complicidad.

—Bueno, yo recuerdo que estuviste en muchas posiciones anoche.

Niega con su cabeza mientras trata de contener una sonrisa.

—Ya. Ni se te ocurra comenzar a hablar de eso. 

—De acuerdo —acepto a regañadientes—. Solo venía a despertarte porque debemos estar en Gold a las siete. Debes levantarte y alistarte. Matt ya viene por mí, así que ya me voy.

—Está bien. Gracias por despertarme.

Me inclino hacia ella para depositar un pequeño beso en su frente.

—Te veré luego.

—Okay.

—No llegues tarde —digo una vez me alejo.

—No se preocupe, señor puntual. Estaré ahí a tiempo.

Un bostezo se le escapa al tiempo que estira los brazos, pero vuelve a hacer otra mueca divertida.

—Ducharte con agua caliente ayudará a relajar tus músculos y quitarte el dolor —digo, poniéndome de pie.

—Recuérdame no acceder a todo lo que pidas la próxima vez —se queja.

Le dedico una sonrisa cargada de malicia.

—La próxima puede que el cuerpo te duela más.

Sus ojos se abren sorprendidos.

—¿Qué?

—Te aseguro que lo disfrutarás tanto como anoche. —Le guiño un ojo. Ella abre la boca, pero no le dejo decir nada más porque me despido—. Nos vemos luego.

—Adiós —responde, haciéndome de señas para que ya salga de una vez.

Sonrío, me doy la vuelta y sin más, salgo de su habitación.











Nos llevamos toda la mañana terminando el diseño para la campaña de Apple. Ya fijaron la fecha de presentaciones y es para este viernes. Por suerte Olive ya tenía montado casi todo, así que solamente hemos tenido que afinar pequeños detalles y ya estamos listos aun si la presentación fuese mañana.

Por supuesto tenemos otros trabajos que hacer. Tenemos muchos proyectos de otros clientes de nuestra cartera, así como también los clientes nuevos que hemos seguido ganando estos últimos días. En definitiva, considero que nos está yendo bastante bien en la empresa aunque eso significa muchas obligaciones y estrés para todos por igual. 

Suelto un suspiro cansino al tiempo que me froto el rostro con las manos, apartando mis ojos de la computadora durante algunos segundos. Necesito descansar la vista. 

De pronto el sonido de la cerradura de la puerta siendo abierta, llama mi atención. Segundos después Jared entra y vuelve a cerrarla de inmediato para luego acercarse a toda prisa hasta que se detiene frente a mi escritorio.

—Dime si ya lo sabes.

Frunzo el ceño.

—¿Qué cosa?

Hace una mueca extraña.

—Creo que no.

—¿De qué carajos estás hablando? —Mis ojos miran sus manos que sostienen lo que parece una revista—. ¿Qué es eso?

Suspira. Levanta la revista, la abre en una página en específico y luego la voltea, extendiendo su mano para ponerla casi en mis narices.

No entiendo ni una mierda. No hasta que le doy una ojeada a la página que Jared me está mostrando de la revista y entonces, juro que no sé qué cara poner. 

La sorpresa, la confusión y la incredulidad se mezclan al instante.

Le arrebato la revista de las manos para releer más detenidamente el título que encabeza el artículo en la página.

"El millonario y joven magnate de Gold Group Publicity, dice adiós a la vida de soltero"

—¿Qué mierda? —exclamo en voz alta y levanto los ojos para ver a Jared.

Él hace una mueca de pesar mientras asiente.

—Sí, hermano. Saliste en una revista —suelta un suspiro—, y será mejor que leas el resto.

Ya presiento qué es lo que voy a leer en este maldito artículo, pero igual lo hago, leyendo en voz alta las partes que parecen más resaltadas.

—Mucho se ha especulado sobre la vida personal de uno de los más exitosos empresarios del país: El joven Elliot Reynolds, quien con tan solo a sus veintinueve años es dueño de la empresa número uno en publicidad del país. Desde que Gold Group ganó fama nacional e internacional, diferentes revistas han publicado la biografía del magnate. Se han escrito muchos artículos acerca de ciertos aspectos de su vida personal, pero había una sola pregunta que no tenía respuesta. —Hago una pausa y niego con mi cabeza al saber lo que se viene, de todas maneras continúo—: ¿El atractivo y codiciado Elliot Reynolds, tiene vida amorosa?

—Y vaya que una muy complicada —exclama Jared.

De inmediato le dedico una mirada desaprobatoria por ese comentario.

—Perdona —dice entre una pequeña risa—, es que se me salió el pensamiento en voz alta.

Niego con mi cabeza y decido continuar con esta basura.

—Se creía que la respuesta a esa pregunta era un «no». El joven magnate siempre mantuvo un perfil bajo en cuanto a esa parte de su vida. Nunca se han levantado rumores sobre una posible pareja, hasta hoy. 

Tenso mi mandíbula cuando me doy cuenta que he llegado a la peor parte. Es más, ni siquiera continúo leyendo porque mis ojos se clavan en la fotografía que adorna este maldito artículo.

Es una fotografía de Olive y yo, mientras nos damos un beso. Reconozco todo: la ropa que llevamos puesta, el punto exacto donde estamos, lo empapados que lucimos ambos... Es una maldita fotografía tomada ayer mientras estábamos fuera del edificio.

 Cierro la revista de un solo y termino lanzándola al escritorio, furioso.

—¡Esto debe ser una maldita broma! —ladro, poniéndome de pie como resorte.

—Sabía que no te agradaría la noticia —dice Jared con pesar.

—¿Que no me agradaría? ¿Cómo demonios se supone que iba a agradarme algo como esto, Jared? ¡Dime!

Estoy furioso y mi tono de voz lo hace notar a kilómetros.

—Pero no te alteres tanto...

—¿Y cómo se supone que no lo haga? Dime: ¿quién demonios tomó esa fotografía? ¿Quién demonios fue y se la vendió a una maldita revista para que la publicaran y gritaran la noticia a los cuatro vientos? ¡¿Quién?!

—No sé. No sé. No tengo una maldita idea —responde también alterado.

Resoplo y me paso una mano por el rostro intentando mantener la furia a raya.

—Sé que es algo extremista, Elliot, pero no tienes por qué enfurecerte tanto —me reprende Jared—. ¿Tanto te molesta anunciar tu relación con Olive?

—Sabes muy bien que no es eso. —Lo miro con mucha molestia y continúo—: No me molesta que la ciudad sepa de mi relación con Olive. Me importa un comino si lo sabe el país entero, porque yo mismo pensaba gritarlo a los cuatro vientos. —Aprieto los dientes, haciendo una pequeña pausa—. ¿Sabes qué es lo que me molesta? Que alguien haya querido jugar a los paparazzi y lo haya divulgado de una manera tan basura. No creas que quien tomó esa fotografía tuvo buenas intenciones al venderla para hacerlo público.

Él hace una mueca que me da la razón.

—Sí, tienes un punto. Probablemente quien esté detrás de esta noticia solo quiera armar un escándalo para desprestigiarte a ti o a la empresa.

—Ni siquiera he terminado de leer el maldito artículo, pero te apuesto lo que quieras a que hablan quien sabe cuántas cosas erróneas sobre Olive. 

—¿Tú crees? —pregunta incrédulo.

—Por supuesto que sí —afirmo—. Más allá de generar curiosidad por saber quién es ella, lo único que harán es juzgarla. Es lo que hacen los medios la mayoría de veces. Que quién es ella, que cómo consiguió llegar a mí, qué tiene ella que no tengan las demás mujeres y un sinfín de mierda más. —Niego con mi cabeza—. No soy una celebridad en absoluto, pero no quiero ni pensar que comiencen a acosarnos o algo por el estilo. No quiero que ella pase por eso.

De pronto, entre tanto palabrerío me viene su imagen a la mente. ¡Mierda! ¿Cómo debe estar ella ante esta noticia?

—¿Ella ya lo sabe? —pregunto viéndolo con atención.

—No sé. Tal vez. 

—¿De dónde sacaste tú esta revista?

—No sé. Estaba entre los documentos que Mandy dejó en mi escritorio esta mañana. Era parte del correo que recibí.

Vuelvo a tomar la revista para ver la portada. Sé quiénes son.

—Voy a encargarme de este asunto —digo con firmeza—. Seguramente buscarán la manera de seguir haciendo más noticia sobre nosotros, pero voy a pedirles que paren, o por las buenas o por las malas, pero quiero a Olive fuera de todo ese escándalo.

—Yo te aconsejaría que contactes a Davis por si se necesita apoyo legal.

Asiento muy de acuerdo.

—Lo haré, pero primero necesito hablar con Olive.

—¿Hablar conmigo sobre qué?

Su voz se escucha en la puerta. Jared y yo volteamos justo al momento en que ella termina de entrar a mi oficina.

—Por cierto, perdón por entrar —dice haciendo un gesto de disculpa—. Vi la puerta medio abierta y creí que Elliot estaba solo. 

—Descuida. De hecho creo que tu visita es muy oportuna —dice Jared.

—¿Ah, sí? ¿Por qué? —Avanza hacia nosotros mientras sus ojos se clavan en mí—. ¿Qué necesitas hablar conmigo?

—Los voy a dejar solos —dice Jared y al instante sale de la oficina cerrando la puerta detrás de él.

Olive me mira expectante, así que decir hablar de una vez.

—Tenemos un pequeño problema, Olive, pero te juro que lo voy a solucionar cuanto antes.

Su ceño se frunce.

—¿Qué problema?

—Alguien nos tomó una fotografía ayer mientras nos besábamos fuera del edificio y resulta que ahora somos noticia. Una revista publicó un artículo sobre nuestra posible relación y ahora probablemente todo el país lo sabe.

Parece que mis palabras la golpean con fuerza. Sin duda alguna la noticia le cae como balde de agua fría. Luce aturdida, asustada, confundida y no sé qué más.

—¿Qué fue lo que dijiste? —Niega varias veces con su cabeza—. Dime que es broma. 

—No lo es.

—Mierda —dice llevándose las manos a la frente—. Con razón algunos de los demás empleados me miran raro y murmuran cosas cuando me ven pasar. Seguramente ya saben.

Suspiro, rodeo el escritorio y camino hacia ella hasta que le quedo justo enfrente. Mis manos se apoderan de su rostro.

—Voy a arreglar esto. Lo prometo. Me encargaré de que todo este escándalo se acabe lo más pronto posible. 

Su mirada está perdida en algún punto fijo en el suelo. Luce demasiado pensativa y de pronto...

—Oh, Dios. Ahora entiendo.

—¿Qué cosa?

Levanta la mirada.

—Justo venía a mostrártelo.

—¿Mostrarme qué?

No dice nada. Se limita a sacar su teléfono y buscar algo en él para finalmente entregármelo y que lo vea. Es un mensaje de un número desconocido en cual se lee:

«Así que finalmente fuiste tan estúpida como para perdonar a Elliot incluso después de lo que hizo. Están juntos de nuevo y hasta tienen el descaro de anunciar su romance en una maldita revista.

Disfruten su felicidad mientras puedan...»

Mi mandíbula se tensa y el coraje hace acto de presencia de inmediato.

—Bianca —digo asegurando que sin duda alguna este mensaje lo ha enviado ella.

—No entendía de qué estaba hablando, pero ahora lo entiendo. Cree que nosotros fuimos quienes mandamos a publicar esa noticia. Ella está molesta porque tú y yo seguimos juntos. —Me mira con un poco de angustia—. Elliot, las últimas palabras las siento como una amenaza. No quiero darle importancia, pero siento temor.

Tiro de ella hasta que la envuelvo en un abrazo fuerte para hacerle sentir que está protegida.

—No tienes por qué temer. 

—¿Y qué tal si nos odia lo suficiente como para hacernos daño?

—No se lo voy a permitir. Te juro que voy a solucionar todo esto. 

Intento escucharme lo más convincente que puedo para que ella se sienta más tranquila. Necesito que esté tranquila. 

Yo no tengo temor alguno. Yo estoy dispuesto a lo que sea con tal de que nadie más lastime a Olive, así que voy a enfrentarme a los medios, a Bianca y a quien sea, con tal de que nos dejen en paz de una maldita vez. Nadie va a meterse con nosotros jamás.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro