Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 63 | Olive

Juro que mi corazón no ha dejado de latir emocionado ni un solo segundo. Todavía estoy tratando de procesar todo lo sucedido durante las últimas horas. Siento que han sido demasiadas emociones.

Todo el día me la pasé pensativa, luego tomé mi decisión, luego él me envió las flores con la pequeña nota y todo se volvió un caos de emociones cuando Jared me dijo que viajaríamos a Santo Tomás en busca de Elliot porque temía por él. Yo también sentí un gran miedo. Pensé tantas cosas malas y la aflicción en mi corazón me pedía a gritos verlo y entonces, Jared me anunció que ya no viajaríamos porque Elliot venía en camino. 

Sentí alivio, nervios, alegría. Sentí un remolino de emociones todavía más fuerte y complejo que el de antes. La impaciencia se apoderó de mí conforme avanzaba la tarde sin señales de Elliot. Y en el último momento, justo cuando iba camino a mi apartamento ya resignada a no verlo hasta mañana, mis ojos lo vieron ahí, de pie bajo la lluvia. En ese instante creí que se trataba de una alucinación, pero afortunadamente no era así. Era real. Todo lo siguiente fue real.

Siento una gran emoción dentro de mí y esta se hace cada vez más grande al asimilar todo. Nuestras palabras, nuestras declaraciones. Nuestra realidad: estamos juntos de nuevo.

No podría describir la gran paz y tranquilidad que siento ante ello. No podría decir con exactitud cuánto lo necesitaba. Sé que tal y como se lo dije a él, tan solo ha pasado un día desde que esta pesadilla se desató, pero yo siento como si hubiese pasado más tiempo. Cada minuto que transcurría se sentía eterno. La espera fue insoportable para mí y no me quiero ni imaginar cómo fue para él.

En este preciso momento se repiten sus palabras en mi cabeza: 

«No tienes idea de lo difícil que ha sido resistir y no ahogarme en una maldita botella de alcohol.»

No quiero ni pensar qué hubiese pasado si él no hubiese resistido. Mi estómago se hunde ante la idea de él bebiendo hasta caer en la inconsciencia y luego yo recibir la noticia de que estaba hospitalizado. Me duele saber que él pudo haberse hundido como cuando murió su padre, pero ahora por mí. Me habría sentido muy mal por ello. Yo no hubiese podido soportar saber que puso su vida en peligro a causa de nuestra separación.

Sin que pueda evitarlo un suspiro abandona mis labios y capta de inmediato la atención de Elliot.

—¿Qué sucede? —pregunta con voz suave.

Niego suavemente con mi cabeza que aún está recostada sobre su hombro.

—No es nada.

Él se mueve en su lugar para obligarme a hacerlo yo también y que pueda verme a la cara.

—Dime qué sucede.

—Es que me siento tan bien por estar cerca de ti de nuevo. Te extrañé demasiado —digo, viéndolo a los ojos.

Su expresión se transforma a una mucho más suave. Entonces se acerca hasta que deja un pequeño beso en mi frente.

—Yo te extrañé más —dice con la voz profunda.

De inmediato algo cálido se instala en mi pecho ante el beso y sus palabras. Entrelazo una de nuestras manos y termino recostándome en su hombro de nuevo, mientras tomo una inspiración profunda que me permite inhalar su aroma. ¡Dios! Cuánto lo extrañé.

—¿Elliot?

—¿Mhm?

—No nos hagamos extrañarnos de nuevo.

Es su turno para soltar un pequeño suspiro.

—Estoy muy de acuerdo con eso.

Una sonrisa se forma en mis labios de inmediato. 

—Te quiero a mi lado siempre —digo, dándole un pequeño apretón a su mano.

Una pequeña risita se le escapa. No entiendo por qué hasta que de pronto lo siento inclinarse para hablarme muy de cerca en voz muy baja.

—También puedes quererme debajo o encima de ti. Tú eliges.

Mis ojos se abren en demasía.

—Elliot —chillo, dándole un pequeño golpe en las costillas con mi codo, logrando arrancarle una pequeña carcajada.

—¿Qué? —pretende inocencia.

Ruedo mis ojos, pero muy a mi pesar, sonrío.

—Ya me extrañaba que solamente estuvieses siendo cursi.

Intento alejarme, pero él me lo impide rodeando mis hombros con su brazo, atrayéndome hacia él de nuevo.

—No —dice con firmeza—. Te dije que te quería muy cerca de mí así que no te muevas.

—Uy, pero qué mandón, jefe —exclamo con un ligero toque divertido.

—Justo como le gusta, señorita Blair —dice pretencioso.

Estoy a punto de abrir mi boca para replicar, pero la voz de Matt me interrumpe.

—Hemos llegado, señor.

Veo hacia la ventana y efectivamente Matt se está estacionando frente al edificio de apartamentos donde vivo. 

—Gracias —dice Elliot—. Te llamaré mañana para que vengas a recogerme.

—Sí, señor.

Sin decir nada más, Elliot baja del auto y me ofrece su mano para que la tome y salga también, pero antes de hacerlo me despido de Matt.

—Adiós, Matt.

—Adiós, señorita —responde sonriéndome a través del espejo retrovisor.

Bajo del auto e inmediatamente entrelazo mi brazo con el de Elliot para caminar hacia la entrada del edificio. Todavía está lloviendo pero no usaré de nuevo el paraguas. Ya estamos empapados de todas maneras.

Entramos al edificio y nos vamos directo al ascensor.

—¿Mandy está en el apartamento? —pregunta Elliot una vez se han cerrado las puertas.

—Salió de emergencia por un asunto con su mamá, pero supongo que sí ya debe haber llegado —respondo y luego pregunto con curiosidad—. ¿Por qué?

Una pequeña sonrisa se forma en sus labios.

—Porque conociéndola, después de lo que pasó entre nosotros seguramente me sacará a escobazos del lugar.

Sin que pueda evitarlo el comentario me provoca mucha gracia y me echo a reír.

—Es en serio —insiste—. La creo muy capaz y si lo hace, tú tendrás que defenderme.

—¿Tú necesitas que yo te defienda? —pregunto burlista.

—Sí.

Me río un poco más.

—No va a sacarte a escobazos, Elliot.

—¿Cómo estás tan segura?

—Ella está al tanto de todo. Ya sabe sobre la decisión que yo iba a tomar y me dijo que la respetaba porque yo le dije que iba a elegir mi felicidad y...

—Espera —me interrumpe de inmediato—. Entonces, ¿yo soy tu felicidad?

Sí, claro. De todo lo que le dije justo tenía que mencionar eso.

Me muerdo el labio inferior mientras asiento como respuesta. La verdad es que sigo sintiéndome un poco extraña por admitir ese tipo de cosas. Sobre todo con la manera en que está viéndome Elliot justo ahora. Me pone nerviosa.

—Es la primera vez, en mucho tiempo, que me siento tan importante para alguien —dice con una pequeña sonrisa.

Sus palabras se me hacen sentir conmovida.  

—Para mí eres demasiado importante, Elliot. Nunca vayas a dudarlo.

Su sonrisa se ensancha al tiempo que se mueve para ubicarse a mis espaldas y abrazarme desde atrás, mientras su rostro se acomoda en el hueco entre mi cuello y mi hombro.

—Así que yo soy la felicidad de la hermosa señorita Blair, eh —dice con un tono que se me antoja presumido.

Una sonrisa boba se me escapa al sentir los pequeños vellos de su barba haciéndome cosquillas. 

—Pero qué presumido.

—¿Qué tiene de malo? Tengo toda la razón del mundo para serlo porque muchos quisieran estar en mi lugar, pero no pueden. Yo soy el privilegiado y que se jodan los demás.

El comentario me causa más gracia; sin embargo, ya no digo nada porque las puertas del elevador se abren cuando llegamos al piso correspondiente.

Salimos del cubículo y es tan divertido cuando empezamos a caminar porque Elliot se niega a soltarme. Todavía me mantiene abrazada desde atrás haciendo que mis pasos sean torpes y que vayamos de un lado a otro por el pasillo. Parecemos dos adolescentes.

Se me dificulta un poco sacar las llaves de mi bolso para poder abrir la puerta de mi apartamento cuando llegamos, pero finalmente lo logro. Al entrar, solo hasta entonces Elliot me suelta para cerrar la puerta detrás de él. Mientras tanto yo cuelgo el paraguas y mi bolso en el perchero de la entrada. Cuando ambos giramos hacia la sala, nos topamos de frente con Mandy quien está bebiendo algo mientras mira la televisión.

Cuando voltea, su expresión es realmente divertida. Nos mira como si fuésemos dos desconocidos. 

—Hola —digo de lo más casual.

Acto seguido, tomo a Elliot de la mano y lo hago caminar detrás de mí para acercarnos un poco a Mandy.

—¿Hola? —exclama insegura, provocándome reír.

—¿Por qué nos miras así? —pregunta Elliot.

—Díganme: ¿Todo ha vuelto a estar bien entre ustedes? —Nos señala a ambos.

Elliot y yo nos miramos el uno al otro y finalmente él responde.

—Sí, todo bien.

Ella entrecierra sus ojos hacia él y lo apunta con el dedo índice de su mano derecha con firmeza.

—Más te vale que sepas cuán afortunado eres de que ella te esté dando otra oportunidad y más te vale que la aproveches.

—Créeme que voy a aprovechar esa oportunidad al máximo cada día —responde él con determinación.

—Por tu bien, espero que así sea. Te juro que si vuelves a lastimar a Olive, siquiera con lo más mínimo, te las vas a ver conmigo —dice en una clara amenaza.

—Creo que Mandy me da miedo —dice Elliot en voz baja, para que solo yo lo escuche.

—¿Qué dices? —pregunta Mandy.

Elliot sonríe ligeramente.

—Puedes estar tranquila, Mandy. Yo me encargaré de que Olive no vuelva a sufrir y menos por mi culpa. Lo prometo.

Mandy lo observa inquisitiva durante algunos segundos, pero termina asintiendo satisfecha ante esa respuesta.

—Ves. Te dije que no te sacaría a escobazos —le digo a Elliot, provocando que todos riamos.

—Bueno, supongo que ahora oficialmente puedo dejar de decirte jefe y comenzar a llamarte cuñado, ¿verdad? —exclama Mandy emocionada.

—Dejémoslo en llamarme solamente Elliot, ¿te parece? —dice haciendo una mueca un poco divertida.

—¿Entonces yo tampoco puedo llamarte mi amor, en la empresa? —pregunto en tono inocente.

Mi pregunta lo descoloca por completo y parece que no sabe ni qué cara poner. No me pasa desapercibido el pequeño sonrojo que se apodera de sus mejillas al instante. Oh, Dios. Me parece una reacción de lo más tierna. Es imposible contener la sonrisa al ver lo nervioso que luce sin saber qué decirme

—Estoy jugando —digo dándole un pequeño golpecito en las costillas—. Deberías ir a ducharte. Te empapaste mucho con la lluvia.

Se aclara la garganta, intentado recomponerse.

—Mmm, bueno, tú también estás empapada.

—Te alcanzo luego, ¿te parece?

Asiente en respuesta y sin más, hace su camino hacia el baño. Apenas desaparece por el pasillo y Mandy se pone de pie como resorte para correr hacia mí y abrazarme como loca histérica diciendo un montón de cosas a la vez.

—Contrólate, Mandy —exclamo divertida.

—¡Dios! ¡Es que esto es tan romántico y especial y estoy muy feliz por ustedes! ¡Ah! —chilla emocionada.

—Bájale dos rayitas a tu tono o Elliot podría escucharte —advierto.

Se aleja para verme a la cara.

—Es que en serio me alegro mucho por ustedes. Se les ve tan diferente.

—¿A qué te refieres?

—A sus rostros, su expresión. Irradian una gran paz y tranquilidad. La felicidad se les nota a kilómetros. Cada que se miran el uno al otro es tan... —hace una pausa y termina chillando en un tono dramático—. ¡Ah! Es que no hay duda de que ustedes necesitaban estar juntos de nuevo.

Sus palabras me provocan sonreír. ¿Tanto así se nos nota la felicidad? 

—Siento que todo está como debería estar, Mandy.

—Es que así es como debe estar, y te admiro mucho porque hayas tenido la valentía y madurez para perdonarlo.

Suspiro.

—El mundo ya tiene suficiente odio como para que yo viniera a darle un poco más. Por eso mejor decidí luchar por el amor que Elliot y yo nos tenemos el uno al otro. 

—Ay, Dios. Me muero de ternura —dice llevándose las manos al pecho.

—Eso fue muy cursi de mi parte, ¿cierto? —pregunto divertida.

—Creo que sí —afirma.

—Oye, ¿quieres que te dé otra noticia que seguramente te hará muy feliz también?

Me mira expectante.

—Tú no preguntes, solo dilo. 

Me muerdo el labio inferior mientras le doy un par de segundos de suspenso, pero luego termino soltando la noticia con rapidez.

—Ya no está casado. Elliot firmó el divorcio esta mañana. Ya es libre, Mandy.

Se lleva las manos hacia su boca por la impresión pero luego termina soltando un extraño y divertido grito eufórico mientras vuelve a lanzarse a mí para abrazarme.

—Mandy, no grites así de fuerte —digo entre la risa emocionada.

—Perdona. Es que me siento tan feliz por ti. —Se aleja de nuevo y me sujeta de las manos con cariño. Entonces continúa—: Ahora sí, yo digo que ya vayamos haciendo los preparativos de la boda para que él sea solo tuyo con todas las de la ley. 

—Mandy —la reprendo divertida.

—Mañana mismo comenzaré todo —continúa, ignorando mi reprensión—. Quizá podríamos programarla para dentro de uno o dos meses.

Ruedo mis ojos divertida.

—Estás loca, Mandy.

—Tal vez —dice—, pero prometo que te prepararé la boda más hermosa de toda la historia.

Niego con mi cabeza.

—¿Sabes qué? Mejor voy a ducharme yo también para no seguir escuchando tus disparates.

De inmediato su expresión cambia a una que conozco muy bien.

—Excelente. Ducharse juntos es justo lo que necesitan —dice, guiñándome un ojo.

—¿Sabes que puedo leer los pensamientos impuros que estás teniendo?

Ella se sitúa a mis espaldas y me da un pequeño empujoncito en dirección hacia el baño.

—Adelante. Ustedes tranquilos hagan lo suyo que yo le subiré el volumen a la televisión para no escuchar nada.

Me doy una pequeña palmadita en la frente.

—Por Dios, mujer. ¿Cuándo vas a aprender a controlar tus comentarios?

Continúa dándome empujoncitos.

—Anda ya. Te apuesto lo que quieras a que él está esperándote.

—Bueno más te vale que le des mucho volumen a la televisión, eh. Estás advertida —digo solo por seguirle el juego.

Giro un poco solo para verle el rostro y juro que su expresión me da unas grandes ganas de reírme a carcajadas. Tiene una cara de que está pensando tantas cosas sucias, así que antes que las diga mejor me voy al baño.

Cuando quedo frente a la puerta doy un par de golpecitos para anunciarme. No obtengo respuesta, así que cuidadosamente la abro intentando entrar desapercibida y así mismo la vuelvo a cerrar.

El ruido del agua cayendo de la regadera es lo único que se escucha. Al girar veo que vapor del agua ha nublado el vidrio de la puerta corrediza de la ducha, pero aun así logro distinguir la silueta de Elliot al otro lado. Solo basta esa imagen para que mis pensamientos fantasiosos comiencen a liberarse incluso antes que pueda darme cuenta. 

Me quedo durante algunos segundos pensando qué hacer, pero no tardo mucho en decidirlo. Dejaré que mis impulsos me guíen. Me deshago la coleta para liberar mi cabello, luego me quito los zapatos y finalmente termino metiéndome a la ducha con toda la ropa puesta. 

Elliot está completamente desnudo bajo la regadera, terminando de quitarse el shampoo. Mis ojos recorren lentamente todo su cuerpo, iniciando por sus hombros tan anchos y firmes. Me deleito siguiendo el recorrido del agua por toda su espalda hasta bajar a su trasero. Me muerdo el labio inferior. Mmm, pero qué hermosa vista. 

Él no se percata de mi presencia hasta un par de segundos después cuando me pego a su espalda, abrazándolo.

—Mierda. Me asustaste, Olive —dice, dando un pequeño sobresalto y al instante apaga la regadera.

Yo no digo nada. Me limito a pegar mis labios a su espalda mojada dejando pequeños besos en ella. Su piel se siente tibia y huele tan bien.

—Olive —gruñe cuando mis labios depositan otro beso justo sobre su omóplato izquierdo.

Sujeta mis manos para intentar alejarme, pero yo me resisto un poco. Aun así finalmente él consigue lo que quiere y termina dándose la vuelta para quedarme de frente.

—¿Qué haces? —pregunta confundido y divertido por igual.

—Vine a ducharme contigo —respondo inocente.

Entonces, mis manos se sitúan sobre su pecho y comienzo a acariciarlo con deleite. Sus pectorales se sienten tan firmes y suaves bajo mi tacto. Sin pensarlo dos veces termino pegando mis labios a la piel de su cuello, provocando que un pequeño gruñido retumbe en su pecho. Pego mi cuerpo al suyo haciéndolo retroceder hasta que su espalda choca suavemente contra las baldosas de la pared. Inmediatamente sus manos se anclan a mis caderas y me posiciona justo donde soy capaz de sentir su erección contra mi pelvis.

Un jadeo involuntario se me escapa en ese instante y la excitación queda a flor de piel haciéndome sentir necesitada. Sobre todo al saber que él está desnudo y lo único que nos separa es mi ropa. Muero de ganas por sentirlo dentro de mí. Lo necesito.

Presa de mis impulsos, una de mis manos desciende lentamente entre nuestros cuerpos hasta que termina tomando su miembro con firmeza. 

—Mierda —gruñe entre dientes.

Una sonrisa se forma en mis labios al escuchar lo que le provoco. 

—No sabes cuánto he extrañado escucharte así —digo mordiendo suavemente su mandíbula. 

De pronto su mano se apodera de mi barbilla con firmeza y termina uniendo su boca a la mía en un beso hambriento y salvaje. Gimo contra sus labios ante la nueva oleada de placer que me invade. Mi libido aumenta y ello provoca que comience a trabajar en la dureza que sostengo en mi mano. Acaricio constantemente de arriba abajo con rapidez, consiguiendo arrancar un fuerte gemido de su garganta que es como música para mis oídos.

De pronto me detengo y me aparto tan repentinamente que él se queda confundido. Yo le regalo una sonrisa traviesa.

—No te preocupes que todavía no he terminado.

Sus ojos se oscurecen cargados de deseo cuando ve que mojo mis labios y posteriormente me arrodillo frente a él. Su respiración se vuelve realmente inestable tanto como la mía y puedo notar cómo se tensa al instante que vuelvo a tomarlo con mi mano, ejerciendo un pequeño apretón.

—Olive —gruñe tensando la mandíbula. 

Una sonrisa lasciva se apodera de mis labios y entonces continúo provocando. Mi mano sigue bombeando con lentitud de arriba abajo y luego acaricio la punta con el dedo pulgar. Repito el mismo proceso una vez más y luego otra, y así hasta que impongo un ritmo constante. Elliot suelta una palabrota mientras cierra los ojos echando su cabeza hacia atrás.

—Mierda. Me estás volviendo loco, Olive.

—Mírame, Elliot —demando con la voz firme a pesar de mi respiración inestable—. Quiero que me mires mientras disfruto complacerte.

En ese instante sus ojos me miran con atención de nuevo y entonces decido no hacerlo esperar más. Me acerco lo suficiente, abro mi boca y gustosa lo recibo entero. 

Un fuerte gruñido se construye en su garganta y se queda tenso durante algunos segundos, luego exhala el aire por la boca y una de sus manos acaricia mi mejilla derecha con delicadeza.

—Hazlo, preciosa —dice, viéndome fijamente desde arriba.

Sus manos recogen todo mi cabello sujetándolo con firmeza y con un leve movimiento de sus caderas me ayuda a que comience a trabajar ansiosa sobre toda su longitud. Succiono con deleite una y otra vez, repetidas veces, escuchando cómo lo hago jadear constantemente. Lo libero un poco solo para hacer pequeñas caricias con mi lengua y luego vuelvo a introducirlo de nuevo por completo. Disfruto lo grande y caliente que se siente dentro de mi boca. 

—Te juro que me estás matando, mujer —gruñe entre dientes.

Puedo sentir cómo su miembro comienza a palpitar deseoso por liberarse, así que trabajo a un ritmo más rápido intentando llevarlo al límite. Su agarre en mi cabello se hace más fuerte mientras que el empujón de sus caderas consigue provocarme una pequeña arcada cuando lo siento hasta el fondo de mi garganta. Aun así continúo mi labor durante un par de segundos más hasta que...

—Oh, mierda.

Su cuerpo entero se estremece y de pronto puedo sentir el líquido caliente llenando mi boca, y luego bajando por mi garganta cuando decido tragar. Termino liberándolo lentamente para después lamer mis labios mientras le sonrío.

Me ayuda a ponerme de pie y tan pronto como lo hago, me pega a su cuerpo y une su boca a la mía. 

—¿Por qué entraste con ropa? —murmura contra mis labios.

—Porque quiero que tú me la quites. He extrañado demasiado sentir tus manos desnudándome —jadeo en respuesta.

—¿Quieres que lo haga? —pregunta trasladando sus labios a mi cuello— Porque te advierto no voy a ser sutil, Liv. Yo voy a arrancarte toda la ropa de una vez. 

—Entonces hazlo —susurro casi sin aliento.

Sin perder tiempo sus manos comienzan a deshacerse de mi ropa. Los botones de mi blusa son arrancados con urgencia y mi falda no tarda mucho en deslizarse y caer a mis pies. También se deshace de mi sujetador de un solo movimiento, dejándome solamente con las diminutas bragas. Sus manos se anclan a mis caderas para darme la vuelta y me empuja con su cuerpo hacia la pared del frente, provocando que un gemido escape de mis labios cuando mis pechos se pegan suavemente al frío cristal. 

Siento la punta de su miembro erecto otra vez, rozando mis glúteos, haciendo que la humedad en mis bragas se mayor.

—Elliot —jadeo apoyando las palmas de mis manos contra el vidrio—, necesito sentirte. 

Su cuerpo me aprisiona mucho más hasta que de pronto siento su aliento chocando contra mi oreja y susurra:

—¿Necesitas que esté dentro de ti?

—Demasiado —afirmo con urgencia.

Cuando vuelve a hablar le escucho como si estuviese sonriendo.

—Esta no es la reconciliación que yo tenía en mente.

—¿No? —pregunto, ladeando un poco mi rostro para tratar de verlo.

—No —niega—. Yo quería tenerte en la cama, debajo de mí, gimiendo mi nombre mientras te hacía mía. Ya sabes, lento y con delicadeza.

—Suena como una buena idea, pero... —me remuevo en mi lugar para restregarme deliberadamente contra su dureza y provocarlo—, creo que justo ahora prefiero lo opuesto. Ya sabes, rápido y sin delicadeza. 

Hace una mueca con el rostro que claramente me dice lo mal que le ponen mis palabras. Su mano se apodera de mi barbilla y me voltea un poco más el rostro para besarme de nuevo. Gimo deseosa cuando termina tirando de mi labio inferior con sus dientes.

—¿Entonces quieres que sea rudo? 

—Sí. Eso quiero. 

—¿Todavía tomas tus pastillas? —pregunta con curiosidad. Un asentimiento es mi respuesta, pero él hace otra pregunta—: ¿Entonces lo haremos sin preservativo?

Vuelvo a asentir. 

—Sí, Elliot. Ahora ya déjame sentirte dentro. No me hagas esperar más.

Deja un pequeño beso sobre mi hombro izquierdo.

—Como mandes, preciosa.

Una de sus manos se aferra a mis caderas mientras que con la otra se encarga de hacer a un lado mis bragas para ubicar la punta de su miembro justo en mi entrada. 

—Levanta un poco —dice trasladando su mano a mi trasero e inmediatamente obedezco.

El nudo de anticipación que se instala en mi vientre es intenso. 

—Elliot —suplico desesperada—, por fav...

Mis palabras quedan a medias cuando son interrumpidas por el gemido que brota de mi garganta al instante que se hunde en mi interior de un solo golpe. 

Cierro mis ojos con fuerza ante la sensación invasiva y deliciosa que me provoca el sentirlo dentro de mí. El contacto directo se siente malditamente enloquecedor. Mis paredes internas se contraen contra su miembro cuando lentamente comienza a moverse. Mi humedad le permite deslizarse dentro y fuera con tanta facilidad, que no tarda mucho en imponer un ritmo constante y placentero.

—Oh, Dios. Te sientes tan bien —gruñe, aferrándose con fuerza a mis caderas.

Mis manos se resbalan un poco sobre el vidrio, pero hago un esfuerzo por mantenerme firme. Se siente demasiado bien en esta posición. 

—¡Ah! Elliot —gimo, mordiéndome el labio inferior con fuerza.

Sus pequeños jadeos se vuelven más fuertes e incesantes al igual que los míos, mientras entra y sale. Entra y sale, una y otra vez, arrastrándome al límite poco a poco. 

—Hazlo más rápido —pido entre gemidos y él me complace.

El ritmo de sus embistes cambia a uno mucho más rudo y profundo, haciéndome difícil la tarea de controlar los sonidos que escapan de mi boca. 

—Dijiste rápido y sin delicadeza, ¿cierto? —pregunta, jadeante.

—S-Sí. Eso dije.

Sin previo aviso, una de sus manos se enreda en mi cabello y tira de él, pero la sensación de dolor se siente malditamente bien. Gimo más fuerte ante ante el placer que me embota todos los sentidos, haciéndome sentir como si mi cuerpo entero está apunto de estallar.

—Déjame escuchar cómo gimes mi nombre, Liv —dice—. Quiero escucharte mientras te corres. Hazlo, preciosa.

Mis piernas comienzan a temblar. Todo mi cuerpo pide a gritos liberarse ya de una vez. Muerdo mi labio inferior con fuerza, pero es imposible contenerme más.

—¡E-Elliot! ¡Elliot! ¡Ah!

Gimoteo su nombre una y otra vez hasta que un sonido roto brota de mi garganta al momento que alcanzo mi orgasmo. La vista se me nubla y mi cuerpo se estremece liberándose tan satisfactoriamente. Apenas logro escuchar cuando Elliot masculla una palabrota al momento que él alcanza su segundo orgasmo, esta vez dentro de mí.

Nos tomamos algunos segundos para recomponernos y cuando finalmente Elliot sale de mí para que yo pueda enderezar mi postura, agradezco que me  mantenga pegada a él para sostenerme porque mi piernas se sienten incapaces de hacerlo por sí solas.

Un suspiro de satisfacción escapa de mis labios.

—Gracias por tan magnífico orgasmo, Elliot.

—Gracias a ti —responde mientras me besa el cuello.

—¿Y ahora qué? —pregunto volteando el rostro para tratar de verlo.

—Ahora ya podemos ducharnos.

—¿Y luego?

Uno de sus brazos rodea mi cintura y me pegan mucho más a él.

—Bueno, ya veremos qué sucede luego.

Estoy por abrir mi boca para decir algo, pero justo en ese momento él vuelve a encender la regadera y un pequeño grito se me escapa al instante en que el agua cae sobre nosotros.

—¡Elliot, esa es la del agua fría!

Una pequeña risa se le escapa, pero de pronto no se contiene más y termina estallando en carcajadas. El muy idiota lo ha hecho aposta. 

Gruño y forcejeo para intentar zafarme de su agarre, pero no lo consigo. Le reclamo molesta, pero él sigue riéndose descaradamente mientras nos mantiene bajo el chorro de agua fría. 

—Te detesto —gruño intentando quitarme el cabello mojado de la cara.

—No, Liv, tú me amas —dice presumido.

—No. 

—Claro que sí.

—Apaga la regadera.

—No voy a hacerlo hasta que me digas lo que quiero escuchar.

—Elliot, me va a dar hipotermia —chillo en tono medio dramático.

—No. Eso no es lo que quiero oír.

Ruedo los ojos.

—Te amo. ¿Ya?

—Eso no se escuchó creíble —protesta.

Ya no resisto más, así que termino sonriéndole como idiota.

—Te amo, Elliot Reynolds. 

Sus manos me dan la vuelta para que quede de frente.

—Eso sí se escuchó creíble.

—¿Y tú no vas a decirme lo mismo? —pregunto haciendo una especie de puchero.

Él sonríe.

—Te lo diré a cada momento de cada día: Te amo, Olive Blair.

Se acerca y termina pegando sus labios a los míos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro