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Capítulo 61 | Olive

Mis ojos examinan con atención la página que sostengo en mis manos. Intento fingir extrema concentración en lo que leo, pero es una farsa. Mi vista está clavada en el dichoso papel, pero mi mente está en otra cosa.

Suelto un suspiro de derrota y bajo la página. ¿A quién quiero engañar? En este momento no tengo cabeza para otra cosa que no sea: Elliot, su matrimonio, su mentira, su arrepentimiento, sus súplicas, mi dolor...

¡Mierda! Han pasado casi veinticuatro horas desde que recibí la noticia y todavía me cuesta creerlo. Todavía no puedo asimilarlo, porque una parte de mí todavía sigue intentando creer que todo ha sigo un mal sueño. Que nada de eso es cierto y que solamente fue inventado por alguien que quería separarnos a Elliot y a mí. La realidad duele demasiado y quizá por eso aún me niego a aceptarla.

Suspiro.

Sé que lo único que estoy consiguiendo con pensar demasiado en ello es hundirme más y no lograr avanzar hacia la salida. Todavía no le encuentro salida a todo esto y es tan frustrante. Me está siendo verdaderamente difícil evitar que mi estado de ánimo interfiera en mi trabajo, pero es que no siempre se pueden ignorar los problemas. Hay algunos que nos sobrepasan y eso me sucede justo ahora.

Desde ayer no he dejado de sentirme mal. Estoy cansada emocionalmente y quiérase o no, eso ha influido mucho en mi desempeño laboral. Me siento bloqueada, frustrada... Y ahora también siento angustia.

Mis ojos observan de soslayo el teléfono. Ahí de está de nuevo esa imperiosa necesidad de querer llamarle a Elliot. Necesito escucharlo, saber dónde está y si está bien. No sé nada de él desde ayer y aunque quiera evitarlo eso me preocupa. Mandy no sabe nada tampoco, solo recibió la indicación por parte de Jared de que Elliot estaría fuera un par de días y él se haría cargo de todo. Mi cabeza ha pensado cientos de cosas respecto a dónde y con quién puede estar, y eso solo consigue ponerme todavía más ansiosa.

Soy plenamente consciente de que le está siendo demasiado difícil sobrellevar esta situación, quizá tanto como a mí, pero me siento un poco más decepcionada todavía porque él haya decidido salir corriendo de la ciudad solo para mantenerse alejado. No estoy diciendo que lo quiero aquí, a mi lado, rogándome todo el día para que lo perdone, pero esperaba una reacción un poco más madura. Si yo no huí de él y fui capaz de enfrentarlo para aclarar las cosas, él también debió ser capaz de enfrentar la realidad y permanecer en espera hasta que yo tome una decisión; pero no puedo decirle cómo actuar, porque lo cierto es que cada persona tiene maneras diferentes de afrontar las cosas.

Lo que me incomoda de todo esto, es que quizá él se alejó de esta manera para darme por completo el espacio que le pedí y por ende yo debería estar más tranquila, tratando de ordenar mis emociones sin su intervención, pero lo cierto es que ha sido todo lo contrario.

—Esto es patético —digo en voz alta para mí misma.

Vaya que sí lo es. Fui yo quien le pidió tiempo y espacio, pero no saber nada de él es algo verdaderamente inquietante.

Esto es basura. He pensado en demasiadas cosas, menos en lo que realmente debería. Yo creí que a estas alturas ya tendría una decisión clara respecto a él, pero me siento más indecisa que nunca y no sé ni por qué. No pensé que me costara tanto lidiar con mis sentimientos. No pensé que alejarme de él fuera a dolerme tanto ni que mucho menos intentar no pensarlo sería algo imposible.

Apoyo mis codos sobre el escritorio y me cubro el rostro con las manos.

—¿Por qué no sales de mi cabeza, Elliot? —murmuro contra las palmas de mis manos—. Solo quiero dejar de pensarte por un maldito segundo.

Los pequeños golpes en la puerta me obligan a descubrirme el rostro. Tomo una inspiración profunda y me aclaro la garganta para hablar con voz clara.

—Adelante.

La puerta se abre y es Jared quien entra de inmediato a mi oficina.

—Quería saber si ya habías revisado los documentos de Ternova —dice una vez se detiene frente a mi escritorio.

Mierda.

Niego con mi cabeza y esbozo una pequeña mueca de disculpa.

—Lo siento, Jared. Todavía no los he revisado.

—Mmm, ya veo. —Hace un gesto de duda—. Entonces, ¿me los entregas después?

—Sí, solo dame un par de minutos y te los llevaré a tu oficina.

Un asentimiento es su única respuesta. Se gira para ir hacia la puerta, pero de pronto parece que algo lo detiene, así que vuelve a girar para verme con una expresión muy suave.

—Olive, solo quería decirte que si no te sientes bien, puedes tomarte el día libre. No hay ningún problema con ello, ¿okay?

Niego con mi cabeza de inmediato.

—No es necesario. Estoy bien.

—¿Segura?

—Prefiero mantenerme ocupada aquí. Eso me ayuda a distraerme y no pensar demasiado en... —Suelto un pequeño suspiro y evito mencionarlo—. Solo quiero pensar en otra cosa, ¿entiendes?

—Sí, lo entiendo. Será como tú te sientas mejor entonces.

Vuelve a girarse pero esta vez soy yo quien lo obliga a detenerse solo porque mi maldita boca no puede quedarse callada.

—¿Cómo está él, Jared?

Me dedica una mirada sobre su hombro.

—¿La verdad? Está destrozado completamente.

Mi estómago se hunde ante sus palabras. La debilidad vuelve a hacer acto de presencia y de pronto siento que el corazón empieza a dolerme de nuevo, pero me las arreglo para no dejar salir a flote mis emociones.

—¿Y por qué se fue?

Esa nueva pregunta también escapa de mis labios antes que pueda detenerla.

Él se gira otra vez para verme de frente y luego de un pequeño suspiro, responde:

—Creo que tú y yo sabemos por qué lo hizo. —Me mira con determinación—. Desde mucho antes era imposible para él mantenerse alejado de ti, y ahora es todavía peor, así que solo buscó la manera de obligarse a hacerlo.

Para mí también es difícil mantenerme alejada de él, pero yo no huí, pienso.

—Él siempre dijo que nunca mezclaba su vida personal con su vida laboral, ¿dónde quedó eso?

Mi pregunta es demasiado cruel para mi gusto. Él hace una pequeña mueca.

—Creí que ya sabías que el Elliot de ahora no es el mismo de antes.

—¿Por qué tuvo que cambiar?

—Olive, tú lo hiciste cambiar —dice en un tono acusador—. Yo jamás pensé que alguien llegase a tener la influencia que tú tienes sobre él. Le hiciste cambiar, le hiciste sentir y ahora, aunque no es tu intención, también le estás haciendo sufrir.

—¿Yo lo estoy haciendo sufrir? —pregunto en un tono mordaz.

—Escúchame, Olive, yo no pretendo defenderlo ni mucho menos abogar por él, pero, él en verdad está sufriendo. Sé que hizo mal en mentirte y sé que tienes todo el derecho del mundo a detestarlo, pero si vas a tomar una decisión, hazlo pronto. No importa si decides seguir o alejarte, solo no le hagas más larga la agonía.

Sus palabras se asientan sobre mí como una enorme responsabilidad verdaderamente aplastante. Sé que debo tomar una decisión pronto, pero es que no sé por qué demonios está siendo tan difícil.

—¿Qué tan arrepentido crees que esté Elliot?

No sé ni por qué carajos hago esa pregunta. Quizá solo por curiosidad, porque estoy segura que Jared lo conoce más que nadie y sabe muy bien cómo está.

Él suelta un pequeño suspiro.

—Tan arrepentido, que me da temor que de un momento a otro haga alguna estupidez.

La seriedad en sus palabras provoca que mi corazón se salte un latido.

—¿A qué te refieres?

Niega con su cabeza.

—No es nada. Creo que solamente estoy siendo un poco exagerado.

—¿Estás seguro? Ahora creo que me preocupa el hecho de que haya viajado solo quien sabe a dónde.

—Él está bien —dice—. Yo he estado en comunicación con él y solamente está resolviendo un par de asuntos en Santo Tomás.

¿Viajó a Santo Tomás? Creo que ya sé dónde está.

—Está con su esposa —digo más en afirmación que en pregunta.

—Su ex esposa —me corrige.

Frunzo el ceño, un poco confundida. No sé si es lo que estoy pensando o no, pero entonces Jared me lo confirma.

—Firmaron los papeles del divorcio esta mañana. Elliot ya es un hombre libre.

Una parte de mí lo intuía, pero a pesar de ello, la noticia siempre me afecta. Me causa un sinfín de sensaciones complejas e inexplicables. No sé qué decir o cómo reaccionar. No sé por qué una parte dentro de mí se siente ridículamente... ¿feliz? Es como si el hecho de saber que Elliot ya no está casado, me brinda una extraña sensación de esperanza, pero, ¿esperanza de qué? ¿De continuar juntos?

Quizá...

—¿Tú crees que eso cambiaría algo? —pregunto dudosa.

—Depende de ti.

Bajo la mirada y me quedo pensativa durante algunos segundos.

—¿Cuándo regresará Elliot?

—Estoy seguro que hoy por la tarde.

La ansiedad aumenta dentro de mí casi al instante. Si Elliot regresa hoy, creo que definitivamente necesito tomar una respuesta cuanto antes. Como dice Jared, no debo seguir haciendo más largo todo este suplicio. Ya basta de inseguridades. Yo sé lo que quiero, solo debo aferrarme a ello.

—Hay algo más que quiero decirte, Olive.

La voz de Jared capta mi atención, así que vuelvo a alzar la mirada para verlo, entonces él continúa.

—Lo he estado pensando mucho y sé que te debo una disculpa.

—¿Y eso por qué?

—Por haber sido cómplice de Elliot y su secreto. Solo quiero aclarar que si yo no te dije nada, no fue porque él es mi amigo y yo quería encubrirlo, sino porque no era de mi incumbencia meterme en sus vidas. Yo siempre he creído que cada quien es responsable de lo que hace, y si bien yo le dije a Elliot que debía ser cuidadoso contigo, al final lo que hiciera o no, era problema de él, no mío.

Suelto un suspiro.

—No te preocupes, Jared. Yo entiendo tu postura perfectamente y te doy la razón. Por eso en ningún momento pensé en reclamarte o algo por el estilo.

—¿En serio? —pregunta un poco dudoso.

—Este asunto es solamente entre Elliot y yo, así que no iba a buscar la manera de involucrar a nadie más. Por eso mismo, cuando hablé con Mandy le pedí que también se mantuviera al margen de la situación. No quiero intervenciones de terceros.

—Lo entiendo bien —dice—, y creo que me tranquiliza un poco el hecho de que tomes las cosas así.

—Solo espero tú y Mandy se mantengan imparciales en esto, sea cual sea la decisión que yo tome para con Elliot. —Me mira un poco inseguro, y eso me obliga a continuar hablando—. Escucha, Jared, entiendo muy bien que te preocupes por él. Seguramente lo haces tanto como Mandy se preocupa por mí y por ello te inquieta pensar en cómo pueda reaccionar cuando le de mi respuesta, pero, estará bien. Créeme.

No muy inseguro, pero termina aceptando con un pequeño encogimiento de hombros.

—Si tú lo dices. Solo espero que resuelvan su situación cuanto antes.

—Tendré una respuesta para cuando él regrese. Te lo prometo —digo con firmeza.

Un asentimiento es su única respuesta. Se da la vuelta y camina hacia la puerta, abriéndola al instante, pero antes de salir, me habla una última vez.

—¿Sabes? Conozco a Elliot desde que apenas éramos unos críos. Lo conozco demasiado bien, y te juro por lo que quieras, que esta es la primera vez que lo veo así por alguien, por una mujer. —Hace una pequeña pausa—. Elliot en verdad te ama, Olive, y te juro que serás la única mujer a la que ese idiota podrá amar en su vida, aun si decides alejarte.

Sus palabras me causan una sensación invasiva en el pecho. La sinceridad en lo que ha dicho me provoca sentirme demasiado conmovida y triste.

Y entonces, sin decir más, sale de la oficina cerrando la puerta detrás de él. Me deja en un completo silencio que me permite escuchar todavía más claros los latidos de mi corazón que solo me repiten una y otra vez la misma cosa.

Él me necesita y yo lo necesito a él. Yo me convertí en su debilidad, pero él se convirtió en mi fuerza. Elliot me ama y yo lo amo a él, y no veo por qué debemos condenar nuestro amor a causa de un error, que sí fue grave, más no lo convierte en el malo. Elliot cometió una equivocación, pero sé que está dispuesto a lo que sea con tal de enmendarlo y yo... Yo estoy dispuesta a perdonarlo.










He sentido que las horas han pasado extremadamente lentas. El día me ha parecido más largo que nunca. Apenas son la 1:37pm. Justo ahora Mandy y yo regresamos de nuestro almuerzo. Vamos en el elevador hacia el sexto piso. Solo espero que el resto de la jornada me mantenga bastante ocupada.

Todavía sigo un poco ansiosa esperando el momento en que Elliot se aparezca por aquí en la empresa. De momento Mandy sigue sin saber de él y la verdad no he querido preguntarle más a Jared ni mucho menos he querido preguntarle yo directamente, aunque confieso que he tenido que batallar con las inmensas ganas de querer llamarle. Como sea, lo cierto es que estoy deseando que él vuelva lo más pronto posible para que podamos hablar.

—Oye, ¿y ya sabes algo de Elliot?

La vos de Mandy a mi lado, capta mi atención.

—No, todavía nada —niego.

—Yo creo que quizá deberías llamarle.

El elevador anuncia que ya llegamos al sexto piso. Cuando las puertas se abren, salimos del cubículo pero nos quedamos de pie en la recepción un par de minutos mientras seguimos hablando. Por suerte Sarah no está.

—Sí he estado pensando en llamarle pero, creo que será mejor si hablamos todo personalmente.

—Es que obvio que deben hablar personalmente —exclama con énfasis—. Solo deberías llamarle para decirle que necesitas regrese hoy, porque ya tomaste una decisión. Porque ya lo hiciste, ¿verdad?

Me mira con extrema atención mientras yo me tardo algunos segundos pensando qué responderle, pero finalmente suelto un suspiro y asiento en respuesta.

—Sí, creo que ya tomé mi decisión.

—¿Y esa decisión fue la que tu corazón te dictó?

Sus palabras me recuerdan a Elliot. Justo eso fue lo que él me pidió y justo eso fue lo que he terminado haciendo, así que vuelvo a asentir.

—Sí, Mandy. Mi corazón me dijo qué es lo que debía hacer y yo... —Suspiro—. Yo decidí escucharlo.

Es inmediata la sonrisa que se forma en sus labios y de pronto, se acerca a mí hasta que termina envolviéndome en un cálido y reconfortante abrazo.

—Yo te dije que te apoyaría en la decisión que tomaras, sin importar la que fuera, y déjame decirte que me alegra tanto que hayas elegido tu felicidad.

—Así que crees que Elliot es mi felicidad —exclamo con un pequeño aire divertido.

—Por supuesto, así como tú eres la felicidad de él —dice mientras se aleja.

—Y yo creí que estabas muy molesta con él y que hasta tenías ganas de matarlo. De hecho, eso fue lo que dijiste ayer —digo burlista.

Hace una mueca graciosa.

—Sí, quizá dije un par de cosas malas —se ríe—, pero es que al igual que tú solo estaba dejándome llevar por las emociones negativas.

Enarco una ceja y me cruzo de brazos.

—Pero yo en ningún momento dije que lo quería matar.

—Ay, ya. Fue en sentido figurado —masculla en defensa.

Una pequeña risa se me escapa. ¡Vaya! Por fin estoy riendo y se siente demasiado bien después de las veinticuatro horas más horribles que he pasado.

Mandy suelta un suspiro y toma la palabra de nuevo.

—Escucha, lo que quiero decir es que yo sé muy bien que lo amas y no es justo que debas sacrificar ese amor por un error que él cometió. Sí, yo sé que ayer estabas decepcionada y dolida, pero ya ves que solo bastó un poco de tiempo para pensar mejor las cosas y darte cuenta que puedes darle otra oportunidad. —Sus manos sujetan las mías dándome un pequeño apretón como gesto cariñoso—. Liv, yo sé que Elliot aprovechará cada segundo de cada día para demostrarte que esa oportunidad ha valido la pena. Él estará dispuesto a lo que sea con tal de compensarte.

Le regalo una pequeña sonrisa.

—Lo sé. Yo también creo que Elliot buscará la manera de que esto valga la pena.

—Ya verás que sí —dice sonriente.

Suelto un enorme suspiro, pero este es diferente a los demás. Es un suspiro de alivio y tranquilidad. Siento como si poco a poco empezara a quitarme el enorme peso que llevo encima.

—Ahora solo queda esperar a que él aparezca —digo, haciendo una pequeña mueca.

—Te aseguro que pronto tendremos noticias de él, mientras tanto hay que ir a trabajar.

Asiento en respuesta y la sigo de cerca para ir a la otra sala. Cruzamos las puertas dobles e inmediatamente nos percatamos del escándalo que hay al otro lado de la sala, justo frente a mi oficina. ¿Qué carajos?

Mandy y yo nos vemos la una a la otra con la misma cara de confusión porque no entendemos qué pasa. Todas las mujeres del departamento están reunidas frente a la puerta de mi oficina, que por cierto, desde aquí logro ver que está abierta. ¿Qué rayos están haciendo?

Sin pensarlo dos veces hago mi camino hacia ellas a paso veloz. Casi estoy llegando cuando Sarah se percata de mi presencia y alerta a las demás.

—¿Pueden explicarme qué sucede aquí? —pregunto con voz firme cuando me detengo a poca distancia de ellas.

Todas me miran de una manera extraña. Lucen emocionadas o algo así. Mi confusión aumenta todavía más.

—¿Ninguna va a decirme nada? ¿Quién dio autorización para que abrieran mi oficina?

—Jared me dijo que los dejara pasar para que acomodaran todo —responde Sarah de inmediato.

Frunzo el ceño.

—¿A quiénes dejaste pasar?

Justo en ese momento dos hombres salen de mi oficina. Ambos visten igual. Pantalón negro y camiseta polo color celeste. Es una especie de uniforme como si fueran repartidores o algo así.

—Ella es Olive Blair —les dice Sarah, señalándome.

Los miro con mucha cautela porque realmente no tengo ni la más mínima idea de quiénes son y qué hacían en mi oficina. No sé, pero mi lado fatalista está haciéndome pensar demasiadas cosas.

—Señorita Blair, firme aquí por favor —dice uno de los hombres, extendiéndome una pequeña tablilla con una hoja de papel.

—¿Qué se supone que es eso? —inquiero con desconfianza.

—Es donde usted confirma de recibido.

—¿Y qué se supone que he recibido?

Mis ojos viajan hacia las mujeres que todavía siguen hablando quien sabe qué cosas en un tono emocionado mientras observan con atención hacia el interior de mi oficina. Niego con mi cabeza. Necesito saber ahora mismo qué sucede.

Me abro paso entre ellas para entrar a mi oficina de una vez y ver qué es lo que...

Me detengo en seco al instante que pongo un pie adentro.

Oh, Dios mío.

Me llevo las manos hacia mi boca para cubrirla. Estoy demasiado sorprendida. Me he quedado boquiabierta. Lo juro.

Mis ojos se pasean por todo el espacio de mi oficina contemplando todo con atención. El corazón me late como si quisiera salirse de mi pecho y no sé ni por qué demonios mis ojos se cristalizan.

Esto es demasiado hermoso. Mi oficina está llena de rosas.

Hay cuatro arreglos sobre mi escritorio, uno en cada sillón al frente, dos más sobre el archivero y muchos más acomodados en cada espacio libre en el piso. ¡Hay hermosas rosas rojas por doquier!

—¿Todo está bien, Liv? ¿Qué es lo que...?

Las palabras de Mandy se quedan a medias al instante que también entra a la oficina.

—No. Puede. Ser —dice a pausas, casi sin aliento.

—Esto es... hermoso —digo apenas en un hilo de voz.

—Mandó a llenar tu oficina de rosas —dice como si todavía no lo creyera—, y son exactamente de tu color favorito. No es solo hermoso. ¡Por Dios, Olive! Ni siquiera existen palabras para describir esto.

Le doy toda la razón del mundo. Yo no encuentro las palabras exactas para describir esto que ha hecho Elliot y que juro me ha llegado hasta lo más profundo de mi ser. Es un detalle que jamás hubiese esperado de él.

Cierro mis ojos e inhalo profundo. El agradable olor a rosas inunda mis fosas nasales, envolviéndome en una sensación indescriptible. La imagen de Elliot viene a mi mente. Las ganas de verlo de frente y abrazarlo se vuelven mucho más grandes que antes. Lo necesito.

De pronto escucho cómo alguien se aclara la garganta a mis espaldas.

—¿Ya puede firmar, señorita?

Me giro de inmediato para ver al hombre que de nuevo me extiende la tablilla. Asiento y firmo la hoja de recibido. Luego se la devuelvo y le agradezco.

—Muchas gracias.

—Un placer. Que tenga una feliz tarde. Con permiso.

Sin decir otra cosa se retira con el otro hombre. Al segundo siguiente mis compañeras de trabajo no pierden tiempo para adentrarse en la oficina con total confianza y admirar todas las rosas mientras siguen haciendo un sinfín de comentarios con mucha emoción.

Me dicen que esto es muy romántico, que yo soy muy afortunada por tener a alguien que me haga este tipo de detalles y que seguramente debe ser alguien completamente enamorado... ¿Alguna se imaginará que se trata de nuestro jefe? Yo creo que no.

—Muy bien, señoritas —se escucha la voz de Jared—, es hora de que vuelvan a sus labores. La hora de recreación ya acabó.

Su comentario me causa un poco de gracia, sobre todo cuando escucho a todas disculpándose e inmediatamente se apresuran para salir lo más pronto posible. Sin duda alguna también Jared impone orden en un santiamén como lo hace Elliot. También es el jefe, después de todo.

Después de todo el bullicio mi oficina queda en un completo silencio. Solamente nos quedamos Mandy, Jared y yo. Escucho que ellos comienzan a hacer un par de comentarios a los cuales no les presto atención porque justo en ese momento, mis ojos localizan algo en uno de los ramos que están sobre mi escritorio. 

Me acerco a él y al revisar me doy cuenta que se trata de una tarjeta. La tomo con delicadeza y decido abrirla para leer lo que sea que diga. Al instante reconozco la caligrafía tan bonita que tiene Elliot y el mero hecho de asimilar que él escribió esto y luego se encargó de hacerlo llegar a la floristería quien sabe cómo demonios porque él está en otra ciudad, provoca que mi corazón se acelere de nuevo.

«He intentado dejar de pensarte, Olive, pero tú eres lo único que tengo en mi cabeza desde ayer y te juro que es una tortura. Te adheriste a mi ser y saberte lejos me hace sentir completamente vacío. Te necesito.

Mis tormentas necesitan de tu paz. Mis tinieblas necesitan de tu luz. Mi frío necesita tu calor. Cada parte de mí, necesita cada parte de ti. Tú eres la única razón por la que mi corazón seguiría latiendo, pero también la única razón por la que dejaría de latir.

Sé que ni con todas las rosas del mundo podría compensar lo mucho que te lastimé, pero por favor perdóname.

Te amo. Aún cuando quizá tú estás intentando dejar de amarme.»

No sé ni en qué momento mis ojos volvieron a cristalizarse. El nudo en mi garganta es insoportable. Mi mano libre cubre mi boca tratando de contener el llanto que amenaza con salir en cualquier momento. No puede ser que vaya a llorar ahora. No puede ser.

Pero es que cada una de las líneas que Elliot ha escrito en esta nota, me duelen. Me calan hasta lo más profundo de mi ser y solo siento mucho más grande el deseo de fundirme en sus brazos y decirle que lo perdono, que yo también lo necesito y que ni siquiera intenté dejar de amarlo como se lo dije.

¡Mierda! ¿Por qué le dije que lo haría? Eso debe haberlo lastimado demasiado.

—¿Estás bien, Olive? —pregunta Mandy poniéndose a mi lado.

—Necesito verlo —respondo girándome para ver a Jared.

—¿Qué? —pregunta él, confundido.

—Necesito ver a Elliot —repito. 

Él me mira sin saber qué decir. Luce un poco inseguro.

—Él regresará hasta mañana —responde finalmente.

—¿Qué?

—Solo me llamó para decirme que te enviaría esto y para informarme que él regresa hasta mañana.

La noticia me desalienta. Yo no quiero esperar hasta mañana. 

—¿Qué te dijo en esa nota? —pregunta Mandy—. ¿Qué sucede? ¿Por qué tu desesperación?

—¿Puedo verla? —interviene Jared y me hace de señas hacia la tarjeta que sostengo en mi mano.

Se la entrego y comienza a leerla rápidamente. Su rostro adopta una expresión extraña. Al terminar, alza la mirada y mantiene el contacto visual durante varios segundos hasta que finalmente termina devolviéndome la tarjeta. 

—Está bien, Olive. Te llevaré con él.

—¿Entonces ya regresó a la ciudad? 

—Tú y yo saldremos de la ciudad —aclara.

—¿Viajaremos a Santo Tomás? —pregunto sorprendida.

—Sí, prepara todo lo que necesites. Saldremos cuanto antes.

Se da la vuelta de inmediato para salir, pero justo antes que lo haga le logro escuchar las palabras que dice en voz baja.

—No cometas ninguna estupidez, hermano. Por favor no.

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