Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5 | Elliot

¡Con un demonio!

Trato de disimular a como dé lugar que no estoy embobado con la manera en que ha pronunciado cada palabra y mi nombre. Es que ha sido malditamente sexy.

Llevamos alrededor de diez o quince minutos de entrevista, pero no necesito de más tiempo para saber que esta mujer sabe perfectamente cómo lucir tan segura, profesional y empoderada. Ella se hace notar.

Podría jurar, que un extraño brillo se apoderó de su mirada, al instante que le hice la pregunta. Ese par de ojos castaños, se vuelven mucho más hipnotizantes conforme más los veo. Esta mujer tiene algo, que la hace ver demasiado atractiva hasta con el más mínimo gesto que haga. De eso ya estoy muy seguro.

Vaya sorpresa la mía, al saber que esa mujer que llamó mi atención desde que la vi en el vestíbulo del edificio, sería mi candidata de oro para ser la nueva publicista. Y la idea me agrada. Tener cerca a esta mujer, me agrada mucho. Así como también me agrada la idea de que esté dispuesta a hundir a Hoffman.

Enderezo mi postura y le dedico una mirada firme —Eso es lo único que necesitaba oír, señorita Blair. Déjeme decirle que oficialmente queda contratada. Será un enorme placer para mí tenerla como mi nueva Directora Creativa.

Sus ojos se engrandecen un poco y me doy cuenta de la sorpresa que refleja su rostro —Creí que sólo sería una publicista más —exclama un poco aturdida.

Niego con mi cabeza —Una persona con el talento como el suyo, debe estar al frente, créame —ella asiente, volviendo a esa seguridad que anteriormente tenía y una pequeña sonrisa adorna sus labios y me es imposible apartar mis ojos de ellos, pero tengo que hacerlo. —Vuelvo a ofrecerle una disculpa por el incidente allá abajo con las carpetas y documentos que iba a mostrarme. Me hubiese gustado ver parte de su trabajo.

—Traeré otra copia a la mayor brevedad posible. Pero creo que quedaron algunos que puedo mostrarle —exclama y baja la mirada hacia los papeles que logró recuperar, y que yacen sobre su regazo.

Mi vista baja también y no puedo evitar darle una buena ojeada, aprovechando que no me ve. Sus muslos están muy bien ceñidos por la falda, y por la posición en que una de sus piernas está sobre la otra. La poca piel expuesta de sus rodilla hacia abajo, es bastante clara y se ve tan... suave.

—Tengo unas copias de los proyectos que he empezado a diseñar para algunas campañas —su voz me distrae y me obligo a apartar la mirada.

Un poco más, y mi imaginación empezaría a volar y fantasear con su suave piel.

Me aclaro la garganta.

—Pues me gustaría verlos —al tiempo que hablo, me pongo de pie y rodeo mi escritorio para ir a ella. De verdad que quiero aprovechar cualquier cosa para acercarme y ver su reacción al tenerme así: cerca de ella.

Aunque obviamente no podré acercarme demasiado, al menos no aún. Debo darle espacio y llevar esto poco a poco.

Me doy cuenta que me observa inexpresiva mientras me acerco. Eso me intriga. Normalmente las mujeres se quedan estupefactas cuando me ven acercarme a ellas. No es que sea un presumido de mierda, pero estoy bastante seguro de mí y mi habilidad para desestabilizar a cualquier mujer, con solo una mirada. Con la mirada que estoy dedicándole justo ahora a Olive Blair, pero ella luce tan... ¿indiferente? Eso me descoloca de una extraña manera.

Paso al frente de ella, y tomo asiento en el sillón de al lado. Ella gira un poco su cuerpo para verme más de frente y de la manera más natural, me extiende unos papeles. Los tomo, y en silencio empiezo a revisarlos.

Es un proyecto titulado IG5, FOR US.

Doy una ojeada a las partes más resaltadas. Mi ceño se frunce conforme voy leyendo de qué trata esto y cuando leo información realmente valiosa.

¿Esto es, lo que creo que es?

Mis ojos se trasladan hacia ella, y una genuina sonrisa adorna sus mullidos labios, pintados de ese rosa suave, casi natural, pero que los hacen lucir demasiado besables.

Estoy seguro que ha notado mi expresión.

—Señorita Blair, esto es, ¿una campaña para Apple?— no puedo evitar escucharme tan aturdido e incrédulo al hacer esa pregunta.

Ella luce tan altanera cuando asiente —Sobre el lanzamiento de su próximo producto al mercado —explica. —La compañía está trabajando un nuevo iPhone. La campaña publicitaria estaría saliendo a la luz en un par de meses, en cuanto encuentren a la empresa que la lleve a cabo, claro.

¡Mierda! Estoy boquiabierto. Lo juro.

—¿Cómo ha conseguido dicha información? La compañía aún no habla absolutamente nada al respecto. Esto debe ser confidencial —la observo con total sorpresa, e incluso me atrevo a admitir. —Yo no estaba enterado de nada.

Sonríe y baja la mirada a los demás papeles —Siempre es bueno estar al tanto de lo más reciente, señor Reynolds —vuelve a verme y juro que me hace tragar grueso con esa mirada tan intensa que me decida. —Digamos que, siempre me gusta estar un paso adelante —añade.

Esta mujer es una caja de sorpresas. De eso estoy seguro y también estoy bastante seguro, que estoy intrigado por descubrir si esconde más.

La satisfacción que siento ante lo que ella dice, provoca que le devuelva una sonrisa de total complicidad —Bien, señorita Blair. Ha logrado convencerme de que usted es justo la publicista que necesitaba. Deposito toda mi confianza en usted.

—Gracias —responde en un tono de todo negocios. —Me encargaré de que eso se mantenga.

—Sin duda que lo hará —exclamo total acuerdo.

Definitivamente estoy seguro que esta mujer, será la causante de que mi empresa tenga mucho más éxito del que ya tiene. Estoy seguro que hundir a Hoffman, será sin duda demasiado fácil si es con ella. Ella tiene mi total admiración ahora, y admito también tiene toda mi atención.

Es realmente bella y malditamente sexy. Su seguridad, altanería y profesionalismo, la hacen ser una mujer completamente enigmática y digna de desear, en muchos sentidos. Sin embargo, sé que con mujeres como ella, debo tener demasiada precaución y saber cómo mover mis cartas, porque por el contrario de que ella se sienta atraída por mí, podría ser yo quien sea atraído por ella. Podría ser que, en lugar de jugar un poco para provocarle deseo, ella termine jugando conmigo. No quiero eso. Mucho menos quiero ahuyentarla. La necesito en mi empresa sobre todo por fines laborales y esa es la razón más fuerte para caminar con cuidado alrededor de ella.

—Bien, señor Reynolds. Usted dirá con lo que habrá que seguir.

Su voz llama mi atención y me saca de mi ensimismamiento. Devuelvo la vista a ella, y asiento.

—Usted sabrá lo que necesita traer para instalarse en su nueva oficina. Me gustaría mostrársela ahora —ella asiente, así que me pongo de pie, abotonando el saco e invitándola a ponerse de pie también.

Avanzamos hacia la puerta y luego de abrirla, le doy permiso para que salga primero. Cuando pasa a mi lado, su fragancia me llena por completo y me contengo para no tomar una inspiración profunda. Huele demasiado bien y reconozco esa inigualable fragancia.

Una vez salimos, mis ojos me traicionan y bajan de inmediato a su trasero cuando la veo de espaldas. Mierda, en serio que tiene un cuerpo realmente bello.

¡Contrólate, joder!

Exclamo para mis adentros y me obligo a quitarle la mirada, antes que alguien me vea viéndole el trasero a mi nueva publicista.

—Por aquí —hago de señas, adelantándome un poco. Ella camina a mi lado en silencio, así que decido explicarle un poco acerca del lugar. —Esta es el área de Servicios Creativos, como ya le había explicado anteriormente. Será su área a cargo —ella me observa una fracción de segundo para asentir. Luego devuelve la mirada al espacio donde están todos los cubículos. Llegamos donde  se encuentra la nueva asistente, así que me detengo. —Ella es la asistente ejecutiva —señalo a la castaña, de la cual no recuerdo su nombre, pero ella de inmediato se pone de pie para presentarse.

—Mandy —extiende su mano y la pelinegra la estrecha, con una enorme sonrisa.

—Un gusto. Olive Blair.

Me atrevería a jurar que intercambian una mirada extraña, como de complicidad, pero la paso por alto.

—Ella es la nueva Directora Creativa. Cualquier cosa que necesite, tú estarás también al pendiente —indico, y la castaña asiente. —¿Continuamos?— pregunto y prosigo con el recorrido. —Esta es la sala de juntas y también la sala de exposición para las nuevas campañas.

Abro las puertas de cristal e ingresamos a la estancia. Ella da una ojeada al lugar y se adentra un poco más. Yo me quedo observándola con atención desde la puerta. Sus tacones resuenan en el piso al caminar y me percato que sus ojos se posan en el enorme ventanal.

—Hermosa vista —exclama sorprendida.

—Sí. Hermosa, sin duda —exclamo con seguridad, pero mis ojos no ven en ventanal. Mis ojos recorren su cuerpo de pies a cabeza.

¿Qué mierda me pasa? Esta mujer me provoca mucho más que la asistente rubia de Rothschild. Tenerla trabajando tan cerca de mí, vaya que será una distracción. Una peligrosa y maravillosa distracción.

Cuando ella se gira hacia mí, me obligo a verla a los ojos —Espero que también le guste la vista que tendrá en su oficina.

Sus ojos brillan y alza una ceja —Se lo diré cuando la vea... ¿continuamos?

Avanza hacia mí, hasta pasarme de largo y salir. En el proceso, el aroma a su loción vuelve a inundar mis fosas nasales y la sensación es la misma que sentí hace unos momentos al salir de mi oficina. Es, abrumadora. Embriagante.

—¿Puedo hacerle una pregunta, señorita Blair?— cuestiono cuando estoy a su altura. Ella asiente y entonces, decido mover mi primera carta, esperando no cagarla, pero por algo tengo que iniciar para entablar una buena conversación. —¿Qué fragancia utiliza?

Se detiene de golpe, y me observa aturdida. ¿Eso es bueno?

—¿Disculpe?— pregunta confundida. Ya tengo su atención, o eso creo.

—Me atrevería a decir que es algo de Dior —exclamo, viéndola con seguridad. Su expresión ahora es de sorpresa, pero quizá con un ligero toque de curiosidad. —Joy eau de parfum intense... ¿quizá?— añado, pronunciando el nombre con mi mejor asentó francés.

Una expresión que no sabría descifrar se apodera de su rostro y eso me confunde. Lo odio. No sé si he logrado sorprenderla o qué demonios. ¿Por qué es tan difícil leer a esta mujer?

—Quizá —responde finalmente y una leve sonrisa baila en la comisura de sus labios. —Veo que sabe de fragancias, señor Reynolds —exclama, al tiempo que continúa con su andar, un poco más lento.

Mi ego está bailando. Primera carta movida con éxito. Tengo su atención y quizá podamos conversar más. Sonrío con suficiencia y la sigo.

—Excelente elección sin duda —digo refiriéndome a la fragancia—. La mezcla perfecta de una explosión floral, belleza y mucha sensualidad.

Pronuncio la última palabra con mayor énfasis, pero con el cálculo de no escucharme tan indecente. Ella, una vez más no luce afectada porque ni siquiera me mira; sin embargo, puedo notar que sonríe un poco... divertida.

—¿Citó las palabras utilizadas en la campaña de lanzamiento de esa fragancia?

Ahora entiendo su reacción. Cree que simplemente cité las palabras de un anuncio que pasaban unas veinte veces al día en la televisión. Es mi turno para sonreír, pero yo lo hago con arrogancia.

—Cité mis palabras. Yo fui quien creó esa campaña.

Ahora sí me mira, y creo que luce un poco sorprendida.

—Admito que fue una buena publicidad. Tiene un buen criterio para ese tipo de trabajo —su expresión vuelve a ser indiferente.

Es tan difícil anotar algún punto con esta mujer, pero quizá yo pueda cambiar eso.

—Tiene una manera de dar halagos muy inusual, señorita Blair. Es como si estuviera diciendo: estuvo bien, pero yo lo hubiese hecho mejor.

Realmente pienso eso y por el contrario de sentirme ofendido, me crea mucha más admiración hacia ella.

Cambia su expresión y sonríe ampliamente. Por fin. Una puta sonrisa genuina.

—Tiene toda la razón, señor Reynolds —alardea.

Alzo una ceja —¿En qué? ¿En decir que no es buena haciendo halagos, o en que usted pudo haber hecho ese trabajo mucho mejor?

Me observa de soslayo —En ambas cosas.

Devuelve su vista al frente, y continuamos el pequeño recorrido hasta que llegamos a donde están las otras oficinas, incluida la de ella.

—Esta es su oficina —me adelanto un poco, hasta abrir la puerta con su respectiva tarjeta de acceso. —La tarjeta de acceso es exclusivamente suya y solamente tiene una copia que está en mis manos. Está demás decirle que no la comparta con nadie.

Asiente, y entramos a la oficina. Ella da una minuciosa ojeada al lugar como si estuviese examinando cada detalle de la estancia. Ahora dudo de que la oficina y la vista que tiene vaya a gustarle. Es que me parece que es tan difícil de impresionar.

—Sí tiene excelente vista —dice volteando un poco hacia mí.

—Me alegro que le guste. Cualquier modificación o cambio que desee, puede hacérmelo saber.

Estoy intentando mover más cartas y ser lo más amable que puedo.

—Sin duda quizá cambie algo de la decoración —exclama dando una ojeada a todas las paredes y puedo notar algo de desaprobación en su mirada. —Mi oficina es mi taller de creación. Necesito algo que me inspire y no creo que... —hace una pausa y su ceño se frunce, al momento que ve unas fotografías que están en el módulo a la derecha. Ríe un poco. —Y no creo que esas fotografías me brinden inspiración alguna —termina la oración.

No puedo evitar sonreír también cuando hace una mueca con su rostro, y señala las fotografías de esos extraños gatos con disfraces que tenía la anterior publicista. Ella amaba a los gatos.

—Extraño gusto creativo el que tenía quien haya utilizado esta oficina antes —dice viendo con desdén hacia los demás cuadros y objetos que decoran el espacio.

Esta mujer es realmente de admirar. Habla de quien sea y de lo que sea con una total confianza, sin sentirse mal por lo que pueda o no pueda decir y entonces me doy cuenta que debo irme con más cuidado del que creía.

—Pues está en toda la libertad de acomodar el lugar a como mejor le parezca —digo, hundiendo las manos en los bolsillos del pantalón.

—Tenga la certeza de que lo haré —responde tan confiada como siempre. Se mueve en su lugar, hasta que queda de frente a mí. —Supongo que el dueño de esto, tiene pensado volver por algunas cosas.

—Dueña —corrijo y hago una mueca pensativa. —No sé si vuelva por algo. Seguramente no le importan. Se largó hace cuatro días. Ya hubiese regresado si tiene pensado hacerlo.

Hago un pequeño encogimiento de hombros porque la verdad, no me importa. Por mí puede tirar todo eso a la basura. Nos quedamos unos segundos en silencio, y me doy cuenta de la notable curiosidad con la que me observa. Estoy seguro que quiere preguntar algo, y así lo hace.

—¿Por qué se fue la anterior publicista?

Sabía que iba a preguntar algo así. Me observa con recelo y se cruza de brazos. Es muy curiosa. La curiosidad es buena.

Vuelvo a encogerme de hombros —Estaba de viaje cuando eso pasó. Me dijeron que aparentemente, recibió una mejor propuesta de otra empresa.

Alza una ceja, observándome incrédula. Sabía que reaccionaría así.

—¿Y tiene idea de qué empresa? Digo, porque siendo esta la empresa número uno en publicidad del país, realmente dudo que esa excusa sea cierta.

—Lo mismo opino yo —exclamo de manera distraída, al tiempo que doy un par de pasos para ir al escritorio y distraerme con lo que sea. Es que ella acaba de ponerme incómodo con la manera en que me observa. —Quizá tenía otros motivos pero los desconozco —añado.

—Quizá no se sentía cómoda con él ambiente laboral.

No sé porqué siento que sus palabras tiene un doble significado. Me giro y me doy cuenta que sigue viéndome tan detenidamente. Sin embargo, obviamente no voy a dejar que su mirada debilite la mía. Puedo ser tan firme y expresivo como ella. Aunque admito que nunca me había topado con una mujer que tuviera una mirada tan fuerte como la suya. Aun así, mis ojos se conectan con los suyos fijamente.

—Señorita Blair —pronuncio su nombre lentamente y le ofrezco mi mejor sonrisa—, tenemos el mejor ambiente laboral aquí. Eso se lo puedo garantizar —por unos segundos veo cómo su expresión flaquea y me aprovecho de eso—, pero si hay algo que quizá le incomode a usted, puede decírmelo sin problemas.

Quiero probar si diría que le incomodo yo. Que le incomoda mi presencia. No es que me crea demasiado, pero eso ya me lo han dicho y si ella es tan directa como creo, estoy seguro que también me lo diría, de ser así. No despego mi mirada de la suya ni un solo segundo; sin embargo, la suya tampoco flaquea.

—De momento creo que todo está bien aquí, señor Reynolds —responde finalmente, con un tono bastante suave.

—¿Qué me dice del ambiente laboral en PubliCom? ¿Qué tan a gusto se sentía usted ahí?

Antes que pueda meditarlas, ya he hecho las preguntas y espero no haberla cagado con eso.

—Lo suficiente —comenta sin problemas, pero me doy cuenta que quizá no es del todo sincera.

—¿Y podría saber por qué terminó yéndose de ahí? Todavía tengo algo de curiosidad en eso —me recargo un poco contra el escritorio, quedando justo de frente a ella.

—Supongo que encontraron a alguien que siguiera las órdenes al pie de la letra —hace una mueca con el rostro. —Digamos que, yo no soy muy buena haciendo eso.

¿Eso significa que ella es rebelde? ¿Desobediente y que le gusta llevar la contraria? ¡Interesante!

—Hábleme un poco de usted, señorita Blair —la observo con curiosidad, ladeando mi cabeza.

Voy a ser su jefe. Creo que debería conocerla un poco más.

—No hay mucho que saber sobre mí —responde secamente. —Creo que todo lo que necesita saber de mí, ya lo ha leído en mi currículum.

¡Mujer difícil! ¡Eso me gusta más!

Ella cree que puede ser muy reservada, pero creo voy a mostrarle que siempre puedo sacar información de una manera u otra.

—Así que recién se graduó, obtuvo el cargo de publicista en la segunda mejor compañía del país. Debió ser todo un honor —ella asiente. —Seguramente el señor Hoffman vio su potencial. Yo tampoco hubiese dudado en contratarla después de ver todas las condecoraciones a su título. No sólo es una mujer bella, sino que también muy inteligente.

Por un segundo, casi estoy seguro de haber visto como si sus mejillas quisieron sonrojarse por mi comentario; sin embargo, se las arregla muy bien para lucir indiferente, aunque sonríe levemente.

—Gracias por el halago, señor Reynolds.

—Creo que soy mejor que usted con los halagos.

Se cruza de brazos y hace un pequeño encogimiento de hombros, como si tampoco me quisiera dar la razón en eso.

Me quedo unos segundos en silencio, pensando si debería intentar seguir moviendo un par de cartas más.

—Me gustaría empezar a tratarnos con más... confianza —exclamo un poco calculador y ella me observa con atención, así que le explico. —Quiero que sepa que me gusta tener una excelente relación con mis empleados. Me gusta crear un ambiente laboral ligero y entretenido. Le pido de ante mano disculpas, porque quizá ya habrá notado que suelo hacer muchas preguntas, pero me gusta conocer a la gente.

—Lo he notado. ¿Siempre es así con todos los empleados?— pregunta sin vergüenza alguna.

—Solo con quienes son de mi interés —al instante que respondo y veo su expresión, caigo en cuenta que eso se escucho mal, así que corrijo de inmediato. —Me refiero a con quienes sé que debo tener una relación más estrecha debido al trabajo. Debo recalcar, que a partir de ahora usted será de mi entera confianza. Será mi segundo apoyo, después del vicepresidente, así que me gustaría llevarnos bien.

—De acuerdo, pero le voy a ser sincera, señor Reynolds —y ahí está de nuevo esa mirada tan penetrante. —Soy una persona seria, responsable, decidida y directa. Para mí la confianza es algo primordial en nuestro trabajo. Sé perfectamente que tendremos que trabajar de la mano y desde ya le reitero mi compromiso para con esta empresa. Haré mi mejor trabajo en cada proyecto que me sea entregado, pero le aclaro que yo trabajo a mi manera y con mis ideas. No me gusta que juzguen mi trabajo antes de tiempo. Como mi jefe, sus opiniones serán bien recibidas pero no le aseguro tomarlas en cuenta siempre. Y respecto a inmiscuirse en mi vida personal, le ruego de favor que se abstenga. Lo personal, jamás debe mezclarse con lo laboral.

Mentalmente, estoy boquiabierto. Pero por fuera, me las arreglo de mil maneras para no lucir tan asombrado por sus palabras. Vaya que lo de ser directa lo decía muy en serio.

Ella me observa con determinación, esperando alguna respuesta. Simplemente me alejo del escritorio y me acerco a ella, hasta detenerme quizá a menos de un metro de distancia. Ahora es mi turno de observarla tan altanero y prepotente como ella.

—Pues ahora estoy mucho más ansioso por trabajar con usted, señorita Blair —mi voz es mucho más roca que de costumbre. Ella tiene que alzar un poco la vista para verme, ya que a pesar de que lleva tacones, todavía soy más alto que ella. —Ahora si me permite, quiero mostrarle el primer proyecto que deseo asignarle. Es el proyecto del año. De verdad tengo altas expectativas en usted y espero pueda llenarlas.

Asiente con firmeza sin lucir para nada afectada por la gran responsabilidad que he empezado a depositar sobre sus hombros.

—De eso puede estar seguro. Voy a llenar todas sus expectativas y más.

¿Se siente muy segura de ello? Eso me agrada.

Dada su respuesta, acepta salir de la oficina conmigo, para ir a la sala de juntas. Ahí nos reuniremos con Jared para presentárselo y para mostrarle el proyecto de Summer Time.

Pero ahora, lo que más me inquieta no es la campaña que hay que montar para el dichoso proyecto. Ahora, mi maldita inquietud es, cómo demonios haré para evitar obsesionarme con esta mujer cuando algo en ella me llama y cuando de alguna u otra manera, sé que no será fácil intentar acercarme a ella. Me gustan los retos.

Es prepotente, astuta, arrogante y decidida. Es igual a mí. Somos dos polos iguales, y algo me dice que desafiaré las leyes con ella, porque no va a repelerme. Ella va a atraerme.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro