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Capítulo 42 | Olive

Termino de abrochar el último botón de la camisa y me quedo unos segundos viéndome en el espejo. Sin que pueda evitarlo una ridícula sonrisa se forma en mis labios.

La camisa me va grande en algunos lados, pero me llega hasta cubrir la mitad de mis muslos. No sé qué diga Elliot cuando me la vea puesta. La verdad es que la tomé de su armario sin pedir permiso, pero necesitaba algo cómodo para dormir porque no quería hacerlo con el vestido que llevaba puesto.

En fin, dormir con ropa de Elliot se siente extrañamente agradable.

Suelto un suspiro y me doy la vuelta para irme a la cama. La ducha que tomé me relajó un poco pero todavía me siento agotada. ¿Y cómo no estarlo? He bebido, bailado y además follado tres veces en las últimas dos horas. Todo eso para una sola noche sí que es bastante, pero me ha gustado. Ha sido un buen cumpleaños para variar.

Me acomodo sobre el colchón y me relajo soltando otro largo suspiro. Tomo una de las almohadas, y la abrazo con fuerza, trayéndome la imagen de Elliot a la mente.

¡Carajo! ¿En serio acepté regresar con él? ¿En serio acepté ser su amante de nuevo?

Definitivamente una puede hacer estupideces estando ebria.

No, no puedo culpar al alcohol. Ni que hubiera bebido mucho. Solamente fueron un par de tragos, así que debo ser madura y responsable de las decisiones que he tomado por mi propia voluntad, porque lo cierto es que yo sí quería volver.

Desde la acalorada conversación que tuvimos ayer en su oficina, no había dejado de darle vueltas al asunto en mi cabeza. Elliot supo cómo revolver mis sentimientos con sus palabras. No sé si todo lo que me dijo era simplemente labia para convencerme, pero definitivamente aquí están los resultados: Soy su amante de nuevo.

Un nudo extraño se forma en mi estómago cuando empiezo a asimilar la situación. Sé muy bien que probablemente estoy involucrándome de más, porque aunque por un lado solo lo hice por seguir disfrutando del placer que me ofrece Elliot, por otro lado lo hice por la sencilla y estúpida razón de que me he acostumbrado a él y su compañía, de alguna u otra manera.

Elliot me está haciendo sentir cosas que no debe, pero ahora no dejo de pensar en que él me ha dicho lo mismo. ¿Por qué estamos en esta situación?

Solo sexo sin amor, dijimos. Ahora me pregunto: ¿Dónde carajos quedó esa regla?

La puerta de la habitación se abre y de inmediato mi atención se vuelca en esa dirección.

Elliot entra secándose el cabello con una toalla. Recién acaba de ducharse, así que está descalzo y vistiendo únicamente unos pantalones de chándal. Mis ojos se pierden contemplando su torso desnudo donde algunas gotas de agua todavía se deslizan sobre su marcado abdomen. Me fascina cómo se ven sus brazos y sus hombros. Tan firmes y fuertes. Este hombre es demasiado sexy.

Cuando sus ojos se alzan y me mira, una sonrisa se dibuja en sus labios.

—Veo que ya te pusiste cómoda.

Me remuevo en mi lugar, hasta quedar sobre mi costado para verlo mejor.

—Espero no te importe que haya tomado una de tus camisas.

—Para nada. —Sus ojos recorren mi cuerpo con mucha atención. —Te ves muy caliente vistiendo mi camisa. Dime: ¿llevas algo debajo de ella?

Muerdo mi labio inferior —Solo mis bragas.

Sus ojos se oscurecen al instante. Tira la toalla por ahí en algún lado y luego de apagar la luz, se acerca a la cama hasta sentarse en el borde. Su mano comienza a hacer un recorrido lento desde la pantorrilla hacia arriba. La piel se me eriza al instante y el nudo en mi vientre hace acto de presencia cuando sus dedos continúan las caricias hasta llegar a la curva de mis glúteos. Cuando creo que va a ir por más, se detiene de repente.

—Hay que dormir.

Le dedico una mirada molesta. Cómo odio que juegue así conmigo.

Me sorprendo bastante cuando lo veo subirme a la cama y acomodarse a mi lado.

—¿Vas a dormir aquí? —No puedo ocultar la curiosidad en mi voz.

—Sí. Es mi cama —responde con total naturalidad, acomodando un brazo por debajo de su cabeza.

—¿Volviendo a romper la regla de que no duermes con nadie, Elliot? —Pregunto con sorna.

—Creí que habíamos quedado en que ya no tengo reglas, Olive.

Me mira con una intensidad que me provoca una sensación abrumadora en el pecho. Se gira sobre su costado hasta quedarme de frente y se acerca tanto a mí, que su aliento mentolado me golpea de frente.

Muerdo mi labio inferior —Entonces, ¿vas a quedarte a dormir conmigo luego de cada vez que follemos?

—Sí. Creo que me agrada la idea.

Él sonríe, pero yo lo miro incrédula, así que lo siguiente que hace es tirar de mí para acomodarme casi sobre él y abrazarme.

—Ven aquí, Olive. Quiero tener el privilegio de decir que me he follado a una preciosa mujer y que luego la he dormido entre mis brazos.

—Eso se oye bien —digo acomodándome en su pecho, incapaz de contener una enorme sonrisa.

Él ríe por lo bajo —Se oye demasiado bien.

Nos quedamos quietos y en silencio durante unos segundos que parecen eternos. De pronto siento la pesadez invadir mis ojos así que los cierro mientras suelto un largo suspiro.

—Olive, quiero pedirte algo. —Su voz retumba en su pecho y me saca un pequeño susto.

—¿Mhm? —Murmuro sin abrir los ojos. Ya quiero dormir.

—Mírame —pide, obligándome a abrir los ojos y alzar el rostro para verlo.

—Dime.

Sus ojos me miran con una intensidad abrumadora, haciendo que algo cálido se instale en mi pecho. Juro que esa mirada me derrite por completo. Me hace sentir vulnerable e hipnotizada.

Luego de un pequeño silencio decide hablar.

—Me fascina saber que aceptaste ser mi amante otra vez. De verdad que te disfruto al máximo cuando te hago mía y creo que nunca podre saciar todo el deseo que siento hacia ti, porque es demasiado. Tú me encantas demasiado.

Sus palabras me aceleran el corazón sin que pueda evitarlo.

—¿Y qué es lo que quieres pedirme?

Él suspira —Quiero seguir disfrutando de ti por mucho tiempo más, pero en serio necesito que no jodamos esto con nada sentimental, Olive. Esa fue la condición desde un principio y será mejor que la respetemos. ¿Lo entiendes?

Sí, lo entiendo y la sensación que me embarga el pecho al asimilar lo que me pide no me gusta. No me gusta para nada porque creo que los sentimientos ya están de por medio. Pero ahí está de nuevo. Confundiéndome. Poniendo esa enorme barrera de nuevo. Odio lo indeciso que es, pero no tengo ganas de una discusión.

—Sí entiendo a qué te refieres.

¡Mierda! Mi voz es deprimente. No he podido ser capaz de ocultar las emociones. La estúpida decepción.

Su expresión se ablanda —Será lo mejor para ambos, Olive. No quiero que sientas nada por mí.

Como si fuera algo que yo pudiera evitar, pienso.

—¿Me entiendes? —Insiste.

—Sí, ya entendí, Elliot. No es necesario que lo repitas tanto —exclamo con un filo molesto.

—Es que necesito asegurarme de que lo sepas. Necesito que de los dos, tú seas quien más claro lo tenga.

—¿Y por qué yo? —Me molesto un poco más.

Sus cejas se juntan y su mirada es desesperada.

—Porque creo que yo ya no lo tengo claro. Yo ya no estoy controlando lo que siento por ti.

Mi corazón se salta un latido. Me quedo sin saber ni qué decir ni cómo reaccionar.

Ahí está de nuevo. Elliot me está diciendo otra vez que siente algo por mí, pero también es como si no se atreve a aceptarlo y yo no voy a obligarlo a que lo haga. No quiero hablar más de esto. No quiero que me afecte más.

—Olive... —comienza, pero no le dejo continuar.

—Ya me quedó claro todo, Elliot, ahora quiero dormir.

Suspira y asiente —Está bien. Como quieras.

No quisiera tenerlo cerca en estos momentos, pero no me opongo cuando él vuelve a abrazarme, dejándome contra su pecho. El corazón se me oprime y empiezo a sentir una extraña sensación de tristeza.

¿Qué le hace creer que yo sí podré controlar lo que siento por él, si yo misma no me siento capaz de hacerlo?

¿Qué le hace poner esa barrera para ocultarse detrás de ella y no ser sincero? No puede decirme que quizá siente algo por mí y luego pedirme que no sintamos nada. ¿Por qué existe alguien como él, tan incapaz de decidirse por lo que siente?

—Buenas noches, Liv —susurra con la voz enronquecida, pero no le respondo.

Cierro los ojos con fuerza e intento a toda costa dormir para no pensar más. Quiero ir a refugiarme en ese rincón de la inconciencia donde escapo de la realidad.

**~**



Las lágrimas queman en la parte posterior de mi garganta. La opresión en el pecho me hace sentir asfixiada y mareada. No sé si voy en la dirección correcta para ir a la salida, pero no me interesa. Solo quiero largarme de esa sala y de todos los que están adentro.

No soporto verlos más. Los odio.

Hoy era el día en que debía acudir al tribunal por el estúpido citatorio que me hizo llegar Ronald.

Nos habíamos preparado. Thomas venía con las expectativas altas de poder apelar para que todo se resolviera sin la necesidad de llegar a un juicio, pero todo se fue a la mierda.

Yo sabía que saldrían con alguna artimaña y por eso se sentían tan confiados con volver a reabrir el caso, pero no pensé que fueran capaz de aprovecharse de lo que sea. La jugada les quedó perfecta y todo es culpa del idiota de Fred. Aunque él no tenía ni idea que en un futuros sus acciones me perjudicarían, igual es su culpa.

Si él no se hubiese metido con Kath, su testimonio que es tan vital para el caso, no se habría puesto en tela de juicio. Ahora esa idiota y su madre están tergiversando todo lo que él pueda decir, como si yo a través de él, tratara de acabar con ellas por venganza a lo que me hicieron.

La maldita infidelidad no tiene nada que ver con el maldito caso, pero es una herramienta a favor de ellos. Me están pintando como ardida y que por eso sería capaz de lo que sea contra ellos.

La cabeza me va a estallar. Tengo tanta furia, odio y dolor dentro de mí. Por ello no lo pensé dos veces para salir de la sala recién terminó todo. Solo así pude evitar perder el control frente a todos y gritarles cosas que probablemente me hundirían más.

Esto es una maldita pesadilla. Todo será peor de lo que pensé. Todo...

Me freno de golpe cuando choco abruptamente con alguien. Venía tan sumergida en mis pensamientos que no me fijé por dónde iba.

¡Mierda!

Me trago el nudo en mi garganta y me obligo a encarar a la persona para disculparme.

—Lo sien...to.

Las palabras mueren en mi boca y me olvido de cómo respirar. Me quedo petrificada en el instante que mis ojos conectan con ese color avellana de los suyos.

—¿Olive?

Su tono de voz es tan incrédulo como si no estuviese viendo que sí soy yo. De pronto su expresión se transforma por completo a una de preocupación.

—¿Estás bien?

¡Mierda! Seguro ya notó que estoy cerca de echarme a llorar.

—Sí, estoy bien.

—No luces bien —dice acercándose a mí, hasta ahuecar mi rostro con sus manos. —¿Qué sucede, Olive? ¿Qué haces aquí?

Lo mismo me estoy preguntando yo. ¿Qué hace él aquí?

—¿Tienes problemas? —Hace otra pregunta, la cual hace que el nudo en mi garganta se intensifique.

Me obligo a seguir mintiendo —No, yo solo...

—Olive —me interrumpe. —Dime la verdad. Quizás en algo te pueda ayudar. Me preocupa lo mal que luces.

Le sostengo la mirada durante algunos segundos, hasta que las lágrimas vuelven a nublarme la vista y termino lanzándome a él para abrazarlo, dándole paso libre al llanto.

Justo ahora creo que necesito consuelo.

Sus brazos me rodean y se queda así, sosteniéndome con delicadeza como si supiera que estoy rompiéndome en estos momentos. Sollozo contra su pecho mientras mis manos se aferran con fuerza a la parte del frente de su saco.

No me importa nada ni nadie a mi alrededor. Solo somos Elliot y yo. Yo en uno de mis momentos más vulnerables y Elliot como si intensase protegerme aun sin saber de qué.





Estoy cabizbaja. No me siento capaz de alzar la mirada y verlo. No sé cuánto tiempo llevamos así, en silencio. Llegamos a mi apartamento hace media hora, quizá.

Elliot se ofreció a traerme cuando le dije que había viajado hasta el juzgado en taxi. No hablamos nada durante todo el camino. No hemos dicho una sola palabra y creo que el silencio empieza a sentirse incómodo.

Estamos sentados en el sillón y yo todavía estoy tratando de no echarme a llorar de nuevo. Sé que él me está observando y está dándome mi espacio hasta que yo decida hablar. No sé si pueda hablar con él, pero quizá podría hacerlo.

Un suspiro entrecortado escapa de mis labios y finalmente digo algo.

—Elliot..., yo... —Hago una pausa y termino negando con mi cabeza varias veces. —Mierda. No sabes cómo odio mostrarme así de vulnerable.

Él suspira y de pronto siento una de sus manos sujetando mi barbilla y volteando mi rostro para que lo vea.

—¿Sabes que es lo que siempre he admirado de ti, Olive? Es la valentía y seguridad que irradias. Esa confianza en ti misma que siempre muestras frente a quien sea. —Su mano se mueve hasta ahuecar mi mejilla. —Pero no te debes sentir mal cuando te muestras vulnerable. Como todo ser humano tú también tienes derecho a sentirte débil.

—Odio que me vean débil —gruño, apartándome de su toque.

—No está mal mostrar que eres débil.

—Claro que sí está mal. Porque las personas se aprovechan de esa debilidad y solo te lastiman más y te hunden, y te hieren...

Ahueca mi rostro con sus dos manos. —¿Quién te ha hecho daño? ¿Quién te está lastimando? ¿Tu familia?

—¡Ellos no son mi familia! —Escupo molesta.

—Okay. Lo entiendo, pero dime que te sucede entonces, porque en verdad siento algo horrible en mi pecho al verte así. —Se reacomoda en su lugar para verme más de frente. —Quizá no merezca tu confianza, Olive, pero si tú quieres, puedes contarme. Lo que sea que te suceda.

Mi corazón se acelera y un enorme hueco se instala en mi estómago. El miedo, la cobardía. Todas las malas sensaciones se arremolinan dentro de mí. Lo miro a los ojos y la sinceridad en ellos me dice que sí puedo confiar en él. Que sí puedo contarle.

—Llevo un terrible pasado conmigo, Elliot. Un pasado que no me deja en paz y que arruina mi presente.

Me mira con suavidad —Puedes contarme.

—¿No vas a juzgarme? —Pregunto asustada.

Él niega de inmediato —Te juro que jamás lo haría. Lo prometo.

Mi corazón se acelera todavía más y confiando en sus palabras, decido contarle todo de una vez.

—El día que Kath fue a verme a la empresa, el documento que me entregó era un citatorio judicial. Por eso me encontraste en el juzgado.

Su ceño se frunce —¿Por qué te citaron?

—Mi padre decidió reabrir un caso de hace tres años. Él quiere de nuevo un juicio en mi contra.

—¿Un juicio? Pero, ¿por qué?

Bajo la mirada. No soy capaz de verlo a los ojos cuando respondo.

—P-Porque... —trago grueso. —Porque yo soy la culpable de que él esté en silla de ruedas.

Las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas otra vez. Me siento avergonzada con él, así que me cubro el rostro con la manos. Sigo hablando, pero no quiero que me vea.

—No intenté matarlo. Lo juro. Y-yo solo estaba... d-defendiéndome. Créeme.

—Olive —me llama, pero me niego a verlo. —Olive, por favor mírame —insiste, y termina descubriendo mi rostro.

—T-Te lo juro. Fue un accidente...

—Te creo —dice con urgencia. —¿Pero por qué tuviste que defenderte así? ¿Él te hacía daño?

Lloro todavía con más fuerza.

—Él siempre fue alcohólico. Cuando estaba ebrio en casa gritaba y rompía cosas. Era muy violento.

—¿Te golpeaba? —Pregunta.

Su mandíbula está muy tensa. Luce casi furioso. Soy incapaz de encontrar mi voz para responder, así que lo único que hago es asentir.

—¡Qué hijo de puta! —Exclama furioso, haciéndome dar un respigo, pero se disculpa de inmediato. —Lo siento.

Suspiro, me abrazo a mí misma y decido continuar.

—Él me lastimaba mucho y la mayoría de veces mi madre trataba de interponerse así que terminaba golpeándola a ella también.

—¿Por qué nunca lo dejaron?

Hago un encogimiento de hombros —Mi mamá siempre decía que un día iba a cambiar y si ella se quedaba, yo... no quería dejarla sola con él. Yo permanecía por ella. —Sollozo. —Ojalá y hubiera podido convencerla de irnos, así no habría sucedido todo lo demás.

Me llevo una mano a la boca intentando contener el llanto. Elliot coloca una mano en mi espalda para hacerme caricias reconfortantes.

—Tranquila. Toma tu tiempo.

Me aclaro la garganta antes de continuar.

—Las cosas empeoraron. Él era más agresivo, estaba ebrio casi todos los días y empezó a cruzar algunos límites. Me golpeaba solo p-porque quería. Le gustaba lastimarme... —sollozo un par de veces y tengo que hacer un enorme esfuerzo para continuar contándole. —Un día mamá no estaba en casa y él se molestó mucho porque no habían cervezas en el refrigerador. Enfureció y trató de golpearme otra vez, pero yo intenté enfrentarlo. Todo resulto peor. Él m-me desgarró un brazo de tan fuerte que me tironeó y me dejó varios moretones en el cuerpo.

Hago una pausa, cerrando los ojos para traer a mi mente el peor momento que todavía me falta contar.

—Sobre eso son tus pesadillas —dice más en afirmación que en pregunta.

Yo asiento —La vez en el hotel que tú tuviste que despertarme, estaba soñando con él. Te juro que se sienten tan reales. Algunas veces despierto gritando aterrada su nombre o, el de mi mamá. —Vuelvo a sollozar. —Las pesadillas con mi mamá son las p-peores... p-porque son... del día en que ella murió.

Mis ojos se juntan con los suyos y aun sin haberle dicho nada, ya puedo ver el horror que surca sus facciones. Seguramente ya se imagina, pero igual termino diciéndolo en voz alta, sintiendo mi corazón romperse de nuevo.

—E-Elliot, yo... Yo vi... —Me cubro la boca con una mano y sollozo otra vez. —Yo vi morir a mi mamá frente a mis ojos y no pude hacer nada para salvarla. N-No p-pude hacer nada...

Mi cuerpo se estremece a causa del llanto. Elliot tira de mí para abrazarme con mucha fuerza. Yo me aferro a él como si mi vida dependiera de ello. Voy a deshacerme en llanto. Voy a morir de la tristeza.

Nunca hablo con nadie sobre mi pasado. Los únicos que lo conocen bien son Mandy, su familia, Fred y por supuesto Ronald y su nueva familia. Nadie más aparte de ellos conoce todo lo que he sufrido y hablarlo ahora con Elliot ha sido un esfuerzo realmente enorme. Me avergüenza que él sepa todo lo que he vivido, pero de algún modo también me siento liberada. No sé si vaya a juzgarme. No sé cómo me vea después de esto, pero ya lo hice. Me romí frente a sus ojos.

—Olive, no sabes la impotencia que siento en estos momentos —dice con la voz teñida por las emociones. —En verdad quisiera hacer algo para cambiar tu pasado y que no sufras más por ello. Tú no mereces cargar con algo tan grande. No sabes cuánto odio a ese hijo de puta por haberte lastimado tanto.

—Ojalá y él se hubiera m-muerto ese día —hipo entre el llanto. —Él merecía morir y n-no mi mamá...

Sus manos me alejan para verme a la cara —Dime algo. ¿Tu padre fue el causante de la muerte de tu mamá?

Mi corazón sufre una punzada extremadamente dolorosa y como respuesta a su pregunta, empiezo a narrar ese día.

—Era casi de noche. Yo tenía una reunión con mis compañeras de la universidad, así que iba de salida, p-pero justo en ese momento mi papá iba llegando ahogado de borracho como siempre. —Trago grueso cuando las imágenes se repiten en mi cabeza. —Nos encontramos donde las escaleras iniciaban, arriba, y él no me dejó pasar. Empezó a gritarme e inmediatamente llegaron los golpes. Volví a intentar defenderme pero él siempre tuvo más fuerza.

Aprieto mis ojos con fuerza cuando siento el terror recorrer mi cuerpo como si estuviese volviendo a vivir ese día. No obstante, decido continuar.

—Mamá llegó intentando detenerlo. Forcejeamos y el terminó lanzándome contra el suelo del pasillo. Estaba desorientada porque golpeé mi cabeza contra un mueble... —Mi corazón duele como nunca. —Y-Yo... Solo recuerdo que escuché el grito de mamá mientras caía por las escaleras...

—Oh, no, Olive... —dice casi en un hilo de voz.

—Recuerdo que me puse de pie, todavía un poco desorientada —continúo—, y cuando vi a mi madre al final de las escaleras, tirada en el suelo... , m-mi corazón se detuvo. El maldito comenzó a decir que lo sentía, que no fue su culpa. Pero claro que había sido su culpa. Trató de acercarse pero le grité que se alejara. Que no quería que me tocara y, le grité muchas cosas. Le grité que era un asesino. —Un suspiro entrecortado abandona mis labios. —Eso lo enfureció de nuevo. Tomó una escultura de madera que teníamos sobre una mesa en el pasillo con las intenciones de golpearme con ella. El golpe quizá me hubiese matado p-pero en ese momento... —Me cubro el rostro con la manos. —Yo lo empujé hacia las escaleras. Yo... solo... estaba de-defendiéndome.

—Por eso él te culpa que lo hayas dejado inválido —dice comprendiendo a la perfección lo que hice.

Asiento —En el p-primer juicio trató de que me obligaran a darle una pensión por daños y perjuicios permanentes, pero no obtuvo nada. Ahora ha vuelto a reabrir el caso y parece que no solo quiere dinero, sino que también quiere acusarme p-por intento de homicidio.

—¡Qué hijo de puta! —Vuelve exclamar furioso. —Pero actuaste en defensa propia. Él asesinó a tu madre y casi pudo matarte a ti también.

El corazón me duele al escucharle esas palabras. Todavía duele como ayer.

—Su abogado alegó que fue un hecho no intencional. Dijo que fue un accidente. —Me limpio la nariz con el dorso de la mano. —Mi mamá murió camino al hospital por una hemorragia interna. Los paramédicos no pudieron hacer... nada.

Él vuelve abrazarme con fuerza. El escozor en mi pecho es insoportable.

—Fue su culpa —digo apretando mis dientes. —Él la mató. Por su culpa perdí a mi mamá y no sabes cuánto lo odio y cuánto deseo que estuviera muerto él también. Ojalá y yo lo hubiese matado ese día...

—Shh, Olive —me calla de inmediato. —No digas esas cosas.

—Es que lo odio.

—Yo también lo odio ahora y por ello haré hasta lo imposible porque pague por todo lo que ha hecho. No voy a permitir que quiera hacerte más daño. Cuenta con mi apoyo total para hundirlo.

—Eso no te corresponde a ti —siseo contra su pecho.

—Ya sé —dice abrazándome con más fuerza. —Pero quiero hacerlo. No voy a dejarte sola en esto. Lo prometo.

Algo cálido se instala en mi pecho ante sus palabras. Una parte de mí se aferra a esas palabras y me hace sentir bien, pero la otra parte me dice que esta es una guerra que no le corresponde luchar.

—Elliot, no quiero involucrarte en mis problemas. Seguramente tú debes tener los tuyos y yo no...

—Olive —me interrumpe, alejándose para verme a la cara y continúa. —Digas lo que digas, no vas a hacerme cambiar de opinión. Ahora más que nunca necesito estar a tu lado para ayudarte y cuidarte. Quiero que me dejes hacerlo.

—¿Por qué, Elliot? ¿Por qué quieres involucrarte de esa manera en mi vida?

Sus manos ahuecan mi rostro de vuelta —Porque yo sé lo que se siente cargar con tanta mierda, solo, y no importa qué tan fuertes seamos, siempre necesitamos un hombro donde apoyarnos y debes saber que tú tienes el mío. No importa cuándo, cómo o dónde. Siempre que me necesites solo dilo. —Su frente se une a la mía. —Necesito sentir que por una puta vez en la vida yo puedo hacer algo bueno por alguien.

Sus palabras me sobrecogen de una manera que no puedo explicar. Se escucha tan sincero y tan necesitado por sentirse bien haciendo algo por mí. Suspiro.

—Gracias, Elliot. En verdad no sabes cuánto agradezco que me escucharas y que no me juzgaras.

—Dicen por ahí que nadie tiene un pasado tan limpio como para juzgar el de otro, así que no permitas que nunca nadie venga a juzgar el tuyo. Cada quien sabe cómo ha librado sus luchas y déjame decirte que ahora te admiro más, Olive. Porque ha pesar de toda la mierda que has soportado y que sigues soportando, eres una mujer que no se rinde fácilmente.

—Créeme que me he caído demasiadas veces tratando de no rendirme —digo con voz deprimente.

—Pero no lo has hecho —dice, al tiempo que sus dedos pulgares hacen caricias en mis mejillas. —Y sé que no lo harás. Vas a salir de esta y vas a hundir a ese hijo de puta y a todo aquel que quiera hacerte daño, ¿me oyes? —Se aleja para verme e insiste. —¿Me oyes, Olive?

—Lo intentaré —digo con la voz débil.

Sus ojos me miran con determinación y con extremo cariño. Antes que pueda procesarlo, planta sus labios sobre los míos en un beso suave y corto. Uno que me saca de balance porque jamás me había besado de esa manera tan... ¿cariñosa?

Se separa y habla con la voz suave —Deberías tomar una siesta y descansar.

De inmediato niego con mi cabeza —No. seguramente voy a tener pesadillas.

—¿Quieres que este contigo mientras duermes? Si tienes alguna pesadilla te despertaré de inmediato, ¿te parece?

Sí, me parece. Creo que sentirlo a mi lado mientras duermo quizás ayudaría a sentirme más tranquila. Pero es mi día de descanso, no el suyo. Probablemente tenga mucho trabajo en la oficina y esté perdiendo el tiempo aquí conmigo. Son casi las diez de la mañana.

—¿Pero no irás a la oficina?

—Jared puede hacerse cargo de todo. Si tú quieres que me quede, lo haré.

Muerdo mi labio inferior, un poco dudosa, pero termino aceptando.

—Sí, quiero que te quedes. Solo será mientras tomo una pequeña siesta, ¿okay?

Sonríe —El tiempo que tú quieras. —Se pone de pie y su mano toma la mía para que me levante. —Ven.

Hace nuestro camino hacia la habitación sin soltar mi mano.

Todavía me siento triste, rota. Muy deprimida. Pero no puedo negar que de alguna u otra manera la compañía y la comprensión de Elliot me reconforta mucho. Definitivamente él me está dejando ver ese lado amable que no le muestra a nadie y me hace sentir bien. Me hace sentir más cosas por él.

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