Capítulo 36 | Olive
Era bastante temprano cuando llegamos a la empresa con Mandy. Yo no tenía muchos pendientes, pero no quise entrar hasta las ocho como me correspondía. Pensé que podía adelantar algo de trabajo.
De hecho, me tomé el atrevimiento de comenzar a preparar todo para la rueda de prensa que habrá en Atami, este fin de semana. Es la primera que se realizará, luego de haber lanzado oficialmente la campaña de Summer Time. Necesito organizar todo lo necesario y luego acordarlo con Elliot, quien por cierto, quizá no venga a la oficina hoy.
Ya son las 7:52am y estoy más que segura que de venir, ya hubiese venido. Sin duda la borrachera de anoche le hará pasar un mal día hoy.
Por una parte me sentiré mejor si no viene. Todavía sigo pensando que será incómodo verlo después de las confesiones que me hizo, estando ebrio; sin embargo, quizá no se acuerde. Y por otra parte, sí quiero que venga porque hay muchos asuntos que necesito hablarlos con él, antes de proceder.
Resoplo. Por lo pronto creo que me iré adelantando un poco más y me contactaré por correo con los de Gilton para hacerles el pedido de todo lo que vamos a necesitar. El detalle es que quien suele comunicarse con ellos es Elliot, así que no tengo el contacto.
Muerdo mi labio inferior, pensando. Seguramente Mandy también tiene el correo, así que iré a pedírselo. Salgo de mi oficina, yéndome directo hacia donde se encuentra ella. Por suerte no tiene ninguna llamada, así que la abordo de inmediato.
—Hola. Necesito que me ayudes en algo, Mandy. —Sus ojos que están clavados en unos papeles, se alzan para verme. —¿Estás muy ocupada? —añado haciendo una pequeña mueca.
—No tanto. Dime qué necesitas.
—¿De casualidad tendrás el contacto de Gilton?
—¿Hablas de los proveedores?
—Sí ellos —afirmo, al tiempo que me cruzo de brazos. —Es que necesito comunicarme con ellos para hacerles un pedido. Necesito todo lo necesario para la rueda de prensa del fin de semana.
Frunce el ceño —Elliot dijo que se encargaría de eso. Dijo que iría personalmente.
—Bueno, es que, no creo que venga hoy y necesito adelantarme un poco con eso.
Ahora me mira con algo de confusión —¿Y tú como por qué estás tan segura que él no vendrá?
No le he dicho nada sobre su llamada anoche, en un innegable estado de ebriedad y creo que ahora mismo no sería un buen momento para hablar de ello.
—No sé. Solo supongo. Es que él suele llegar temprano siempre y hoy no ha venido aún, así que... —hago un gesto de desinterés.
Ella entrecierra sus ojos como si ya supiese que hay algo más detrás de mis palabras, pero se abstiene a decir algún comentario cuando Jared llega.
—Buenos días —saluda, dedicándonos una mirada a ambas.
—Buenos días —respondemos al unísono, Mandy y yo.
Sus ojos se enfocan en mi amiga de inmediato —Mandy, ¿Elliot tenía algo que hacer hoy temprano?
—Mmm no. Solamente la videoconferencia con el señor Rotchschild, pero eso quedó para las 10:00am.
—¿Y de casualidad te avisó si vendría tarde? —Hace otra pregunta y no podría apostar, pero se escucha como preocupado.
—No —responde Mandy, con un tono inseguro. —Yo intenté llamarle porque tenía una llamada importante para él, pero no atendió.
Jared niega con su cabeza y saca su teléfono para buscar algo en él.
Algo no anda bien aquí y empiezo a sentirme ansiosa.
El conmutador suena y nos saca un pequeño susto a los tres. ¡Dios! Parece que en cuestión de segundos nos pusimos bastante tensos.
Mandy atiende la llamada y puedo ver la extrema atención que Jared le presta, seguramente esperando saber si se trata de Elliot pero al parecer se trata de alguien más.
Muerdo mi labio inferior un poco dudosa de preguntar, pero de todas maneras lo hago.
—¿Todo bien, Jared? —Sus ojos se alzan para verme y pregunto más. —¿Sucede algo con Elliot?
Me mira en silencio durante algunos segundos como si estuviera pensando si hablar conmigo o no, pero termina haciéndolo.
—No responde su teléfono. He intentado llamarle desde muy temprano y no he obtenido respuesta. Llamé también al teléfono fijo de su pent-house pero tampoco responde. —Hace una pequeña mueca. —Quizá se haya quedado dormido o tuvo algún contratiempo grande, porque de lo contrario, tú sabes que él no llega tarde así por así.
Sí, creo que ya sé el contratiempo.
—Quizá solo se presente más tarde —hago un pequeño encogimiento de hombros.
—El problema es que recibí una llamada de parte de Johnson's y nos citaron a una reunión hoy a las 8:30. Es importante que él esté presente, pero no da señales ni de humo y se hace tarde.
Le sonrío un poco tensa —Pues supongo que te tocará ir solo.
Hace una mueca de fastidio —Luego no quiero estar aguantando sus mierdas cuando sepa que se perdió esa reunión. Más le vale a ese idiota que tenga una buena excusa.
—Pues sin duda la resaca será una buena excusa —digo, pero al mismo instante me arrepiento.
¡Mierda! No debí decir eso.
Él frunce el ceño —¿Qué?
Ya metí la pata. No tengo de otra más que decirle.
—Sí es que parece que anoche estuvo bebiendo.
Luce molesto, sorprendido y confundido.
—¿Y cómo lo sabes?
—Bueno, pues me llamó cuando eran cerca de las once de la noche y estaba bastante ebrio —digo con un tono medio fastidiado.
—Imbécil —masculla molesto, y me sorprende. De inmediato se disculpa. —Perdóname la mala expresión.
Le sonrío —Descuida.
—Y dime: ¿te dijo algo malo? —Pregunta con curiosidad.
Mmm si supiera todo lo que me dijo.
—Solo un montón de incoherencias. Nada de importancia.
Su expresión no cambia. No parece muy a gusto con mi respuesta. Seguramente está pensando en un montón de cosas que su querido amigo pudo haberme dicho, pero no pregunta nada más.
—Ahora entiendo por qué no contesta el teléfono. Seguramente ni siquiera se ha despertado.
—¿Crees que esté bien? —Pregunto con algo de curiosidad. Más bien preocupación.
—No sé.
Su respuesta solo me pone peor.
—Te ves un poco preocupado —digo, con algo de inseguridad.
Sí claro, él es quien está preocupado, me digo a mí misma como reproche.
Sus ojos viajan unos segundos hacia Mandy, quien todavía sigue ocupada con la llamada que recibió. Entonces, vuelve a verme y suelta un largo suspiro para luego hablar en voz baja.
—Escucha, Olive. Quizás no me confiere a mí decirte esto, pero... Elliot tiene problemas con el alcohol. Oh, bueno. Al menos los tuvo hace un tiempo. El caso es, que yo siempre he creído que recaer le sería bastante fácil.
No sé por qué, pero sus palabras me caen como un balde de agua fría. Una extraña sensación se apodera de mi pecho. Elliot fue... ¿alcohólico?
Eso es malo. Si recae sería muy malo. No sé ni cómo reaccionar a la noticia de que mi jefe tuvo ese tipo de problemas. Sé cuan malos son.
De pronto me siento todavía más preocupada y lo detesto. Sin embargo, esta vez no lo disimulo.
—¿Tú crees que haya bebido demasiado?
—No lo sé —vuelve a negar con su cabeza. —Solo espero que no. Quizá debería ir a verlo, por si acaso. —Se frota el rostro con una mano, en señal de frustración. —¡Mierda! Voy a tener que cancelar la reunión con los de Johnson's.
—Pero dijiste que es importante.
—Lo sé —me dice de inmediato—, pero el imbécil en realidad me preocupa.
Lo entiendo. Yo estaría igual si se tratase de Mandy. Ellos son casi como hermanos, por lo poco que sé.
—Sí quieres yo podría ir a corroborar que esté bien.
Las palabras salen de mi boca por sí solas, y tan pronto como abandonan mis labios, me arrepiento.
Él me mira sorprendido —¿Lo harías?
Ya qué. No me queda de otra más que aceptar la idiotez que acabo de hacer.
—Sí, claro.
Un alivio muy notorio se apodera de su rostro —Te lo agradecería en serio, Liv.
—Lo hago porque tú necesitas ir a esa reunión importante. No pueden faltar ambos.
Él sonríe como si supera que lo que digo es mentira. Que en realidad lo hago porque yo también estoy un poco preocupada, pero no dice nada al respecto.
—Okay. Déjame ver —dice, al tiempo que busca algo en el bolsillo trasero del pantalón. Saca su billetera y de esta saca una tarjeta. —Es la de su pent-house —explica y me la entrega.
—Bien. Yo, eh, te informaré cuando esté allá.
—Gracias, Olive. En serio.
—No hay de qué —trato de sonreír.
—Ahora debo irme antes de que se me haga tarde. Me informas de cualquier cosa, ¿okay?
Un asentimiento es mi respuesta. Sin decir nada más, se da la vuelta y se marcha.
Resoplo y miro la tarjeta en mi mano.
¿En qué problema acabo de meterme?
Casi una hora después que salí de la empresa, ya estoy llegando al pent-house de Elliot. Por suerte ya tengo mi auto. El guardia de seguridad encontró las llaves y me las entregó esta mañana cuando llegué. Es un alivio.
Tomo una inspiración profunda, tratando de calmarme un poco. Siento unos puñeteros nervios que por más que he tratado de controlarlos, no he podido. Todo el puto camino he venido pensando: ¿qué haré si Elliot se encuentra mal? O si está bien, ¿cómo haré para verlo sin pensar en nada de lo que dijo anoche?
Bien podría darme la vuelta, pero no. No lo haré. No soy una cobarde y menos ante Elliot Reynolds. Solo voy a asegurarme de que esté bien y me largo. Eso puedo hacerlo sin problemas.
Las puertas del elevador se abren y quedo de frente al inmenso y lujoso pent-house. Toda la estancia está en un silencio total. Tanto así, que cuando salgo del elevador y camino hacia la sala, mis tacones resuenan sobre el mármol demasiado ruidosos para mi gusto.
No sé qué hacer ahora que estoy aquí. Supongo que, buscarlo.
—¿Elliot? —Pregunto en voz alta y segura.
Silencio.
No logro escuchar ni un solo ruido. Parece como si no hubiese nadie aquí y eso solo me pone un poco tensa.
Muerdo mi labio inferior, y avanzo entre la sala para irme hacia el pasillo que lleva a la habitación principal, mientras vuelvo a llamarlo.
—¿Elliot?
Finalmente llego a la puerta de la habitación y decido abrirla sin dudar, pero siento una extraña punzada de preocupación cuando entro y me doy cuenta que él no está.
La cama está perfectamente tendida como si nadie hubiese dormido ahí. De inmediato mi mente empieza a trabajar a toda velocidad.
¿Y qué tal si salió a algún bar? ¿Qué tal si cuando me llamó estaba fuera, lejos de su apartamento y no pudo regresar? ¿Qué tal si...?
¡Mierda! ¡No!
Sacudo la cabeza para ahuyentar inmediatamente todos los malos pensamientos que en nada me ayudan. Muerdo la uña de mi dedo pulgar, sintiéndome preocupada e indecisa. Estoy pensando seriamente en llamar a Jared, pero quizá primero deba revisar en todo el lugar. Eso haré.
Continúo por el pasillo y llego a la siguiente habitación, que, según recuerdo, es un estudio. Más bien una especie de oficina. Abro la puerta y me encuentro con otra estancia vacía. Elliot tampoco está aquí.
Regreso sobre mis pasos, a través del pasillo, sintiéndome un poco extraña por andar de aquí allá en el pent-house de Elliot, con tanta confianza. Hacía mucho tiempo que no venía y las pocas veces que lo hice, no es como si hubiese recorrido todo el lugar.
Regreso a la sala, la cruzo y me voy directo al cuarto de cocina y comedor. Vacío también. Sin embargo, veo la botella sobre la mesa. Es una botella de whisky y está completamente vacía. Eso significa que Elliot sí estuvo bebiendo aquí.
Solamente me queda por revisar el otro dormitorio, la terraza y... el baño, en todo caso.
Que esté ahí. Por favor que esté ahí, me repito mentalmente mientras hago mi camino a la otra habitación.
Cuando quedo frente a la puerta y sujeto el pomo, admito que siento el temor de tampoco esté aquí, y si es así, definitivamente llamaré a Jared.
Abro la puerta y entonces, lo veo.
Sin que pueda evitarlo, un ridículo suspiro de alivio escapa de mis labios. Está tirado de espaldas sobre la cama, en una posición no muy cómoda por lo que se ve, porque unos de sus pies cuelga al borde de la cama. Aun así, está totalmente dormido. Su imagen me aturde, lo admito.
Solamente tiene el pantalón y la camisa, pero todos los botones están sueltos, así que claramente puedo ver su pecho descubierto. Tan fuerte y suave. Mis ojos recorren todo su torso, deleitándome con las ondulaciones de sus músculos, hasta llegar a su abdomen. Muerdo mi labio inferior y... ¿qué carajos estoy haciendo? Esto no está bien.
—Okay... sí estás vivo —digo en voz alta. —Supongo —añado un poco dudosa.
Lo miro con más atención. Incluso me acerco más para corroborar si está respirando y efectivamente, así es. Su pecho sube y baja lentamente al compás de su respiración.
Y de nuevo, me quedo más tiempo del que debería, contemplándolo.
¿Por qué este hombre es demasiado guapo? Parece un modelo de revista, con esas pestañas tan pobladas y rizadas, con sus cejas espesas, con su nariz perfilada, su mandíbula angulosa y... sus labios.
Mis ojos se posan justo sobre estos, y el pensamiento de besarlos, cruza por mi mente. Cómo quisiera hacerlo. Volver a sentirlos y saborearlos...
¡Mierda, debo controlarme!
Suelto un largo suspiro —Tú también eres debilidad para mí, Elliot.
Lo miro durante algunos segundos más, pero termino dándome la vuelta para salir, cerrando la puerta detrás de mí. Ya corroboré que está bien, en lo que cabe, así que mejor ya me voy. Por nada del mundo quisiera que él despertara y me encontrara aquí.
Avanzo por el pasillo para regresar a la sala, mientras distraídamente busco el contacto de Jared en mi teléfono para llamarle y decirle que todo está bien. O quizá debería enviarle un mensaje. Probablemente ya esté en la reunión. Sí creo que...
—¿Quién eres tú y cómo entraste aquí?
La voz firme de una mujer me detiene en seco, sacándome un susto de muerte y casi se me cae el teléfono de las manos. ¡Dios, casi me da un infarto!
Alzo mis ojos, asustada, y veo a la mujer que está de pie en la sala. Luce bastante mayor y la manera en que me mira es realmente incómoda. Me hace sentir como si fuese una ladrona o algo así.
—Te pregunté que quién eres y cómo entraste aquí —repite con una voz mucho más exigente y me precipito a responder.
—Yo, amm. Trabajo para el señor Reynolds. Vine porque Jared estaba preocupado por él y quería saber si estaba bien, pero él no podía venir porque tenía una junta muy importante, así que me dio una tarjeta para que pudiese entrar y yo vine yo en su lugar.
¡Dios! Estoy hablando demasiado rápido.
Parece que ella se relaja un poco, pero de pronto me mira con bastante atención.
—Tú debes ser Olive, ¿verdad?
Esa es más una afirmación que una pregunta. ¿Cómo sabe mi nombre? Me sorprende, sin embargo, asiento en respuesta.
Ella acorta la distancia entre nosotras y me extiende su mano, sonriéndome —Es un placer conocerte. Yo soy Margaret.
Estrecho su mano. Ah, ya recuerdo quién es ella.
—El placer es todo mío —le sonrío de vuelta.
—En realidad eres muy bella —dice, dándome una pequeña ojeada que me pone algo incomoda. Entonces, añade:— Elliot tenía toda la razón cuando lo dijo.
De inmediato siento un nudo en el estómago y juro que siento mis mejillas calentarse. ¿Elliot le dijo eso? No, es más. ¿Elliot le ha hablado de mí?
Me aclaro la garganta y paso por alto la situación.
—Bueno, yo ya iba de salida.
—¿Y Elliot? —Me pregunta frunciendo un poco el ceño.
—Oh, él está bien —hago una seña hacia el pasillo. —Está en la otra habitación. Está dormido.
—Supuse que no podría ni levantarse para ir a trabajar, después de cómo lo dejé anoche —dice, negando con la cabeza.
¿Ella estaba con él mientras me llamó? La curiosidad me invade, pero no pregunto nada.
—Creo que bebió bastante, por eso Jared estaba preocupado.
—Yo también. Por eso vine hoy aunque no me correspondía.
Ella se preocupa por él, igual que Jared. Sonrío. Elliot tiene muchas personas que se preocupan por él, aunque sea un idiota.
—¿No quisieras tomar algo? —Su voz me saca de mis pensamientos y la miro confundida, por lo que aclara. —No sé. Algún refresco o agua.
—Gracias. Es muy amable de su parte, pero, creo que mejor me voy. Con esto que Elliot no llegará a trabajar hoy, Jared necesita que lo apoye en algunas cosas. Tenemos mucho trabajo. —Le sonrío un poco apenada.
—Claro, entiendo. No te preocupes.
—Pero en verdad le agradezco el gesto —recalco, solo porque no quiero que piense soy una malagradecida.
—Descuida —hace un desdén con su mano. —Quizá sea en otra ocasión que podamos conversar un poco y conocernos.
No creo que la vuelva a ver porque no volveré por aquí, pero me abstengo de decirle eso.
—Sería todo un placer.
—Te acompaño —me hace de señas para ir a la salida, al elevador.
Asiento y camino a su lado. Cuando presiono el botón para que las puertas se abran, un pensamiento cruza mi mente, y aunque me sentiré patética al decirlo en voz alta, de todas maneras lo hago, así que me giro para verla.
—¿Puedo pedirle un favor?
—Sí, claro —responde de inmediato.
La miro, un poco dudosa, pero lo digo —Cuando Elliot despierte, no vaya a decirle que vine, por favor. No quiero que lo sepa.
Mi petición la sorprende un poco, pero termina aceptando —No le diré.
—Gracias. —En ese instante las puertas del elevador se abren, así que me despido. —Fue un gusto conocerla, Margaret.
—Igualmente, Olive —sonríe. —Espero verte otro día.
Me esfuerzo por sonreír —Hasta luego.
Me meto al cubículo y luego presiono el botón para ir directo al estacionamiento, sintiendo una ridícula urgencia por irme.
Cumplí con el favor de Jared. Elliot se encontraba bien. Ahora, todo vuelve a la normalidad, o eso espero.
**~**
Son pasadas las diez de la mañana cuando la junta termina. Fue realmente extensa, pero productiva. Me siento muy orgullosa porque ahora solo queda firmar contrato, y seremos los nuevos publicistas de Unilever.
Sufre, Robert Hoffman. Ese es uno de tantos clientes que vas a perder.
Termino de recoger los papeles, mientras los demás presentes se despiden unos de otros. Elliot y Jared están del otro lado de la mesa, conversando con uno de los accionistas de Unilever.
Durante unos segundos, mis ojos se posan en el atractivo magnate, pero él no me mira. De hecho no lo hizo en absoluto durante las dos horas que duró la junta. Todavía no sé cómo sentirme al respecto. Su indiferencia es tan incómoda.
Ha estado así desde la noche en que me llamó estando ebrio. Después de todas esas extrañas confesiones que me hizo, ahora se comporta frío y distante conmigo. Me pregunto si es que no recuerda todo lo que dijo, o es que simplemente está ignorándolo y haciendo de cuentas que no pasó nada.
Como sea, creo que el karma está siendo bastante cruel conmigo. Yo era la que se estaba comportando igual que él y lo alejaba a toda costa, y ahora que él ha cambiado los roles, no sé cómo me siento al respecto.
Quizás ahora entiendo lo que él sentía, porque verlo cada día tan atractivo y elegante con sus impecables trajes, esa mirada tan intensa y su estúpida sonrisa seductora, está empezando a tener efectos en mí. Sobre todo cuando a quien mira y sonríe, no es a mí.
Cómo lo detesto por hacerme sentir de esta manera.
De pronto, me veo obligada a apartar mi vista de él, cuando alguien se interpone justo al frente. Levando mis ojos y veo a un hombre de traje. Ni tan joven ni tan mayor.
—¿Señorita Blair? —Su voz es insegura, pero yo respondo con firmeza.
—Sí.
Una radiante sonrisa se forma en sus labios —Es un placer conocerla finalmente. Permítame presentarme. Jerry Maxwell. Vicepresidente de Unilever.
Mis ojos se abren con sorpresa. Así que es él con quién he estado haciendo tratos, todos estos días atrás.
Estrecho su mano cuando él la extiende y le sonrío.
—El placer es todo mío, señor Maxwell.
—Quise presentarme recién vine, pero no vi la oportunidad. —Separamos nuestras manos y el prosigue. —Tenía curiosidad por conocer a la responsable de todo el magnífico trabajo que hace Gold Group.
—Muy halagador de su parte, pero los créditos no son solo míos. El señor Reynolds y el señor Henderson también son responsables —digo, dándole una pequeña ojeada a mis jefes.
Justo entonces, me doy cuenta que ahora sí tengo la mirada de Elliot encima. No le presto demasiada atención y devuelvo la mirada al señor Maxwell.
—Sin duda alguna —dice de acuerdo con mi comentario. —Pero es que había escuchado hablar mucho de usted, señorita Blair. Debo admitir que fue por usted por quien decidimos empezar nuestros tratos con Gold Group.
Lo miro sorprendida —¿Ah, sí?
Él asiente —Después del gran impacto que tuvieron con el lanzamiento de Summer Time, los accionistas quedaron fascinados. Fue cuestión de tiempo para que llegáramos a un acuerdo y decidiéramos ponernos en contacto con el señor Reynolds y quedamos todavía más fascinados con todo lo que él nos dijo sobre usted.
Su comentario me deja sin palabras, y sin que pueda evitarlo, mis ojos vuelven a posarse en Elliot, quien todavía sigue viéndome tan directamente como un francotirador. ¡Dios! Cómo detesto esa mirada.
—Su potencial es innegable, señorita Blair —la voz del vicepresidente de Unilever vuelve a captar mi atención. —De verdad tengo altas expectativas en los trabajos que realizará para nosotros —añade.
—Gracias —sonrío, agradecida. —Será un honor trabajar con su marca.
—Ahora, me preguntaba si quizá podríamos afinar algunos detalles para el primer proyecto —dice, al tiempo que hunde las manos en los bolsillos del pantalón.
Yo termino de recoger los papeles en una sola carpeta, mientras respondo.
—Sí, claro. La próxima junta está programada para el miércoles de la otra semana.
—Sí, sí. Pero me gustaría reunirme antes con usted.
Frunzo el ceño —Bueno, podría hacer algún espacio en mi agenda para el día lunes.
Una sonrisa extraña se forma en sus labios —Si no le molesta y si no lo toma como un atrevimiento de mi parte, me gustaría invitarla a comer. ¿Quizás un almuerzo el día de mañana?
¿¡Qué!?
Seguramente mi cara demuestra lo sorprendida que estoy. Pero qué hombre tan directo. No sé ni qué decirle, porque obviamente no voy a aceptar algo tan rápido.
Estoy casi por responder y declinar su invitación de la manera más amable que pueda, cuando...
—Veo que ya conociste a la señorita Blair. Mi respetable Directora creativa.
El señor Maxwell gira para verlo, y yo cierro los ojos. No puede ser.
—Ah, Elliot Reynolds —exclama el hombre. —Sí, ya tuve el placer de conocerla en persona. Muy talentosa, sin duda.
Me obligo a abrir los ojos y verlos a los dos, tratando de fingir una sonrisa. La verdad es que estoy molesta y asombrada porque Elliot se haya acercado. ¿Habrá escuchado lo que me estaba preguntando nuestro futuro cliente?
—Te dije que los sorprendería —comenta Elliot en un tono casual y sin verme.
—Ya lo creo —concuerda, y luego da una ojeada al reloj de su muñeca. —Se hace tarde. Creo que ya es hora de irme.
Elliot estrecha su mano —Nos veremos pronto cuando tengamos terminada la primera parte del proyecto.
—Por supuesto. Hasta entonces.
Se despiden y luego se gira hacia mí, extendiéndome su mano también. Para mi sorpresa, cuando le doy mi mano, él la levanta y deposita un beso en el dorso. El gesto me descoloca. Siento la mirada de Elliot asentarse sobre mí como una roca.
—Un placer conocerla, señorita Blair —me dice, con una sonrisa.
—Igualmente —respondo con firmeza, a pesar de lo incómodo que es esto.
—Estaremos en comunicación. Mi invitación seguirá en pie —añade, y sin más se retira, saliendo de la sala de juntas.
Es hasta entonces, que mis ojos vuelven a hacer contacto con los de Elliot, y una sensación abrumadora me invade ante la fuerza de su mirada. El color avellana de sus irises luce más impresionante e implacable que nunca. Su mandíbula está tan tensa, que es imposible no notarlo. Realmente luce molesto por lo que acaba de pasar, y qué bueno que se sienta así.
No digo nada. Tomo las carpetas con los documentos y salgo de la sala de juntas, sin siquiera dirigirle otra mirada. Eso es lo que haría él, ¿o no?
Avanzo por toda la estancia, hasta que llego a mi oficina. Paso la tarjeta por la cerradura, entro y luego trato de cerrar la puerta con una mano, para no soltar las carpetas. Justo entonces, alguien detiene la puerta.
—¿Qué...? —Comienzo la pregunta, pero no la termino cuando me doy cuenta que quién lo ha hecho, es Elliot.
—¿Puedo? —Pregunta con voz firme.
—¿Qué necesitas? —Igualo su voz.
Le doy la espalda cuando me doy la vuelta para dejar las carpetas sobre mi escritorio. Escucho un par de pasos y luego cierra la puerta.
—¿En verdad Jerry Maxwell estaba invitándote a salir?
Su voz se escucha tan burlona. De inmediato me giro para encararlo.
—¿A eso vienes? —Pregunto incrédula.
Hunde las manos en los bolsillos del pantalón, y responde con desinterés —Solo preguntaba.
—Tenemos mucho trabajo por hacer, ¿y tú vienes a perder el tiempo, hablando de la invitación que me hizo el señor Maxwell? —Ahora me escucho tan burlona como él.
—Así que sí te invitó —enarca una ceja, ignorando todo lo que le acabo de decir.
Ruedo mis ojos —Es algo que no te interesa.
—¿Vas a aceptar?
—Y si así fuera, ¿qué? —Pregunto retadoramente, cruzándome de brazos y alzando el mentón.
Su mandíbula se tensa —No deberías.
—Perdona, pero tú no eres nadie para decirme con quién debo salir o no.
—Ni siquiera sabes sus verdaderas intenciones —suelta, exasperado.
Me río —Ah, ¿y tú sí?
—Por supuesto —escupe, todavía más molesto. —Lo conozco bastante bien y te aseguro que lo único que intenta es llevarte a la cama. Esas son sus verdaderas intenciones no la mierda de la reunión trabajo como él pretende hacerte creer.
—Y si ese es el caso, ¿a ti qué te interesa? —Lo miro, furiosa. —Yo soy lo suficientemente inteligente como para darme cuenta de las intenciones de los hombres, Elliot. Así que no creas que no noté las de él.
—Pues a mí me parece que no te estás dando cuenta —masculla en desacuerdo.
—¿Qué crees? ¿Que voy a ser tan ingenua y caer con él, para terminar en su cama? —Él se queda callado. Niego con mi cabeza y continúo —.No te equivoques, Elliot. Soy lo suficientemente capaz de decidir si me acuesto con alguien o no. A mí nadie va a obligarme a nada.
—Sé que eres una mujer firme y valiente, Olive. Capaz de poner en su lugar a cualquier patán. Pero hay algunos patanes que son capaces de salirse con la suya, a como dé lugar. En serio no me gustaría que alguien se propasara contigo.
Me quedo callada sin decir nada. ¿Se está preocupando por mí?
Suspiro.
—Debo trabajar, Elliot.
Algo en su mirada cambia. Se vuelve más oscura y durante algunos segundos me hace sentir vulnerable. Por si fuera poco, muy lentamente acorta la distancia entre nosotros. Intento retroceder, pero mis pies chocan contra uno de los sillones frente a mi escritorio.
¡Mierda!
—Quiero saber algo, Olive —susurra con la voz totalmente enronquecida. —¿Ya eres capaz de resistirte a mí?
Mi respiración se atasca en el momento que una de sus manos rodea mi cintura para pegarme a él.
¡Dios! Extrañaba tanto sentir su embriagante aroma así de cerca, su calor, su cuerpo.
Jadeo cuando su otra mano sube, hasta que siento su dedo pulgar acariciar mi labio inferior. Mis ojos casi se cierran. El deseo que invade mi cuerpo en estos momentos se vuelve casi incontrolable y exige que lo deje salir.
Su rostro se acerca mucho más al mío y siento su aliento chocar de frente contra mi boca. Como instinto, alzo el mentón un poco más buscando juntar nuestros labios. Quiero besarlo. Muero de ganas por hacerlo y no me importa si está mal. Necesito...
—No, Olive —dice, apartándose bruscamente, dejándome perpleja.
¿Se ha negado a besarme? No soy capaz de decir cuán mal me siento por eso. ¡Mierda! Esto está mal. No debería ser así de débil.
Muerdo mi labio, inferior y me quedo muy quieta en mi lugar. Ni siquiera lo miro.
—Parece que tú ya eres capaz de resistirte a mí —digo, con la voz enronquecida. No pretendo escucharme dolida, pero malditamente que sí lo hago.
Escucho que suspira —Tratar de resistirme a ti, es una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida, Olive.
Me atrevo a verlo a los ojos, y su expresión me dice que sí es cierto lo que ha dicho. Sin embargo, me siento algo confundida.
—¿Y por qué lo haces entonces?
Sus labios forman una línea dura y baja la mirada.
—Porque creo que eres demasiado para mí, Olive.
Sus palabras me forman un nudo en el estómago. No sé qué decir. No sé ni qué cara poner.
Vuelve a suspirar —Me voy. Te dejo trabajar tranquila.
De inmediato se da la vuelta, y maldigo a mis impulsos porque me obligan a abrir la boca.
—Elliot, espera.
Se detiene justo llegando a la puerta y se gira de inmediato —Olive, si yo todavía no puedo resistirme a ti, quiero que tú sí lo hagas. Quiero que seas conmigo esa mujer fuerte, inmune e inalcanzable que eres con los demás. Necesito que seas así.
—Hace unos días me dijiste que parara de hacer todo eso. ¿Por qué ahora vienes a pedirme lo contrario? —Frunzo el ceño y niego con mi cabeza confundida. —No te entiendo. ¿Eso es lo que quieres realmente?
—No —responde de inmediato. —No es lo que quiero, pero es lo correcto.
—Pero...
—Solo has lo que te digo y ya, Olive —me interrumpe, con un tono medio molesto y sin decir más, sale de mi oficina, cerrando la puerta con fuerza.
¿Qué mierda fue eso?
Llevo las manos a mi frente, y resoplo totalmente frustrada. ¿Cómo es capaz Elliot de hacerme esto?
Me confiesa muchas cosas estando ebrio. Me hace creer que siente algo por mí, después empieza a actuar frío y distante como si no hubiese dicho nada y luego viene y me dice que todavía no se resiste a mí, pero quiere que yo sí me resista a él porque es lo correcto. Jamás había conocido a alguien que tuviera tan confundidos sus sentimientos.
Gruño todavía más frustrada.
—¿Qué demonios quieres realmente, Elliot Reynolds? —Pregunto en voz alta hacia la nada. Suspiro y me abrazo a mí misma. —¿Qué sientes por mí?
Quiera escucharlo a él dándome una respuesta, pero en su lugar, el silencio me responde: probablemente nada.
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