Capítulo 31 | Olive
Faltan dos días para que sea la inauguración de la campaña. Todo va de acuerdo a lo planeado y me llena de satisfacción.
Todo el equipo y personal está listo para viajar a San Blas, el sábado por la mañana. La inauguración está programada a las diez de la mañana, en el hotel Atami. Jared se encargó de la reservación y admito que hizo un buen trabajo escogiendo ese lugar, de entre todos los buenos hoteles que hay en la zona. Atami me parece el lugar perfecto.
La verdad que estoy bastante ansiosa porque se llegue el día. Que Gold Group sea el encargado de aperturar la temporada veraniega del año, me llena de una gran satisfacción. Todos verán el gran trabajo que hemos hecho y entonces entenderán por qué fuimos los elegidos de entre todas las empresas, para estar a cargo.
¿Me pregunto cómo se sentirá Elliot al respeto?
Desde un principio noté su afán por ganarse esta oportunidad y a pesar que algunas veces el trabajo nos lo dejó solo a Jared y a mí, sé muy bien lo importante que es este proyecto para él.
Mi teléfono vibra sobre el escritorio, notificando de un mensaje. Lo reviso y sonrío al ver que se trata de él. Parece que lo invoqué con el pensamiento.
«Quiero follarte. Tú decides: en mi oficina o en la tuya.»
Mis ojos se abren grandemente al ver ese mensaje. Admito que algo dentro de mí reacciona de inmediato a lo que dice, pero también me sorprende lo directo que ha sido. ¡Dios! Solo él puede ser así.
Niego con mi cabeza, algo divertida y decido responderle.
«En tus sueños.»
Envío el mensaje, y me contengo una enorme sonrisa, por la reacción que seguramente tendrá al leerlo. No voy a cambiar mi decisión.
Sigo vengándome de él, por haberme dejado con las ganas, el lunes en su oficina. Tal como se lo dije, no he dejado que se me acerque. Me he mantenido distante e indiferente con él, todos estos días. Además, él me ha hecho las cosas mucho más fáciles, manteniéndose bastante ocupado.
Ese mismo día lunes, recibió una visita de un hombre que no sé quién era, pero parecían muy amigos. No hablamos más en lo que restó del día. Mandy me dijo que al parecer, después del trabajo se fueron de fiesta a un bar, junto con Jared. Todo el día de ayer, pasamos muy ocupados por lo tanto, tampoco hablamos. A parte él estuvo bastante raro, encerrado en su oficina luego de una llamada que recibió enfrente de mí.
Como sea, pienso seguirlo haciéndolo sufrir.
El teléfono vuelve a vibrar y reviso de una vez el mensaje.
«¿En mis sueños? Pues en mis sueños te he follado en la sala de juntas, justo sobre la mesa. Tú dirás si lo hacemos realidad.»
¡Mierda! ¿Este hombre será consciente de lo que es capaz de provocarme, con ese mensaje? Yo creo que sí y lo hace a posta.
Muerdo mi labio inferior e inevitablemente empiezo a fantasear cosas impuras. Sí, tal vez esté haciendo que Elliot se aguante las ganas, pero eso no significa que yo no las tenga.
No. No. No. No quiero ceder. Todavía no.
Sacudo mi cabeza para ahuyentar todo lo que estaba empezando a imaginar, y me pongo de pie. No voy a responder ese mensaje. Mejor pienso en ir a prepararme un café, así que salgo de mi oficina, cerrando la puerta detrás de mí y me voy directo al pequeño cuarto de cocina.
Al entrar me doy cuenta que alguien ya preparo café y está listo solo para servir. Hago todo en un completo silencio, por lo que cuando escucho que alguien se aclara la garganta, a mis espaldas, me saca tremendo susto.
Al girar me doy cuenta que se trata de Elliot y le dedico una mirada molesta.
—Me asustaste.
Se cruza de brazos y se recarga contra el marco de la puerta —Con que prefieres que sea aquí, ¿eh? —exclama, ignorando lo que acabo de decirle.
—¿Qué? —Pregunto confundida.
—Ni en tu oficina, ni en la mía, ni en la sala de juntas —responde, dando una ojeada alrededor. —Okay. El cuarto de cocina me parece una buena elección.
De inmediato entiendo a lo que se refiere. ¿Por qué es así? ¿Por qué se ve malditamente más atractivo el día de hoy?
—No inventes, Elliot —exclamo fingiendo molestia, y me vuelvo a girar para terminar de servirme el café.
Me siento ansiosa por saber que está a mis espaldas, probablemente comiéndome con la mirada; pero la sensación se vuelve mucho más intensa cuando escucho que cierra la puerta y al segundo siguiente lo tengo justo detrás de mí, casi pegado a mi cuerpo. Sin que pueda evitarlo, su gesto me afecta tanto, que casi se me cae la taza de café de las manos, pero rápidamente logro ponerla sobre el modulo, a la par de la cafetera.
—¡Elliot! —exclamo algo molesta. —Casi haces que me eche el café encima.
—¿Te pongo nerviosa? —Susurra cerca de mi oído con un ligero toque de burla.
Ruedo mis ojos e ignoro lo que ha preguntado —Está muy caliente. Pude haberme quemado.
Casi se me escapa un jadeo cuando su nariz roza lentamente mi cuello, al lado derecho. La piel se me eriza al sentir su aliento al hablar.
—Te aseguro que el café no está más caliente que yo, en estos momentos. —Su cuerpo me acorrala contra el modulo y sus manos se apoyan sobre este, una a cada lado. —Dime: ¿No preferirías quemarte mejor conmigo?
Muerdo mi labio inferior al sentir su erección contra mi trasero y me remuevo en mi lugar, sintiéndome realmente acalorada por todo lo que me está provocando en estos momentos. Esto es demasiado tentador.
—Te dije que no volverías a tocarme hasta que yo lo permitiera, Elliot —susurro en apenas un hilo de voz.
—No estoy tocándote —alza ambas manos, para demostrar lo que dice. —Pero admito que muero de ganas por hacerlo. No sabes lo difícil que es ver tu hermoso cuerpo y no poder acariciarlo como quisiera.
Involuntariamente inclino mi cuello hacia un lado para darle más acceso cuando sus labios besan mi piel. Sus manos vuelven aferrarse al borde del módulo con fuerza y se pega mucho más a mí.
—Vamos, Olive —gruñe con la voz bastante enronquecida. —Ya no me hagas aguantarme las ganas que te tengo. De verdad que necesito tocarte, estar dentro de ti y hacerte mía.
El nudo en mi vientre se intensifica y las piernas me flaquean, producto de sus palabras. ¿A quién engaño? Yo también muero de ganas por sentirlo.
Justo cuando abro mi boca para responder algo, se escuchan unos golpecitos en la puerta y nos hace sobresaltarnos.
—No otra vez —masculla con filo molesto y yo me contengo las ganas de reír.
—Parece que el destino está empeñado en que sigamos guardando las ganas, Elliot.
Se aleja de mí y solo hasta entonces vuelvo a girar para verlo de frente. Él suelta un largo suspiro, como si con ello tratara de no enojarse.
—Trataré de seguirlas guardando, pero te advierto una cosa, Olive. —Sus ojos se clavan en los míos con tanta firmeza que me hacen sentir vulnerable. Entonces prosigue:— Cuando vuelva a tener la oportunidad de follarte, lo haré una y otra y otra vez, hasta que nuestros cuerpos duelan.
Lo miro sin saber qué decir o qué cara poner. Esa es una advertencia demasiado... excitante.
¿Y ahora cómo haré yo para aguantarme las ganas?
Una sonrisa de satisfacción adorna sus mullidos labios, sin duda al ver mi reacción. No dice nada más, me dedica una mirada lujuriosa de pies a cabeza y se gira para ir a la puerta.
Cuando la abre, Mandy aparece en mi campo de visión y juro que me divierte la cara que pone al vernos. Parece que quiere decir algo, pero simplemente se queda callada y se hace a un lado para que Elliot salga.
A penas y este ha salido, los ojos de Mandy regresan a mí, cargados de curiosidad.
—¿Qué estaban haciendo? Porque te juro que tienes una cara, Liv, que por Dios —se ríe.
Sacudo mi cabeza tratando de espabilarme —No hacíamos nada.
Ella me dedica una mirada incrédula —Ajá.
—Quizás estaba a punto de pasar algo, pero tú nos interrumpiste —la acuso y sus ojos se abren exageradamente.
—¿Qué? No me digas eso —dramáticamente se lleva las manos a su cabello y tira un poquito de él. —Oh, no. Liv, lo siento.
Una pequeña risa se me escapa —Ya, no hagas drama. Igual gracias porque evitaste que estuviera a punto de echar a perder mi venganza. —Suspiro. —Te juro que ese hombre sabe cómo provocarme. Casi estaba por ceder.
—¿Y no crees que ya lo hiciste esperar mucho?
—Todavía no —exclamo sonriente, y me giro para tomar mi taza de café.
Ella se acerca y también saca una taza para servirse café —Qué envidia me das, Liv. Ya quisiera yo tener a Jared así de dominado.
Casi me atraganto con el café al reírme —Yo no tengo dominado a Elliot.
Me mira de reojos —¿Lo dices en serio, Liv? Si es tan notorio que el hombre se derrite por ti.
—Eso siempre lo he sabido. Siempre ha sentido ese deseo hacia mí.
—No estoy hablando solo de deseo sexual.
La miro confundida —¿Ah, no?
—Yo hablo de otra cosa. Es que, no sé. Pero últimamente siento como si él ha cambiado hasta la forma en que te ve.
—¿A qué te refieres?— Pregunto, dando otro trago al café.
Ella hace una mueca de duda —Llámame loca, pero yo juraría que nuestro querido jefe está empezando a sentir algo por ti.
Siento como si una roca se instalara en mi estómago. Eso no es posible.
—Eso es ridículo, Mandy —pretendo escucharme divertida, pero no sé si lo logro. —El hombre es un témpano de hielo. Si hay alguien alérgico a lo sentimental, ese es Elliot Reynolds.
—Mmm creo que ahora tengo mis dudas. —Le da un sorbo al café, con gesto pensativo. —Es que lo veo actuar muy diferente contigo.
—Claro que no. Yo pienso que es el mismo arrogante y reservado Elliot de siempre.
Miento. En realidad, yo también creo que he empezado a notar un cambio en él. Ya no es tan tosco, ni callado ni mucho menos simple. Ahora es mucho más amable, comprensivo y hasta cierto punto siento que ha empezado a ser cariñoso. Todo eso me confunde y por eso no he querido buscarle explicación. Simplemente he intentado pasarlo por alto, pero últimamente se me está volviendo difícil.
—¿Y nunca le has preguntado por qué es así?— La voz de Mandy vuelve a llamar mi atención.
—¿Qué?
—Que si nunca le has preguntado por qué es apático al amor y esas cosas. A lo mejor y tuvo alguna experiencia traumante con otra mujer y solo está herido.
Me muerdo el labio inferior —Sí, yo también he pensado eso, pero no he preguntado nada. No tenemos ese tipo de confianza y la verdad, es mejor si no sabemos demasiadas cosas personales el uno del otro.
Hace una mueca que sé me da la razón —Sí, mejor no tocar temas personales.
Da otro sorbo al café, haciendo esa mueca que conozco demasiado bien.
—¿Qué sucede?
Me mira de soslayo —De qué o qué?
Entrecierro mis ojos al verla —Conozco esa expresión que hiciste, Mandy. ¿Qué me has ocultado?
Vuelve a desviar la mirada, y claramente evita hablar, tomando varios tragos de café.
—Mandy.
Rueda los ojos y finalmente habla —Nuestra amistad se irá al carajo después de esto.
Su comentario me parece algo serio, pero me es imposible no reír —De verás que eres la reina del drama, Mandy. No voy a molestarme.
—Que conste que estás diciendo que no te molestarás —me señala con el dedo índice de la mano izquierda.
—Sí. Ya dime.
—Elliot ya sabe algo personal tuyo, porque... yo se lo dije.
Las últimas palabras las dice en voz baja y entre dientes para que no las escuche, pero sí lo hago. No sé qué pensar porque realmente no sé qué pudo haberle dicho ella. Es decir, cómo y cuándo llegarían a hablar de algo mío.
—¿Qué le dijiste?
—Lo de tu mamá —habla mucho más bajo, pero vuelvo a escucharle.
—¿Qué le dijiste exactamente?
—No le dije nada de lo que seguramente estás pensando —se defiende al instante.
—Pero y entonces, ¿qué?
—Fue el día que se quedó contigo en el apartamento. Es que cuando llegó no dejaba de preguntar e insistir en que si te pasaba algo y que los últimos días habías estado actuando muy extraña. —Hace una pequeña mueca. —Tal parece que no fui la única que notó lo mal que estabas.
Ya sé por dónde va esto. Suspiro.
—Y le dijiste qué me pasaba. —Afirmo, más que preguntar.
Ella asiente —Le dije que estabas así por el aniversario del fallecimiento de tu mamá. Solamente eso. No entré en detalles.
No sé cómo reaccionar al darme cuenta que Elliot ya sabe eso. Ahora muchas cosas tienen sentido. Quizá por eso fue que quiso quedarse conmigo. Supo cuán vulnerable y deshecha me encontraba, y no sé si eso me agrada o me avergüenza. De todas maneras, creo que fue un bonito gesto de su parte porque incluso fingió que no sabía nada. Me siguió la corriente con lo de que estaba mal de salud.
—Liv, lo siento. Sé que no debí decirle nada, pero...
—Descuida —la interrumpo. —No estoy molesta. En serio.
—¿Segura?
Le sonrío —Sí. Solo no vuelvas a decirle más cosas personales mías.
—Por supuesto que no. No lo haré.
Suspiro, todavía tratando de asimilar que Elliot sabe algo mío, bastante personal. Pero ya qué.
—Bueno, será mejor que regresemos a trabajar.
—Agh, seguramente me espera un día tan estresante como ayer —se queja ella, haciendo una mueca de cansancio.
—Creo que opino lo mismo —arrugo mi nariz.
—Pero hay que enfocarnos en que se viene el fin de semana, y será buenísimo. Seguramente vamos a quitarnos todo este estrés.
—Igual vamos a San Blas, por trabajo —le recuerdo, mientras hacemos nuestro camino a la salida.
—Sí, pero qué magnifico será trabajar ahí. Todo será sol, playa y arena y... —hace una pausa para verme y dedicarme esa mirada tan suya, cargada de malicia—, hombres guapos por todos lados.
Una risa se me escapa —Ay, Mandy.
—Empezando por nuestros jefes —canturrea con notable emoción, y luego empieza a decir un montón de cosas respecto al viaje.
Sin duda ella es la más emocionada de todos.
**~**
El lugar está completamente lleno. Es una cantidad enorme de personas que han acudido a la inauguración. Entre ellas están algunos de los inversionistas, patrocinadores, gerentes de los negocios que están dentro del proyecto, y un sinfín de espectadores más. Hay un centenar de personas.
La agenda se desarrolla al pie de la letra, tal y como Elliot lo pidió. Los inversionistas ya dieron la bienvenida y un breve discurso acerca de lo que va a ser este día. De momento, es Elliot quien está al frente, en el podio, dando su discurso.
Luce tan atractivo como siempre, vistiendo muy acorde al lugar y al evento. Lleva unos pantalones color beige y una camisa de lino blanca de mangas cortas. También usa unos lentes oscuros y por supuesto su cabello finamente peinado y su barbilla finamente afeitada. El magnate luce tan juvenil y es imposible que no llame la atención. Más allá de su buen discurso, es su imponente presencia la que lo convierte en el centro de atención.
Mandy, Jared y yo, estamos en primera fila. Me atrevería a decir, que también atraemos un par de miradas hacia nosotros.
Jared luce bastante guapo vistiendo casi igual a Elliot, a excepción que el pantalón es negro y la camisa un verde claro. Mandy lleva puesto un vestido color naranja suave, de un estilo bastante playero y lleva sandalias. Yo también estoy usando un vestido tipo playero, color celeste cielo con pequeñas flores de colores, bordadas en la parte del busto y en el dobladillo. La mayoría de los presentes visten de ese modo: casual y relajados.
Elliot casi termina su discurso y en el último instante, hace algo que no esperaba. Algo que habíamos acordado no hacer.
—... Y por eso es un honor llamar aquí, al frente, a la creadora original de esta campaña. La señorita Olive Blair. Directora Creativa de Gold Group Publicity.
Extiende la palma de su mano para señalarme y las personas aplauden, esperando a que vaya. No tengo de otra.
Me pongo de pie y con paso firme me dirijo al podio. Intercambiamos una mirada y luego me sitúo justo al frente de todos. Esto no era parte de la agenda porque ya habíamos quedado en que él se encargaría de todo el discurso, por ende, no tengo nada preparado; sin embargo, eso no representa problema para mí.
Tranquilamente empiezo a dar un pequeño discurso, recalcando algunos puntos sobre la campaña. Reitero el objetivo principal de este proyecto, así como también doy una rápida descripción de todo el circuito turístico que hemos creado. Admito que me satisface ver la cara de fascinación de los presentes, al escuchar lo magnífico que expongo lo que me atrevo a decir, será la mejor campaña de verano en los últimos tres años.
Termino agradeciendo la presencia de todos y un par de minutos después, Elliot, Jared y yo, revelamos el logo de la campaña para posteriormente cortar la cinta de inauguración, declarando a Atami Escape Resort, como el punto de partida dentro del circuito turístico. Todos aplauden y celebran con emoción. Yo estoy demasiado emocionada.
Minutos después todos los presentes se dispersan por todo el hotel, para disfrutar de las instalaciones. Ya siento que el paso más importante, ha sido dado.
Mandy se acerca a mí y me hala del brazo —¿Te parece si vamos a la habitación para ponernos más cómodas?
Ya sé por dónde va esto, pero no tengo problemas así que asiento —Okay. Vamos.
Empezamos a hacer nuestro camino hacia el hotel. Estábamos en el jardín delantero, al aire libre. El clima está bastante agradable aquí.
Mientras caminamos, mis ojos voltean unos minutos hacia donde se queda Elliot. Está con Jared y algunos de los inversionistas, dando una pequeña entrevista a algunos de los medios que vinieron a cubrir el evento. Luce tan cómodo y seguro frente a las cámaras.
—Sí, el hombre luce guapo pero ya quítale los ojos de encima. —Se burla Mandy a mi lado e inmediatamente volteo a verla.
—¿Que no eras tú quien se comía con la mirada a los jefes? —Pregunto con sorna y ella asiente. —Bueno, pues ahora déjame hacerlo yo.
Hace una mueca de malicia —Pues cuando Elliot te vea en traje de baño... ¡Uf! Va a querer más que comerte con la mirada. —Contengo una sonrisa, y ella me da un empujoncito con la cadera. —En serio eres mala, Liv. ¿Eres consciente de cuanto vas a provocarlo?
Me muerdo el labio inferior —Sí. La idea me agrada.
—Pues te aseguro que a ese hombre no le va alcanzar toda el agua del mar para apagarse. Se va quemar.
Una carcajada se me escapa —Pues veremos si Jared no se quema también, cuando te vea.
—De pronto como que me urge ponerme el traje de baño —dice, volviendo a hacer que me ría a carcajadas.
Y así hacemos nuestro camino al hotel: entre risas, bromas y uno que otro comentario picaresco.
Me acomodo los lentes y me echo un vistazo en el espejo. Nada mal. Me gusta cómo luzco.
Llevo un bikini color aqua y una salida de baño de crochet color blanco encima, que me llega a mitad de los muslos. La verdad es bastante reveladora. Lo admito, luzco muy provocativa.
—¿Nos vamos Mandy? —Elevo la voz para que pueda escucharme.
Me giro y la veo salir del baño, amarrándose a la cintura el pareo color naranja, que combina perfecto con el bikini amarillo suave que lleva puesto. Sus curvas lucen muy bien así.
—¡Lista! —Sonríe con satisfacción. —Los magnates de Gold se van a ir de culo cuando nos vean.
Suelto una carcajada y la halo del brazo para que salgamos de la habitación.
Durante todo nuestro recorrido del hotel hacia la alberca, hemos atraído demasiadas miradas. No entiendo por qué exactamente si todas las mujeres visten casi igual a nosotras. Como quiera que sea, les he restado importancia.
Atraemos un par de miradas más mientras nos acomodamos en las tumbonas que están alrededor de la alberca, para tomar algo de sol. Inmediatamente mis ojos localizan a Elliot del otro lado junto a un grupo de hombres que no sé quiénes son, y como si sintiese mi mirada, voltea hacia los lados hasta que mira justo en mi dirección.
Por un momento parece como si no me reconociera, pero tan pronto como lo hace, noto la expresión que hace con el rostro. Mandy tenía razón. Ahora no podrá quitarme los ojos de encima.
Finjo desinterés a su minuciosa mirada y me acodo los lentes, relajándome para descansar un rato. Veamos qué tanto resiste el gran Elliot Reynolds en no venir a mí.
No puedo creer que Mandy me haya hecho venir hasta la habitación por su teléfono. No sé ni para que lo quiere si no va a poder usarlo. Seguramente quiere que le saque fotografías mientras se baña en la alberca con Jared. Una pequeña risa se me escapa. Quizá lo que quería es que los dejara a solas.
Salgo de la habitación, cerrando la puerta de manera distraída mientras reviso el celular. De pronto, mi cuerpo choca de frente con alguien y casi se me cae el teléfono de las manos. Quienquiera que sea, me empuja hasta que mi espalda choca contra la puerta. Estoy a punto de insultarle, pero tan pronto cómo reconozco el embriagante aroma que inunda mis fosas nasales, me detengo.
Al alzar el rostro, conecto de inmediato con los impresionantes ojos de Elliot Reynolds, pues su rostro queda bastante cerca del mío. Su cercanía me afecta demasiado, así como también el calor que emana de su cuerpo. Me siento vulnerable, pero trato de no demostrarlo.
—¿Me seguiste hasta aquí, Elliot? Vaya que me siento acosada.
Sus ojos miran mi cuerpo con mucha atención —No me culpes —dice con la voz enronquecida. —Cómo no hacerlo, si así como vistes me tienes hipnotizado para que te siga a donde sea.
Sus manos estrechan mi cintura, pegándose mucho más a mí, hasta el punto en que puedo sentir su erección contra mi pelvis. Me remuevo incómoda en mi lugar, mordiéndome el labio inferior.
—Todavía no te he dicho que puedes tocarme.
—Me importa una mierda —gruñe, inclinando el rostro para acercarse a mi cuello. —¿Qué pensaste, Olive? ¿Que podrías pasearte por ahí, frente a mis ojos, vestida de este modo y no tener consecuencias?
Trago grueso ante lo firme que se oyen sus palabras. Firmes, y calientes. El nudo en mi vientre ha comenzado a hacer acto de presencia y de pronto me siento incapaz de pensar en otra cosa que no sea Elliot follándome.
Por suerte todo el pasillo está solo, porque no quiero ni imaginarme que alguien nos viera en esta situación.
Un jadeo se me escapa cuando siento su lengua lamer la parte detrás de mi oreja. Mi mano libre –la que no sujeta el celular-, se aferra a la parte del frente de su camisa, con mucha fuerza. Mi garganta se siente seca y mi corazón late acelerado.
—Ha hecho un juego de seducción muy perfecto, señorita Blair —susurra contra mi oreja, haciendo que se me erice la piel.
—Entonces, ¿sí notaste que te estaba seduciendo? —Pregunto con la voz casi jadeante.
—Sería un idiota si no lo hubiese notado.
—¿Y qué vas hacer al respecto?— Muevo el rostro para verlo de frente.
Sus ojos se tiñen de deseo —¿Sabes, Olive? Me has hecho sufrir toda la semana, aguantándome las putas ganas de follarte, ¿y ahora vienes a lucirme tu perfecto cuerpo con ese diminuto bikini? —Sonríe socarronamente. —¿No crees que debo hacer algo muy grande al respecto?
Aprieto las piernas ante los pensamientos eróticos que empiezo a tener y me las arreglo para hablar.
—¿Como, qué?
—¿Quieres que te lo diga o que te lo demuestre?
Presa de un impulso, me acerco lo suficiente como para rozar sus labios con los míos y le respondo con la voz jadeante.
—Demuéstramelo.
Sin perder tiempo, une su boca a la mía en un beso urgente y feroz. Todo mi cuerpo reacciona al instante, buscando sentirlo más cerca. Jadeo contra sus labios ante la oleada de placer que me invade cuando su cuerpo me aprisiona mucho más contra la pared, haciéndome desea que ojalá y ya estuviéramos sin ropa.
—Elliot —murmuro contra sus labios e intento apartarlo con mis manos. —Alguien puede vernos. Hay que entrar a la habitación.
—Okay —responde con la voz cansada.
Se aleja de mí, pero solo para permitirme darme la vuelta y abrir la puerta de la habitación, pero tan pronto como lo hago, su cuerpo vuelve a pegarse al mío, clavando su erección en mi trasero.
—¿Vas a dejarme que te haga todo lo que yo quiera? —Muerdo mi labio inferior cuando sus dientes mordisquean el lóbulo de mi oreja, y asiento en respuesta.
—Vas a demostrarme todo lo que has querido hacerme estos días.
—Como tú quieras, preciosa —dice, con la voz mucho más enronquecida.
Termino de abrir la puerta para entrar. La ansiedad y la excitación me están comiendo por dentro. Son demasiado.
Ya lo había admitido antes y lo vuelvo a hacer: yo también he sufrido durante la semana, aguantándome las ganas de que esto pasara. Ansío sentir sus manos, disfrutar de sus besos y sentirlo dentro de mí. En este preciso momento, todo se ha convertido en una urgencia demoledora.
El fuego que hemos sido obligados a controlar, está a punto de consumirnos y como siempre, será un placer quemarme con él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro