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Capitulo 18 | Elliot

Es bastante temprano cuando llego a la oficina. Sarah es la única empleada que se encuentra en toda esta planta. De hecho, creo que es la única que empieza su horario a las 7:00am.

—Buenos días, señor Reynolds —me saluda cuando paso frente a su cubículo.

—Buenos días —le contesto, y sigo de largo.

Paso las puertas dobles, y me recibe una estancia completamente vacía. Sigo derecho hasta mi oficina y justo cuando estoy pasando la tarjeta de acceso por la cerradura, capto un pequeño movimiento a mi lado izquierdo. Frunzo el ceño y decido ir a revisar. Camino a paso lento y cauteloso. Se supone que no había nadie.

Cuando ya estoy bastante cerca, la reconozco a pesar que está de espaldas. Está acomodando unas carpetas sobre su escritorio y me pregunto: ¿qué hace aquí tan temprano?

—Buenos días, Mandy.

Al oír mi voz, da un enorme respingo del susto y se gira de inmediato, casi ahogando un grito.

—¡Ay, por Dios! ¡Qué susto! —dice, llevándose una mano al pecho.

—Lo siento. No fue mi intención asustarte —me disculpo, hundiendo las manos en los bolsillos del pantalón. —¿Qué haces aquí tan temprano?

Regresa a su labor de acomodar las carpetas y responde:— Sí, ya lo sé. Es que recibí un correo de parte del señor Baldwin, ayer, y pedía agendar una reunión para el día de hoy a las siete y media, así que tenía que venir temprano para tener todo listo.

Reviso la hora en el reloj de mi muñeca. Son las 7:12am.

—¿Y por qué no me avisaste?

Vuelve a girarse para verme y hace una mueca tímida —Es que... acordamos todo con Jared. Él dijo que se haría cargo, porque... —baja la mirada—, él creyó que usted no vendría a la oficina hoy.

Jared es un idiota por haber hecho ese cometario. Sé perfectamente qué estaba pensando.

—Pues yo también estaré presente en esa reunión —anuncio con tono autoritario, y sin decirle más, me giro para regresar a la oficina.

Una vez adentro, me dejo caer en la cómoda silla detrás de mi escritorio, y suelto un largo suspiro. Un pensamiento invade mi mente:

¿Ya se habrá despertado Olive?

No se despertó mientras daba vueltas por la habitación, vistiéndome. Estaba profundamente dormida cuando salí. Seguramente no se dio cuenta de nada, así como tampoco notó que no dormí con ella. No pensaba hacerlo, porque desde un inicio mis intenciones eran follármela y hasta ahí. No más.

No me gusta quedarme a dormir con ninguna mujer, luego de habérmela follado. Eso es para las parejas. Lo mío es una noche de pasión con alguna amante y ya. Olive no fue más que eso, y, aun así, rompí algunas reglas con ella.

Jamás llevo a una mujer a mi pent-house, pero la llevé a ella. No sé por qué carajos lo hice, pero lo hice. Jamás me follo a una mujer, dos veces la misma noche. No necesito más. Sin embargo, ayer, con Olive, también rompí esa regla. La única regla que me queda es: no repetir con una mujer. Ha habido únicamente un par de excepciones en las que sí he repetido, pero realmente no es lo mío. Sobre todo porque quiero evitar que las mujeres crean que tienen algún tipo de vínculo conmigo y luego quieran que ya no solo sea sexo, sino toda esa mierda sentimental.

Esto último significa que, no voy a repetir con Olive.

Paso el dedo medio e índice de mi mano derecha sobre mis labios, en gesto pensativo.

¿Realmente creo que no tendré ganas de repetir con ella?

No sé si pueda contenerme si la sigo teniendo cerca. Siendo tan hermosa y sensual como es, y sobre todo, sabiendo lo buena que es en la cama.

Valió la pena todo el tiempo que me llevé tratando de convencerla, porque me encantó. Conseguí mucho más de lo que esperaba. Conseguí hacer que se corriera tres veces: dos en la cama y la última en la tina. Todo fue realmente delicioso. Realmente disfruté de esa bella mujer y de cada parte de su cuerpo. Hago una mueca con el rostro cuando siento que mi polla se empieza a endurecer, al recordar lo bien que me la pase anoche. Esa mujer sí que me pone mal.

Me yergo en mi lugar y decido que, si en realidad no quiero romper la última regla con ella, debo dejar de pensar en lo que pasó y hacer de cuenta y caso que no sucedió nada, como siempre lo hago con las demás. Después de todo, creo que ella también estará de acuerdo en eso.









Le doy otra pequeña ojeada al diseño y ajusto los colores de algunas zonas antes de darle mi visto bueno. Sí, creo que así quedó bien.

Hago todo el proceso correspondiente para enviarlo a Producción, y que me impriman una muestra. Necesito corroborar que ya una vez impreso, se vea tan genial como espero, aunque ya puedo asegurar que le gustará a Baldwin.

En la reunión que él solicitó para hoy, nos informó que necesita una campaña para su nueva línea de productos que saldrá este verano. Sus ideas fueron bastante claras y cuando Jared le mostró el boceto que había hecho a groso modo, en ese instante, dio autorización para que empezáramos a trabajar en él de inmediato.

Tenemos muchas responsabilidades encima, sobre todo con el proyecto de Summer Time, así que tendremos que designar algunas de las campañas a terceros. Todos y cada uno de los publicistas que trabajan conmigo son profesionales, así que normalmente les confío algunos de mis proyectos sin problemas.

Cuando la puerta de la oficina se abre, alzo la mirada para ver quién es, y se trata de Jared.

—¿Enviaste el diseño a producción? —pregunta al entrar, con la mirada clavada en el IPad.

—Acabo de hacerlo —respondo. —Creo que en una hora más o menos ya estará listo.

—Okay... —dice, distraído, mientras el dedo índice de su mano derecha se desliza hacia arriba sobre la pantalla del Ipad, como si buscara algo. —Bien, por acá tenemos el proyecto S.M. Tenemos que empezar con los bocetos para las vallas publicitarias, además de que habrá que crear los diálogos para los comerciales de radio y televisión. También tenemos que hacer una especie de casting para seleccionar los modelos que saldrán...

—¿Por qué no sales tú? —lo interrumpo en tono burlista, y él se ríe.

—Se verían mejor Olive y tú.

Hago un desdén con la mano —Anímate tú, y podríamos ponerte a Mandy como acompañante. —Niega con su cabeza y vuelve a bajar la mirada al IPad. —¿Qué? ¿No piensas tirártela? —Pregunto.

Me oigo como todo un hijo de puta, pero es que con Jared jamás tenemos pelos en la lengua para hablar del tema.

—Está realmente buena —responde, tan descarado como lo haría yo—, pero no creo que sea buena idea.

—¿Por qué no?

—Piensa, Elliot. Tú te estás acostando con su amiga, y si yo lo hago con ella... Mmm creo que las cosas no terminarían muy bien porque podríamos llegar a quedarnos sin ambas si renuncian como las demás.

—Por favor, lo dices como si yo fuese a tener algo con Olive —exclamo con sorna.

—¿Y no lo harás? —me cuestiona con una mirada tan acusadora, y se sienta al frente.

—Por supuesto que no.

—Entonces, ¿ayer solo fue una noche de pasión? —Yo asiento. —¿Solo sexo por una noche y no se repetirá?— Vuelvo a asentir con seguridad. Él niega con la cabeza y suelta una carcajada burlona. —Entonces, supongo que ya le hablaste de su aumento de sueldo a cambio de que guarde silencio por eso que pasó.

Mi expresión se torna seria de inmediato —No puedo hablar de eso con ella.

Se acomoda en el sillón en una postura desgarbada y se burla —¿Y por qué no, Elliot? ¿Le tienes miedo?

—No seas imbécil —escupo molesto, y su sonrisa se ensancha.

—¿Y por qué dices que no puedes hablar de eso con ella? Nunca has tenido problemas en hacerlo con las demás.

—Pero ella no es como las demás –suelto de prisa. Él me observa sorprendido y, antes que mal intérprete mis palabras le aclaro:— Me refiero a que no es el tipo de mujer a la que puedo decirle eso, esperando que lo tome como algo bueno. Te lo aseguro, Jared. Si le digo eso lo tomará como un insulto y en el peor de los casos, se largaría de la empresa y no quiero eso.

—Estás jodido, Elliot. Porque de todas maneras ella lo tomará como un insulto. Seguramente descubrirá que fue solo una calentura y ya.

Lo observo, disgusto —¿Y qué quieres? ¿Que le mienta y diga que me interesa? Por favor, Jared. Ya somos adultos, además, no creas que ella no sabía de qué se trataba esto. Es más, me atrevería a decir que para ella solo fue una aventura de una noche también.

 —¿Tú crees? —alza una ceja.

—Tienen novio o..., lo que sea.

—Bien. Perfecto. Eso lo arregla todo —dice con fingido entusiasmo, y regresa su atención al IPad.

—¿No dirás nada más? —lo observo con recelo. El niega con la cabeza, dándome a entender que no dirá nada más, pero sé que no es cierto. Lo conozco. —Solo di lo que tengas que decir de una vez, Jared.

Vuelve a alzar la vista y asiente —Okay... Pues escucha: yo sé que estás jodido, ¿y quieres saber por qué? Porque no creas que no he notado la pequeña obsesión que has tenido con esa mujer desde el primer momento que la viste. Ya te la follaste y te aseguro que te gustó, y te aseguro todavía más, que no vas a poder seguir con ese tu protocolo de: no repito con ninguna mujer, les pago por su silencio y todo sigue como si nada —se cruza de brazos y niega con la cabeza. —Estás jodido Elliot porque vas a tener a la mujer que te follaste, andando de aquí para allá, provocándote. Dime: ¿te vas a abstener de repetir en serio?

Intento procesar cada cosa que ha dicho, y la sensación que siento no me agrada, porque sé que tiene toda la puta razón. Mi mandíbula se tensa y me quedo callado durante unos segundos.

—Te conozco demasiado bien, ¿no, Elliot? —sonríe.

Suspiro y me recargo contra el respaldar de la silla en una postura desgarbada —Tal vez. Pero no creas que no me había puesto a pensar en todo eso que has dicho y de algún modo voy a salirme con la mía. ¿Sabes por qué? Porque sé cómo manejar a las mujeres, y Olive no será la excepción.

Se encoje de hombros —Bien, ya quiero verte cómo reaccionarás al verla. Si quieres puede ser ya, porque en estos momentos ella citó a varios empleados para una reunión.

Sonrío —Vamos a la reunión entonces —digo, poniéndome de pie y abotonándome el saco. —¿De qué se trata?

Él se pone de pie también —Creo que planea conformar el equipo de trabajo para la campaña de S.T.

—Mmm, será interesante. Quiero ver a quiénes elige.

Salimos de la oficina y me doy cuenta de que varios de los cubículos del área están vacíos. Seguimos andando hasta que llegamos donde nuestra asistente.

—¿Ya empezó la reunión? —le pregunta Jared.

—Sí. Lo están esperando —dice, girándose y cuando me ve, adopta una expresión extraña. —¿Se va a integrar, señor Reynolds?

—Sí. ¿Hay algún problema? —pregunto con firmeza y ella tartamudea un poco.

—B-Bueno... es que... Creo que Olive no lo esperaba, así que, todas las sillas están ocupadas —hace una mueca de disculpa. —Pero si quiere puedo llevarle alguna silla, claro —añade rápidamente, y niego con mi cabeza.

—Estaré de pie.

No digo ninguna otra cosa y hago mi camino hacia la sala de juntas. Una vez llego, veo a través del cristal a todos los reunidos, y ahí: encabezando la mesa, está ella. Por instinto mis ojos viajan hacia Jared, quien está viéndome con una expresión de: veamos qué haces.

Adopto una postura seria y entro a la sala. Todos los presentes guardan silencio, incluso Olive. Luce un poco sorprendida cuando me ve, pero no dice nada. Se limita a mirarme con esos grandes y magníficos ojos castaños, con firmeza.

—Por favor, continúe —digo, y me dirijo al otro extremo de la mesa para quedarme ahí, observando en silencio.

Jared avanza hasta sentarse en su puesto asignado y al instante ella continúa con lo que anteriormente hablaba.

Les hace un pequeño resumen de la idea para la campaña y resalta varios de los puntos clave, así como también los cargos que necesitamos cubrir para desarrollarla. Yo observo todo en silencio, de brazos cruzados y con la mirada clavada en ella, pero ni siquiera ha vuelvo a verme. Es como si pretendiera que no estoy aquí.

¿Está evadiéndome?

Bueno, eso haría las cosas un poco más fácil para mí y mi idea de mantenerme alejado, como si nada pasó entre nosotros. Sin embargo, la idea también me desconcierta un poco. Extrañamente no me agrada la idea de que sea ella quien mejor lidie con la aventura de una noche que tuvimos. Seguramente volverá a aplicarme la ley del hielo, y eso, ¿será bueno? Supongo que sí. De todas maneras, es lo que yo tenía planeado hacer.

La reunión termina cuando Olive ha elegido a los miembros que quiere en el grupo, entre ellos algunos diseñadores, redactores y planificadores. Ha sido bastante meticulosa con la elección y así como ha recibido agradecimientos por parte de los elegidos, también ha recibido malas miradas y disgusto por parte de los demás que quedaron fuera; sin embargo, es tan notorio que a ella no le importa. De hecho, ella tiene la autoridad para hacer lo que quiera con este proyecto.

Los presentes empiezan a abandonar la sala, hasta que quedamos únicamente Olive, Jared y yo. Ella sigue ignorándome mientras arregla unos papeles y habla con Jared. Me muevo de mi lugar para ir a la salida, y abandono la sala.

Camino directo a mi oficina y me encierro en ella para distraerme con todo el trabajo que tengo. Necesito dejar de pensar en lo bella que luce hoy con esa falda de tubo negra que se ciñe tan perfectamente a sus muslos, y su blusa color esmeralda que hace resaltar lo blanca que es su piel. Necesito dejar de revivir las imágenes de anoche, cada vez que la veo.

¡Carajo!

Todavía no dejo de darle vueltas a la idea de continuar mis tratos con ella, luego de lo que pasó entre nosotros. Eso es algo que ya he hecho antes: tratar con una empleada, luego de habérmela tirado, pero por alguna extraña razón, con Olive me parece más difícil la situación. Sin embargo, tampoco es imposible.

Solo es una mujer más, y como le dije a Jared, yo sabré cómo manejar las cosas con ella. Después de todo, creo que ella también buscará hacer como si no pasó nada, y la idea me agrada, así no tengo que recurrir al viejo trato de: dinero a cambio de silencio. Sé que ella guardará silencio sin necesidad de pedírselo, así que; aquí no ha pasado nada. Retorno a nuestra relación estrictamente laboral.

Fue un buen polvo.

Las siguientes horas de la tarde me las paso encerrado en la oficina, trabajando en los diseños de las vallas publicitarias que dijo Jared. He avanzado mucho porque no he tenido casi ninguna interrupción, a excepción de un par de llamadas que me ha pasado Mandy y otras más que he tenido que hacer yo.

Resoplo con cansancio y me recargo contra el respaldar de la silla, haciendo un pequeño masaje en mis sienes. Creo que es todo lo que haré por hoy.

Tengo mis ojos cerrados, pero los abro de inmediato cuando escucho el sonido de mi teléfono. Estiro la mano para alcanzarlo y decido revisar el mensaje que ha caído.

«Hola, Elliot. ¿Tienes mucho trabajo hoy? Pensé que tal vez podríamos vernos.»

Sonrío socarronamente a la pantalla del teléfono, y paso los dedos de mi mano libre sobre mis labios, pensando en mi respuesta. Corinne es quien ha enviado el mensaje. Había olvidado que le di mi número hace mucho tiempo.

Tenía mucho sin saber de ella, hasta que volví a verla el día de las presentaciones para Summer Time y por lo visto, ella ha vuelto a querer saber de mí. Al menos eso es lo que me confirma con ese mensaje y quizá no es tan mala la idea. Solía pasármela muy bien con ella porque es una mujer como yo: libre, que no le gustan las ataduras y capaz de llevar una relación basada solo en sexo ocasional.

Me relajo un poco más en el asiento, y decido responder:

«Hace mucho que no nos vemos, ¿cierto?»

Envío el mensaje y espero ansioso su respuesta. Tal vez haya tenido una buena noche ayer, y no sea un hombre que tiene sexo cada noche, pero, si Corinne está disponible, tampoco voy a rechazar la oportunidad.

A ver si con eso me olvido de Olive, pienso. No es que no pueda sacármela de la cabeza, pero creo que estar con otra mujer ayudará a dar por cerrado el asunto con ella.

Estoy con la mirada fija en la pantalla, hasta que escucho unos golpecitos en la puerta.

—¡Adelante! —digo en voz alta para que me oigan, y cuando escucho el sonido de unos tacones, decido alzar la mirada.

Oh, vaya. Y hablando de la que intento evadir.

Me yergo en mi lugar de inmediato y adopto mi postura de seriedad, dejando el teléfono a un lado sobre el escritorio. Ella me observa con la misma seriedad, cuando se para justo detrás de los dos sillones que tengo al frente.

Me aclaro la garganta y pregunto de la manera más seca que puedo:— ¿En qué puedo ayudarla, señorita Blair?

Por un segundo creo ver su expresión de confusión ante la manera que la he llamado, pero se recompone de inmediato —Entonces, ¿he vuelto a ser la señorita Blair? —pregunta con escepticismo.

Un asentimiento es mi respuesta y la observo de una manera todavía más fría. Sin embargo, me sorprende ver que no luce para nada afectada por mi actitud, por el contrario, parece totalmente desinteresada.

—Bien, señor Reynolds —dice utilizando ese tono formal que usaba antes—, solo venía a informarle que el día de mañana tenemos la primera reunión con los inversionistas para mostrarles los primeros bocetos de la campaña. Fue acordada para las 8:30am.

—Me parece bien —respondo. —¿Algo más?

—No. Es todo —dice, y sin más, se da la vuelta para irse, pero la detengo.

—Señorita Blair.

Se gira solo un poco para verme, con expresión aburrida —Diga.

Lo dudo unos instantes, pero finalmente termino diciéndole la aclaración, solo por si acaso:— No ha pasado nada entre nosotros, ¿okay?

Su expresión no es la que espero. No es ni de sorpresa, ni mucho menos ofendida. Es... ¿divertida?

—Absolutamente nada —afirma sonriendo y se vuelve a girar, pero justo cuando llega a la puerta, antes de salir, se detiene y me mira sobre su hombro. —¡Ah, por cierto! Usted dijo algo acerca de que yo querría repetir... —hace una mueca.—Se equivocó. Porque eso no pasará.

Y así si más, sale de la oficina.

¡Mierda! ¿Yo dije eso? ¿En serio?

¿Por qué carajos le dije que yo sabía que iba a querer repetir el encuentro, cuando se suponía que en mis planes estaba no hacerlo?

Me quedo tan desconcertado y molesto. Ha tocado mi puto ego. Dijo que no quiere repetir. Que eso no pasará. ¡Claro que no! Se supone esa es la decisión que yo he tomado también, pero, ¿eso significa que no le gustó?

¡Mierda! Amito que me siento no sé ni cómo demonios ante esa idea. Nunca una mujer ha dicho que soy malo en la cama. Puedo jactarme de eso. Pero, Olive, ¿qué insinuó detrás de sus palabras? Quedarme con la puta incógnita no me gusta para nada, pero no puedo ir y preguntarle si realmente le gustó o no.

El recuerdo de mí diciéndole que le demostraría lo impresionante que puedo ser, me parece una burla ahora que me dice tan despectivamente que no quiere repetir. Esto no me suele pasar a mí. Siempre he sido yo el que rechaza una segunda cita con alguien, ¿por qué carajos Olive Blair ha venido a cambiarme los roles?

Me siento tan molesto con ella. Conmigo. Esto no está bien.

Mi teléfono vibra sobre el escritorio y reviso el mensaje de mala gana.

«¿Por qué no nos vemos en algún lugar? Tal vez podríamos recordar viejos tiempos.»

El enojo casi desaparece con ese mensaje de Corinne. Ahora sí lo creo oportuno.

«Dime dónde y a qué horas.»

Respondo el mensaje, urgente. Necesito recuperar algo de mi hombría y veo la oportunidad de hacerlo con Corinne.

Su respuesta es inmediata y me envía la dirección de un hotel, y la hora para reunirnos. ¡Excelente!

Levanto la bocina del teléfono y llamo a Mandy.

—Diga.

—Voy a salir —anuncio. —Será por un par de horas y no quiero llamadas. Toma los recados y me dices luego.

—Como usted diga.

Cuelgo la llamada al instante y me pongo de pie para salir, no sin antes volver a ponerme el saco. Llevo mi teléfono y las llaves del auto porque no voy a pedirle a Matt que me lleve. Salgo de la oficina y hago mi camino directo al ascensor para marcharme. Tengo una estúpida urgencia por hacerlo y eso me disgusta. Me enfurece tanto que al final de cuentas, haya sido Olive quien me puso en esta situación.















Corinne se deja caer a mi lado, soltando un largo suspiro de satisfacción y con una extraña sonrisa en los labios.

—Debo decir que me has dejado sorprendida, Elliot —dice con la voz cansada.

—¿Ah, si? —murmuro de mala gana.

Ella cubre su cuerpo con la delgada sábana y se acomoda sobre su costado para verme —Claro que sí. Estuviste magnifico hoy. Fuiste tan... —muerde su labio inferior y gruñe. —Definitivamente me encantó, cariño.

Sus palabras son un alivio para mi hombría, después de la puta idea que me metí en la cabeza por lo que me dijo Olive. Pero, falta algo. Yo no me siento satisfecho y no me refiero a que quiero más. Me refiero a que quizá me siento todavía más molesto conmigo mismo porque, se suponía que esto era para hacerme saber que esto es igual a cuando estuve con Olive. Que con cualquier mujer sería lo mismo, pero no. No me pude sacar la puta idea de la cabeza de que no fue lo mismo.

Es que por más que quise no dejaba de pensar en Olive. Casi ni me pude concentrar bien en lo que hacía por eso. Corinne afirma que todo le encantó, pero yo sé que fue porque muy en el fondo yo estaba pretendiendo que no era ella a quien me estaba follando. Era Olive.

—Ojalá y no volvamos a esperar tanto tiempo para repetir —Su voz me hace volver a la realidad. —Yo soy de tus favoritas, ¿no es así, Elliot? —dice, acercándose para lamer mi oreja.

Me aparto sin delicadeza y me salgo de la cama —¿Te duchas primero tú o yo?

No me interesa ser amable, mucho menos cariñoso y ella no se queja ni lloriquea por mi trato tan hostil, porque me conoce bastante bien como para saber que solo ha sido sexo y luego, cada quien por su lado.

Sonríe altanera y sale de la cama, envuelta en la sabana —Me encanta tu manera de utilizar a las mujeres, Elliot. —Camina hacia mí a paso lento, sin dejar de sonreír. —Solo tú puedes ligarte a una mujer en un santiamén, llevártela a la cama y luego echarla como si nada.

Se detiene justo frente a mí, y pasa su mano por mi pecho. Yo le sonrío.

—Y me alegro porque lo entiendes.

—Por supuesto —afirma encantada. —Yo no me quejo porque siempre me la paso demasiado bien contigo —su mano tira de mi nuca para acercarme a ella y lame mis labios. —Mientras tú no encuentres a alguien que te complazca más que yo, estaremos bien así, Elliot.

Su mano libre acaricia mi polla, y un gruñido se me escapa ante la reacción que siento. Se aleja y desaparece tras la puerta del baño. Yo me quedo intentado no tener una erección y pensando en lo que ha dicho.

¿Mientras no encuentre a alguien más? ¿Y si ese alguien fuera Olive?

Sacudo el cabeza, molesto. ¡Mierda! No. Eso no debe ser así. No ella. No debo repetir con ella. Es una mujer más y no tiene nada especial. No tendría por qué convertirla en mi mujer frecuente. Corinne es la única, pero es porque tenemos mucho de conocernos y porque nos entendemos muy bien con lo del tema del sexo ocasional. No tengo necesidad de entablar ese tipo de relación con alguien más. Olive fue algo de una noche y ya.













Un suspiro cansino escapa de mis labios mientras espero por el elevador. Tuve que regresar a la empresa a última hora, porque Jared me llamó para que viniera. Necesitaba que diera el visto bueno a la impresión del diseño que hice por la mañana y fue tan insistente que, aunque le dije que lo revisara él, no quiso hacerlo y me obligó a regresar.

Estoy en la planta de Producción. Mientras termino de esperar, saco mi teléfono y me pongo a buscar un contacto para hacer una llamada, pero escucho las puertas del elevador abrirse, así que alzo la mirada.

Quedo exactamente frente a Olive, quien luce tan sorprendida como yo cuando nos vemos. Me aclaro la garganta y me adentro en el pequeño cubículo con ella, sin decir ni una sola palabra. Presiono el botón para el estacionamiento, y las puertas se cierran.

Es imposible no deleitarme con su fragancia, que inunda todo el espacio y me maldigo cuando el deseo de querer acercarme a ella y oler su piel, pasa por mi mente. Me maldigo todavía más porque justo ahora quisiera contraminarla contra las paredes del ascensor y besarla. ¡Maldición! Ignorarla, quizá será más difícil de lo que pensé.

—¿Revisó las impresiones?

Su pregunta repentina me saca de mis pensamientos.

—Sí. Lo hice —respondo. —¿Usted las vio?

—Sí. Jared me pidió que le diera mi opinión.

Enarco una ceja —¿Y qué le parecieron?

—La verdad es que el diseño se ve bastante bien. El señor Baldwin estará complacido... ¿Puedo saber por qué no me informaron de esa reunión?

—También fue sorpresa para mí. La reunión había sido planeada únicamente entre Mandy y Jared.

Ahora es ella quien alza una ceja y me observa un poco molesta —Pues igual debieron haberme llamado para que estuviese presente. No me gustó que me excluyeran. —Dicho eso, devuelve la mirada al frente con el ceño ligeramente fruncido.

Las puertas del elevador se abren una vez llegamos al estacionamiento y ella sale de inmediato sin decir nada. Yo salgo también y decido ir detrás de ella.

—Nadie la excluyó, señorita Blair —digo, elevando un poco la voz, pero ella me ignora.

Contengo una sonrisa mientras la sigo hasta que llega a su auto y antes que abra la puerta, vuelvo a hablarle.

—¿Estás molesta porque no estuviste en la reunión por quedarte dormida en mi cama, Olive?

Al instante se detiene y se gira para verme con sus ojos completamente abiertos por lo que he dicho. Su reacción me parece cómica aunque se compone de inmediato y vuelve a ser seria.

—Ah, resulta que ahora ha vuelto a llamarme por mi nombre —dice con fastidio. —¿A qué juega, señor Reynolds?

¡Ah, mierda! Me calienta el tono molesto con que me está hablando. Me gusta verla así. Sonrío socarronamente.

—No estoy jugando a nada.

Me observa incrédula y se cruza de brazos —Pues yo creo que sí.

Vuelvo a sonreírle —Entonces dime: ¿a qué crees que estoy jugando, Olive?

—No sé exactamente cuál es el juego, y la verdad no me interesa.

Se gira de nuevo y abre la puerta de su auto para subir, pero yo la detengo, volviéndosela a cerrar y me acerco un poco a ella. No sé qué demonios estoy haciendo si dije que me iba a mantener alejado.

—¿Estás segura que no te interesa? —pregunto y su cuerpo se tensa cuando siente mi cercanía. —¿No quisieras jugar conmigo?

No puedo evitar acercarme más hasta que siento la reacción en mi entrepierna cuando su trasero queda muy pegado a mí.  Cómo voy a controlarme y alejarme si está mujer es toda una debilidad para mí. Ella y todo su hermoso y perfecto cuerpo.

—No, Elliot –dice. —No quiero jugar contigo.

—Pues anoche parecías muy dispuesta —susurro contra su oreja y siento cómo su cuerpo se tensa todavía más. Su respiración se vuelve acelerada al instante y eso me encanta.

—Creí que habíamos quedado en que nada pasó anoche —dice con un toque burlisto a mis palabras de la mañana y sé que tiene toda la puta razón.

Sé que en estos momentos Jared se reiría en mi cara porque estoy haciendo lo que le aseguré que no haría: estoy buscándola porque algo en mí quiere repetir con ella.

Bueno, en estos momentos lo que le dije, quizá me importe un comino. He pensado todo el día en esto, y he llegado a una conclusión: ¡A la mierda las reglas! Si tengo deseos de volver a follarme a esta mujer, lo haré y punto.

Rozo mi nariz en su cuello y me fascina ver cómo se le eriza la piel—Bueno, pues, quizás sea mejor que aceptemos lo que pasó.

Se da la vuelta, de manera que cuando me queda de frente, su rostro queda a escasos centímetros del mío. Una sonrisa altanera eleva las comisuras de sus labios y coloca una de sus manos en mi hombro.

—Yo lo acepto sin problemas, pero..., no significa que se vaya a repetir —da pequeñas palmaditas en mi hombro y hace una mueca de disculpa. —Lo siento.

¡Auch! ¿Está bateándome de nuevo?

—¿Estás segura que no desearás repetirlo de nuevo? —Intento provocarla, acorralándola entre su auto y mi cuerpo, poniendo mis manos una a cada lado de su cara.

Estoy seguro que puede sentir mi prominente erección contra su pelvis, pero me descoloca ver que no reacciona de ninguna manera. Incluso alza el mentón con prepotencia para responderme con voz firme.

—Estoy muy segura, Elliot.

Miente. Creo que... vamos a jugar.

Sonrío placenteramente y me acerco lo suficiente como para casi rozar sus labios —Voy a decirte algo, Olive, y voy a ser muy sincero contigo.

—¿Qué? —susurra casi sin aliento.

—Yo sé que tarde o temprano necesitarás darle a tu cuerpo un poco de placer. —Al tiempo que hablo, mi nariz roza delicadamente su mejilla, y luego me traslado a su cuello. —Cuando quieras hacerlo, vas a buscarme. —Un jadeo se le escapa cuando dejo un pequeño beso en la base del cuello. —Tú serás quien me busque a mí —añado—; y yo estaré encantado de complacerte las veces que quieras y como tú lo quieras.

Un gemido casi inaudible escapa de sus labios cuando descaradamente rozo mi polla contra su pelvis, demostrándole cuan duro me encuentro. Eso me calienta de inmediato y todavía más cuando sus manos se colocan en mi pecho y hace una leve caricia por encima de la ropa.

—¿Tan seguro estás que yo seré quien te busque, Elliot? —pregunta con la voz enronquecida y levanta el rostro, hasta que roza levemente nuestros labios y rápidamente se aleja. Solo está provocándome. —Yo puedo asegurarte, que serás tú quien termine buscándome de nuevo.

—No te sientas tan segura, Olive —me río. —A mí no se me da eso de andar detrás de alguien. Yo no ruego a nadie. A mí me gusta que me rueguen. Así que no seré yo quien te busque para que me complazcas.

Ahora es ella quien ríe también —Pues somos muy parecidos entonces, querido Elliot. Porque a mí no se me da eso de rogar. —Sus manos me dan un leve empujón en el pecho, consiguiendo alejarme. —Yo no voy a buscarte y según dices, tú tampoco. Lo más probable es que no vuelva a pasar nada entre nosotros. No si alguien no da su brazo a torcer y ese alguien, no seré yo. —Me dedica una sonrisa inocente, y se mueve hasta que vuelve a abrir la puerta de su auto. —Buenas noches, señor Reynolds —se despide, y entra al auto.

Arranca el motor y me deja aquí: parado como un idiota. Burlado. Con una erección y con unas inmensas ganas de follármela, que solo se quedan en eso: en ganas. Y por lo visto quien sabe cuánto tiempo me quedaré con esas ganas, porque ella resultó lo contrario a lo que creía. 

Definitivamente ella ya me dejó en claro que no dará su brazo a torcer y el caso es que yo tampoco pienso hacerlo. La cuestión es: ¿qué tanto podremos aguantarnos las ganas? Porque yo estoy seguro que ella sigue deseándome. ¿Quién cederá primero?

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