Capítulo 5.
Jack: Oye cara de culo, ¿cenamos juntos hoy?
Ruedo los ojos cuando me doy cuenta que mi teléfono ha sonado sólo por un simple mensaje de parte de Jack. En otras circunstancias, yo le habría respondido de inmediato que sí pero ahora faltan cinco minutos para que mi turno de trabajo termine. He estado toda la tarde con el estómago apretado. Muero de ganas por ir al patio de juegos aunque ese no sea mi lugar favorito en el mundo. A veces traía a mis sobrinos a jugar al patio de juegos del centro comercial y era un completo caos pero ahora aquél lugar tiene un significado completamente diferente. Alexandria estará allí.
¿Y si no está? Chasqueo la lengua en mi interior. Usualmente cuando pienso mucho las cosas y las ansío realmente todo se va a la mierda y me desanima un poco pensar que a lo mejor ella se ha ido. Bueno, si se fue o no, no lo sabré hasta que no vaya hacia allí.
Jack: Respóndeme, cara de culo.
Niall: Deja de llamarme así, idiota.
Jack: ¿Así como, cara de culo?
Niall: ASÍIIIII!!!
Jack: Muy bien, cara de culo.
Jack: JAJAJAJAJ, lo siento, hermano. Fue sólo un chiste.
Jack: ¿Y qué me dices? ¿Vamos a comer juntos? Yo invito 7u7
Niall: No puedo, viejo :(
Jack: ¿Por?
Niall: ¿Recuerdas a la chica sexy?
Jack: Uff, ¡cómo olvidarla!
Aprieto mis dientes, un poco celoso.
Niall: Pues me encontré con ella aquí en la tienda. ¿No ves que te dije que vendría? Lo hizo y después de algo tremendamente bochornoso, me dijo que me estaría esperando.
Jack: AY, HOMBRE
Salto de mi asiento cuando son las cinco de la tarde. Me despido de Jack de forma súper rápida y él me dice que irá en la noche a mi departamento para que le pueda contar todo lo que ha sucedido el día de hoy. Guardo el teléfono en el bolsillo de mi jean y voy hasta el camarín para sacarme la camiseta del trabajo y reemplazarla por la camiseta blanca que usaba junto a una camisa a cuadros. Cepillo mis dientes (por si hay beso esta tarde) y arreglo mi cabello. Me maldigo a mí mismo no haber traído mi perfume. Desde mañana en adelante lo comenzaré a traer.
Guardo la bolsa que contiene mi pantalón de trabajo sucio en mi mochila y la camiseta también. Cierro el zipper y salgo del camarín, más feliz y nervioso de lo que alguna vez he estado. Me despido de mis compañeros de trabajo y salgo de la tienda, siendo recibido por un mar tranquilo de personas que camina por los alrededores del centro comercial.
Cuando voy de camino hacia los ascensores, me decido a pasar a una tienda de perfumes y sin que las vendedoras me vean, yo aplico un poco en mi cuello de la última fragancia de Paco Rabanne.
Perfumado, ingreso al ascensor y presiono el botón cuatro (que es el piso donde se encuentra el patio de juegos) y luego presiono varias veces el botón para que las puertas se cierren. Las personas que corrían en dirección al ascensor quedan a medio camino porque las puertas se deslizan hasta juntarse. Río.
Un par de segundos después, el ascensor se detiene en el cuarto piso y las puertas metálicas se abren. Salgo del elevador y respiro hondo, preparándome mentalmente y rogándole a Dios o a quienquiera que esté allá arriba que me eche una mano para no arruinar esto. Dios, si realmente existes, por favor, ayúdame. Quita un poco de estupidez de mí y agrégame un poquito más de encanto. Vamos, si no te cuesta nada. Te ruego que la mala suerte no me acompañe esta vez, como usualmente sucede.
El gran letrero que dice "Le monde des enfants" aparece frente a mí y los nervios me causan ganas de vomitar. Los niños que pasan por mi lado me dan fuertes empujones y no me doy ni cuenta que, gracias a aquellos engendros, he ingresado por completo al patio de juegos.
Mire hacia donde mire todo es resumido en niños. Niños por aquí, niñas por allá. Madres y padres dormitando en los asientos, aburridos por todo lo que han tenido que esperar. Hay niños llorando también porque no han logrado la cantidad de tickets necesarios para canjear un juguete. Todo es gritos y risas a mí alrededor y es horrible. ¿Por qué diablos estoy aquí? Ah, sí. Por Alexandria.
Doy una vuelta sobre mí mismo eje para ver si es que de la entrada logro encontrar a Alexandria pero fallo en mi búsqueda y no me queda más remedio que ingresar al maldito patio de juegos y mirar a mis alrededores intentando localizar entre el mar de personas una cabellera rojiza.
Como no logro verla desde aquí, me veo obligado a sumergirme en el mar de niños. Se siente casi como estar dentro de una caricatura, siendo absorbido por una multitud gigantesca de pequeños monstruos gritones.
Recorro el área de juegos y el patio de comida, sintiendo como mi ánimo decae de a poco al no encontrar a la chica por ninguna parte. Ya tendría que haberlo sabido. No sacaba nada con ilusionarme por pasar un rato con ella cuando estaba más que claro que ella se marcharía. Esperarme por tres horas era muchísimo tiempo y no la culpo.
Saco mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y lo desbloqueo con la intención de mandarle un mensaje a Jack y preguntarle si la oferta de ir a comer juntos sigue en pie. Me había idealizado a pasar un rato con Alexandria pero al no encontrarla por ninguna parte no me queda otra alternativa más que irme. A Jack le molesta ser la segunda opción pero estoy dispuesto a soportar sus regaños con tal no comer solo. Odio comer solo.
—¡Niall!
Como no me veía venir aquél grito del demonio, pego un brinco y mi teléfono resbala hasta caer contra el suelo. El sonido de la pantalla siendo rasgada se siente en mis orejas bastante claro y es como sí me hubieran roto el corazón.
Me agacho y tomó mi teléfono, lamentándome en silencio. Tuve que ahorrar por un año completo para cambiar el asqueroso móvil cavernícola por este más actual y ahora se convirtió en añicos.
Busco a la causante de tal desgracia y aprieto los dientes al ver que Foxy esta frente a mí. La sonrisa desaparece de sus labios y da paso al pánico al ver mi expresión y la pantalla de mi móvil quebrada.
Dios mío, mi suerte es como mierda pero esta es la segunda desgracia que me pasa gracias a una mocosa que de inocente tiene sólo la cara.
—Lo siento... —susurra y sus ojos se llenan de lágrimas—. Lo siento mucho... ¡Mamá!
Los gritos que ella suelta son tan fuertes que logran captar la atención de todo el mundo. Todo se queda en silencio y el llanto despavorido de la niña crea ecos en las pareces multicolores, llamando la atención de los guardias de seguridad que me miran de forma asesina antes de crear su camino en nuestra dirección.
Nervioso, guardó el teléfono y me agacho a su altura para hacerla callar. El sudor helado se desliza por mi nuca y yo también tengo ganas de llorar al ver que los guardias vienen hacia aquí con una cara de mierda.
—Por favor, Foxy, no llores... —le pido con voz temblorosa—. No ha pasado nada. Por favor, cierra la boca. Me vas a meter en problemas.
Por supuesto, ella no me escucha y sigue llorando. Estiro mi brazo para tocarla pero alguien me agarra de los brazos y me arrastra hacia atrás, aumentando la distancia entre la niña y yo. Miro hacia ambos lados y me encuentro con los guardias de seguridad y sus ceños fruncidos. Dios, ayúdame.
—¿Algo va mal? —me gruñe uno de ellos. Como no encuentro mi voz yo agitó mi cabeza en negación con frenesí— ¿Entonces por qué la niña está llorando? ¿Usted es el padre?
Vuelvo a negar, asustado hasta la mierda.
—¡Quiero a mi mamá! —grita Foxy a viva voz.
Alexandria aparece entre medio de la multitud y se agacha para tomar en brazos a la niña y consolarla. Ella se coloca de pie y sus ojos se abren como dos grandes platos al verme siendo agarrado por dos guardias de seguridad.
—¿Qué pasó?
—¿Usted conoce a este hombre, señora? —le pregunta el otro guardia que hasta el momento se había mantenido en silencio— Porque él se acercó a su hija y la hizo llorar. Tenemos sospechas de que es algún delincuente intentando robarse a su hija.
Mi boca se abre y lo miro indignado. ¿Quién rayos cree que soy?
—Por supuesto que lo conozco —dice ella—. Es Niall, un amigo.
—No se sienta en la obligación de encubrirlo, señora. —le dice el otro guardia— Sí él la tiene amenazada, sólo nos lo tiene que decir y llamaremos a la policía para que se encarguen de él.
—¡Soy su amigo! —le grito al borde del colapso. Tengo tanto miedo que podría orinarme ahora mismo.
La pelirroja busca la mirada de su hija y le pide en voz baja que le diga qué es lo que sucedió exactamente. La niña se lo dice contra el oído y después esconde el rostro en su cuello.
—Todo fue un error —aclara Alexandria—. Mi hija vio a Niall antes que yo y quiso venir a saludarlo. Lo sorprendió jugando con su móvil y el aparato cayó al suelo. Ella se asustó porque pensó que Niall la iba a regañar por romper su teléfono. Sólo fue un mal entendido, señores.
—¿Está segura? —vuelve a preguntar el oficial. La desconfianza es casi tangible en su tono de voz.
—Sí, señor. Estoy completamente segura.
Los guardias me lanzan una última mirada antes de soltarme y decirle a Alexandria que sí tiene algún problema conmigo no duden en llamarlos. Yo intentó mantener el equilibrio pero mis piernas tiemblan por el susto recién vivido. Vaya número que han hecho esos dos.
Paso las manos por mi cabeza y suspiro tironeando mi cabello. Mi mirada encuentra aquellos ojos verdes que me cautivaron desde el primer momento en que la vi.
—Niall... —murmura. Ella baja a Foxy y se acerca a mí en un sólo paso—, ¿estás bien?
Asiento —Sí.
—Dios mío, lo siento tanto... —se disculpa por segunda vez en el día—. Foxy te vio primero que yo y quiso venir a saludarte. ¿Cómo está tu móvil?
—Bien, supongo. —lo saco de mi bolsillo y aprieto el botón de bloqueo dándome cuenta que aún enciende— Todavía enciende. Creo que es una buena señal, ¿no?
Ríe de forma incómoda —Yo pagaré el arreglo.
—Sí porque no tengo dinero para comprar uno nuevo.
Alexandria intensa sonreír pero sus labios son curvados por una mueca. Ella baja la mirada y capta los ojos verdes de su hija quién traga con dificultad.
—Foxy...
—Lo siento, Niall. —susurra. A diferencia de la vez anterior, ella suena más sincera.
No sé si es el hecho de que su tono de voz me ha tocado la fibra sensible o yo sólo lo hago porque su madre me gusta pero asiento, sonriendo. Mi fuero tierno sabe que lo hago por la segunda opción porque no me agradan los niños. Ni ella ni mis sobrinos ni nadie.
—Está bien. No fue tu culpa.
—No te culpes —exige la pelirroja—. Fue su culpa y en cuánto regresemos a casa, ella y yo tendremos una muy seria conversación.
—Alexandria...
—Alex, por favor. Llámame Alex. —me pide— No me gusta mi nombre.
—¿Por qué? Es poco común.
—Por eso mismo. —frunce su nariz pareciendo adorable— En fin... ¿Ya comiste?
Niego dos veces y guardó el teléfono de vuelta en el bolsillo. Ya después podré preocuparme por él.
—No —hablo en voz baja—. Salí del trabajo hace... quince minutos.
—Gracias a Dios no has comido. Nosotras estábamos esperándote, ¿verdad, Fox?
La niña asiente —Síp.
—Vamos a comer entonces.
Alex me regala una pequeña sonrisa y tomándose el atrevimiento, se acerca a mí y enreda su brazo con el mío. Olfatea y sonríe mucho más.
—Hueles bien.
Chupo los labios dentro de mi boca para no reír de forma nerviosa. Si ella supiera que he robado un poco de perfume me diría de todo menos que huelo bien.
Ella me invita a comer comida hindú y el rato que pasamos juntos, es genial a decir verdad. Ella habla mucho y yo me entretengo escuchándola. Coloco total atención en lo que dice porque una vez, Noah me dijo que a las mujeres les gustaba ser escuchadas. Me río por las muecas que hace y por un momento me olvido de toda la mala suerte que me ha traído su hija el día de hoy.
¡Hola! Espero que les haya gustado el capítulo de hoy :p ¿YA VIERON TODA LA MALA SUERTE QUE TIENE NIALL? Ay, yo me muero si mi vida fuera así JAJAJA
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