Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4.

—Fox, por favor, camina...

Elevo la mirada de la caja registradora y siento como mi corazón salta desenfrenado, celebrando el hecho de que Alexandria está aquí. Ella arrastra a la mocosa mientras la niña pega sus pies al suelo, la mano que no está siendo sujetada por la chica agarra con firmeza un batido de fresa.

—No quiero entrar, mamá. Quiero ir hacia allá.

—Lo haremos, amor. Sólo aguarda un momento.

—¡No!

Claire y yo compartimos una mirada incómoda y mi compañera de trabajo suelta una risita, marchándose del mostrador. Comienza a atender a otro cliente mientras que mis ojos están posados en la pelirroja que, cuando se da cuenta de mi presencia, esboza una sonrisa amigable. Ella se inclina un poco hacia el lado y le susurra algo al oído a la niña que hace que su pataleta cese de inmediato.

Sonriente, sé planta frente a mí. Su cabello largo enmarca ambos lados de su rostro. Se nota suave y brillante. Quiero enterrar mi nariz en él y respirar hasta terminar drogado.

—Hola... —dice. Sus ojos verdes miran la pequeña placa donde está escrito mi nombre y vuelve a mirarme— Niall.

—Buenas tardes.

—Foxy, saluda. —le ordena a la pequeña quién sólo masculla un saludo, sus dientes mordisquean el popote del batido— Discúlpala, ella es una pequeña niña gruñona.

—Yo no soy gruñona, mamá.

—Sí, como digas.

Río —¿Has venido a cambiar la camiseta?

—Sí.

Recibo la bolsa que me entrega y me pasa también la boleta de compra. Dejo la bolsa bajo el mostrador y planto mis manos sobre la madera, mis dedos a punto de rozar los suyos.

—¿Sabes por cuál producto quieres cambiarlo?

—Ahm, no —dice—. Tenía pensado mirar un poco. ¿Puedo hacerlo?

—Por supuesto.

Ella me sonríe y baja la mirada —Vamos, Foxy. Ayuda a mamá a elegir una camiseta nueva.

—No quiero ver camisetas, mamá. Yo quiero ir a los juegos.

—Si no me acompañas a elegir una camiseta no iremos a los juegos.

—Pero no quiero ir.

Alexandria suelta un suspiro y mira al cielo por un poco de paciencia. Cuando me mira, le sonrío y ella lo hace también pero como si estuviera avergonzada por lo que va a decir.

—¿Te molesta cuidarla sólo por un minuto?

Miro a la niña y me encuentro su ceño fruncido en mi dirección. Trago saliva con dificultad y miro a la pelirroja de nuevo, sin saber qué decirle. Yo no soy el mayor fanático de los niños pero ella realmente me gusta. Me trago el discurso de «por supuesto que me molesta cuidar a tu hija» y niego.

—Claro que no.

—Gracias. —me dice, aliviada. Mira a su hija y le acaricia la cabeza— Te vas a quedar con el señor por un minuto, ¿vale? Sé buena, Foxy.

—Sí. —gruñe como un perro rabioso.

Tanto la niña como yo miramos hasta que Alexandria desaparece entre los pasillos de ropa. Miro al otro lado del mostrador y me encuentro con los ojos de Fox. No sé qué mierda hacer así que sólo le ofrezco una sonrisa incómoda.

—Hola... —digo titubeante y ella frunce más el ceño—. ¿Cómo estás?

—¿Cómo te llamas? —ignora mi pregunta.

—Niall, ¿y tú?

—Foxy.

—Ese es un nombre muy bonito, Foxy. ¿Vas a la escuela?

—Sí. ¿Qué es eso? —me pregunta, señalando la pantalla táctil frente a mí.

—Una pantalla.

—¿Y para qué sirve?

—Para ingresar los datos.

—Ah... —exclama y da pequeños pasos, rodeando el mostrador. En menos de lo que puedo darme cuenta, ella está a un lado de mí—. ¿Y esto qué es?

—Un láser.

—¿Y para qué sirve?

—Para marcar el valor de los productos. Apuntamos la etiqueta y el valor total aparece en la pantalla.

—Ah... ¿Y qué es esto?

Frunzo el ceño —Una silla.

—¿Y para qué sirve?

—¿Para sentarse? —respondo, sin entender qué diablos está sucediendo.

—Ah... ¿Me puedo sentar yo?

—Uh, claro.

—¿Me puedes ayudar a sentarme?

Ruedo los ojos en mi interior pero hago lo que ella me pide. Por mientras que la mocosa bebe su batido, yo atiendo a algunos clientes que se han acercado a la caja para pagar sus prendas, la niña preguntando mil cosas en todo momento. Un cliente en particular me dice que encuentra muy dulce de mi parte venir a trabajar con mi hija y a mí casi me da un patatús por lo que ha dicho. Aclaro que no es mi hija y sigo con mi trabajo.

—¡Mamá! —gritan contra mi oído y yo brinco en mi lugar— ¡Mírame, mamá! ¡Estoy aquí!

Alexandria felicita a la niña y asiente para luego dejar la camiseta sobre el mostrador y en ese momento, todo sucede demasiado rápido.

Foxy se lanza hacia adelante gritando que quiere ser ella misma la que atienda a su mamá porque está jugando al negocio, su mano derecha golpea el vaso plástico del batido y todo el contenido cae en el mostrador y chorrea mis pantalones. Claire, que estaba atendiendo a otro cliente, estalla en carcajadas, Alexandria me mira con los ojos y la boca bien abierta, Foxy se congela en su lugar y yo no tengo otra alternativa más que apretar los dientes para no soltar las maldiciones que rasguñan dolorosamente en mi garganta. El liquidado está tan helado que siento como toda mi entrepierna se contrae. Mierda.

—Oh, por Dios... —jadea Alexandria. Ella rodea el mostrador y mira hacia todos lados. Cuando no encuentra lo que está buscando, ella saca una pañoleta del bolso y comienza a refregarla contra mi pantalón, justo ahí—. Lo siento mucho, de verdad. Estoy segura que ella no lo quiso hacer. Por Dios...

—No hay problema. Por favor, basta... —le digo con los dientes apretados. Mierda, esto es tan vergonzoso. Al ver que ella no se detiene, envuelvo mis dedos alrededor de sus muñecas—. Está bien, no pasa nada.

La pelirroja me mira afligida y baja los ojos hasta mi entrepierna manchada. Doy un paso atrás porque no quiero que vuelva a acercar su mano ahí. No hay malicia en su mirada ni tampoco morbo pero... Cielos, soy un chico y a mi amigo no le importa si las intenciones del roce son buenas o malas.

—Niall, en serio, lo siento mucho.

—No hay problema, de verdad.

—¿Necesitas un nuevo pantalón? Yo puedo comprarte otro.

Sacudo la cabeza —No. Tengo un cambio en mi casillero, no te preocupes.

—Jesús... —Alexandria se pasa las manos por el rostro y cuando abre los ojos de nuevo, su mirada está seria—. ¿Y tú qué haces ahí sentada todavía? Bájate de inmediato de esa silla.

—Pero, mamá...

—Pero mamá nada. Bájate ahora.

La niña farfulla palabras ininteligibles y da un gran salto al suelo. Ella da fuertes pasos hasta llegar al lado de su madre.

—Discúlpate con Niall. —le exige la pelirroja.

—Lo siento mucho. —dice la pequeña pero su disculpa no suena sincera. Hay cierto brillo malicioso en sus ojos.

—Está bien —le digo porque no encuentro otra cosa más que decir.

—Dios, de verdad que lo siento —ríe esta vez—. ¿Hay algo que pueda hacer?

Arrugo mi nariz —No. En serio estoy bien, no te preocupes.

—¿Qué tal si te invito a comer algo?

Estaba a punto de negar pero me detengo. Eso suena interesante.

—¿A... comer?

—Sí. ¿Cuánto tiempo falta para que termines de trabajar?

Vaya, de pronto como que he cambiado de opinión y sí quiero que ella haga algo para remediar lo que la mocosa ha hecho.

Miro la hora en mi reloj de muñeca y creo una mueca con mis labios. Falta mucho.

—Tres horas.

—Bueno, uh, yo estaré en el patio de juegos con Foxy. —informa y arrastra a su hija al otro lado del mostrador. Ahora estamos frente a frente, un mueble separándonos. Toma la camiseta nueva y se aleja unos pasos— Puedes buscarme allí cuando termines.

—¿Estás segura? Quiero decir, ¿no será mucho tiempo para que esperes?

—Por supuesto que no. Cuando Fox y yo vamos a los juegos el tiempo se nos pasa volando. Te espero allá. —ella está caminando de espaldas y cuando alza la mano para despedirse, se da cuenta que lleva la camiseta. Rueda los ojos y regresa— Qué estúpida, tienes que sacarle la alarma.

Quito la alarma de la camiseta, la doblo y la guardo en una bolsa, entregándosela. Le creo una factura de cambio y también se la entrego, nuestros dedos rozándose.

—Te espero allá. —me dice y agita su mano en el aire.

—Claro, allí estaré. —le digo.

Cuando Alexandria desaparece por completo, suelto un suspiro y toda la alegría que sentía se desvanece en el aire al ver el desastre que ha ocasionado la mocosa.

Llamo a Claire para que me reemplace en la caja registradora mientras yo limpio el líquido rosa con el trapeador. Luego, me voy a cambiar el pantalón porque siento toda mi entrepierna congelada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: #niallhoran