Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6. ERICK.

Nota: sigo por aquí.

Cuéntenme.

¿Que les ha parecido la historia de Erick?.

Hoy vengo a decirles que nunca se rindan.

Sé que hay momentos difíciles.

En los que muchas veces uno quisiera dejarlo todo tirado.

Pero déjame decirte que no es el fin.

Y si Dios te permite esa situación, es porque sabe que tú puedes con ello.

Hoy quiero extender mis saludos a Saray 518.

Gracias por leerme y también por tus votos y comentarios.

No sé mucho de ti.

Pero lo que si sé es que ya te ganaste un espacio en mi corazón.

Si hay algo para mí súper valioso, son las personas que aprecian mi trabajo y tú eres una de ellas.

Gracias 🥰🥰🥰.










Génesis 35

17 Y aconteció, como había trabajo en su parto, que le dijo la partera: No temas, que también tendrás este hijo.

18 Y aconteció que al salírsele el alma (pues murió), llamó su nombre Benoni; mas su padre lo llamó Benjamín.
Pasaban los días, las semanas y yo seguía de mal en peor.








Edward ya ni siquiera podía ir a evangelizar, solo se la pasaba cuidándome.

Eso hacía que me sintiera muy mal.

Siento que me he convertido en una carga para él muy pesada, aunque él no lo diga, ni tampoco lo demuestre.

—¿Que estás haciendo? —le preguntó sin alientos al ver que está acomodando un bolso.

—nos vamos para el hospital —responde.

—no es necesario —le digo —ya se me pasará.

—eso llevas diciendo hace días para no preocuparme —contesta, —ya no pienso esperar a que te pongas mas mal.






Narra Edward:




Me dolía bastante ver la situación de mi amada esposa.

Desde que se enfermo, no ha vuelto a levantar cabeza.

Solo se la pasa acostada y si se levanta, termina mareandose.

Al verla tirada ahí en esa cama, como su carne se va desgastando, hace que tome la decisión de sacarla prontamente de aquí.

Una cosa es que yo me enferme, otra muy diferente es que se enferme ella.

Me había demorado en hacerlo por la sencilla razón de que ella no quería e insistía de que eso se le iba a pasar, pero no ha sido así.


Después de alistar un bolso y de ayudarla a arreglar, me agachó para que suba a mi espalda.

—no es necesario —dice —yo puedo caminar, además me da pena que la gente me miré.

—solo sube —le insisto, —como en los viejos tiempos.


Ella ríe ante mi comentario.


Lentamente sube a mi espalda.

Apenas me levanto, mi corazón duele al sentir lo liviana que está.

Estos días ella se ha adelgazado como nunca.


....


Luego de caminar un largo trayecto, finalmente llegamos a la parada de buses más cercana.

Lo más triste de aquí entre otras cosas, es que si necesitamos asistencia médica, tenemos que salir del pueblo.

Aquí hay un pequeño hospital, pero como nos odian, no nos atienden.



....



Me muevo de una lado a otro preocupado.

—calma amor —me dice Ceci —todo va a estar bien.

Ya le hicieron los exámenes, ahora solo queda esperar los resultados.

Dijeron que nos los daban mañana, pero yo le insistí al doctor para que nos los diera hoy, ya que nos queda bastante lejos para volver.


—¡Edward Guerrero! —me llaman a mi.

Llegó hasta donde está el doctor acompañado de mi esposa.

—¿Podría hablar con usted a solas? —me pregunta.

—por supuesto.

Llevo a Cecilia a sentarse y entro en la oficina del doctor.

Apenas me dijo que si podíamos hablar a solas, me empecé a preocupar.

—cuenteme doctor —le digo.

—tome asiento —me dice sin despegar su mirada del computador.

Hago lo que me dice.

Él sigue escribiendo algo más y finalmente fija su mirada en mi.

Suspira y entrelaza sus manos.

—le tengo una buena noticia —me informa.

—¿Que es? —pregunto un poco nervioso.

—su esposa está embarazada. —responde.

—¡¡Aleluya!! —me pongo de pie y alabo a Dios.

La verdad es que en estos momentos no me esperaba ser papá.

No aún.

Pero eso no significa que no esté súper feliz.

Mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas por la felicidad tan grande que sentía.

Dios a visto mi dolor y angustia y por eso me ha recompensado con esta gran noticia.

—¡Gloria a Dios! —sigo alabando a Dios.

Él doctor me mira entre asombrado y un poco avergonzado.

Lo entiendo perfectamente, él no conoce a Dios.

Si yo estuviera en sus zapatos pensaría que él sujeto se ha vuelto loco.

Corro hacia la puerta.

—¡Espere! —me llama —¿Que va hacer?.

—pues avisarle a mi esposa está gran noticia. —respondo lo obvio.

—¡No! —me detiene —por algo lo llame a usted y no ha ella, siéntese que aún no he terminado.

Vuelvo a la silla un poco confundido.

—¿Que pasa? —le pregunto —¿Son gemelos?.

—gracias a Dios no —responde.

—¿Entonces?.

Él suspira.

—lo que pasa es que el feto presenta una malformación según los exámenes que le hemos hecho —responde —lo más probable es que su esposa tenga muchas complicaciones en el embarazo y que posiblemente el niño muera al nacer o antes.

Eso sí que no me lo esperaba.

Bajo mi mirada triste al suelo.

—pero le tengo una propuesta —me dice el doctor con ánimo.

—¿Que propuesta? —levanto mi mirada.

—hagale practicar un aborto, así se ahorra todos esos problemas. —responde como si nada.

—pero...

—no se preocupe por el dinero, yo le puedo hacer el aborto gratis.

—se trata de un ser vivo —lo hago consiente.

Definitivamente no puedo creer como se tiene tan desvalorizada la vida de un bebé indefenso.

—no es un ser vivo aún —me explica —ahora solo es un feto que no ve ni siente.

Yo niego con la cabeza indignado.

—la biblia no me dice eso —me pongo de pie súper molesto y salgo de ahí.

—al menos piénselo —se atreve a insistir.

—no hay que pensar —le digo con la puerta abierta —lo tendremos.

Apenas me encontré con sus ojos, pude ver la mirada del mismísimo diablo queriéndome arrebatar la bendición.

Definitivamente le haré hacer los controles del embarazo en otro hospital a mi esposa.



—¿Que pasa amor? —pregunta mi esposa apenas llego hasta ella.

—vamos a ser papás —le doy la noticia.

Ella inmediatamente se pone a llorar, mandandose las manos al vientre.

—que felicidad —exclama en medio del llanto. —¿Cómo le vamos a llamar?.

—Erick —respondo muy seguro.

—¿Cómo sabes que es un niño y no una niña?. —pregunta con curiosidad.

Le doy mi mejor sonrisa, luego beso sus labios.

—simplemente lo sé —respondo.





Volvimos a casa y efectivamente aquel doctor tenía razón.

El embarazo se complicó en gran manera.

Tenía que estar pendiente de mi esposa las 24 horas del día.

No podía dejarla sola en ningún momento ya que cada nada se ponía mal y tenía que salir corriendo con ella para el hospital.

Fueron incontables las veces que estuvo a punto de abortar.

....


Era una noche distinta, hoy estaba haciendo más frío de lo normal.

Ya habían pasado los meses, de tal manera que él vientre de mi esposa se comenzaba a notar.


Termino de orar y me voy a la cama rendido de sueño, para ese entonces ya era media noche.


—¡¡Aaahhh!! —comienza a gritar mi esposa apenas me estoy durmiendo.

—¡¿Que pasa amor? —despierto de inmediato angustiado.

—¡Me duele mucho! —se queja —¡Me duele!, siento que el bebé se está viniendo.


No era el tiempo de nacer.

Mi hijo apenas tenía cinco meses de gestación.

De repente mi esposa abría sus labios pero la voz no le salía y se comenzó a poner morada.

La respiración se le estaba yendo.

—respira amor, respira —intento darle aire. —no te mueras, —comienzo a llorar.

Rápidamente la tomo en brazos y salgo corriendo de ahí con el anheló de que alguien me ayude.

En momentos así me lamento por no tener un teléfono para comunicarme.

Trataba de andar lo más rápido posible, pero aún así no era suficiente.

Cuando me dí cuenta mi esposa ya estaba desmayada.

—¡Dios mío Señor, haz algo! —comienzo a suplicarle mientras corro por aquellas calles solitarias.

De repente un auto que venía se detuvo frente a mi eclipsandome con su luz.

—¡Ayuda, mi esposa se está muriendo! —le digo a la persona que conduce.

No sé quién sea.

Solo pido a Dios que la use para ayudarme.

Las luces se merman y la puerta se abre, dejándome ver a un joven de mi misma edad aproximadamente, no tengo tiempo para detallarlo debido a que está de noche y no se ve bien.


—¿Que pasa?. —me pregunta preocupado.

—es mi esposa, —respondo llorando —se esta muriendo.

Él se acerca a ella y toma su muñeca entre sus dedos.

—su pulso está muy lento —dice —hay que llevarla rápidamente al hospital, subala al auto.

Hago lo que él me dice.

Él le da la vuelta al coche y conduce a toda velocidad.

Cuando me doy cuenta ya estamos en el hospital del pueblo.

—aqui no nos atienden —le digo —tengo que sacarla del pueblo.

Él bufa.

—de aquí que lleguemos al otro hospital, ya no tendrá signos vitales —contesta.

Me bajo del auto la saco a ella y me acerco a la entrada sabiendo perfectamente que me van a echar.

—usted aquí no es bienvenido —me dice un vigilante antes de que me acerque.

—¡Abran paso! —ordena el joven.

Ellos inmediatamente cuando lo ven se sorprenden y se apartan de la puerta.

Entramos con Cecilia.

—¡Necesito que la atiendan ya! —ordena al personal médico.

—pero...—dice una enfermera apenas reconoce que es mi esposa.

—¿Está cuestionando mis órdenes? —pregunta el joven.

—de ninguna manera.

Rápidamente traen una camilla y se llevan a mi esposa.

Yo me quedo mirando al joven y preguntándome ¿Quien es?, ¿Por qué todos le obedecen?.

Por más que lo observo, no recuerdo haberlo visto antes.

Pensaría que es nuevo.

Pero las personas aquí lo conocen muy bien.

Además él habla como si fuera él dueño.

—disculpe —le digo —¿Quien es usted?.

Él me voltea a mirar.

Su mirada es...

Es algo extraña.

Sus ojos son...

No sabría explicar.

Es como...

—llameme si necesita algo —habla ignorando mi pregunta.

—pero... —me quedo con la palabra en la boca porque él sale y se va.

«Que extraño».

Me siento en la sala de espera pensando en lo sucedido.

No me gusta hablar de nadie, pero ese joven es bastante extraño por así decirlo.

Es cierto que me ayudó.

Pero tiene algo.

Algo que no me cuadra.


...


El frío estaba penetrando mis huesos y aún no tenía noticias de mi esposa.

Estaba tan angustiado que hasta llegué a pensar que posiblemente se estuvieran deshaciendo de mi esposa y mi hijo.


—¡Pastor! —finalmente me llama un doctor.

Me pongo de pie y corro hacia él.

—¿Cómo está mi esposa? —pregunto.

Él baja su mirada.

—lo siento, —responde —estamos haciendo hasta lo imposible pero ella se nos va.

Caigo de rodillas al suelo.

—no...—digo sin aliento —no puede ser posible.

—la única forma de salvarle la vida es sacándole la criatura, ya que en estos momentos prácticamente la está ahogando. —me dice.

Yo niego con la cabeza.

—no puedo matar a mi hijo —le digo.

—entonces que se mueran los dos —dice sin pesar alguno.

Me pongo de pie y camino con las pocas fuerzas que me quedan hasta la habitación en dónde la tienen.

Veo a muchos doctores reanimandola.

—¿Le practicamos el aborto? —pregunta una doctora al doctor que hablaba conmigo el cual viene tras de mi.

Él niega con la cabeza.

—dejenla que se muera. —ordena.

Aquella doctora lo mira aterrada.

Los demás doctores acatan la orden.

—pero es una vida —dice ella.

—aún así este hombre no quiere dar la autorización —responde el doctor refiriéndose a mi.

Yo voy hacia mi esposa y la abrazo con todas mis fuerzas sintiendo como su cuerpo está casi frío.

—¡No te la lleves por favor! —le pido a Dios con toda mi alma —¡Ella es mi compañera, por favor no te la lleves!.

Los doctores se quedan mirándome.

Mientras yo lo único que hago es clamarle a Dios con toda mi alma y mis fuerzas.

De repente mi esposa comienza a toser.

—¡Oh por Dios! —exclama un doctor horrorizado —e...e...ella volvió a la vida —dice aterrado.

—increible —habla la doctora —es...es un milagro.

Yo mientras tanto levanto mis manos y alabo a Dios.


—¿Que ha pasado? —pregunta mi esposa sin alientos confundida.

—Dios te ha vuelto a la vida.


....



Después de que mi esposa se recuperará volvimos a la casa.

Gracias a Dios en ese hospital no me cobraron ni un solo peso.

Me dijeron que el hijo del dueño del hospital se haría cargo de pagar.

Por cierto el hijo fue la persona que nos ayudó, la cual desde aquella vez no he vuelto a mirar.



—¿Que haces? —le preguntó a mi esposa al ver que se ha puesto de pie.

Su embarazo es tan delicado que ni siquiera puede caminar porque el bebé se le puede venir.

—voy al baño —me informa.

La tomo en brazos y con supremo cuidado la llevo al baño y la ayudo a sentar.


Ella se pone a llorar.

—¿Que pasa amor? —pregunto preocupado —te duele algo.

—perdoname. —me dice.

Yo la miro confundido.

—¿Por qué? —pregunto.

—por ser...—su rostro se contrae de dolor. —¡Aaahhh! —grita. —¡Mi bebé!.


La levanto de inmediato y lo que veo en la tasa del baño me deja sin aliento.







Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro