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Epilogo 1: Theo y Luna

Luego de graduarse del colegio Theodore Nott se dio cuenta de lo cruel que puede ser la realidad para un chico huérfano. De pronto se vio envuelto en el caos atroz de sacar del fango la empresa que sus antepasados fundaron y que su padre hundió al estar cegado por su estúpida lealtad al monstruo de Voldemort.

Trabajaba desde el amanecer hasta altas horas de la madrugada en los viejos y polvorientos pergaminos de contabilidad, entrevistaba empleados, despedía algunos, contrataba otros y era tratado como imbécil por todos los hombres de negocios debido a su edad.

Pero Theodore Nott era listo. Mucho. Era astuto como un Slytherin debe serlo, pero sobretodo tenia orgullo. Un orgullo tan grande que lo mantenía en pie sin importar cuantos golpes de diera la vida.

Sin embargo se sentía solo… desde que se graduara y comenzara a trabajar a tiempo completo en su empresa Luna lo había abandonado. Bien, eso era una exageración. Ella había comenzado a estudiar a una nueva criatura que descubrió un día mientras paseaban por el bosque y poco a poco comenzaron a verse menos y menos tiempo hasta que un día ella le informo con una sonrisa que debía viajar a algún remoto lugar de nombre extraño e imposible de recordar.

Theodore la había mirado fijamente y vio que tras su sonrisa había ansiedad. Ella estaba esperando que le pidiera que se quedara, si Theodore se lo pedía ella se quedaría pero él estaba consciente de que ese era uno de los sueños de su vida y se odiaría por impedirle cumplirlo.

Esa noche Theodore la había besado suavemente y había murmurado un sentido

¨Buen viaje…¨

Luna había llorado. Lo había mirado con sus ojos azules llenos de lagrimas y tristeza antes de murmuran entre sollozos un tembloroso

¨te amo¨.

Theodore no lo dijo pero ella lo entendió.

Ese beso había tenido el sabor amargo del adiós y Luna, siempre tan sabia, había comprendido que él la dejaba libre para vivir sus sueños y que de algún modo le decía que si algún día debían estar juntos así seria. Pero el era una orgullosa serpiente que jamás diría tan dulces palabras por lo que solo la había mirado confiando en que ella lo supiera.

Luna lo sabía. El la amaba tanto que la dejaba libre… y dolió.

Dolió horrores separarse de él. No ver sus ojos o escuchar su voz. No recibir sus enigmáticas notas llenas de acertijos confusos que enviaba con su lechuza para guiarla hasta sus encuentros o a sus obsequios que jamás le entregaba de forma convencional.

Su favorito había sido una bella red para cazar Nargles que busco por horas entre cripticas notas y acertijos divertidos. Luna amaba esos momentos cuando hallaba su regalo… pero esos momentos habían terminado.

Ella estaba sola en un bosque observando criaturas fascinantes mientras se ocultaba para no perturbarlas y Theodore seguramente estaba trabajando en su oficina. Sintió las lagrimas rodar por sus mejillas… lo echaba de menos tanto.

Fijo sus ojos azules en el cielo y tomo una decisión. Tomo su varita y se apareció.

Theodore había pasado todo el día en su despacho. Había cuadrado ya su contabilidad, tenía la nomina lista y los contratos leídos y corregidos. Suspiro con cansancio y por un momento pensó en volver a su casa, tomo un nuevo contrato y decidió que no tenia caso volver a casa a estar solo.

Estaba por comenzar a releer un contrato en busca de lagunas cuando un viento fuerte mando a volar sus papeles y el aroma a tierra mojada, rosas y vainilla lleno sus pulmones antes de que unos labios dulces se estrellaran contra los suyos.

Luna.

Era su Luna, ese aroma y esos labios eran de su soñadora y bella rubia. La beso con ímpetu, intentando recuperar los meses perdidos y cubriendo de caricias tiernas su espalda y cabello.

La había extrañado tanto… tanto.

¨Theo… ¿Te casarías conmigo?"

Theodore abrió los ojos sorprendido y dejo de besarla cuando ella murmuro esas palabras contra su boca… sabía que solo Luna tendría el descaro de atacarlo a besos luego de marcharse de su lado, volver en medio de la noche, entrar por la ventana, dejar una sucia alfombra voladora en el suelo de su despacho y pedirle matrimonio. Theodore sonrió ampliamente y la beso, le encantaba esa chica.

La amaba… tan loco como sonara pero la amaba.

¨Claro que me casaré contigo Luna… pero al menos deja que sea yo quien te compre a ti un anillo de compromiso¨

Luna rio encantada antes de besarlo… tenían mucho tiempo que recuperar, ya hablarían con los chicos en la cena de cumpleaños de Hermione la próxima semana para contarles las buenas noticias e informar a los padrinos.

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