Narra Meg: La cita fue increíble, Milo no paró de alagarme y hacerme sonrojar durante toda esta. Entre medio empezamos a hablar de experiencias personales.

Meg: Es en serio, no te rías —le digo— Tenía 8 años, ¿vale?

Milo: No es que me parezca gracioso pero me acabas de confesar que tu primer beso fue con tu perro, ¿cómo quieres que reaccione? —él hizo el gesto de reírse—

Meg: Bueno ya —trato de cambiar el tema— ¿Y el tuyo? 

Milo: El mío fue más tarde, a los 10 —él río— Fue con una amiga que ya no veo, no te preocupes por eso.

Meg: Confío en ti Milo, en serio —yo sonrío—

Milo: Señorita, la cita no termina aquí —me dice al ver que yo me estoy levantando— Tengo planeado algo extremadamente romántico —me sonríe, se levante y me ofrece su mano— ¿Viene?

Meg: Con usted donde sea —le sonrío y correspondo a su mano—

Milo me lleva con cuidado a través del parque hasta llegar a la acera, donde veo una carroza. Me llevo las manos a la boca, sorprendida y le digo

Meg: ¿Esto es para nosotros? —lo miro, sorprendida— 

Milo: Así es —él sonríe— Para demostrarte lo mucho que te quiero

Meg: Eres un tierno —le digo, mordiéndome el labio y luego besándolo— 

Milo: Tú me haces ser así —me dice, siguiéndome el beso—

Milo y yo nos subimos a la carroza, que nos da un paseo por la hermosa ciudad, una vez el paseo termina Milo le paga al señor y me lleva a casa. En casa me dice

Milo: ¿Y? ¿Qué te pareció nuestra cita? —me dice, y antes de que pudiera contestar me aclara— Y dime como si no hubiera sido conmigo

Meg: Fue... perfecta —yo sonrío y me acerco a besarlo— Gracias Milo, nunca olvidaré esta noche

Milo: De nada cariño —él me volvió a besar, luego se fue a su apartamento y yo entré al mío decidida a contarle a las chicas lo que acababa de pasar—