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15 de septiembre, 2017
—¿Aló?
—Hola, Leslie, te habla Joaquín —me dice la voz masculina al otro lado de la línea.
—Dímelo.
A veces siento que puedo ser un poco cortante con personas que no pertenecen a mi círculo interno y, por más que me agrade Joaquín, no lo conozco como lo hago con Eduardo, Renato y mi continente favorito.
—Lo que acaba de pasar es que Mare se ha caído de las escaleras y estamos de camino a la clínica porque a la chiquita esta no le gustan los hospitales —me lo dice de una manera tan calmada que me sorprende, ya que suena muy tranquilo en una situación como esta.
—De inmediato voy para allá —le digo, él solo dice un te esperamos y la llamada termina al instante.
Hoy se supone que es el día que iba a salir con Zack, pero tenía clases y no he recibido ningún mensaje de él, así que espero que se haya olvidado al respecto. Yo también me había olvidado, pero cometí el error de contárselo a mi mejor amiga y ella por supuesto que lo anotó en su calendario y me envió mensajes durante todo el día para recordármelo. Sin embargo, recién logré ver su mensaje cuando me encontraba en la universidad, es de esta manera que mi ropa no sería la adecuada si es que el chico del chat aparece.
Salgo de la universidad con toda la intención de ir para la clínica. Rebusco en mi mochila las llaves de mi carro, pero no logro hallarlas. ¿Por qué no las encuentro? Esperen... ¿Vine en carro?
Un carraspeo de garganta llama mi atención y volteo con lentitud hasta encontrarme con un chico muy bien vestido. Su cara se me hace conocida, lo observo demorándome unos segundos en recordar quién es y resulta que el chico es Zack, ¿cómo no pude reconocerlo más rápido?
Está vestido de una manera tan elegante sin llamar mucho la atención, tampoco está usando traje, pero se le ve bastante arreglado. Se le nota pulcro, impecable, formal,....guapísimo, atractivo; ¡Ay! me fui por las ramas.
—¿Así pensabas ir al teatro? —me pregunta y su mirada va de mis pies hasta mi cabeza.
Rayos, se acordó.
Bajo la mirada hacía mi atuendo y la verdad es que me vestí con lo primero que encontré en mi armario. Estoy usando un pantalón de buzo con un polo que es dos tallas más grande de las que usualmente uso, unas zapatillas para ir al gimnasio y una casaca que combina con el pantalón. Sí, esa es mi manera de ir a la universidad.
Me veo zarrapastrosa.
—Pueeees.... —mi mirada vuelve a él y no puedo dejar de pensar lo apuesto que se ve. Mis amigos me dicen corazón de hielo, pero eso no significa que no sepa apreciar la belleza masculina y sobre todo, cuando tengo enfrente mío a un chico sumamente guapo. Me quedo observándolo solo unos segundos hasta que el recordatorio que mi mejor amiga está en camino a la clínica vuelve a mi cabeza y la angustia invade mis pensamientos— Lamento tener que decirte esto, pero se cancela la salida, tengo que irme de urgencia —le digo y mi voz sí sonó preocupada a pesar de que intento no demostrarlo.
Vuelvo a buscar en mi mochila mis llaves pero no están.
Vamos, Leslie, recuerda ¿Viniste en carro?
—¿Qué pasó? —me pregunta el chico, suena un poco preocupado.
—Mi mejor amiga —digo un poco frustrada porque no me acuerdo si vine en el carro y también angustiada— tuvo un accidente y ahora está de camino a emergencias.
¿Mi carro?
¡Paren todo! No traje el carro hoy porque mi mamá me dejó en la universidad de camino al trabajo. ¿Por qué no me acordaba de eso? Ay, ahora tengo que tomar un taxi hasta la clínica.
— ¿Quieres que te lleve? —me pregunta él y muestra una sonrisa como si quisiera reconfortarme. No sé si es que notó que no encontraba las llaves o es que pensé en voz alta.
—Es que... —piensa una buena excusa.
Hmmm... ¿Llevarme? Justo cuando necesito un medio transporte este chico aparece como caído del cielo, aunque pensándolo bien él llegó hasta aquí por otras razones.
—Vamos —me toma de la muñeca, ¿qué confianzas son esas?—, yo te llevo y no acepto un no por respuesta.
Me suelto de su agarre.
—Es muy amable de tu parte —le digo para que él no sea el que haya tenido la última palabra.
El camino a la clínica fue en un silencio muy cómodo. No era necesario llenarlo con palabras, estábamos ambos tranquilos con solo la música de la radio de fondo sobre todo porque era música de Bruno Mars, la cual me encanta.
Cuando llegamos a emergencias los benditos doctores no me dejan entrar a ver a mi mejor amiga porque dicen que solo familia. ¿Acaso no se dan cuenta que muero por saber cómo está?
De acuerdo, Leslie, cálmate.
—Yo debería estar ahí junto a ella —camino de un lado a otro al frente de la puerta de entrada de emergencias—. Prácticamente es mi hermana, el chico que está adentro la conoció este año, yo hace doce... —empiezo a divagar y no me doy cuenta que Zack sigue conmigo y está escuchando todo lo que estoy diciendo.
Se empieza a reír pero intenta disimularlo con una sonrisa, esas tipo de galán de telenovela.
Me dice que espere un momento y se va a no sé dónde. Bueno, por lo menos me deshice de él, fue muy amable de su parte traerme hasta aquí y soportarme los minutos en que quería entrar y no podía por culpa de que Joaquín esté allá dentro y yo no, sin embargo, no lo conozco mucho y no tengo mucha confianza con él.
Cinco o seis minutos después, Zack vuelve con una gran sonrisa en su rostro acompañado de una enfermera. Ella me sonríe y él me dice que lo acompañe. Con bastante duda y confusión me acerca a él para seguirlo.
¡Logra que entremos!
Magia de doctor, apuesto.
La enfermera nos lleva al cuarto donde se encuentra mi mejor amiga recostada en una camilla acompañada de su novio, el cual está sentado con comodidad en un sillón al costado de ella.
—¡Leslie! —chilla ella al verme, al instante su mirada se desvía de donde estoy yo y aterriza en mi acompañante— Hola —dice un poco avergonzada por conocer a alguien en momentos como estos—, soy América y... ¿Tú eres?
—Zack —digo yo antes de dejar respónderle—. ¿Cómo estás? —le pregunto yendo directo al punto.
—Pueeeeeeees... —su voz se pone aguda y mira hacia su novio para que termine de responder por ella.
—Ninguno de los dos sabe —dice Joaquín con un encogimiento de hombros.
—¿Cómo es eso?
—La verdad es que vino una enfermera y nos explicó que América tiene algo en la rodilla, y otras cosas más que realmente no entendimos, entonces solo estamos esperando a que el doctor venga y nos diga qué hacer —habla de nuevo Joaquín.
— ¡Ustedes se pasan! —exclamo—Deberías estar más atenta, algún día tu torpeza va a jugarte una mala pasada.
—Lo sé —se encoge de hombros y baja la mirada a su regazo—, realmente estoy intentando darme cuenta por donde camino, lo juro.
La miro detenidamente y estoy a punto de reprocharle más cosas cuando entra una enfermera y nos pide a los tres acompañantes que nos retiremos porque tienen que hacerle algunos exámenes más a mi amiga, para ver si no ha sido nada grave lo que le ha pasado.
Joaquín dice que va a ir a la cafetería un momento para ir por algo para América y para él. Yo solo me siento en las sillas fuera del cuarto de mi amiga y Zack se sienta a mi costado, sin antes dar un vistazo hacia mi vestimenta como si fuera un reproche.
¿Debería decir algo?
Ambos nos quedamos sentados mirando a la nada sin decir palabra alguna. Como estamos en pleno invierno el aire de la zona es helado, froto mis manos para que se calienten porque el frío aquí es insoportable pero todo por mi mejor amiga. De pronto, Zack se levanta rompiendo nuestro silencio diciéndome que ahorita vuelve.
Me quedo mirando mi celular y viendo algunos memes en Facebook y, como siempre, etiqueto a Renato, Eduardo y a América para que lo vean y se rían más tarde.
Zack vuelve a los minutos con sus brazos detrás de su espalda. Se me acerca despacito hasta quedar muy cerca de donde estoy pero sin invadir mi espacio personal.
—Te traje galletas de vainilla con chispas de chocolate, sé que no son las de tu amiga pero espero que sirvan para mejorar tu día —me tiende las galletas y me sorprendo ante su acción.
—Ay... gracias—le digo y realmente estoy muy agradecida por su gesto—, ¿cómo recordaste que me gustan?
—En ningún momento dijiste que te gustan, pero con lo que me dijiste la otra vez lo entendí como una indirecta de que te encantan. Además —muestra su otro brazo con un vaso de café—, te traje un café para que te calientes —me tiende el vaso, yo sonrío por sus palabras y él intenta arreglarlas—, es decir... —sus mejillas se tiñen de rojo— Hace mucho frío y el café puede ayudarte.
Quiero reír e intento que no se me note.
—Gracias por ser tan atento y por cierto... me encanta el café.
—Qué bueno haber acertado, lo hice a la suerte lo del café —admite después de sentarse de vuelta a mi lado.
Tomo un sorbo y siento que el frío por fin se está yendo. Aquel gesto tan simple y sencillo como traer galletas y un café acaba de provocar cierta impresión por mi parte sobre el chico sentado a mi costado, supongo que no debí juzgarlo tan fácilmente cuando lo conocí. ¿Por qué rayos no sigo las indicaciones sobre no juzgar un libro por su portada que siempre explican mis profesores?
—Café americano, mi favorito —le confieso—. Pues, hasta ahora aciertas en lo del café —sonrío—, eso sí es un don.
Sonríe.
—Tenía miedo de que me tires el café a la cara y termine con quemaduras del tercer grado— suelta una carcajada que de inmediato se me contagia.
—¿Realmente crees que soy tan violenta? —le pregunto entre risas— Ese codazo fue de casualidad, en serio —esto último lo digo un poco más seria.
—La verdad —se rasca la nuca—, eres muy fría cuando hablas por el chat, pensé que también lo eras en persona, ya que solo te hablé una vez.
—Es que... —tomo otro sorbo de café— No te conozco mucho y pues... no es mi estilo ser cariñosa con chicos que solo les he hablado por chat —me encojo de hombros y le sonrío de una manera reconfortante— y la verdad, me dabas algo de miedo —empiezo a reírme para que no se sienta la tensión entre nosotros, el buen humor siempre es mi medio de defensa.
— ¿Entonces, solo eres cariñosa con personas que conoces? —Me pregunta con la voz cargada de asombro—Necesito verlo para creerlo —suelta una carcajada—. ¿Miedo? Nunca nadie me había dicho eso —me sonríe como galán de telenovela mexicana.
Sus palabras me causan gracia y empiezo a reírme. No me había dado cuenta que él era tan divertido.
—Es cierto... hablé mal, no soy cariñosa con nadie. Solo con gente que realmente me importa le demuestro mi cariño a mi manera —vuelvo a encogerme de hombros—. No con abrazos —aclaro seria— o halagos, pero escuchándolos, estando para ellos, apoyándolos, entre otras cosas... es mi forma de dar cariño.
Su mirada queda fija en mi rostro como si me estuviese analizando. Me siento un poco cohibida, aunque no puedo negar que varias veces he hecho lo mismo con otras personas, sobre todo, aquellas que llaman bastante la atención.
—Supongo que entre esa gente debe estar América, ¿no? —me pregunta, bastante curioso sin dejar de mirarme.
Aparto mi mirada hacia la pared que tengo al frente.
—Sí, claro —le respondo con mi mirada fija en la pared y por el rabillo del ojo veo que sigue el punto de mi observación—. Conozco a América desde que tenemos nueve años, ya es mi hermana.
—Me gustó mucho la forma en que mantuviste la calma hasta el último momento —cambia de tema y volteo a mirarlo—. Sé que estabas bastante angustiada, pero por la forma en que hablabas con los doctores para que te dejaran pasar me sorprendió —admite y yo termino mi café—. Mayormente, las personas se desesperan. Todavía no soy doctor en su totalidad, pero estoy haciendo internado y prácticas y veo como muchos pacientes se desesperan, pero tú mantuviste una calma de una manera envidiable.
Él agarra el vaso vacío y se levanta a botarlo en el tacho más cercano, lo observo detenidamente y me doy cuenta que él se acerca al tacho indicado para los residuos generales, el tacho correcto para cuidar el medio ambiente. Realmente es muy caballero y la vez se preocupa por el reciclaje.
—Es una cualidad, supongo —digo cuando él vuelve a su lugar—. Me gusta mantener la calma siempre... así se piensa con tranquilidad y se toman las mejores decisiones —sonrío muy orgullosa de mis palabras—. Además, América es muy torpe, estoy acostumbrada a que se caiga y casi nunca se lastima de una manera considerable. Ya tiene práctica —empiezo a reírme y él se une.
— ¿Qué dices? —Me pregunta entre risas— Entonces debe vivir en emergencias, debe ser caserita en esta zona, supongo.
—Claro —digo sin parar de reírme—, los traumatólogos son sus mejores amigos. La aman.
—Deben tener un espacio ya reservado para ella.
—Esa camilla —apunto en dirección a la habitación donde se encuentra mi mejor amiga— dice: "Reservado para América"
Los dos no paramos de reír, realmente es muy cierto todo lo que acabamos de decir, me sorprende que esa mujer nunca haya tenido que usar yeso.
Seguimos hablando unas cuantas cosas banales. Por ejemplo su edad —veintidós años—, la universidad que asiste, colores favoritos y gustos junto con el amor por nuestras carreras. Y aunque me cueste admitirlo, me resulta muy amena la conversación que tengo con el estudiante de medicina.
Los minutos pasan y me fijo en la hora en mi celular dándome cuenta que el tiempo pasó volando y ya es tarde; no me gustaría que él se quede más tiempo conmigo cuando puede estar haciendo otras cosas de más importancia.
—Zack... ya es tarde, deberías ir a tu casa —le digo, poniendo mi voz un poco dulce para no sonar tan fría y cortante.
—Voy a quedarme contigo, acompañándote —me dice muy decidido.
—Pero ya son las nueve de la noche, no tienes que hacerlo, puedo tomar un taxi —le digo muy tranquilamente.
—No me gustaría que tomes un taxi cuando puedo llevarte.
—Pero no dejaría a América, la quiero acompañar y dejarla en su casa —admito y lo miro fijamente a los ojos.
—Yo creo que ese puesto ya está ocupado por el chico que no se mueve de su lado —apunta con el pulgar hacía la habitación.
Tiene razón en cierta forma, sin embargo...
—No sé cómo se ha caído América, pero si fue con él presente necesito de asegurarme personalmente en que llegue a salvo a su casa. Si ya se cayó por las escaleras ¿Qué sigue? Además, para entender las recomendaciones del doctor y poder explicárselas a su mami. América es pésima entendiendo esto... y al parecer Joaquín igual.
Justo, en ese preciso momento, entra Eduardo con el rostro completamente preocupado junto a Renato, la hermana de Mare y su mamá. Los cuatro pasan tan rápido que no se molestan en saludarnos y Zack y yo vemos como entran en fila india a la habitación de América, lo que no saben en que estaban haciéndole algunos exámenes.
—¿Qué decías? —voltea Zack con una sonrisa pícara y con un poco de sarcasmo en su voz.
Suelto un bufido y a la vez una risa, no sé como habrá sonado.
—Espérame un momento —le digo de una manera dulce—, iré a saludarlos.
Entro a la habitación dándome con la sorpresa de que la enfermera ya se había retirado y América se había quedado sola hasta que llegaron todos los demás. Saludo a uno por uno.
—¿Por qué no llegaron antes?
—Estaba sin carro —contesta la señora Lucía, mamá de Mare— y tenia que enviar unos documentos, así que envié a Joaquín y llamé a Eduardo para que nos recogiera.
—Y yo llamé a Renato —acota el susodicho.
Una cadena de llamadas, interesante.
—Yo solo seguí a mi mamá —habla la hermana de mi mejor amiga, quien se encuentra enviando mensajes en su celular sin prestar atención a las personas que la rodean.
—Fri, por lo menos podrías decir que estás aquí por tu hermana. Muestra un grado de preocupación.
Mi mejor amiga suelta una carcajada ante las palabras de su mamá, Renato le sigue y Eduardo solo observa fijamente a la hermana menor de mi mejor amiga con ojos soñadores.
Siempre he pensado que existe algo allí.
Hablamos un poco más y me olvido por un momento que Zack se encuentra sentado en el pasillo fuera de la habitación y solo sigo hablando. Mis amigos me dicen que se van a quedar con mi mejor amiga un rato más y que yo normal puedo irme. Niego completamente y les digo que me esperen un rato. Sin embargo, América me dice que dentro de una hora se podrá ir y que Joaquín le había prometido llevarla a comer pizza por esta mala experiencia.
Sus gestos románticos me empalagan.
Creo que después de quince minutos vuelvo a donde estaba con Zack, el cual se encontraba viendo algunos vídeos en Facebook.
Vuelvo a sentarme.
—Pues, al parecer le darán el alta en una hora más. Me voy a quedar para esperar que salga. ¿Sabes que no necesitas quedarte, verdad? No quiero que pierdas el tiempo. Te lo digo en serio, no te sientas comprometido.
—Me quedaré hasta que decidas irte, yo te llevo a tu casa y todo solucionado —me dice sin levantar la mirada de su celular.
—Renato tiene carro, no necesitas preocuparte, en serio, siento que lo haces por compromiso. No debes demostrar lo caballero que eres, ya me quedó claro después de todo lo que hiciste hoy. Gracias por todo, de verdad.
Se encoge de hombros y vuelve a sonreír de esa manera coqueta que tiene.
—Realmente estoy haciendo esto por fines egoístas, quiero pasar más tiempo contigo. Me agradas mucho, Leslie —confiesa y su mirada se queda estática en la mía.
***
No soy de hacer capítulos largos porque realmente me cuestan, pero, la verdad, estoy haciendo todo mi intento.
Zack es todo un romántico *-*
Esperooooooooooooooo que les esté gustando la historia.
Este capítulo se lo dedico a una lectora que me sigue desde la otra historia y sus comentarios me alegraban el día.
PD: No se olviden de votar, comentar, recomendar o los tres juntos si les gusta la historia.
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