-34-
06 de diciembre, 2017
Cuando Zack se marcha de la casa es cuando empiezo el interrogatorio hacia mi prima.
— ¿Por qué pasas tanto tiempo con Zack? —le pregunto. Solo por curiosidad.
Ella solo sonríe como si nada pasara y yo me quedo observando ese gesto en su rostro con desconfianza.
— Es muy divertido —señala moviéndose por la sala buscando no sé qué cosa—. Además, él solo te quiere a ti. No tengas celos.
—No estoy celosa, solo tengo curiosidad —la sigo con la mirada en todo su recorrido por el lugar hasta que encuentra algo en el sofá: Su celular.
Se emociona al encontrarlo soltando un chillido, me cubro los oídos para que no me distorsione mi sentido de la audición pero solo lo hago por bromear. Luego de unos segundos dejo de hacer ello para prestarle atención a mi queridísima prima.
—Claro —responde con sarcasmo. Teclea algo en el aparato para después voltear a verme—, y yo tengo cuatro ojos
— ¿En serio? —Pregunto sarcástica—, ¿dónde?
—Les...
—Meli...
—No importa —hace un gesto de indiferencia—. Somos amigos. Él solo viene aquí por ti, pero mientras te espera nos ponemos a hablar, a contarnos cosas y se nota que el chico está súper enganchado contigo.
—Si tú dices.
Hago un encogimiento de hombros antes de subir a mi habitación para poder recostarme en mi cama.
Por fin se acabaron las clases y estoy de vacaciones de verano. Estoy tan feliz. Pronto va a ser Navidad, tengo que ver los regalos para todos mis amigos, para mis papás y ahora también para Zack ¿Qué le puede gustar? Hmm... algo de medicina puede ser.
Un sonido proveniente de mi celular interrumpe mis bellos e increíbles pensamientos.
«Oye, linda»
Acaba de irse de mi casa hace tan solo diez minutos. No entiendo por qué me habla.
«Leslie. »
«No, es Zack »
«Me refería a que mi nombre es Leslie»
«Alucina que no sabía»
«Uno aprende algo nuevo cada día»
«Me siento un erudito en estos momentos»
« ¿Qué pasa, Zachary? »
«¿Te gustaría ir a la piscina este fin de semana?»
« ¿Solos tú y yo? »
«Claro, al menos que quieras invitar a tus amigos»
«Pero tengo planes muy sugerentes para ambos»
«Amo nadar»
«Lo sé»
«Bueno, vamos»
«Los dos solos»
«Eres la mejor »
«Ay, gracias, lo sé»
«Bueno, me voy a dormir. Te quiero»
«Yo también »
«¡¿Me quieres?! »
«No, me voy a dormir. Adiós»
Sin mirar de nuevo el chat, apago el celular y me dejo llevar por el sueño. Mi cabeza se llena de ideas sobre diferentes regalos que puedo darle a un estudiante de medicina que creo que amará y también sobre ir a la piscina.
¿Habrá pensando otra cosa cuando elegí ir solo los dos?
***
09 de diciembre, 2017
—Aquí estamos —pronuncia al llegar a una bonita casa bien apartada de la ciudad.
Veo hacia los alrededores donde no encuentro ni un alma en pena, parece como si estuviera abandonada.
— ¿Dónde estamos? —pregunto con bastante curiosidad.
—Bueno... —pasa sus dedos por su cabello nervioso— Hay una cosa que no te he dicho de mí.
Lo observo detenidamente dándome cuentas de sus gestos nerviosos. Pasa los dedos por su cabello, retuerce estos mismo y frunce ligeramente el ceño.
De igual manera se ve guapo.
—Es momento para eso —agarro mi mochila para acercarme a donde está él.
Primero me toma de la mano para luego darme un beso en mis nudillos. Un gesto que me parece sumamente dulce, pero al instante me riño por ello.
Vamos, Leslie, que tus defensas no caigan.
—Vengo de una familia de reconocidos doctores a nivel internacional. Tengo más dinero que otra cosa— me confiesa. Noto que sus mejillas se van tiñendo de rojo por la vergüenza. ¿Qué podría avergonzarle?—. Esta es una casa que usamos en el verano para disfrutar de las vacaciones.
Unos segundos me quedo observando la fachada de la hermosa casa. Sinceramente no puedo dejar de mirarla ¡Es hermosa!
— ¿Qué hablas? —Digo con entusiasmo—. Tienes tu casa de verano ¡Que envidia!
—Eres bienvenida todo el tiempo que quieras.
—Yo solo quiero usar la piscina, entremos —le digo, animándolo.
Ambos entramos a la casa y no puedo describir lo maravillada que estoy con el lugar. No me demoraré la vida describiéndolo y dando todos los detalles posibles. Solo es una casa como aquellas cabañas que ves en medio del bosque y piensas que nunca vas a poder entrar a una de esas. Tiene un patio de envidia con una piscina que parece infinita y al costado de esta, un jacuzzi.
Acabo de morir e ir al cielo.
Con rapidez, Zack abre la puerta para salir al patio. Corro para llegar a una de las tumbonas cerca a la piscina, dejo mi maleta y de inmediato, sin pudor, empiezo a quitarme la ropa para quedarme solo en traje de baño. Escucho la risa de Zack pero no le presto atención. Agarro el bloqueador solar y lo termino de untar en mi piel en tan solo unos segundos.
No puedo dejar de observar la piscina, es simplemente magnifica. Hago natación desde pequeña y siempre me atrae cualquier oportunidad de poder nadar.
Sin pensarlo mucho tomo un impulso para lanzarme al agua emocionada. Hace mucho tiempo que no venía a la piscina, era la oportunidad perfecta.
Salgo a la superficie, me acomodo el cabello para que no cubra mis ojos y me encuentro Zack con una gran sonrisa en su rostro observándome fijamente desde las tumbonas que rodean la piscina.
—Ese traje de baño te queda de infarto —me señala.
Suelto un suspiro que aparentemente no se notó porque volví a sumergirme en el agua.
— Lo habrás visto un par de segundos —le riño cuando vuelvo a la superficie.
—El tiempo suficiente para disfrutar de la vista —la sonrisa coqueta no desaparece de su rostro en ningún momento.
—Qué divertido —blanqueo los ojos aunque no esté frustrada—. ¡Entra!
—Como órdenes, capitana —hace la señal como si fuera un soldado.
Se acerca a la tumbona donde dejé mi maletín. Como si fuera un modelo de revista él se quita la camiseta lentamente demostrando el buen cuerpo que tiene. Que yo conozca él no va al gimnasio. Esa debe ser su contextura.
Creo que estoy babeando.
Leslie, por favor.
Intento parecer desinteresada, así que empiezo a nadar de un lado a otro pero no puedo resistir la tentación. Por Dios, soy mujer y tengo sentimientos, emociones y sobre todo hormonas revueltas; así que veo por el rabillo del ojo toda su demostración de ponerse el protector solar, acomodarse para poder entrar y realmente no puedo dejar de mirarlo de reojo.
¡Leslie, cálmate!
Okay, sí. Por favor, contrólate.
Hormonas, malditas hormonas.
—A que no me atrapas —se lanza a la piscina y empieza a nadar lo más rápido posible para alejarse de mí.
Niego con la cabeza. Me tomo unos segundos para retomar la compostura y dejar de pensar en su maravilloso cuerpo, realmente no lo había visto sin camiseta antes. Cuento hasta el número diez en mi mente para poder estar más tranquila e incluso darle una ventaja, para después tomar impulso con la pared de la piscina y nadar, con toda la velocidad que poseo, hacia él. Lo atrapo en menos de treinta segundos.
— ¡No puede ser! —exclama frustrado, sin embargo, se está riendo.
Lo estoy tomando de la muñeca orgullosa de mi triunfo.
— ¡Soy la ganadora! —anuncio a la nada absoluta.
—Tal parece que sí —pronuncia cansado.
—Me encanta esta piscina —admito para empezar a nadar con el rostro apuntando al cielo—. Es enorme y puedo nadar con total tranquilidad.
—Sabía que te gustaría, por eso te traje aquí.
Ambos empezamos a nadar con calma. Siento que cuando estoy en una piscina todos los pensamientos, problemas, cosas estresantes, desaparecen de mi vida.
—No me arrepiento de venir solo los dos. —admito pensando en voz alta.
Con fe no me escuchó.
—Mi intención era esa —me confiesa. Dejo de nadar por un momento para observarlo—, pero tenía miedo de que entres en pánico, por eso te dije que le digas a tus amigos.
Con una sonrisa para reconfortarle me acerco a él. La verdad es que mis hormonas me están gritando para que me acerque a Zack hace rato, pero he intentado callarlas hasta ahora.
— ¿Sabes? —Entrelazo mis brazos en su cuello para quedar cara a cara y nuestras narices casi rozándose—, me encanta que me hayas traído aquí. Nadar es la cosa más relajante del mundo.
—No sabes cuánto me gusta estar así contigo —me confiesa—. Dejas caer todas tus barreras, te sueltas más y dejas de analizar cada cosa que haces. —sus manos se acomodan en mi cintura.
Es cierto, tengo un problema con la frase "Pienso, luego existo" porque tiene completamente la razón. Uno tiene que analizar las cosas antes de hacerlas, sino, puede acarrear consecuencias muy graves. Sin embargo, la idea de Renato de seguir el YOLO es muy tentadora.
Estoy de vacaciones junto a un chico sumamente inteligente y guapísimo. ¿Por qué no?
—Es mejor —digo con una sonrisa—, ¿no?
—Mucho.
—Quiero que me cuentes todo sobre la generación de doctores de alto rango internacional.
—Bueno —seguimos muy juntos. Algo que me sorprende porque no ha nacido ese instinto por parte mía para alejarme de él—, mi bisabuelo hizo varias investigaciones científicas que quedaron para el futuro. Esas investigaciones pasaron a través de sus hijos y ya se dieron por concluidas; pero el apellido de mi familia es muy importante en la medicina.
— ¿Molina o De la Torre? —me refiero a sus dos apellidos, cuál de los dos podría ser el importante.
—De la Torre —dice orgulloso—, aunque no lo creas. Mi mamá no quería incluirse en todo lo de la medicina, pero se casó con un doctor. Algo irónico; así que el legado continuó conmigo, su único hijo.
— ¿No tienes tíos, sobrinos, primos... familia?
Suelta una carcajada y hace un movimiento con su brazo que logra que termine aún más cerca de él.
Incómodo.
—Tengo dos tíos, viven en Alemania. Ellos tienen hijos y serán quienes mantengan vivo el apellido por parte de mi madre —estoy a punto de preguntarle por parte de su padre pero me deja con la palabra en la boca—. Mi papá tiene dos hermanas que me cuidaron cuando era pequeño.
—Siempre hemos sido mis papás y yo —digo, sin esperar a que él me pregunte algo—. Conozco a Melissa porque nos criamos juntas, después ella se mudó al otro lado de la ciudad y era muy difícil vernos. Siempre estaba sola, consecuencias de ser hija única —él asiente, entendiéndome—, así que cuando conocí a Mare, Eduardo y Renato, ellos se convirtieron como mis hermanos.
—Eso suena muy bonito —sonríe de una forma dulce—. Mi hermano es Jean, hemos compartido travesuras juntos desde que tengo memoria.
Seguimos conversando un poco más sobre nuestra familia. Cosas muy sencillas que anteriormente no habíamos hablado. Lo más raro de todo no es nuestro tema de conversación, sino, la forma en la que estamos juntos. Mis brazos siguen rodeando su cuello y sus manos se encuentran en mi cintura.
Pensé que estar en una posición así con alguien me iba a resultar incómodo e invasivo a mi espacio personal, sin embargo, no lo siento de esa manera.
Rayos. Centellas. Relámpagos.
Yo no estoy convirtiéndome en esas chicas ¡No!
— ¿Sabes, Leslie? —Niego con la cabeza y él suelta una carcajada—, hace rato estoy esperando que me empujes o que huyas de mí. Estoy tan acostumbrado a tu rechazo que cuando eres linda y aceptas gestos como estos —señala nuestra posición—, siento que estás jugándome una broma.
—Tengo que aprender a no rechazarte siempre.
—Eso no quiere decir que no vayas a hacerlo —suelta con un suspiro como si estuviera cansado de todo esto.
—Tu romanticismo me empalaga —confieso e intento alejarme de él pero no me lo permite.
Me toma fuerte de la cadera sin llegar a lastimar. Un toque delicado que mantiene con firmeza.
—Yo no soy romántico, nunca lo he sido —roza su nariz con la mía—, pero apareces tú y ¡Listo! Todas esas frases románticas me nacen.
— ¿Así que ejerzo ese poder en ti? —digo sorprendida.
—Siempre ejerces algo en mí —responde, guiñando un ojo.
—A mí me cuesta mucho ser romántica —confieso sin dejar de mirarlo a los ojos—, no es algo que me nazca e incluso, muchas veces, me pone incómoda.
—¿Yo te pongo incómoda?
—Pues si soy totalmente honesta, sí, un poco. Cuando me llamas por esos apodos un poco más —río—. Pero no es tu culpa sino que es por cosas me pasaron, tú sabes... sobre lo que te conté.
—De acuerdo, linda —esto último lo dice en tono de broma—. Me gusta pasar tiempo contigo, sueño con que algún día seas romántica.
—Aunque me cueste admitirlo y posiblemente a ti creerlo, se podría decir que hubo un tiempo en que sí lo fui.
—Quiero que vuelva esa Leslie. —me observa unos segundos, en los cuales pienso qué responderle—. Espera, no. —Interrumpe mis pensamientos—. Intentaré hacer lo imposible para que vuelva esa Leslie.
Sin esperar a que yo diga algo y volviendo a dejarme con las palabras en la boca, une sus labios con los míos para fundirnos en un beso que parece durar una eternidad.
¿Qué rayos me está pasando? Esas cosas cursis son obra de mi mejor amiga, porque yo, Leslie, no digo cosas así y no quiero empezar a hacerlo. El romance no es lo mío e imagínate si me vuelvo romántica, entre Zack y yo provocaríamos un coma diabético a quien nos escuche.
Así que no, gracias. El romanticismo y Leslie no combinan.
***
No se olviden de comentar, votar y recomendar esta historia si les está gustando. Ayuden a esta pobre persona que a veces le ignoran cuando intenta promocionar.
Juro solemnemente que las intenciones de los próximos capítulos no son buenas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro