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026.

El cuerpo de Jimin impactó sobre césped, un verde, denso y saludable césped de un perfecto y brillante color verde. Y se desconcertó al verlo ya que hace apenas unos segundos se encontraba sobre un suelo gris, frío y polvoriento. Y al mirar a su alrededor no pudo ver más que asombro en su rostro ¿acaso lo que sus ojos veían era real? ¿Un lugar así podía ser real? Le recodo un poco al bosque Mabeob, aunque este no se le comparaba, este lugar era más como estar en... el paraíso; había majestuosas montañas a su alrededor, parecían gigantes dormidos, múltiples cascadas de agua cristalina, nubes a su alrededor, tan cerca que si así lo querías podías sentirlas, el cielo azul y frente suyo, un templo circular jónico de marfil y oro.

—¿Dónde estamos? —se preguntó Jimin completamente confundido.

—No tengo ni la menor idea, pero levántate y vayamos averiguar qué es lo que hay dentro de ese templo. —respondió Namjoon, lo sujetó con dureza de los brazos y lo levantó para luego jalarlo hacia aquella construcción.

Al entrar observaron todo su alrededor, no había más que pulcro mármol blanco, pero al dirigir su vista hacia el techo se encontraron con una impresionante pintura o un tipo de mural de la Luna y el Sol, incluso este parecía moverse, las nubes, las estrellas y eso que ellos consideraban sus deidades, fue tan hipnotizante que no se dieron cuenta que tenían compañía.

—¿Quienes son ustedes? ¿De dónde han venido y para qué? —una mujer de hermosura irreal, impresionante e imponente altura, de piel amarilla tan brillante como el Sol, de dorado cabello que caía largo por su espalda como una cascada, llamó su atención, sorprendiéndolos y dejándolos atónitos.

—No-Nosotros... ¿tú quién eres o q-que eres? —preguntó Namjoon completamente impactado, jamás había visto algo igual, la mujer parecía más un dios que una persona real.

—Esa fue una pregunta bastante despectiva ¿no lo crees? —otra mujer, igual de impresionante que la otra, aunque está en vez de tener la piel brillante como el Sol, tenía la piel brillante y oscura como un cielo estrellando, su cabello blanco destacaba y tenía una aura más imponente que la otra.

—Respondan humanos ¿a qué han venido hoy aquí? —volvió a preguntar la mujer brillante como el Sol.

Jimin aclaró su gárgara repentinamente seca y respondió.

—Nosotros venimos a-a buscar a la brujas del Oeste. Yo soy el príncipe Park Jimin del reino del Sol y ese hombre es el general Kim Namjoon del ejercido de mi reino. —explicó. Las mujeres lo miraron y se dieron cuenta de su miserable aspecto y esas esposas que aprisionaban sus manos.

—¿Brujas del Oeste haz dicho? ¿Qué es lo que están buscando obtener de ellas? —cuestionó ahora la mujer de aspecto oscuro entornando la mirada.

—Deshacer un hechizo —se apresuró a responder Namjoon—. Hace tiempo ellas lanzaron un hechizo al reino del Sol y al reino de la Luna que los condenó y obligó a los príncipes a contraer matrimonio para salvarlos. Estamos aquí buscándolas para que rompan ese hechizo y en consecuencia también aquel compromiso.

—¿Y por eso han venido con hombres armados y con el príncipe aprisionado? Lo que escucho no concuerda con el aspecto de uno de los príncipes. —miraron a Jimin quien enseguida bajo la mirada— Díganos príncipe Park Jimin ¿usted desea romper esa unión?.

—¡Claro que quiere! —exclamó el general apresurándose antes de que Jimin dijera algo contrario—. ¿Acaso no lo ven? Ya no tiene razón para vivir, todo lo que una vez le importó ya no existe más, lo único que le queda soy yo, así que necesitamos romper ese hechizo para cansarnos y reinar juntos ¿cierto Jimin?.

—¿Es verdad eso, príncipe Park Jimin? —le preguntaron observándolo con detenimiento.

—Él tiene razón, todo lo que una vez ame ya no está más conmigo, me lo arrebataron y como dice él... no tengo razón para vivir, solo quiero que esto termine. —respondió totalmente derrotado y afligido.

—Y si te dijéramos que eso que amas aún existe. —replicó la mujer de piel amarilla haciendo que Jimin la mirara sorprendido y con ilusión.

La otra mujer oscura hizo un ademán con su mano haciendo que de pronto cinco personas aparecieron en el templo como por arte de magia. El corazón del príncipe comenzó a latir con fuerza al tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas, no podía creer lo que estaba viendo, estaba tan anonadado que se quedó estático en su lugar mirando al maestro Jin, a Yoongi, a Hoseok, a su preciado Taehyung y al eterno amor de su vida... el príncipe Jungkook, todos vivos.

—Por la Luna ¿dónde est...? —Jungkook también se quedó en shock, ignoro por completo todo a su alrededor, sus ojos solo se fijaron inmediatamente en la figura de Jimin—. ¿De verdad eres tú? ¿Principe Jimin, es usted? —igual que el rubio, tampoco podía creerlo.

—Principe Jungkook...

Y no fue hasta que ambos corrieron a abrazarse que finalmente creyeron en lo que tenían enfrente. Parecía tan irreal después de tanto tiempo separados y llenos de incertidumbre, pero más lo fue para Jimin, luego de creerlos a todos muertos. Se abrazaron, se tocaron y se miraron con fervor, sus corazones latían como locos como si estuvieran apunto de salirse de sus pechos, y también estaban tan felices de finalmente estar nuevamente reunidos que las lágrimas y las grandes sonrisas no se hicieron esperar.

—Eres tú, finalmente te encontré. —murmuró Jungkook, sujetado entre sus brazos con fuerza el cuerpo del príncipe—. Creí que nunca te volvería a ver —le dijo mirándolo a los ojos—. No sabes lo que viví todo este tiempo estando lejos de ti.

—Tampoco puedo creerlo —Jimin acuno el rostro del príncipe Jeon entre sus manos y lo miro aún como si fuera producto de su imaginación—. Yo creí... creí que habían muerto —una lágrima escurrió por su mejilla—. Namjoon me dijo que los había matado y realmente yo... por el Sol estoy tan feliz de que estén con vida. —volvió pegar su cuerpo al contrario y sollozó en su hombro.

—Nunca voy a dejarlo solo, buscaría por cielo mar y tierra solo para encontrarlo, yo haría cualquier cosa por usted mi príncipe. —respondió Jungkook dejando un beso en su cabeza.

—¡Jimin estás bien! —Taehyung se incorporó y también abrazó con fuerza a su hermano de otra madre, sintiendo un gran alivio al volver a verlo—. Creí que algo malo te había sucedido, gracias al Sol estás bien, te extrañe tanto.

—Yo también, no sabes por el dolor que pase, pero todos están bien y eso es lo único que importa. —contestó el príncipe brindándoles una sonrisa entre lágrimas.

—Por lo que vemos al parecer en este lugar hay dos hombres que luchan por su amor príncipe Park Jimin, y uno de ellos el príncipe Jeon Jungkook del reino de la Luna. —nuevamente escucharon a las mujeres, todos las miraron y los que acaban de llegar tenían las mismas expresiones de asombro que Namjoon y Jimin cuando las vieron.

—¿Quienes son ellas? —preguntó Seokjin con miedo.

—Es sensacional. —murmuró Yoongi boquiabierto.

—Nosotras somos aquellas que llaman las brujas del Oeste. —confesó la mujer oscura y brillante como la noche, dejando nuevamente asombrados a todos—. Y por lo que veo en sus rostros lo que ven no es lo que esperaban, pero es comprensible luego de los cuentos que abundan en sus reinos.

—¿Qué quieren decir con eso? —cuestionó Jungkook.

—Seremos más específicas. Nosotras fuimos enviadas por la Luna y el Sol para proveer a ambos reinos de lo que presumen ser sus bienes —explicó dejando a todos sorprendidos y un poco confundidos—. Manteníamos las tierras sanas y estables, nadie sabía que teníamos esa encomienda, lo único que sabían es que éramos dos mujeres poderosas, los reyes una vez acudieron a nosotras, cada uno pidiendo el mismo vil deseo, obtener poderes mágicos para derrotar al otro reino rival, entonces cuando nosotras nos negamos a esa petición fuimos desterradas y juzgadas de utilizar magia negra, lo cual por supuesto es mentira.

—Así que como castigo les quitamos a ambos reinos una parte de eso que tanto presumían, para que valoraran y encontraran ayuda uno en el otro, queríamos que pasaran del odio a la paz y al parecer así fue, pero lamento que ustedes tuvieran que ser utilizados para lograr obtener esa paz. —siguió explicando la otra—. Nunca quisimos que involucraran a terceros, solo deseamos paz y hermandad, el reino de la Luna y el reino del Sol naturalmente debían ser de esa forma, pero sus gobernantes hicieron lo contrario.

—Entonces nuestros padres... —Jimin se dio cuenta—. No puedo creer que hayan hecho algo como eso, sabíamos de antemano que entre los reinos había una rivalidad, pero jamás que quisieran destruirse sin importar las demás vidas, siempre pensaron en ganar...

—Así es, por eso fue que lanzamos ese hechizo y no pensábamos quitarlo ni aunque se unieran, pues sabíamos que los reyes continuarían con esos viles pensamientos. Pero...

—¿Pero?.

—Quitaremos el hechizo con una condicion. —agregó.

—¿Cual es esa condición? —preguntó Namjoon.

—Nosotras escogeremos al rey que reinará junto al príncipe Park Jimin. —dijeron.

—¿Qué? ¿Por qué? No hay razón para hacer eso, ese hombre solo quiere utilizar a Jimin para quedarse con el reino, si lo escogieran estarían cometiendo un grave error. —exclamó Jungkook interponiéndose.

—Lo escogeremos basándonos en cuanto es su amor por el príncipe y que es capaz de hacer para obtenerlo. No importa cuanto digan que lo aman, lo que siempre importará son las acciones, las palabras se las lleva el viento. —dijo la mujer de rubia melena.

—Haré lo que sea. —decidido contestó Jungkook sin chistar.

—Yo también, cualquier cosa. —replicó Namjoon.

—Si es así, entonces... —la mujer de cabellera blanquisca nuevamente hizo un ademán con su mano haciendo aparecer en las manos del general y del príncipe Jungkook un frasco pequeño con un extraño líquido color carmín—. Si es que aman tanto al príncipe Park Jimin, beban lo que hay en el frasco, es veneno, solo uno podrá soportarlo sin morir.

—¿Qué? ¿Beber esto? ¡Podríamos morir! —objeto Namjoon.

—Jungkook no lo hagas, no hace falta que pongas en riesgo tú vida por mi, ya no necesitamos deshacer ese hechizo, está bien podemos hacerlo así. —trató de persuadirlo Jimin, completamente aterrado de que algo malo le pudiera suceder.

—Yo quiero hacerlo, todo esto tiempo fui tan cobarde que no hay forma más grande de demostrarte que te amo más que esta, así que lo haré, aunque sea lo último que haga porque yo... —Jungkook quitó el corcho del frasco y miró fijamente los dorados y cristalinos orbes de Jimin con devoción, como si realmente fuera lo último que hiciera—. Yo te amo Park Jimin.

—¡No, Jungkook! —Seokjin y los demás trataron de detenerlo, pero rápida las mujeres congelaron sus cuerpos para que no pudiera moverse.

Y entonces fue el primero en beber aquel veneno. Y gracias a eso Namjoon también fue animado a beberlo, pero solo uno logró soportarlo. Ambos cayeron al suelo sintiendo su interior arder, como si hubiera lava dentro de ellos, sus cuerpos se agitaron como si estuvieran sufriendo de una convulsión y después de unos minutos de agonía todo se detuvo, hasta su corazón.

—¡No! ¡Jungkook! ¡No por favor! —Jimin cayó de rodillas y tomó el cuerpo de su amado entre sus brazos, y una vez más volvió a llorar por su pérdida—. ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? —lo tomó de la mejilla y miró su rostro sin vida sintiendo su corazón romperse en mil pedazos—. No puedo volver a perderte, yo no puedo vivir en un mundo donde tú no estés... —miro el frasco del que había tomado Jungkook, todavía sobraba un poco, así que sin pensarlo también lo bebió sintiendo los mismos efectos y finalmente desvaneciéndose igual que Jeon.

—El amor es el sentimiento más fuerte e incomprendido, si dos personas están enamoradas no hay poder en la tierra que logre separarlos, ni siquiera la misma muerte. —las mujeres parecían tan fascinas por la imagen frente a ellas—. Este ha sido el acto de amor más hermoso que hayamos presenciado, uno bebió por amor y el otro por su presión. —sonrieron—. Ya hemos visto suficiente, la decisión ha sido tomada, el acto ha terminado.

Ambas movieron sus manos haciendo que Jin, Taehyung, Yoongi y Hoseok pudieran volverse a moverse y que el príncipe Jimin y el príncipe Jungkook despertaran, ambos se miraron confundidos pues hace unos momentos estaban caminado de la mano hacia el la luz al final del túnel, supieron que estaban nuevamente vivos. El único que no despertó fue el general Namjoon quien quedó teniendo en el suelo sin vida.

—¿Bebió del veneno también? —le preguntó Jeon a su amado.

—Yo haría cualquier cosa para estar contigo, lo amo Jungkook. —respondió Park.

Ambos sonrieron henchidos de felicidad y entre esos sentimientos encontrados unieron sus labios en un casto beso.

—Oigan ¿ambos se encuentran bien? Pensamos que habían muerto. —les preguntó el maestro Jin lleno de preocupación.

—Estamos bien, pero ahora tenemos que salir de este lugar. —respondió Jungkook levantándose junto a Jimin.

—Antes de que retomen esas nuevas vidas que se les ha otorgado, queremos que escuchen lo que tenemos que decirles. —dijeron las mágicas mujeres acercándose a ellos—. La valentía, pasión, bondades y amor que han mostrado hoy aquí, nos han dejado sin palabras. —les hizo saber—. Si es que ambos van a reinar esas virtuosas tierras de ahora en adelante, entonces romperemos el hechizo, sabemos que con ese enorme corazón que poseen harán lo correcto.

—Claro que vamos a hacerlo, esos reinos son nuestra vida entera. —respondió Jungkook sostenido la mano de su amado con una sonrisa.

—Déjeme quitarle eso príncipe Jimin, ya no es prisionero de nadie, solo del amor que le tiene a este hombre. —la mujer de rubia cabellera desapareció con un movimiento de manos las esposas que traía puestas, y el rubio se lo agradeció con una dulce sonrisa—. Una cosa más príncipes. Queremos concederles un deseo a ambos, por liberarnos, estuvimos aquí durante años esperando a que alguien salvara esos reinos y ahora que ustedes lo harán finalmente podemos regresar con nuestros amos.

—Pero no hace falta. —respondió Jimin.

—¿No hay nada que quieran con tanta fuerza? Podemos concederles cualquier cosa que sus corazones deseen. —le ofreció la mujer de oscura piel estrellada.

Ambos lo pensaron por unos segundos.

—Hay algo —habló Jimin—. Nuestros padres querían que engendráramos herederos con mujeres que no amábamos, sólo para mantener el linaje vivo, pero ahora que sé que amo al príncipe Jungkook no quisiera tener un hijo que no fuera de él. Como hombres es bastante obvio que no somos capaces de engendrar a un bebé pero... si ustedes pudieran darnos esa oportunidad...

—¿Príncipe, qué quiere decir con eso? —Jungkook se encontraba confundido.

—Que si me lo permite me gustaría llevar a su hijo en mis entrañas, quiero que sólo usted y yo seamos los padres de ese bebé. —contestó el rubio seguro de su decisión, y desde luego Jungkook no podía estar más de acuerdo—. La magia lo puede todo ¿no es así? ¿Podrían concederme ese deseo?.

Ambas mujeres sonrieron.

—Claro que si. —respondieron—. Junten ambos sus manos. —Jimin y Jungkook entrelazaron ambas manos y se miraron directamente a los ojos—. Por el poder que nos ha otorgado de nuestros majestuosos amos el Sol y la Luna les concederemos su deseo de ser los únicos progenitores de sus herederos, y como así ambos lo decidieron, el príncipe Park Jimin del reino del Sol será el único portador. Que así sea.

Los príncipes cerraron sus ojos y esperaron nerviosos tomándose con fuerza de las manos, y entonces la magia surgió dentro de ellos: una luz brillante y dorada iluminó el cuerpo de ambos príncipes, como una aura que los envolvía, y sin que ellos se dieran cuenta una marca apareció en su piel; ahora Jungkook llevaba tatuado en su brazo un Sol y Jimin todas las fases de la Luna cubriendo su espina dorsal.
Pasados unos minutos abrieron lentamente sus ojos dándose cuenta que el sitio donde se encontraban había cambiado, ahora estaban parados frente la entrada de la Isla Fantasma junto con todos sus amigos y los soldados de la marina sanos y salvos.

Todos se miraron sintiendo sosiego por unos segundos, hasta que la tierra repentinamente comenzó a temblar y de pronto todo se empezó a derrumbar, los árboles caían y la tierra se separaba. Pronto todos se apresuraron a subir a los barcos, y cuando todos finalmente estuvieron abordo, quitaron el ancla y nuevamente volvieron al agua. Mientras se iban alejando miraban desde lejos como aquella Isla que fue el objeto de todas las historias de terror de su infancia se derrumbaba hasta desaparecer por completo y para siempre.

Y con eso se dieron cuenta que finalmente todo había llegado a su fin, los días tortuosos y las batallas sin sentido. El alivio y la felicidad instantánea que todos sintieron en ese momento fue indescriptible.

—Volvamos a casa. —murmuró Jimin, para luego desvanecer abruptamente en los brazos de su amado, entrando en un pozo de inconsciencia.

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