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Repartidor de pizza

Solo cuando llegaron al apartamento se sintieron seguros, habían corrido desde la estación de trenes hasta el hogar del castaño después de un viaje de hora y media y una parada en la farmacia más cercana. El tren en el que se subieron los llevó a la punta opuesta de la ciudad bastante lejos de su verdadero destino, incluso tuvieron un momento de pánico al no saber como regresar.

—Nunca más me vuelvo a subir a un tren sin saber hacia donde se dirige —comentó Izuku quitándose los zapatos con pesadez.

—Muero de hambre, pero no tengo ganas de hacer de comer —dijo Bakugo tirando con fuerza sus zapatos al lado de la puerta para luego caminar de forma lenta y perezosa hasta el sofá de la sala y tirarse en él, dejando la pequeña bolsa con sus medicamentos en el suelo.

Ese viernes había sido un día largo, sacado de una ridícula película de acción o alguna de esas series policiales que tanto le gustaba ver al rubio cenizo cuando no tenía nada más que hacer.

—¿Qué te parece si pido algo de comer a domicilio? —preguntó el castaño ya caminando al teléfono que se encontraba en la sala al lado de la mesa del televisor. Un gruñido parecido a una afirmación fue la respuesta que recibió por parte de Bakugo que parecía estar al borde del sueño —. ¿Qué te parece si pido pizza? —Otro gruñido afirmativo se escuchó antes de que el rubio se levantara con pesadez del sofá.

—Me iré a bañar mientras pides la comida, la mía que sea picante —dijo el aspirante a héroe alejándose de la sala rumbo al baño.

Cuando por fin estuvo solo en el cuarto de baño con la puerta cerrada encendió la luz para luego mirarse en el espejo fijamente. Se veía como una mierda, lleno de sangre y cortes, la ropa sucia, su rostro pálido y su cabello aún más desorganizado que de costumbre, pero olía aún peor, a sudor, sangre y nitroglicerina, en resumen estaba hecho una porquería.

—Necesito un baño como no he necesitado nada en la vida. —Katsuki pasó una mano por su rostro suspirando con cansancio.

Ciertamente su vida no había sido fácil y era más que obvio debido a lo que estudiaba que físicamente se había encontrado en peores condiciones de lo que estaba en ese instante, sin embargo, él se sentía mucho más agotado que en cualquiera de esos momentos posteriores a alguna batalla. El miedo que sintió cuando los atacaron, luego la inmensa impotencia al verse arrestado injustamente y después el terror que lo obligó a retroceder y correr por primera vez como un completo cobarde, fue demasiado para un solo día.

Ya cansado de ver el patético reflejo que le enseñaba el espejo del baño frente al lavamanos, Bakugo se despegó de este y empezó a quitarse la ropa con cuidado de no lastimarse. Se dio una ducha rápida, evitando mojar las vendas en su antebrazo, salió cubierto únicamente por una toalla en su cintura y fue rápidamente a su habitación para poder cambiarse.

—La pizza llega en media hora. ¿Puedes creer que casi no me contestan la llamada? —dijo Izuku al lado de la puerta de la habitación del rubio. Después se hizo un silencio incómodo antes de que el pecoso se atreviera a decir lo que tenía rondando en su cabeza desde hace un buen rato —. Kacchan yo lo siento de verdad, todo esto ha sido mi culpa, yo te metí en este problema y ahora estás herido debido a mis errores, no sé cómo...

Bakugo tomó el brazo del pecoso con toda la intención de hacerlo callar con una muestra repentina de afecto, la espalda del más bajo chocó con el duro torso del rubio cenizo y los brazos de este lo rodearon desde atrás en un fuerte abrazo. El aspirante a héroe no quería que los pensamientos de Midoriya tomaran aquel rumbo que solo le causaría más daño.

—No pidas disculpas, tú no pediste nada de esto —susurró suavemente Bakugo justo en el oído de Izuku haciéndolo estremecer.

—Kacchan gracias por salvarme, está vez, todas las veces, si no fuera por mi deseo de ser como tú... —Las palabras del pecoso quedaron suspendidas en el aire, incompletas, pero trágicamente pesadas, como si anunciaran una fatalidad que por azares del destino Katsuki detuvo sin saberlo.

—Eres muy fuerte, ¿sabías? —Un pequeño beso en la nuca hizo suspirar al pecoso. Izuku se sentía relajado, la tensión iba abandonando su cuerpo lentamente dejando atrás un delicioso letargo, todos los abrumadores sentimientos acumulados durante el día se fueron calmando al estar de esa forma en los brazos de su ídolo.

—Nuestra relación ha sido una relación exprés —comentó casi en un suspiro de gusto el castaño.

—Supongo que nos acomodamos al tiempo que tenemos, como si nuestro corazón y cerebro se hubieran puesto de acuerdo para procesar todo rápido y sin dramas —respondió el aspirante a héroe acariciando el costado de Midoriya con delicadeza —. Porque no vas y tomas un baño, yo esperaré la pizza.

—Dejé el dinero en la isla de la cocina —indicó el pecoso dejando caer su cabeza en el pecho de Bakugo.

Reaciamente se separaron e Izuku se dirigió al baño sintiéndose realmente relajado. Una vez allí se desvistió, entró a la ducha abriendo la llave de agua y poniéndose debajo de esta se permitió dejar ir todas las preocupaciones que lo agobiaban.

Al poco tiempo empezó a pasar sus manos, ahora llenas de jabón, por su magullado cuerpo, le era inevitable ver cada uno de los moretones y raspaduras que portaba, aún más inevitable recordar cómo llegaron allí. La imagen de lo sucedido en la comisaría le llegó a la mente, fue la primera vez que oía un disparo fuera de la televisión, la primera vez que veía tal caos que se formó, pero algo diferente al terror que causaba el ver a aquella arma hacer su terrible trabajo lo hizo perderse en sus pensamientos.

¿Por qué se sintió tan triste y tan despedazado al ver herida a aquella persona que tanto lo lastimó? La respuesta era sencilla, Izuku tenía un gran corazón, tan noble que sin darse cuenta ya había dado su perdón desde el instante mismo en el que vio a Kenji pedírselo de aquella forma tan sincera.

Sin darse cuenta ya estaba llorando mientras pasaba sus manos por su cuerpo quitándose el sudor de este y con él quizás también se limpiaba los males que le fueron causados y que había decidido perdonar. ¿Qué ganaba él guardando rencor? Solo se haría daño reteniendo sentimientos negativos en su corazón, no podría avanzar, se quedaría estancado en el pasado y aquello solo le impediría ser quien realmente deseaba.

Es así que lo lavó todo dejando ir por el desagüe cada uno de sus malos recuerdos junto al jabón. Al terminar solo quedó un tembloroso pecoso con una decisión, nunca más sería aquella persona que se dejaba pisotear, Izuku iba a cambiar, solo un poco, lo necesario para hacerse más fuerte.

Un suspiro se escapó de sus labios mientras se secaba estando ya fuera de la ducha, sintió que su cuerpo estaba renovado, incluso lo percibía más ligero y de alguna manera eso lo puso realmente feliz. Inesperadamente vio la ropa de Katsuki tirada en el suelo y no pudo detener la pequeña risilla que nació desde su corazón. ¿Qué tan cansado debía estar el rubio como para dejar un desorden en el baño con lo organizado que era?

Izuku recogió su ropa junto a la de Bakugo y entonces el sonido de algo golpeando el suelo de baldosa se escuchó, con curiosidad el pecoso miró el suelo encontrando allí una pequeña bolsa con algo adentro. Se agachó completamente movido por la curiosidad y tomó la bolsa que obviamente provenía de la ropa del rubio pues él no portaba algo así en la suya.

La abrió importándole poco que no le perteneciera y echó un vistazo a su contenido, lo que estaba a dentro casi lo hace caerse sobre su trasero. (Hola soy censura) dejó caer la ropa y corrió hacia la sala con los objetos hallados en la mano.

—¡Kacchan que es esto! —gritó dándose cuenta tarde de su error.

—¡Maldición! ¡Deku cúbrete! —exclamó Bakugo abochornado, pero eso cambió al ver la atenta mirada del repartidor sobre el cuerpo del pecoso —. ¡Y tu deja de mirar a mi novio maldito pervertido!

Empujó el dinero en el pecho del repartidor y cerró con fuerza la puerta en su cara, cuando volteó a mirar Izuku ya no se encontraba allí.

—Pequeña mierdecilla desvergonzada —dijo con cansancio el rubio llevando la pizza a la mesa del comedor.


🌸🌸🌸

Hola todos, es el capítulo de la semana, recuerden no correr desnudos por la casa, jijijijiji.

La pregunta es: ¿Cuál es su comida rápida favorita? Sip otra pregunta simple. La mía es la pizza, sobre todo cuando tiene tomate. 🍅 🍕🍕🍕

Gracias por leer hasta este punto, espero que les gustará la historia. ¿Recuerdan lo que tenía Bakugo en el bolsillo? ¿Saben lo que va a pasar?

No siendo más nos leemos en el próximo capítulo o en otra de mis historias.

Los quiero.

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