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Preparación para la invocación

—Ten un buen viaje mamá. —Izuku le dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla a su madre—. Llámame seguido y salúdame a papá.

—Cuídate mucho, duerme bien y come bien, no vayas a faltar a la escuela, si necesitas algo solo ve con la vecina. —La dulce mujer hablaba mientras lo apretaba fuertemente entre sus brazos—. Dejé dinero en el cofre azul de mi habitación por si necesitas algo. Te amo hijo.

—Te amo mamá, me portaré bien no te preocupes.

Con una sonrisa madre e hijo se despidieron.

Era sábado por la mañana cuando Izuku quedó solo en la casa. Se dedicó a arreglar todo, dejó cada superficie impecable y con olor a limpio, hasta alistó la habitación de invitados, pero no podía evitar sentirse un poco tonto por lo que estaba haciendo.

Estaba claro que todas sus acciones eran las de alguien que esperaba visita, y precisamente eso hacía que todo fuera descabellado y estúpido, si se tenía en cuenta quien era el supuesto invitado.

—Es simplemente imposible —dijo mientras tomaba las llaves de la casa y se ponía los zapatos.

Izuku sabía que todo lo que estaba haciendo era una locura, aun así, sentía en su estómago un remolino de emoción que ninguna razón o lógica le podría quitar. ¿Qué puede ser más bello que soñar con lo imposible? El pecoso se sentía feliz con todo lo del ritual de invocación y nada le quitaría eso, aunque no funcionara, cosa que daba por seguro, él pasaría una gran noche.

Salió de su casa rumbo al supermercado, caminaba sumergido en sus pensamientos cuando unos chicos de su escuela intentaron llamar su atención, pero al verlos él solo aceleró el paso.

Midoriya siempre había sido un chico solitario, tímido, callado y un poco nervioso, eso además de su afición al anime, videojuegos y manga, junto con otros asuntos de más importancia, hicieron de sus días en la preparatoria un momento para nada agradable. Es por ello que aprendió a evadir a cualquiera que le intentara hacerle daño de alguna manera, sin embargo, eso lo hizo estar solo, aunque lo prefería así, al menos la mayor parte del tiempo, ya que él realmente soñaba con un día tener un buen amigo.

—El idiota además de nerd también es sordo —dijo con voz más fuerte uno de los que le llamaban.

Aquellas palabras hicieron que Midoriya acelerara el paso hasta entrar al supermercado saludando al guardia en la entrada. Se sintió a salvo allí, se demoraría más de lo normal para evitar a aquellos chicos, no quería que nada dañara su día divertido y que arruinara la emoción de su pequeña travesura, ni siquiera sus problemas de la vida real.

Una vez dentro tomó una canasta antes de ponerse a caminar por los pasillos del supermercado tomando los ingredientes que le hacían falta para el curry picante que prepararía. Iba a seguir una receta de un canal de cocina, pues aunque Izuku sabía cocinar, nunca había hecho un platillo picante, al menos no uno realmente picante, así que había buscado por internet una buena receta.

Se quedó un largo tiempo junto a las especias escogiéndolas con cuidado, conocía las marcas, a su madre y a él les gustaba cocinar juntos y habían probado casi todas buscando las mejores.

—Que importa si escojo la más cara o la más económica igual nada va a pasar hoy —soltó en un susurro para sí mismo, aun así, tomó varias que según su madre daban mejor sabor.

Lo mismo pasó mientras escogía las salsas picantes, leyó los empaques viendo los ingredientes, preguntó a algunas personas que pasaban por el pasillo de las salsas cuál era la más picante, al final terminó llevando tres que le aseguraron eran muy buenas y para nada suaves.

Escogió con sumo cuidado las verduras que le hacían falta, se aseguró de que fueran perfectas, sin imperfección alguna. Fue realmente feliz al ver que estaban surtiendo la sección de verduras justamente ese día, como si el universo estuviera a su favor.

—Hoy nada va a pasar, no debería emocionarme por tener verduras frescas para el platillo. —Se repitió a sí mismo mientras miraba con detenimiento una zanahoria buscando cualquier defecto antes de ponerla en su canasta—. Esos tomates se ven muy bien, pero no importa cómo se vean, hoy no pasará nada.

Después se quedó un buen rato escogiendo entre todas las raíces de jengibre y las patatas las de mejor aspecto, observándolas como si estas le estuvieran revelando los secretos del universo.

Ya con todo lo que necesitaba en la canasta fue a la caja a pagar su compra tachando en su pequeña hoja de papel con la lista de compras lo que ya tenía. No le llevó mucho tiempo antes de tener varias bolsas llenas de ingredientes en su mano mientras caminaba mirando la lista en su mano estando totalmente entretenido.

—En la casa tengo los demás ingredientes solo falta la carne, supongo que iré a la carnicería favorita de mi madre allí es económico, aunque no sé dónde conseguir las flores.

Midoriya no se había dado cuenta, pero en su rostro había una enorme sonrisa de alegría, sus ojos brillaban emocionados y sus mejillas estaban un poco sonrosadas, era la viva imagen de la felicidad y la emoción.

Una vez obtuvo un buen corte de carne de res, regresó a su casa con sus compras y empezó a guardarlas en la nevera y despensa.

—Me hacen falta las flores —mencionó pensativo el pecoso mientras sacaba su celular y buscaba una floristería—. ¿Qué flor sería perfecta para él? Bueno eso no importa igual no va a pasar nada.

Aun así se quedó casi una hora viendo el significado de diferentes flores de color naranja, anotando las que mejor trasmitirían sus sentimientos hacia el personaje o las que encajaban con la personalidad de este. Una vez escogió la flor, salió de la casa y fue hasta una floristería que encontró en internet, que por cierto era bastante lejana de su hogar, no obstante, tenía buenas críticas y una gran variedad de flores.

No le importó haber tenido que viajar una hora en tren, o que le tocara ir todo el trayecto de pie, su sonrisa fue enorme al ver la inmensa cantidad de flores que le recibió.

—En que puedo ayudarle— dijo una señora mayor al verlo entrar.

Izuku empezó a hacer su pedido sin perder la sonrisa. Quince minutos después estaba de regreso a su hogar mientras olía las rosas naranjas del hermoso ramo de flores envuelto en papel de seda negro con una cinta de tela color verde militar.

—Es un ramo hermoso y vibrante, aunque no importa porque hoy no pasará nada —decía el pecoso al subirse nuevamente a un tren para otro viaje de una hora.

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La olla se encontraba en la estufa con el curry cocinándose, el arroz estaba listo, las bellas flores en la mesa e Izuku esperaba frente a la impresora a que la imagen de Katsuki Bakugo terminara de imprimirse mientras escribía su nombre en medio del círculo mágico.

—"Ven a mi mundo" y listo eso sería todo.

La casa olía delicioso, la receta había sido todo un éxito y él no podía estar más que orgulloso.

Tomando la imagen recién impresa la dejó sobre la mesa del comedor y miró la ventana de la sala, la de su cuarto no le serviría.

—Supongo que el chiste es que le dé la luz de la luna y desde mi habitación no se ve. Aunque en la historia decía que en tu ventana, esta es mi casa todas son mis ventanas.

Decidió correr una mesa hasta la ventana para que quepa todo sin caerse y empezó a arreglar las cosas. Limpió bien la mesa, puso la vela en un plato para que se sostuviera, acomodó los papeles, debidamente doblados, justo frente a la ventana, luego acomodó el ramo de flores hasta que quedó perfectamente colocado y fue a ver el curry.

—¡Está listo! —Probó un poco, pero se arrepintió de inmediato de hacerlo. El pecoso corrió con rapidez a la nevera sacó la leche y tomó directamente del envase.

Estaba delicioso, las especias se sentían, las verduras estaban en su punto y la carne estaba perfectamente cocinada, sin embargo, el picor era demasiado.

—¡Es perfecto! —Se dispuso a servir todo en su bentō especial, uno que su madre le compró hace unos meses, este mantenía la comida caliente lo que era perfecto para la ocasión, Izuku no quería que se enfriara todo lo que preparó con tanto esfuerzo dañándose así el sabor.

Salió de la cocina caminando directamente a la mesa, acomodó el bentō junto a los palillos, una taza y un termo lleno de té, todo estaba preparado para comer.

Se separó de su obra ya terminada, aun así, sintió que algo le faltaba, después de mucho pensarlo acomodó una silla frente a la mesa para que se pudiera comer cómodamente y se apartó para admirar los arreglos terminados, una gran sonrisa apareció en su rostro mientras sus ojos brillaban emocionados.

Midoriya aún no podía creer la locura que estaba haciendo, pero tampoco iba a negar la emoción que había ido creciendo a lo largo del día mientras hacía los preparativos.

Se quitó el delantal y lo dejó en su lugar en la cocina, luego, mientras pasaba por el corredor que lleva a la sala, observó su reflejo en el enorme espejo de cuerpo completo al lado de la entrada del departamento, intentó arreglarse su incontrolable cabello castaño, miró sus grandes ojos cafés y sus pecosas mejillas suspirando; observó su atuendo, una camiseta blanca y sobre esta una camisa verde a cuadros de manga corta y un pantalón de jean claro, no estaba muy arreglado, no obstante, tampoco se pondría un pijama ese día, dormiría así.

—Aunque no sé por qué me molesto, hoy nada va a pasar.

Regresó a la cocina totalmente arreglada sin rastro de la reciente preparación de comida en ella, revisó que todo siguiera en orden y tomó unos fósforos del mesón, caminó de regreso a la ventana, encendió la vela en la mesa y se fue a su habitación antes apagando, corazón agitado y una sensación burbujeante en el estómago.

—No debería estar así, estoy actuando como un tonto, después de todo hoy nada va a pasar.

🌸🌸🌸

Hola todos, este es el segundo capítulo, y me emocioné escribiendo, originalmente lo iba a hacer más corto, es que me imaginaba a Izuku de arriba para abajo, comprando las cosas que le hacían falta para el ritual y me causaba gracia.

Lo sé, lo sé, se preguntarán porque Izuku no es peliverde y ojiverde, bueno se supone que es un chico adolescente japones del mundo real que va a la preparatoria, bueno en el mundo real las personas no tiene naturalmente ese color de cabello, y recordemos que en las escuelas japonesas no se les permite a los estudiantes teñirse el cabello, y pues los ojos verdes son raros de tener, así que le di una apariencia más realista, espero no les moleste.

Este capítulo fue levemente corregido el 16 de diciembre del 2021.

Gracias por llegar a este punto, comenten y voten por favor, eso me llena el corazón de alegría, y si ven alguna falta de ortografía no duden en decírmelo.

Nos leemos en el próximo capítulo o en otra de mis historias, los quiero.

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