Antes de la tragedia
El hambre terminó despertándolo, un fuerte rugido proveniente de su estómago lo hizo suspirar, no tenía ningún alimento blando que pudiera ingerir para así seguir las instrucciones de la enfermera, quizás su infaltable cereal podría suplir su necesidad temporalmente.
Así que con esa idea en mente fue a la cocina con toda la intención de prepararse un gran tazón de cereal de chocolate sumergido en abundante leche, pero se detuvo al ver que aún llevaba el uniforme puesto, incluso tenía puesta la chaqueta de este, la cual solía quitarse apenas colocaba un pie en el apartamento, gracias a ello se sentía un poco sudado y acalorado, y por alguna razón que no entendía, pues normalmente no le importaba mucho el cambiarse de ropa, las prendas empezaban a incomodarle.
Se quedó en medio de la sala viendo las escaleras que llevaban al segundo piso y luego miró la isla de la cocina sin saber qué hacer, sintiendo que no tenía la fuerza suficiente para realizar las dos tareas. Esa mañana fue agotadora y francamente aterradora, no sabía que haría de ese momento en adelante, no sabía si corría peligro después de eso o todo sería solucionado, quería a su madre allí, quería contarles a sus padres, pero no se sentía capaz de dañar aquel momento maravilloso a sus progenitores.
Ellos no se veían desde hace más de un año y habían esperado por tanto tiempo poder estar juntos que él no quería dañar su felicidad con sus problemas, podía esperar a que su madre regresara para contarle todo de frente y con calma, después de todo y por primera vez en demasiado tiempo, al tener a Katsuki allí con él no se sentía solo.
Ciertamente nada de eso habría sucedido si Bakugo no hubiera llegado a su vida, ahora no solo era un personaje de una historia que se encargaba de mejorar su semana, sino que también le había salvado, pues no podía sacar de su cabeza las palabras que el rubio no paró de decirle, Kenji le intentó matar. La idea era aterradora e Izuku quisiera no pensar en ello, pero la posibilidad seguía estando allí y lo hacía temblar.
Pero no solo lo había salvado de aquel terrible ataque de su compañero de clases, sino también le había salvado de sí mismo, espantó la aterradora soledad y lo llenó de valor para enfrentar sus problemas, ahora el castaño estaba seguro de que no permitiría que le hicieran daño de nuevo, se lo debía a aquel rubio malhumorado.
Al pensar en él se dio cuenta de algo que no había notado hasta ese momento, no veía a Katsuki por ninguna parte, y eso lo hizo recordar lo sucedido ese martes con aquella vergonzosa historia, no hubiera soportado que su ídolo leyera aquella parte en la que puso todas sus más locas fantasías, hubiera muerto allí mismo de la vergüenza, pero se tranquilizó poco después, se había asegurado de cerrar todas sus cuentas comprometedoras y de ocultar muy bien cualquier material que no debía ser visto por el rubio.
Quiso aun así encontrarlo, ese pensamiento le hizo olvidar sus dos anteriores objetivos, quería hablar con él y distraerse un momento de todo su problema con Kenji, quizás le pida que le enseñe más movimientos de autodefensa o que le hable un poco de su mundo, de cómo se siente crecer en un lugar en el que casi todos tienen poderes; como son sus clases, sus compañeros, sus profesores, su academia; cómo se siente usar su kosei y el One for all o cómo fue la primera vez que se enfrentó a un villano, en que pensó, que se sintió y que lo motivó, quería preguntar todo aquello que hasta ese momento no se había atrevido a mencionar.
Realmente le encantaba estar con Bakugo, era justo como se lo imaginaba y mejor, no podía dejar de pensar en él, en su forma de caminar y de expresarse, en la deliciosa comida que cocinaba, en su voz profunda y ronca, en su olor acaramelado, en sus ojos rojos tan intensos y expresivos, en cada expresión de su rostro y en todos los momentos que ha pasado junto a él. En ocasiones se sentía abrumado por su presencia y en otras se sentía simplemente feliz, era una felicidad de esas que te llenaban por completo, haciéndote sentir cálido y a gusto, como si todo fuera correcto, como si nada malo existiera, como si solo importara aquel sentimiento y te hacía preguntarte, ¿esto es real?
Pensar en el rubio siempre lo hacía sonreír como un tonto, que sintiera extrañas cosquillas en el estómago, hacía a su corazón acelerarse, a su imaginación volar y entonces solo le quedaba un sentimiento que lo llevaba a desear estar a cada momento a su lado.
Se dirigió a las escaleras, estaba determinado a encontrar al rubio, subió a paso lento quitándose la chaqueta del uniforme, caminó hasta la puerta de su habitación que extrañamente estaba cerrada, Izuku estaba seguro de que la había dejado abierta esa misma mañana antes de irse a estudiar, lo recordaba claramente, así que supo de inmediato que aquel a quien buscaba se encontraba dentro.
Abrió la puerta con cuidado, el rubio quizás se encontraba jugando en la consola o viendo una película, seguramente había cerrado la puerta para que el ruido no lo despertase, lo que era muy considerado de su parte, así que Izuku intentó entrar a su habitación sin producir sonido alguno para así no molestar a Bakugo en lo que sea que estuviera haciendo.
El castaño estaba concentrado en esa meta mirando la puerta fijamente como si le ordenara no hacer ruido. Cuando logró abrirla lo suficiente para entrar apartó la mirada de la madera pintada de blanco para ver el interior de la habitación, pero lo que se encontró casi lo hace caer al suelo.
Katsuki estaba en su cama, rojo hasta más no poder, con una expresión de completa vergüenza y sosteniendo entre sus manos su pequeño secreto que había guardado con tanto esmero, justo su posesión más vergonzosa. ¿Por qué tenía que encontrar su único dōjinshi Kiribaku impreso? No tenía idea, pero seguramente la suerte ya le había abandonado por completo.
—B-Bakugo-kun puedo explicarlo, eso no es mío—El rubio dirigió su mirada al recién llegado a quien no había notado hasta que este habló, entonces su expresión cambió completamente. No perdió el fuerte color rojo en sus mejillas, pero la vergüenza fue remplazada casi al instante por la rabia, entonces Izuku comprendió que había metido la pata hasta el fondo.
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Como en la actualización pasada no pude subir dos capítulos como lo he estado haciendo, entonces subí otro hoy, si todo sale bien para este miércoles tendrán un capítulo nuevo. Si se preguntan porque tres por semana es porque no quiero perder el hilo de la historia y como los capítulos son más cortos que en mis otras historias no lo siento tan pesado.
Sé que algunos estaban esperando ver ya lo que le pasaría a Izuku, pero no, wajajajaja, necesitaba escribir esto antes de ver las consecuencias que le trajeron al pervertido Deku por no saber ocultar las coas, espero me entiendan.
Gracias por llegar a este punto son los mejores, amo sus comentarios, y si, las pervertidas cosas de Izuku mancharon la pura mente de Katsuki.
Nos leemos en el próximo capítulo o en otra de mis historias, los amo.
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