Aunque no lo crean, a los norteamericanos no les gustan los cerebritos, las personas que viven en "la América profunda", no gustan de personas con títulos universitarios como abogados, ingenieros, doctores y demás.
Hillary Clinton no supo alejarse de la imagen de "titulada" que tenía, es más nunca dejó de proyectar esa imagen de elitismo a lo largo de su campaña.
Lo anterior no es malo, pero sus asesores de campaña debieron aconsejarle que también mostrase otros aspectos que la vinculasen más con el común denominador de las personas.
Donald Trump, por el contrario se lo conoce más como un showman de la lucha libre, los cameos varios y los reality shows, que alguien con educación universitaria.
Puede que esta parte nos suena a mala onda, pero es la idiosincrasia del gringo, algo que favoreció mucho a Trump en desmedro de Clinton.
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