Capítulo 3
Tan pronto como pronuncie el nombre de Cris salí corriendo hacía su casa, no me importaba estar mojada. No me detuve por nada, tampoco por los gritos que daban tras de mí mis amigos que venían corriendo.
Tacto sincero experimentado en el pasado y ahora en el presente.
Si mi teoría era acertada en estos momentos Cris se encuentra en un grave peligro, si le ocurría algo no me lo perdonaría nunca.
Al llegar me detuve unos segundos en la puerta, no se oía ningún ruido, resultó extraño pero de todas formas entre y tan pronto como lo hice alguien se abalanzó sobre mí cayendo ambos en el piso. Cris, quien me arrastró hasta un armario en el que ambos entramos.
—No se por qué pero algo me dice que los extraños destrozos y ruidos en mi casa son por culpa tuya —dijo mi amigo tras cerrar la puerta.
—No completamente —respondi. Tome a Mi que estaba enganchado a mi cintura para ponerlo frente a él—. En realidad unas tortugas buscan a Mi.
Ya me esperaba la cara de incredulidad que puso al ver a Mi o desde su punto de vista a mi oso de peluche. —¿Esperas que crea que unos anfibios están aquí por tu juguete?
Otro desorientado con las clases de animales.
—En primer lugar no son anfibios, son reptiles —No me puedo creer que a los 12 años Cris no sepa que las tortugas no pertenecen al reino de los anfibios—. En segundo lugar, Mi te abrirá los ojos.
—Como que me... —Exelente, Mi hizo lo suyo una vez más— ¡Whou! Hace un momento tenías un oso de peluche y ¿ahora un pollo azul?
—Sí...te lo explicaré en cuanto salgamos para reunirnos junto a los demás antes de que...— Una espada que atravesó el armario y que por poco apuñala a Cris interrumpió mi explicación dejándonos a ambos sin habla.
La espada fue quitada y un ojo nos observó por el agujero que está ocasionó, inmediatamente la parte superior del armario fue arrancada acompañado de los gritos de Cris cuando uno de ellos me tomó de una de las piernas y dejándome colgada.
La tortuga que intento matarme la primera vez se acercó hasta casi juntar nuestros rostros, cuando abrió su boca por poco y me desmayó, su aliento era peor que la cebolla.
—Te dije que te abstuvieses a las consecuencias —dicho aquello agarró a Mi e intento llevárselo pero el se sujetaba a mí con mucha fuerza, intente golpearlo con mis manos pero era inútil estaba en total desventaja. Al ver que Mi no se separaba de mí, el reptil con aliento encebollado sacó algo que parecía una roca, roca de la que salieron decenas de ojos y varios tentáculos.
—Absorvela —No supe a que se refería pero lo entendí al momento de que esa bola de ojos saltara a mi brazo y expandiera una sustancia lodosa, estaba asustada no podía dejar de agitarme y tratar de intentar quitarme esa cosa, pero fue envano; En un momento la visión empezó a fallarme, me sentía débil y casi no podía respirar ¿así terminaría mi existencia?
Una explosión de fuegos artificiales dijo que no o eso quise creer, no sé quién pero decenas ellos eran lanzados hacía las tortugas que por alguna extraña razón se escondieron en sus caparazones, gracias a esa inesperada distracción no fuí absorbida por la bola con ojos pero si que me lleve un buen golpe en la cabeza cuando fuí soltada.
—¡Mig! ¿Estás bien? —pregunto Cris saliendo del armario hasta llegar junto a mí.
—Ternurita. Te preocupas por mí, eso significa que no me odias.
— Ese golpe afectó tu cerebelo.
—¡Hey! ¡Par de uvas sin semillas! —y esa es Any con sus groserías frutales—
¿Pueden reconciliarse luego de que salgamos vivos de esto? ¡Se nos acaban los fuegos pirotécnicos!
Con esfuerzos sobrehumanos el enano logró ayudarme a salir de la casa hasta llegar a la ¿piscina doble? ese golpe si que me afectó el coco; poco después mis amigos también llegaron con la noticia de que ya no quedan cocodrilos, quizá dijo explosivos porque los cocodrilos no explotan.
"Salten otra vez a la piscina."
O no existen otras salidas o Mi tiene un fetiche con arrojar a las personas al agua.
—Oigan —llame la atención de todos—. Esta linda motita quiere que saltemos a la piscina.
Todos me miraron como si tuviera la piel azul.
—¡Estas descerebrada! —exclamó Cris.
—No quiero mojarme de nuevo —alego mi amiga, la verdad yo tampoco quiero mojarme pero no tenemos de otra.
—Es la única salida.. — La puerta siendo expulsada hasta chocar con el limonero de la mamá del enano interrumpió mi soliloquio—. ¡La deserebrada quiere sobrevivir! —grite al saltar hacía el agua.
* * *
—¡Salgan del estanque ahora mismo delincuentes!
No hacía falta que saliera del agua para saber a dónde nos transportó Mi, solo hay una persona que llama de esa manera a todos los que quieren entrar al estanque de los peces, el señor Gomez, un anciano que es el conserje de este parque. Ninguno de los tres quisimos seguir escuchando regaños por lo que salimos del agua.
—¡Ah! ¡Qué asco! —Si no fuera por el ancianito que nos miraba con cara de nabo arrugado estallarÍa en carcajadas: Un pez se había metido en la ropa de Any, específicamente en su busto.
El pobre pez debió de quedar traumado.
—No me sorprende que el pecesito estuviera sobre ti, tienes unos eclipsables senos que comería con mermelada— Esta vez no me pude aguantar del tremendo ¿halago? que Matt soltó sin querer ¡porque ahora su cara está entomatada y la de Any se transformó en un morrón rojizo como los de la planta de mi mamá.
—¡Muchachito pervertido!— un regaño seguido de una colleja en la cabeza fue lo que se ganó Matt de parte del Sr. Gómez—. La próxima vez que los encuentre en el estanque los reportare con la policía.
Un silencio sepulcral quedó entre nosotros luego de que el Sr.Gomez se fuera, silencio que fue cortado por una religiosa que siempre está dispuesta a brindar ayuda a nosotros los pobres desamparados.
Santa Nazaria Ignacia.
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