C a p í t u l o 8: Corazón acelerado.
Steven me habló un martes cuando me invitó a salir el viernes. Los días restantes se pasaron rápidos, como si hasta el tiempo, y el universo tuvieran ganas de ese encuentro.
Estoy en la editorial, leyendo el manuscrito del nuevo autor que se nos sumó. Su historia es de romance, voy diez capítulos y ya estoy completamente enamorada.
Las manecillas del reloj siguen avanzando, en cuestión de nada termina el día laboral. Y eso significa sólo una cosa: estar cada vez más cerca de Steven.
Al pensar en esto, mi atención ya no se encuentra en la historia que el manuscrito me regala. Por más que lo intente, no puedo concentrarme, y si no lo hago, estaría fallando a mi trabajo, así que dejo de leer.
Algunos de mis compañeros se están yendo a casa, o a donde sea, así que empiezo a preparar mis cosas para salir detrás de ellos.
Cuando me pongo de pie, y relajo mi cuerpo, mi móvil vibra sobre el escritorio. Steven me acaba de escribir, como si supiera que mi día laboral acaba de terminar. Abro la conversación de Instagram, y me encuentro con una fotografía de dos botellas de cerveza, y agrega:
Si o no?
Sonrío.
Sí, por favor
Tengo sólo snacks para comer, eso está bien o no?
Mmm, creo que mi apetito quiere más. Paso por una pizza de Olivers?
Vaya, te has ganado mi corazón, Gia Beckman
Vuelvo a sonreír, pero no lo respondo. Guardo el móvil y salgo de la editorial. No me sorprende ser la última en irse, tan típico.
Me subo al auto, y conduzco hasta Olivers. Una vez que entro, los empleados me saludan con mucha más confianza que el otro día. Me hacen sentir que soy su amiga.
—¿Pizza para llevar? —pregunto.
—¡Claro! —me responde Ian, el chico que nos atendió la vez que vine con Steven—. Veo que te hemos convencido.
—Lo han hecho, pero no han destronado a la mejor franquicia.
Se ríe.
—Eso porque no vendemos postres, sino lo haríamos —sonríe y me guiña el ojo derecho—. ¿Cuál de todas nuestras pizzas?
—La favorita de Steven.
—Aquí la llamamos con extra queso, pero de acuerdo ¡marche la pizza favorita de Steven!
—¡Marchando! —le responden desde la cocina.
Y mientras espero a que esté lista, saco el móvil y le escribo a Lisa.
Hoy no ceno en casa, no me esperes
Y eso por qué?
Salida con compañeros de trabajo
Ah, sí, seguro. Ahora en serio, por qué?
Me río, no le respondo y me vuelve a escribir. La ignoro, y vuelve a escribirme. Incluso me llama, y cuando no respondo, me envía un mensaje con una serie de insultos por ignorarla, y por mentirle.
Ya, tranquila, luego te cuento
Le respondo al fin.
Al menos dime con quién vas a estar
Bien. Recuerdas al tío de la fiesta? El de la lluvia? Bueno, él
Espera, QUÉEEEEEE?
Me río, pero sé que dejar a Lisa con tantos interrogantes no es para nada bueno. Sospecho que me va a esperar despierta, con helado o palomitas.
Ian me llama, ya está la pizza, pago por ella, me despido de mis "amigos" y salgo. Cuando me subo al auto, le envío una fotografía de la pizza a Steven.
Oh... creo que ya huelo el queso
Emprendo viaje, con cosquillas en mi estómago. Las mismas que luego recorren mi cuerpo de pies a cabeza. Me siento nerviosa, muy. Y cuando estoy cerca de su casa, mi corazón se acelera.
Al bajarme del auto, respiro profundo unas tres veces antes de tocar timbre. Y es al segundo llamado cuando escucho que Steven se acerca.
Abre la puerta, y al verlo, mis piernas parecen hojas de otoño a punto de caerse desde lo más alto del árbol.
Está demasiado atractivo, o no sé, pero el color azul de su camiseta sin mangas le queda muy bien. Cuando me sonríe, no me creo capaz de seguir un segundo más de pie, pero por suerte no caigo, por suerte a veces soy exagerada.
—Hola, Gia Beckman —dice sin dejar de sonreír.
—Hola, Steven Fry —respondo, sonriendo también.
Se hace a un lado para que pueda pasar, y cuando lo hago, su colonia se queda impregnado en mí. Mierda.
Cuando entro a la sala, me encuentro con la pequeña y hermosa Penélope, así que dejó la pizza sobre la mesa de café y corro hacia ella. Por suerte no se asusta ni me rechaza cuando la alzo.
—No puedo creer lo hermosa que es —digo y la acaricio. La acaricio y lleno de besos, cosa que Penélope me acepta sin problema, y como si eso no fuera poco, comienza a ronronear.
—Ya le caes bien —Steven nos observa con los brazos cruzados.
—Eso es bueno, la última vez que besé a un gato, me acarició el rostro con sus uñas.
Steven se ríe.
—Hay gatos y gatos. Penélope es muy amistosa.
Me siento en el sofá, sin soltar la gata, quien se acomoda sobre mi regazo. En ese instante, Steven desaparece, para aparecer a los pocos minutos, con dos recipientes llenos de papas fritas. Luego vuelve a irse, y trae la cerveza prometida. Me entrega una botella y se sienta en el sofá que está junto a donde me encuentro sentada.
—La pizza...
—Extra queso, por supuesto —le digo y sonríe para luego beber un sorbo de cerveza.
—¿Frente a quién estoy sentado? —pregunta.
—¿Disculpa?
—Lo que has oído, háblame de ti, Gia. No sé mucho de ti.
Sonrío.
—Creí que ya lo sabías.
—Te juro que no le pregunte nada de eso a Will. Y si no lo decías por él, tranquila que no soy Joe.
Me río cuando hace referencia al personaje principal de You.
—Eso es lo que diría cualquier Joe.
Sonríe.
—No es mi caso. Pero ahora en serio, ¿frente a quién estoy sentado?
Le cuento sobre mí, todo lo necesario, o lo que yo creo que él necesita saber. Sin profundizar demasiado en mis temas, porque, si se da la oportunidad, se hablará de las cosas que ahora me estoy reservando.
—Así que eres editora en Destiny.
—Así es.
—Eso es interesante.
—Mi trabajo es lo mejor del mundo.
—Disfrutar de lo que uno hace es lo mejor del mundo.
—Y estoy de acuerdo —lo miro a los ojos y le sonrío. Bebo un trago de cerveza, y en ese momento, Penélope parece recordar que Steven está aquí, ya que sale disparada hacia su regazo.
Steven sonríe, y la llena de amor, y la gata responde encantada. Son algo muy lindo de ver.
—Ahora bien, antes de ser profesor de música, ¿quién eras? —pregunto mientras saco una rebanada de pizza.
—Te lo dije en la fiesta, vendía productos que no servían, le mentía a la gente.
—¿Y ellos te creían?
—Mi trabajo era que me crean, y sí, lo hacían. Pero me cansé de ser una mentira más de la empresa, así que renuncié y empecé a dar clases. La música siempre ha sido la mejor parte de mí.
—Y ahora no estás cansado, sino que feliz.
Ladea con la cabeza, bebe cerveza y coge una rebanada de pizza, haciendo hasta lo imposible para que el queso no caiga al suelo.
—Algunos alumnos me cansan, pero son aquellos que creen que ser músico es vivir de fiesta en fiesta, rodeado de chicas, alcohol y drogas. La música es mucho más que ese vacío.
—¿Y no lo entienden?
—Me lleva trabajo conseguir que lo hagan. Pero prefiero mil veces esto a estar vendiendo cosas de mentira.
Asiento, y me quedo pensando en qué preguntarle. Hasta que se me ocurre.
—He notado que no cantas en tus vídeos, ¿es así, o te reservas la voz en privado?
Steven eleva ambas cejas, me mira y sonríe.
—Así que has estado mirando vídeos míos.
No es hasta que lo dice que caigo en cuenta de lo que hice, y mi rostro se enciende. Bueno, ¿en qué momento la tierra se abre y me devora?
—Lo he hecho, sí —admito tranquila, pese a no sentirme así en absoluto. Bebo tres tragos de cerveza, con Steven viéndome con una sonrisa plasmada en su rostro.
—¿Puedo admitir que eso me gusta? —me encojo de hombros—. Me gusta saber que has visto mis vídeos —sonríe—. Ahora bien, respondiendo a tu pregunta, antes cantaba.
—¿Y por qué ahora no? —Steven suspira, y se hunde en su mente, en lo que sea que esté pensando. Su semblante se torna triste y me siento culpable por tocar esa parte de él—. Lo siento, cambiemos de tema.
Me mira a los ojos, medio que sonríe y suspira.
—¿Nunca has pensado en escribir algo propio? —me pregunta.
—Tengo una idea genial en mente.
—¿Y qué esperas?
—No lo sé, no he encontrado el momento para dedicarme de lleno a ello.
—No lo esperes, búscalo.
—Sí... supongo que debo echarle ganas.
Nos sonreímos y bebemos al mismo tiempo de la cerveza.
—Dejé de cantar cuando mi abuelo falleció —dice tras los dos minutos de silencio.
—Oh... lo siento, Stev.
Asiente.
—Ya van cuatro años en silencio. Lo intenté, pero no pude, no hay voz que me salga. Mi abuelo era, como él decía, mi fan número uno. Al irse, se llevó con él mi voz y los recitales que le daba en privado.
Sus ojos se encuentran tristes, demasiado, como si la tragedia de su abuelo hubiera sido reciente. Pero no soy quién para hablar del dolor de nadie, cada quien lo lleva como puede.
—En verdad lo siento. Y está bien, no hay nada ni nadie que pueda presionarte. Si vuelves a cantar, será cuando tú puedas, quieras, y desees —asiente—. Y me encantaría ser parte del club de fan —Steven sonríe.
—Eres bienvenida a darle vida, si eso quieres —ahora soy yo quien le sonríe.
Penélope se baja de su regazo, se estira, y corre lejos de nosotros, subiendo las escaleras. Cuando Steven se encuentra libre, se pone de pie y se sienta a mi lado. Mi corazón comienza a latir fuerte.
—¿Acaso no te duelen los pies con esos zapatos que llevas? —me pregunta.
—Un poco.
—Ponte cómoda entonces.
—Darme lugar a eso puede ser muy malo, Steven.
—¿Por qué? ¿Estar cómoda para ti es andar desnuda por la casa? Porque si es así, pues adelante.
Me rió y lo empujo, se ríe y le hago caso a lo que me dice. No, no me desnudo, sino que me quito los zapatos, y cuando mis pies se relajan los subo al sofá para luego hacerme una coleta alta.
—¿Mejor? —pregunta mirando en dirección a mis ojos para depositar su mirada en mi boca.
—Sí, algo.
Cuando respondo, vuelve a mirarme a los ojos y sonríe. Mi corazón sigue acelerado, cosa que se contagia en mi respiración.
Steven se relame sus labios y mi cuerpo se siente débil. El silencio que nos abraza no es incómodo, pero nos tensiona en algo. Si Lisa estuviera aquí, diría que hay demasiada tensión sexual ¿es así o estoy inventando? Además, ¿desde cuando tengo estos pensamientos?
Steven me mira de una manera en que me hace desear repetir el beso bajo la lluvia.
—¿Gia Beckman? —me llama.
—¿Si?
—Estás muy atractiva, ¿lo sabes?
Sonrío.
—¿Y qué con eso?
—Sucede que me gustaría besarte.
—Casualidad.
—¿También quieres besarte?
Me río, y lo miro fijo a los ojos. Steven se acerca un poco, y yo lo hago otro poco. No sólo yo tengo la respiración acelerada.
Steven se acerca otro poco, y si yo me acerco, ya estaría demasiado cerca de sus labios. Así que lo hago, me acerco a él y cuando nuestras bocas se rozan, mi cuerpo responde a ello.
Nos besamos lento y profundo, tal como la vez bajo la lluvia, tal como me gustan que sean los besos. Mientras nos besamos más acercamos nuestros cuerpos. Sus manos se encuentran en mi cintura, y las mías están en su nuca.
Pasamos de un momento emotivo a besarnos con intensidad. Si antes del beso ya me sentía un poco perdida por Steven, creo que luego de esto voy a estar mucho peor.
Nos separamos del beso, Steven me sonríe y le devuelvo la sonrisa.
—Creo que ahora estamos complicados —dice, cerca de mí, sin quitar sus manos de mi cintura.
—¿Por qué?
—Porque ahora sí hay lugar para comprobar si el otro es o no un idiota.
Me río.
—Espero que no lo seas.
Sonríe y vuelve a besarme con la misma intensidad.
Ah no este capítulo... ustedes no se dan una idea de todo lo que sentí al escribir? No sé, pero espero haber transmitido un poco de ello a ustedes.
Me estoy enamorando de Steven Fry, ayuda.
Capítulo sorpresa por los seis años que llevo en wattpad :')
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