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C a p í t u l o 40: Lo que hicimos.


El almanaque se cae de mis manos temblorosas. Esto no puede ser posible. No puede estar pasando.

Tengo un atraso, y al haberme dado cuenta de esto, siento que estoy arriba de las tazas giratorias del parque de diversiones.

Me siento de golpe en la cama, y aún así la sensación de mareo sigue presente en mi cuerpo. He pasado por tanto que por supuesto me olvidé de mi período, supongo que nadie en mi lugar hubiera pensado en algo así.

¡Eso! Pasaron muchas cosas, y quizá mi atraso se deba a los nervios impuestos desde ese día. Eso influye. Aún así, quiero salir de mis dudas. Pero la idea de salir por un test de embarazo me genera nauseas.

¡Qué exagerada, Gia!

Así que cojo mi móvil, y le envío el mismo mensaje a Lisa y a mi madre. Por supuesto, necesito a las mujeres de mi vida.



Tengo un atraso, pienso que es por todo lo que pasó. Pero quiero salir de mis dudas, puedes venir con un test de embarazo?



La respuesta por parte de ambas es casi la misma. Así que mientras las espero, camino de un lado hacia el otro, comiéndome las uñas. Hábito que no hago desde niña.

Son los nervios, es el estrés, es la tristeza. Me repito una y otra, y otra vez, intento convencerme de eso.

Mamá y Lisa llegan al mismo tiempo, ambas con un test de embarazo en la mano. Ninguna sabe como reaccionar, qué decir o qué hacer. Ni yo sé.

Will nos mira desde el sofá, con el ceño fruncido.

—A juzgar por sus caras, creo que no debo preguntar nada —dice.

El silencio incómodo nos impacta. Will nos mira, esperando por alguna respuesta. Más no la recibe, y vuelve a juntar sus cejas.

—Estaremos arriba —le respondo, al fin, y subimos hasta la habitación.

Se sientan en la cama, pero yo no puedo mantenerme quieta. Cada vez que intento sentarme, tengo que levantarme para caminar, para mover mi cuerpo. Para hacer cualquier otra cosa que detenga mis pensamientos, como si eso fuera posible.

—Tranquila, amiga. Puede ser eso que has dicho —dice Lisa—. ¿Recuerdas mi atraso de hace dos meses?

—Si, luego del examen te llegó la regla.

Lisa mira a mi madre.

—Suerte que tengo a mi mejor amiga que fue a mi rescate, no podía salir del sanitario sin ropa limpia —suspira.

Mamá frota su mano sobre la pierna de Lisa.

—A todas nos pasa alguna vez, lo tuyo —mira a Lisa—. Y lo tuyo, hija —me mira—. De joven también tuve, no sólo uno, sino ¡tres atrasos! Al final, todo era psicológico. Puede ser algo de eso, cariño.

Puede. Estoy segura de que es eso. Pero... ¿y si no es el caso?

Respiro profundo, y si pudiera, contaría hasta mil y más. Pero necesito respuestas, así que le pido a cualquiera de ellas un test, y cuando Lisa me lo entrega, me encierro en el baño de la habitación. Nunca lo sentí tan pequeño como hasta ahora, es más, me siento hasta ahogada.

Me miro al espejo, observo mi mirada repleta de incertidumbre, y un suspiro exagerado sale de mi cuerpo. Mis manos, que volvieron a ponerse temblorosas, sostienen la caja del test.

Es la primera vez que hago esto, desde este lado. Recuerdo haber estado en esta situación, pero desde el lado de la contención. Una vez pasó con Lisa, a nuestros diecinueve años. Y la segunda, y última vez, fue con una compañera de la universidad. Pese a los resultados negativos, que en su momento las tranquilizaron, aún me parece recordar el terror en sus miradas.

Debo calmar mis nervios, así que me tomo mi tiempo para mejorar mi respiración y los acelerados latidos de mi corazón.

Por favor. Si Steven estuviera aquí, no me sentiría de esta manera. Ese pensamiento es un puñetazo al estómago. 

Calma, Gia. Tranquila. Respira profundo.

Hago todos los pasos con sumo cuidado de no cometer ningún error, lavo mis manos y me siento en el umbral de la puerta, sobre el suelo, mamá y Lisa se unen a mi espera.

Son los minutos más largos de toda mi vida, y eso que he tenido los peores minutos en el hospital central.

Mis manos dejaron de temblar, pero han comenzado a sudar. Hay muchos, ¡millones! de pensamientos dando vueltas en mi cabeza.

No quiero detenerme en ninguno, prefiero ignorarlos. Si les llego a prestar atención, este momento sería peor.

—¿Quieres que veamos el resultado por ti? —pregunta mi madre.

—Por favor —les digo.

Mamá y Lisa se ponen de pie, se acercan al resultado de la prueba, se miran entre ellas y luego sus ojos caen en mí.

—¿Y bien?

—Esto... —comienza a decir mi madre, nerviosa.

—Positivo —termina Lisa y mi boca se abre ante eso.

Mi madre sostiene el resultado, y Lisa se tapa la boca con ambas manos. No siendo capaz de creer en lo que Lisa dijo, me pongo de pie y lo compruebo. Positivo.

No puedo apartar mi mirada del resultado, mis manos empiezan a temblar otra vez, y mis ojos se llenan de lágrimas, las cuales seco con rapidez, y miro a las mujeres de mi vida.

—Positivo —repito, como si no creyera que es real.

—Oh, cariño —mamá se lanza hacia mi, y me abraza fuerte. Lisa sigue con sus manos en la boca.

—Positivo... —susurro—. Necesito sentarme.

Me acompañan hasta la cama, y me siento en el medio, Lisa se sienta de un lado y mamá del otro. Tenemos las manos entrelazadas, y sólo por eso he dejado de temblar.

Estaba muy convencida de que iba a ser algo debido a las emociones que he estado atravesando, realmente esperaba un resultado negativo. Pero, sin embargo...

Mi madre y Lisa permanecen en silencio, y necesito que digan algo. No sé bien que, pero el silencio me pone peor.

—Tengo miedo —digo, y mi voz se quiebra. Mamá y Lisa lloran conmigo. Me pongo de pie de forma brusca, y las miro—. ¿Y ahora qué?

Bueno, sé bien que. Hay tres opciones: tenerlo, y seguir adelante. O tenerlo y darlo en adopción. O no tenerlo. Pero sólo una de ellas es la más real de todas, para mí. Por supuesto que quiero tenerlo, que quiero seguir adelante. Pero me aterra.

Estoy llena de terror porque estoy sola, Steven no está conmigo. Siempre he soñado con la idea de tener un hijo, pero no así, no en estas circunstancias. No puedo pensar en que él no va a estar en la foto. Me duele.

Me pongo de pie, me siento fuera de mi cuerpo, como si me estuviera viendo desde otro lugar, y siento pena por mí, por todo lo que pasó, está pasando, y por todo lo que va a pasar.

Pongo mis manos sobre mi estómago, no siendo capaz de comprender que hay vida en mi interior.

De todos los pensamientos que hay en mi cabeza, sólo se hace visible uno: voy a estar sola durante todo el embarazo y crianza. Steven no está.

Mis manos llegan hasta mi boca. El deseo de Steven, su sueño compartido conmigo, y él no está aquí. Que vida tan injusta. Debería estar aquí, feliz, a mi lado, diciéndome que vamos a estar bien, que vamos a ser la mejor familia del planeta.

Necesito ponerle un freno a mi mente.

—Estoy aterrada —digo.

—Y es entendible, hija. Pero aquí estoy —mamá se pone de pie y me abraza.

—Aquí estamos —Lisa se une al abrazo.

—Entonces, ¿seguirás adelante? —pregunta mi madre—. Decidas lo que decidas, tienes mi total apoyo, Gia. En serio, de corazón. No me quiero imaginar todo lo que estás sintiendo.

Las palabras de mi madre, logra que vuelva a sentirme parte de mi cuerpo. He dejado de verme desde afuera, ya no siento pena por mí. No debería.

Quiero responder, pero hay un nudo en mi garganta que lo impide. Mamá y Lisa esperan por mi respuesta, y puedo ver en sus miradas una pizca de ilusión.

Pero no es eso lo que desata el nudo en mi interior, sino que mi liberación, se debe a la repentina tranquilidad que siento en todo mi cuerpo, y sobre todo, en mi corazón.

Una armonía acaricia mi alma, y mis ojos pasan por cada rincón de la habitación. Un escalofrío roza mi piel, y a diferencia de las miles historias paranormales que he escuchado, consigo sonreír. Creo que Steven está aquí.

—Por supuesto que sí —respondo, finalmente, con sinceridad, con alegría en mi voz.

La Gia encerrada en el baño, poco tiene que ver con la Gia que hay ahora. Y han pasado tan sólo pocos minutos. Increíble que sienta tanta paz cuando, segundos antes, estaba aterrada.

Ambas sonríen, y me da la sensación de que venían ocultando su sonrisa desde el momento en que llegaron.

—Tendremos que hacer un chequeo médico —dice mi madre—. ¿De acuerdo?

—Vaya... no lo puedo creer —habla Lisa y me mira—. ¿Puedo estar contenta?

Me río entre las lágrimas.

—Claro. No me dejen sola, nunca, por favor.

—Jamás lo haremos —me asegura mamá y Lisa asiente con la cabeza.

Vuelven a abrazarme, y cierro los ojos. Pensar en Steven me hace imaginar que lo veo sonriendo, siendo feliz, y tal imaginación me hace llorar.

Me gustaría que fuera real, y no producto de mi imaginación.

Pero lo que si es real, es este embarazo, y ruego porque todo salga bien, ruego que mi delgadez no sea un problema, y que mi salud ayude.

Es real, es positivo, estoy embarazada. En mi interior esta creciendo la vida que hicimos juntos. Duele mucho que no esté aquí conmigo pero, aún así, lo siento por cada rincón de la habitación. En verdad siento su compañía.

Y ahora, que me acabo de enterar de esto, la casa me hace sentir menos sola, y con menos miedo.

Definitivamente Steven está aquí.

https://youtu.be/c8ADoHpy5I8

Avril Lavigne - Keep holding on.

Estamos todos para Gia, verdad? Y creo que esta canción es ideal para el capítulo. Gia necesita mucho apoyo, y mucha contención. Por suerte, la rodean personas lindas.

Algunas de ustedes lo esperaban, así que no es sorpresa. Pero, alguien se sorprendió? Jaja. Tal vez sí.

Estoy contenta con esto, es una sonrisa dentro de tanto dolor. Una pequeña esperanza para todos. 

En fin... nos leemos en el siguiente capítulo, o sea... AHORA!!!!

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