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C a p í t u l o 31: Maratón de Crepúsculo.

Volvemos a casa, a la rutina, al ruido de la ciudad. Volvemos y ninguno de ellos sabe que en mi móvil tengo escrito algo que me desveló. 

Lo que parecía ser algo simple, me terminó por entusiasmar por demás. Lo que escribí, fue suficiente para darle vida a los personajes que ahora habitan en mi mente.

No pienso en otra cosa que no sea en ellos, en la historia que planeo contar. Y no recuerdo haberme sentido así antes.

Sí, he tenido ideas, he soñado alguna que otra cosa. Pero nada de eso me hizo sentir el revuelo de emociones que traigo ahora.

La inspiración llegó a mi como la lluvia en tiempos de sequía. Y cuando eso pasa, cuando tu mente no para de imaginar, hay que sacarle el mayor de los provechos.

Sólo que ahora no es el momento, en horario de trabajo no. Hay un manuscrito que debo terminar de corregir. Y, por primera vez, Randall me llamó la atención por mi demora. No sin antes preguntarme si todo estaba en orden en mi vida.

Todo está en orden, sólo estoy muy enamorada y con ganas de escribir.

No quiero ganarme otro llamado de atención, así que dejo de divagar por la historia que vive en mi mente, y me concentro en la que debo corregir.


Cuando el día termina, me dirijo al supermercado más cercano de la editorial. Voy directo al sector de snacks, y llevo hacia la línea de cajas una gran variedad.

Steven dijo que se encargaría de las bebidas, así que a mi me tocaba la comida chatarra. No se aceptaba otra cosa, según él. 

Hoy, después de tanto esquivar mis pedidos, vamos a ver La saga Crepúsculo.

Esto de los retos me gustó, me hizo reír más de la cuenta. Y las risas son muy necesarias en la vida, ¿no? creo que le voy a proponer otra tanda.

Llego a su casa, y cuando me sonríe, veo que lleva puesto dientes de vampiro. Los de plástico, los típicos de Halloween. Me río fuerte, y aún más cuando se los saca y el hilo de saliva se hace presente.

—Que momento tan erótico —bromeo, y me deja entrar.

—Te sorprendería lo que puedo hacer con estos dientes puestos, eso es erótico.

—¿Si? ¿Ya lo has intentado con alguien antes? —me cruzo de brazos cuando se encoge de hombros.

—Con algo, no con alguien —frunzo el ceño y sonríe—. Con una naranja.

—¡Steven! —se ríe.

Al entrar a la sala, veo que la gigantografía de Edward Cullen se encuentra en el sofá. Pero eso no es lo más extraño, sino que lo es el jean que está donde deberían estar sus piernas. Oh, y no se olvidó del detalle de los zapatos.

Me río, observo a Steven y se encoge de hombros.

—Hoy pasé a buscarlo —comenta—. Luego Lisa te mostrará las fotos que me sacó en broma.

—Muero por verlas.

—Tu amiga me cae mal. 

Sonrío.

—Puede generar eso cuando se pone en payasa con uno, pero es la mejor.

Me da un beso corto, y luego se dirige a la cocina para volver con la bebida y unos recipientes para colocar los snacks.

Saco de mi bolso el DVD de Crepúsculo, al que cuido desde el día uno. Steven se acomoda en el sofá, me siento a su lado, y le doy play a la película. Edward fue a parar al sillón individual.

El hombre a mi lado bosteza unas dos veces, mi codo golpea suavemente su estómago y se ríe.

La película comienza, y mi fanática de hace años se hace presente. Debo morder mi lengua para no decir los diálogos, y morder mi labio inferior para no gritar en cada escena que amé en su momento, y que al parecer, sigo amando.

Pero que más da, lanzo un grito cuando Edward salva a Bella en el estacionamiento del instituto. 

Por el rabillo del ojo veo que Steven está concentrado en la historia. Al momento no emitió palabra alguna, pero tampoco suspiro ni bostezo. Creo, creo, que no la está pasando tan mal.

Hasta que habla, finalmente, y lo hace con la escena donde la familia Cullen juega al baseball. Comenta que le gustó mucho, y su comentario suena en verdad sincero, no percibo ni burla ni mucho menos sarcasmo. Todos amamos esa escena.

La película termina, y mientras suena la música de los créditos, aprovechamos para ir al baño, y para ponernos más cómodos.

—¿Y bien? —le pregunto.

—No voy a opinar aún. Recién lo haré cuando veamos todas las películas.

Sonrío.

—¿Entonces hacemos maratón?

Me mira, asiente y busca el DVD de Luna nueva.

—Antes de que me arrepienta —dice.

Se acerca a la televisión, y pone la película.

—¿Tienes tu favorita? —me pregunta antes de darle inicio.

—Mmm, creo que esta, pero sólo por los Vulturi.

—No se aceptan spoilers.

Me río.

—Y no los habrá, sólo comento que ese clan es mi favorito. Aro sobre todo —me mira de mala manera—. No dije nada de la película, nada de lo que él hace, sólo mencioné su nombre —suspira y me río—. No diré más nada, lo prometo.

Y por más que sepa el final de la saga, aún me duele cuando Edward deja a Bella, sola, en el bosque. Vampiro tonto.

Y en cuanto a Los Vulturi, creo que no sólo a mí me gustan, ya que ni bien aparecieron, Steven se acomodó más en el sofá. Pude notar su emoción, su interés por el clan. Me pregunta acerca de ellos, detalles que tal vez la película no hizo mención, y lo hago, le cuento todo acerca de los vampiros.

—Bien, entiendo tu fascinación por ellos —comenta—. Pero creo que me gusta más Jane.

—Su habilidad tiene mucho atractivo, supongo.

Steven tiene hambre, y a decir verdad, yo también lo tengo un poco. Así que encargamos comida, nos desperezamos, nos tomamos unos minutos de descanso. Y cuando la comida llega, nos acomodamos en el sofá y seguimos con Eclipse.

Y así hasta que damos con las dos partes de Amanecer. Con la madrugada presente en la ciudad, con mis ojos cansados, pero felices de haber visto una vez más la saga que amo.

Aún se me hace ver a Steven desesperado cuando Aro atacó a Carlisle en lo que sería la visión de Alice. Me había comentado que el personaje le gustaba, que era su favorito de los Cullen, luego de Alice. De hecho, ella también es mi favorita.

Tal momento lo voy a recordar mucho, me reí y tuve que fingir que todo era real.

—¿Ahora si me vas a decir que te pareció? —le pregunto y se detiene un momento para pensar en la respuesta.

—Bueno, nada mal.

Me río.

—¿En serio?

—Sí, en serio. Esperaba aburrirme, no lo niego. Pero me entretuve. Es que hasta ya tengo a mis favoritos, Gia, eso creo que dice mucho.

Sonrío.

—Tienes razón.

Me pone contenta saber que le gustó, que pudo disfrutar de su reto, y que no lo sufrió como esperaba que lo hiciera. La compra de la agenda fue más molesta al parecer.

Cuando terminamos de limpiar el lío que ocasionamos, nos dirigimos a su habitación y nos acostamos con la compañía de Penélope en el medio.

Me encanta que Steven me siga hablando de la saga, buscando más información al respecto. Le ofrezco los libros y acepta con la única condición de que yo vea su saga favorita: la de Marvel.

—No me gustan los superhéroes —digo.

—Y a mí no me gustaban los vampiros.

Suspiro.

—Bien, de acuerdo. Supongo que es algo que mereces.

Sonríe feliz, muy feliz.

—Yo leo los libros, y tú ves la saga. Más que merecido, creo.

Nos quedamos en silencio, poniendo toda nuestra atención en las caricias que le damos a la gata, quien ronronea por ellas.

Y entonces vuelvo a pensar en la historia que planeo escribir. Una vez más, así como todo el día de hoy, mi mente se inunda por estos personajes que me traen muy por las nubes.

Miro a Steven, y cuando me sonríe, me doy cuenta de que debo contarle. Sé que se va a poner contento.

—Stev, quiero contarte algo.

Me mira y se acomoda para prestarme más atención.

—Claro, te escucho.

Sonrío y suspiro.

—Estoy escribiendo —se sorprende—. No hay algo muy armado aún, pero hay algo y me trae muy emocionada. Demasiado, de hecho.

—Gia, eso es genial. Me pongo contento por ti —sonríe de oreja a oreja, y en sus ojos hay un brillo especial, uno que emana la felicidad que siente por mí—. ¿Puedo saber de qué trata?

—Aún no —hace pucheros—. No, ni haciendo eso.

Se ríe.

—De acuerdo. Sólo quiero que sepas que estoy contento por eso —se mueve de su lugar para darme un beso corto—. Yo también quiero contarte algo. Pensaba no decirlo, por cábala quizá, no te enojes.

—No me enojo, lo entiendo. Yo también tenía pensado no decir nada, pero vamos, eres tú.

Sonríe.

—Lo mismo digo, eres tú —respira profundo—. Bien, he estado averiguando otras escuelas de cocina. Y encontré una que, para inscribirte, pedían un vídeo como los que ves en televisión, cocinando, enseñando la receta. Me grabé antes del viaje, y... ya he obtenido una respuesta.

Me siento con brusquedad en la cama, con tanta que Penélope se queja. Steven se ríe.

—¿Y qué dijeron?

—Me han citado, quieren hablar conmigo personalmente —sonríe. Lleva una sonrisa tan hermosa como su noticia. Que alguien lo tenga en cuenta genera alegría en él, por lo tanto, su emoción es contagiosa.

—Ay, Stev —me pongo de pie en la cama y salto. Lo siento por Penélope, me debe odiar en estos momentos. Más cuando me mira de mala manera y se baja de la cama.

Steven se ríe, dejo de saltar, y envuelvo mis brazos a su alrededor. Responde a mi abrazó, y al separarnos, sonríe.

—¿Qué escuela es? —le pregunto.

—Mils. Lo sé, queda muy lejos. A dos horas y media de aquí, pero no debo pasar por alto la oportunidad.

—Eso jamás. ¿Cuando debes ir?

—El miércoles 15, en dos semanas —suspiro pesadamente—. ¿Qué sucede?

—Nada, quería acompañarte. Pero la editorial tiene un evento ese día y no puedo faltar.

Sonríe.

—No te preocupes, ¿si? Sé que cuento con tu apoyo.

Lo abrazó más fuerte, embriagándome de su aroma. Y así como él se puso contento por mí, yo me pongo contenta por él.

Creí que le iba a llevar tiempo retomar en su confianza luego de lo que pasó, pero me gusta saber que me equivoqué.

—Entonces, ¿no sabré de que trata lo que escribes? —pregunta y me río.

—No.

—¿Mi cita con la escuela no lo merece?

—Sin chantaje, Steven Fry. Te prometo que serás el primero en saber.

Sonríe, y beso su sonrisa. Devoro sus labios, y él los míos.

Acaricia mi cuerpo, poco a poco me va desnudando, besando cada parte de mi piel. Quiero hacer lo mismo con él, pero no me deja, se concentra en darme placer.

Y vaya que lo hace demasiado bien.


Hola, hola. Cómo están? Espero que bien, y que se estén cuidando mucho. Tuve muchas ganas de actualizar, y bueno...

Veo que hay nuevos lectores, así que bienvenidos y gracias❤️

No se dan una idea de todo lo que quiero hablar con ustedes acerca de la historia, pero no puedo, aún no y eso me tiene como loca. Pero ya se dará el momento...

Gracias por acompañarme, siempre❤️

¡Nos leemos!

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