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Kamil pasó una de las páginas del informe que le leía a Giovani e iba a seguir leyéndolo cuando notó el rostro de él y como se apretaba el entrecejo. No era algo que soliera hacer. Más bien, Giovani no era de los que mostraba cuando se sentía mal, así que era de preocuparse ahora.

-¿Se siente mal?- le preguntó dejando el trabajo en segundo plano.

-Estoy bien- Giovani dijo en medio de un leve jadeo. Su voz sonaba un poco ronca y su cabeza y hombros estaban pesados- Puede ser que no haya dormido bien.

Giovani entrecerró los ojos y se acercó a él.

-Si me permite- y acto seguido puso su mano sobre la frente del Ceo palpando su temperatura. Su ceño se frunció- Tiene mucha fiebre.

Giovani negó. No era algo que tenían que mandarle a decir con nadie.

-Se pasará dentro de poco. Debió ser por la lluvia cuando fui con Isabela al juego de Allen.

Eso no convenció a Kamil. Sabiendo que Giovani era alguien terco sin decir nada salió de la oficina. El Ceo lo conocía por lo que seguro había ido a comprar medicamentos para el resfriado, así era Kamil, más pendiente de su salud que él mismo.

No era como si pudiera tomarse muchos días libres. Ya con su boca y la luna de miel mucho trabajo se había atrasado. Además, era un pequeño resfriado que cuando tomara un poco de pastillas se quitaría, al igual que el dolor de cabeza que apenas lo dejaba enfocar su pantalla.

-Vaya momento para esto- y no era solo el resfriado.

Algo le había rondado la cabeza la última noche después que sin querer había escuchado la conversación que había tenido Isabela con Allen, detrás de la puerta, cuando había ido a verlos. No había sido su intención escuchar la forma en que ella le preguntaba si él quería un padre así de la similitud física de ambos, simplemente no había podido separarse de la puerta hasta que sus voces se acallaron.

Casi había vuelto a su habitación como huyendo. ¿De qué? No sabía, pero no era la primera vez que pensaba que Allen era tan similar a él, en tantos aspectos que daba miedo. Simplemente había que ver una foto de él cuando niño para ver a un gemelo de Allen.

Y otra vez se había roto la cabeza de cómo podría ser posible. La posibilidad de que Allen fuera su hijo estaba descartada, es que no había forma. No se estaba acostando con cualquiera y menos sin protección. Y sería demasiada coincidencia que precisamente la única mujer con la que había una posibilidad de que hubiera ocurrido algo como aquello tuviera relación con Isabela.

Mirándolo por todos lados era absurdo. Y con eso estuvo toda la noche hasta que amaneció y se había ido más temprano al trabajo. Su humor no era el mejor y ya entendía por qué.

Kamil regresó quince minutos más tarde con una jaba como si hubiera comprado la mitad de los medicamentos de la tienda. Por eso no quería que se enterara de su estado.

-Tome estos medicamentos y después regrese a la casa temprano. Por favor- le dijo este sirviendo un enorme vaso de agua para la cantidad de pastillas que pronto fueron puestas delante de él.

-Juro que, si no me muero del resfriado, lo hago de sobredosis- bromeó Giovani pero no le sacó una sonrisa a Kamil. Este se notaba bastante preocupado, así que era mejor seguirle la rima, al final, con lo mal que se sentía apenas había avanzado en el trabajo.

***

Isabela no había visto a Giovani en todo el día. Incluso le había mandado un mensaje pensando que podría estar molesto con algo o que le hubiera ocurrido algún imprevisto. Allen a su lado, dentro del auto de regreso a la casa revisaba unos libros en su Tablet había notado que ella había estado seria.

-Bela, Giovani no vino con nosotros en la mañana ni ahora. ¿Están peleado de nuevo?

Ella negó.

-Al menos que yo sepa. Lo más que he hecho es no dormir en el cuarto de él y no creo que se moleste con eso.

Allen hizo una mueca.

-Pues hay que preguntarle cuando lo veamos. Me está cayendo bien, así que me gustaría charlar más con él- enfocó su atención de nuevo en la pantalla.

Isabela acarició su mate de cabello oscuro y no dijo más nada hasta que llegaron a la mansión. Ella vio a lo lejos una silueta familiar que ya se retiraba y ese sin dudas era Ignatio, el doctor personal de Giovani. Eso le preocupó.

Se bajó rápido del auto y entró en la mansión seguida de Allen.

-¿Le ocurrió algo a Giovani?- preguntó algo alarmada. Su corazón palpitaba en su pecho.

Rafael que era el receptor de la pregunta asintió.

-Pero no es nada grave. Es un resfriado debido a que llegó mojado el otro día y fatiga acumulada. Mejorará en uno o dos días de descanso. Por el momento está descansando y Kamil ya se encargó de que comiera.

Al escuchar aquello ella se sintió un poco mejor, aunque no eliminó por completo su preocupación. Entonces sintió como era tirada de su mano y se inclinó hacia Allen que quería decirle algo en voz baja.

-Bela, no sabía que tu Sugar Daddy era tan débil.

-Niño, esa lengua- ella le chocó la nariz con sus dedo- Si Giovani te oye después tendré que escucharlo a él.

Y con eso ambos fueron a la habitación. Isabela quería ver como estaba, pero Kamil que salía del cuarto de Giovani le había dicho que al fin se había quedado dormido por lo que no lo interrumpió.

Después de acostar a Allen y dejar todo listo para el próximo día, esa sensación de querer verlo y saber si estaba todo bien con él aún permanecía en su interior. Pensó que simplemente podría ir a verlo, y con la misma volver. Sería rápido y nadie tendría por qué enterarse.

Y así lo hizo. Salió y caminó hasta puerta de él. Ya todos los pasillos tenían la tenue iluminación dada la hora y había escuchado los pasos de Kamil alejarse mucho antes. Para su suerte la puerta estaba abierta así que entró en silencio.

El aire acondicionado estaba encendido, pero dejando solo la habitación fresca. En medio de la habitación vio a Giovani durmiendo boca arriba y su pecho cubierto por la colcha subía y bajaba frenéticamente.

Ella se acercó preocupada y pudo notar el semblante pálido pero las mejillas enrojecidas debido a la luz de la mesita de noche. La banda húmeda sobre su frente se había corrido y no se había equivocado, él estaba jadeando.

Isabela frunció el ceño y recogió la banda para humedecerla. Antes palpó su frente y aunque la fiebre había disminuido aún se mantenía ahí. Además, notó que el cuello y más abajo estaba empapado de sudor. Debía estar incómodo.

Iba a girarse para humedecer la banda cuando la mano que tenía sobre la frente de él fue agarrada. Ella se sobresaltó por el rápido movimiento para después calmarse al encontrarse con la mirada azulada y algo nublada de Giovani.

-No te vayas- le dijo él jalando su mano hasta su mejilla y pegarla allí- Estás fría, te sientes bien.

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