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Isabela se encontraba recostada en el balcón de la habitación con una sonrisa en su rostro. La voz infantil que escuchaba del otro lado del celular la llenaba de gozo y le hacía olvidar cualquier malestar. Deseaba volver pronto para tener a Allen entre sus brazos y llenarlo de besos.

-...y terminé toda la tarea pendiente. El profesor estaba algo molesto porque me había tomado unos días libres. Hombre tacaño.

Isabela bufó imaginándose el puchero del niño mientras le contaba aquello.

-Recuerda no protestar delante de él para que no te castiguen- le consoló ella- si algo pasa me dices y le decimos a Giovani que se encargue- lo decía en tono de broma.

Unos segundos de silencio.

-¿Te está yendo bien con Giovani?

Isabela miró por encima del hombro al hombre recostado en la cama que miraba la televisión. Después de dormir más tranquilo después del baño que se habían dado tenía un mejor semblante, y ella también.

-Si, nos estamos divirtiendo, cuando regrese te cuento.

-Está bien, Bela, pero si él te hace algo me avisas para golpearle las pantorrillas.

Ella se rio y le lanzó un beso.

-Nos vemos pronto- y cortó la llamada que había durado más de media hora.

Bajó el celular de Giovani con pesar dado que ahora que había hablado con Allen más lo extrañaba y es que apenas llevaban poco tiempo separados. El móvil de ella se encontraba cargando y se había tomado e atrevimiento de tomarlo. Giovani no se había ni inmutado. Como cuando uno no tiene nada que esconder.

-¿Ya terminaste de hablar con Allen?

Isabela soltó un chillido de susto y el celular entre sus manos saltó por el borde del barandarl del balcón. Giovani, que se había puesto detrás de ella me movió rápido y lo logró atrapar antes que este terminara abajo, todo desbaratado. Una gota de sudor corrió por su sien.

-¿Bela... tienes idea de todo lo importante de trabajo que tengo dentro de este celular?

Ella apretó los labios inocentemente.

-¿Lo siento?

Giovani la miró, guardó el celular antes que algo le ocurriese de nuevo, y después la abrazó desde atrás haciéndole cosquillas en la barriga.

-¿Solo lo sientes?- sentía a la mujer retorcerse y reír contra él- Crees que te perdonaré tan fácil.

-Basta Giovani, jajajajaja, basta- ella se reía por las cosquillas- me rindo, me rindo.

Él no se detuvo hasta que la tuvo jadeando recargando su peso contra él. La sostuvo deteniéndose al fin y le dio un beso en el cuello dejando una marca que la hizo gemir levemente.

-Al parecer tendremos el resto del día tranquilo- le comentó- Mis padres tuvieron que salir a un encargo hoy en la mañana junto a mis hermanos mayores y regresarán mañana temprano. Así que si habían planeado algo por lo menos tomará tiempo.

-¿Cuándo regresaremos?

-Mañana es lo más seguro- le dijo él. Si nos vamos así si más hoy puede ser un problema.

Ella asintió con la cabeza. El calor que el hombre le proporcionaba dado que solo tenía una camisa de hilo roja muy fina, era realmente cómodo. Y cerró los ojos.

-Aún está uno de tus hermanos aquí. ¿No será un peligro? Si tu familia se fue quizás le dejaron el plan de acción a él. ¿Te imaginas?

Giovani se tensó un poco. Isabela como siempre tan perspectiva. Además, él también había encontrado extraño que sus padres no hubieran hecho algo.

-Lo que me preocupa es la prueba de verificación-

Ante eso Isabela giró la cabeza.

-¿la qué?

-Prueba de verificación. Ellos lo más probable es que la hagan mañana para garantizar que realmente seas virgen. Por eso estoy preocupado que estén tan tranquilos.

-me estás poniendo nerviosa Giovani y no me tientes porque siento que me voy a tener que ir huyendo de aquí.

Los brazos de Giovani la apretaron más contra él y le dio una mordida en la oreja.

-Si piensas que te dejaré ir estás muy equivocada- y volvió a hacerle cosquillas cuando su puerta fue tocada.

Él chasqueó la lengua molesto y soltando a Isabela fue a ver quién era. Al abrir su semblante se puso muy serio. Isabela caminó y se detuvo detrás de él solo que, a diferencia de su esposo, ella tenía el rostro sonrojado y los ojos aguados de haberse reído, pero parecía que había estado haciendo otra cosa.

-Al parecer mi hermano está pasando un muy buen momento para no haber bajado en todo el día- Markus le sonrió del otro lado.

-Lo que yo haga con mi esposa en la habitación no es asunto de ustedes.

Markus alzó la ceja en dirección a Giovani.

-Oh, bueno, la verdad es que, si es de interés ya que todos nos preguntamos si realmente ella, con su edad, y jugando contigo en el cuarto sigue siendo virgen.

Giovani apretó tan fuerte su mano que sus nudillos se volvieron blancos. Se tensó tanto que los músculos se marcaron en su espalda incluso por debajo de la piel. Isabela rápidamente agarró la mano de él y la abrió entrelazando sus dedos y la otra masajeó su espalda por detrás con disimulo. No debía dejar que él explotara, eso era lo que deseaba aquello que se hacía llamar su familia.

Markus esperó unos segundos y soltó una carcajada.

-Cambiando de tema, es hora de la cena, eso fue lo que vine a decir.

-¿Y viniste personalmente a decírnoslo?- Giovani le cuestionó.

Markus alzó los hombros con despreocupación.

-Acaso es un problema que venga a hablar con mi hermanito que se ha pasado todo el día con su esposa encerrado en el cuarto. Ni siquiera le has enseñado los enormes terrenos. De seguro ella estará muy encantada de conocer lo que a su esposo supuestamente le pertenecerá.

-No tengo interés- Isabela le respondió pronto y se recargó en Giovani mostrándole su apoyo- Acaso tengo que estar con un hombre por dinero- inclinó la cabeza- él tiene otras dotes que no son precisamente billetes.

La sonrisa de Markus se desvaneció del rostro y entrecerró los ojos.

-No sé qué puedes encontrar en él realmente. Ni siquiera es capaz de dar hijos ¿lo sabías o solo te tenía en esa nebulosa de mentiras? Así que si ganas un peso ni siquiera le podrás sacar un hijo para quitarle dinero.

Isabela tuvo que aguantar a Giovani que parecía tener intenciones de golpear a su hermano por el tono que había usado contra ella, pero no era necesario que la defendiera.

-No tengo porque responderle eso. No le importa- le respondió en un tono tan tosco que hasta Giovani se sorprendió.

Este rápidamente recobró la compostura y antes que su hermano dijera algo más y él tuviera que tomar cartas en el asunto, se giró hacia él.

-No bajaré a cenar, que nos suban algo sencillo de digerir- y rápidamente cerró la puerta escuchando una protesta del otro lado, mas no le importó.

Agarró a Isabela de los hombros y la pegó a la puerta poniendo una de sus rodillas entre los muslos de ella. Se inclinó y llenó la boca de ella rápidamente con su lengua. La mujer se impresionó por el ataque de él tan repentino y a la vez tan profundo, al punto que después que él jugara con su lengua hasta que le dolió y la saliva se derramó por el borde de su labio, tuvo que golpearle con fuerza la espalda para que la dejara respirar.

Giovani, renuente, sacó la lengua de la boca de ella arrastrando un grueso hilo de saliva. Isabela soltó un profundo gemido y comenzó a jadear.

-Acaso quieres matarme, maldita bestia- se tuvo que sostener contra él.

-No era mi intención- el Ceo se relamió los labios- Pero esta vez, solo esta vez no protestes ni pongas resistencia- su voz sonaba algo rara e Isabela supo que algo no estaba bien con él. Claro estaba molesto.

Por lo que no protestó cuando él la agarró por los muslos impulsándola hacia arriba haciendo que ella se abrazara a su cuello y la llevó a la cama. Él se sentó y a dejó a horcajadas sobre él. Acto seguido le agarró la barbilla algo más brusco de lo normal y volvió a besarla. A devorar cada parte de su cavidad dejándola temblorosa y jadeante cuando la puerta fue nuevamente tocada anunciando que la cena había ya llegado.

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