59
Giovani volvió a la suit con dolor en los brazos después de haber estado nadando por no sabía cuándo tiempo en un intento de enfriar su cabeza. Las palabras de la mujer aun retumbaban en su mente
«No sé por qué acepté el contrato»
Porque le hacía falta el dinero, por qué más. Ella se notaba que estaba en una situación difícil y lo había comprobado en el tiempo que llevaba junto con ella. También había llegado a la conclusión de que estaba siendo muy intenso con ella. La mujer estaría casada solo dos meses con él, en cambio él quería saber de toda su vida como si fuera su marido real. Estaba cansado.
Ah, suspiró llevando su cabello hacia atrás.
Encontró a Allen sentado en el sofá en la sala central viendo un documental de fauna salvaje en ingles en la televisión y le dio curiosidad. Se acercó a él y le preguntó.
-¿Entiendes lo que dicen?- dado que no había subtítulos en la pantalla mientras explicaban.
Allen asintió.
-Soy bueno con los idiomas, Isabela a pesar de todo se encargó que aprendiera lo más que pudiese.
Isabela, Isabela. Su pecho palpitó y frunció el ceño. Se dio media vuelta y fue entrando a la habitación. Allen se arrodilló en el sofá y le gritó.
-Bela quiere hablar con usted- pero ya Giovani había cerrado la puerta.
Allen miró a Kamil que entraba en la suit.
-¿Está molesto?- preguntó.
Kamil se tomó uno segundos en responder.
-Tiene cosas que pensar y tu madre lo está volviendo loco.
Allen fue a responder, pero mejor no. Era un niño después de todo. Había temas en los que no debía meterse de más. Eso le había enseñado Isabela.
***
Isabela abrió los ojos cuando la oscuridad se estaba cerniendo en la habitación. Con la leve luz de la lámpara de la mesita de noche pudo ver que eran sobre las 8 de la noche. Se había quedado dormida por completo y al sentarse en la cama se sintió más revitalizada.
Había tenido la cabeza caliente. Quizás por los múltiples eventos que la habían tomado con las defensas bajas. Tenía que centrarse. El matrimonio tenía un fin. Ella necesitaba el dinero y Giovani, aparte de cualquier cosa era un hombre bastante decente en todo el sentido de la palabra. Así que no podía ser malagradecida.
Hablaría con él. Le contaría más o menos su situación, y después, vería como se desarrollaban los hechos. Eran ahora marido y mujer después de todo.
Así que se dio una ducha rápido, se cambió por un short y un pullover suelto y trenzó su cabello en una larga trenza. AL salir encontró a Allen comiendo en la mesa junto a Kamil.
-Bela- este la llamó agitando la mano.
Kamil se levantó y buscó en el bar un jugo de cubiertos y un plato.
-Gracias- dijo ella sentándose y comenzando a servirse- ¿Y Giovani?
El niño y el hombre se miraron.
-Él está descansando en su habitación- Kamil respondió de forma plana.
Isabela asintió y comió rápido para ir a hablar con él. No era que pudiese tragar mucho. Sentía su corazón palpitar en su pecho de los nervios. Una vez terminó antes de ellos dos se levantó.
En ese momento Giovani salía de la habitación vestido con un pantalón y una camisa de seda, pareciendo a punto de salir.
-Kamil, vuelvo a la mansión. Encárgate de todo- no miró a ninguno de ellos. Si Isabela quería que las cosas entre ellos fueran frías, pues lo serían. Ya no daría un paso más hacia a ella, al final siempre terminaba rechazándolo. Y él no era hombre con la paciencia suficiente para aceptar que lo rechazaran constantemente. Era a lo que había llegado.
-Giovani- Isabela lo llamó.
-Cuando regreses puedes quedarte en tu habitación o en la de Allen- le dijo él dándole la espalda.
Isabela alzó una ceja. ¿Y ahora que le pasaba?
-Giovani, quiero hablar contigo- ella insistió caminando hacia él.
-No tengo nada que hablar contigo- no caería ni flaquearía, porque él se conocía, la mujer era una tentación. Una que tenía que controlar y para eso tenía que alejarse porque con solo verla quería ponerle las manos encima.
-Giovani- ella lo llamó mas él solo la volvió a ignorar.
-Maldito Giovani- el Ceo la sintió gruñir detrás de él antes de sentir como algo golpeaba su nuca con fuerza.
-¿Qué demonios?- al girarse vio uno de los cojines del sofá en el suelo.
-te estoy diciendo que quiero hablar contigo. Responder tus preguntas y ahora no quieres. Pues bien, no las escuches- le gritó ella dándose la vuelta y dirigiéndose hacia el cuarto. Se había llenado de valor para decirle su pasado, uno que escondía en una caja llena de púas, y él solo la ignoraba.
Sin embargo, cuando fue a abrir la puerta su cuerpo fue alzado. Soltó un chillido al ser puesta sobre el hombro del hombre. Este se dio media vuelta con ella, como si no pesara nada y caminó en la dirección contraria.
-Kamil, cuida a Allen y que nadie entre. Isabela y yo tenemos que hablar muchas cosas.
Kamil asintió, aunque conociendo la situación sabía bien que no solo sería hablar lo que harían ellos dos. Se giró hacia el niño que tenía una ceja alzada.
-Él se va a devorar a mi mamá, ¿verdad?
Kamil tenía el rostro serio.
-No crees que tienes una mente muy amplia solo para tener diez años.
-Yo no tengo una mente amplia, es que ellos no son para nada discretos. Soy un niño, no se controlan.
Y Kamil sabía que podía reírse a carcajadas por los comentarios ocurrentes de precisamente este niño, pero que parecía más racional que lo dos adultos que se habían perdido en la habitación de Giovani.
***
Isabela iba a protestar pues la posición no era nada cómoda y los fuertes músculos en su abdomen causarían fácilmente hematomas más no tuvo tiempo pues fue arrojada en la cama. Su rostro fue agarrado por la mano de Giovani, girado hacia arriba y sus labios fueron atrapados por los del Ceo.
Y a diferencia de otras veces fue un beso rápido, y no tan pasional como otras veces. Ella pensó que realmente porque estaba molesto, porque lo estaba, pero se dio cuenta que fue consciente del pequeño parche en su labio al separarse de ella.
-Espero que lo que me digas me convenza porque estoy realmente molesto y frustrado en este momento.
Las miradas de ellos se encontraron e Isabela asintió.
-No te vas a arrepentir.
Giovani entrecerró los ojos, y se levantó de ella sentándose del otro lado de la cama.
-Pues comienza a hablar. Soy todo oídos. Depende de lo que digas puede que te recompense bien.
E Isabela sabía muy bien a que se refería.
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