
52
La luz entraba por la rendija de la ventaba iluminando levemente la habitación, mas no fue eso lo que hizo que Giovani abriera los ojos.
-Mierda- fue su primera palabra alzando la cabeza de la almohada y mirando hacia la puerta con los ojos pequeño de haberse acabado de despertar.
La mujer que estaba entre sus brazos acostada de lado se removió e hizo un sonido con la garganta de incomodidad.
Giovani no quería levantarse. El reloj de su mesa de noche marcaba las 7 de la mañana. Él aún estaba cansado del día anterior, tanto de la ceremonia, como lo que había hecho con Isabela y teniendo que encargarse de limpiarlo a los dos, que ahora estaban desnudos en la cama. La ropa socia se había encargado de ella y el vestido de noche descansaba encima del sofá del juego que estaba en un costado del cuarto.
Esperó que la puerta dejara de ser tocada, pero no, no fue así y gruñó. Todos sabían en su mansión que él tenía un horario estricto que se entregaba el día anterior y entre los puntos estaba a la hora que se levantaba, antes de eso nadie podría tocar su puerta a menos que fuera una emergencia y casi siempre lo hacía Kamil que para eso vivía en la misma casa. Pero para nada ese era el toque de Kamil. No le quedó más remedio que levantarse de la cama, dejando pesadamente el cuerpo de Isabela sobre la cama y cubriendo la desnudez de ella de nuevo.
Él cubrió la suya con una bata limpia de seda negra y caminó hacia la puerta abriéndola. Delante de él estaba quien se imaginaba, uno de los dos integrantes de la casa que no conocían sus reglas todavía.
-Buenos días- Allen, vestido en un piyama de algodón con cuadros que hacía poco le habían comprado lo saludó. Su rostro estaba serio.
-Buenos días- Giovani bostezó- Es muy temprano todavía.
Eso no detuvo a Allen.
-¿Puede devolverme a Bela?- había seriedad y firmeza en su pregunta. Era más como una exigencia.
El ceo alzó una ceja y miró por encima del hombro a la mujer que aun dormía en la cama completamente agotada.
-Tu mami está durmiendo todavía- inclinó la cabeza con cero intenciones de regresarle a Isabela- Cuando ella se despierte ella irá a verte.
El ceño de Allen se frunció.
-¿Le hizo algo a Bela?
Giovani pestañeó ante la pregunta.
-¿Por qué le haría algo? Ella ahora es mi esposa, vive en esta casa contigo, no recuerdo haberla tratado mal en ningún momento.
Allen apretó los labios ante la respuesta de él.
-¿Bela está bien?- ahora había preocupación.
Giovani no entendía la reacción del niño. Primero molesto, ahora preocupado.
-Solo está descansando después de una jornada agotadora. Se lo merece. ¿Por qué no estaría bien?
Allen tenía la boca en una dura línea.
-Por nada- y dio media vuelta para irse, pero su hombro fue aguantado por la mano de Giovani.
-Espera ahí cachorro. No me vas a dejar con la intriga. Habla- usó un tono que no era para asustarlo, pero sí de exigencia.
Allen bajó la cabeza renuente a hablar.
-Bela siempre hace cosas que pueden hacerle daño para protegerme. Anoche dijo que dormiría conmigo, que no me dejaría, pero cuando abrí los ojos no estaba- las manos de Allen comenzaron a temblar- Esto ya pasó una vez y no vi a Bela en mucho tiempo hasta que ella logró recuperarme.
Giovani no entendía del todo lo que decía el niño, pero sabía que ambos parecían haber tenido un pasado complicado. Mas sacarle toda la información al niño así sería brutal y estaba seguro que Isabela no le contaría nada. Sin embargo, tenía formas para sacarle la información que necesitaba. Tenía curiosidad ahora por varias cosas. Desde por qué el niño se parecía a él, por qué ella parecía que siempre estaba escapando y alerta y por qué ella necesitaba tanto dinero como para ceder a sus caprichos o exigirle los pagos.
Soltó el hombro de Allen para sobarle la cabeza alborotando aquel cabello oscuro tan familiar.
-Te garantizo que Isabela está bien. La próxima vez que no la veas contigo estará conmigo en el cuarto, eso sí, nunca entres antes de tocar- le advirtió- Los adultos, de vez en cuando tienen que hablar de cosas de adultos.
Allen le quitó la mano de la cabeza que comenzó a ser incómoda.
-Soy un niño, no diga puercadas- Allen le dijo alzando una ceja.
Giovanni no pudo evitar soltar un bufido y apretar la mejilla esponjosa de Allen.
-te dices niño cuando te conviene.
Allen hizo un puchero.
-ve a dormir un poco más- le dijo el Ceo- más tarde comenzaremos a empacar que en la noche saldremos de viaje a un hotel que reservé.
Los ojos de Allen brillaron.
-¿Un hotel?
-Sí, uno bien lujoso, pero si no duermes un poco más y dejas a Isabela conmigo otro rato no te llevaré.
Allen apretó los puños.
-Eso es chantaje a un niño. Lo voy a denunciar por violar el decre...
-Si, si- Giovani lo agarró de los hombros y lo giró en dirección a su cuarto- Lo que digas, ve a dormir un rato más, es muy temprano.
Allen lo miró por encima del hombro ceñudo. Definitivamente era un niño complicado con el que tratar... igual que con la madre. Cuando lo vio entrando a la habitación Giovani cruzó los brazos encima de su pecho.
-Kamil- lo llamó.
Cinco segundos después sintió la presencia de su guardaespaldas detrás de él.
-Buenos días, qué desea.
Giovani se giró enfocándolo con sus orbes sumamente azules.
-Te tengo una tarea. Averigua todo lo que puedas de los antecedentes de Isabela y de Allen y la razón por la que ella necesita tanto dinero. Quiero el informe completo lo antes posible. Si mi esposa tiene problemas que puedan hacerse mayores tendré que lidiar con ellos o puede ser un arma que mi familia use en mi contra.
-Entendido- Kamil inclinó la cabeza.
-Y da órdenes para que preparen el viaje para cuando salgamos esta noche.
-No se preocupe.
Kamil dio media vuelta y se fue. Giovani sabía que él no necesitaría muchos días para recopilar la información, aun si estuviera con ellos en el hotel de la isla que había reservado. Era un hombre con varios conectos eficiente.
Bostezó. Aún era muy temprano y al igual que Allen iría a dormir. Lo necesita, así que se encaminó a la habitación y una leve sonrisa se proyectó cuando vio que a diferencia de muchos días su cama no estaba vacía. El largo cabello de Isabela caía sobre su almohada ahora trenzado. Se metió debajo de la colcha regulando el aire acondicionado, y después de quitar su bata para quedarse de nuevo desnudo, y la apretó contra él. La espalda de ella tocó su pecho y se amoldó a su cuerpo.
Giovani enterró su rostro contra la nuca de ella y cerró los ojos. Isabela se removió levemente, pero fue para acomodarse y siguió durmiendo en los brazos de él.
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