18
Isabela entró al comedor caminando lentamente escuchando a los dos hombres y manteniendo el equilibro lo mejor que podía. Las heridas no habían sido profundas como tal, pero su rostro era de los lugares donde menos se coagulaba su sangre y esta al ser muy liquida manchaba dando la ilusión de ser más de la que era realmente.
Su aspecto impactó a la sirvienta que dejó caer la jarra de jugo en sus manos haciendo un fuerte estruendo. Giovani no tuvo que ordenar nada para que ella comenzara a recogerlo rápido, y era porque él estaba atónico. No era solo la ropa de Ignatio la que estaba manchada de sangre, la blusa de cuello alto de ella que debía ser de un color verde olivo, ahora tenía una enorme macha húmeda que bajaba hasta su jean. Eso era bastante sangre. Además, había un enorme parche en su mejilla cubriendo las tres marcas que ahora estaban allí.
-¿Qué demonios de pastillas estás tomando?- sin darse cuenta él gritó.
Isabela lo miró con calma y se apoyó en la mesa con disimulo para no dejar en evidencia que estaba mareada.
-Son unas vitaminas, no sabía que me pusieran en ese estado- mintió descaradamente. Había sido buena la búsqueda que había hecho tiempo atrás sobre los medicamentos que podían diluir la sangre, apareciendo entre los resultados unas vitaminas que le permitirían huir de diversos interrogatorios, como el que le había hecho el doctor dentro del baño ante todo el desastre.
Ella era una persona cautelosa y después de todo lo que había tenido que pasar con Allen, que se supiera su condición sería su mayor debilidad. Por lo que nadie debía saber sobre su estado y mucho menos el hombre frente a ella.
-Malditos estos jóvenes de ahora que se automedican sin tener en cuenta nada. Irresponsables- dijo Ignatio de mala manera, pero ya estaba sacando una receta y comenzaba a llenarla- Mándale a buscar estas pastillas, son mucho más efectivas y no son ni de lejos tan mortales como las que está tomando- le puso delante el papel a Giovani.
El Ceo lo agarró y levantó la mano por encima del hombro donde fue Rafael quien lo agarró sabiendo que hacer.
-Su rostro- Giovani fue directo.
Ignatio suspiró.
-Sus heridas fueron leves, apenas unos rasguños que cerrarán pronto y no dejarán cicatrices- enfocó a la mujer acusadoramente- Pero ella tenía que estar tomando eso y mira ahora el desastre.
Isabela que lo que deseaba era irse a cambiar y descansar solo alzó una ceja.
-ya me ha regañado...- contó con sus dedos- Más de 7 veces, no necesito que me lo repitan más. Las voy a dejar de tomar ¿contento?- sonrió discretamente para no mostrar realmente como se sentía.
Ignatio la miró con desconfianza y volvió a buscar dentro de su maleta sacando un pote con una etiqueta dorada y se la dio.
-Cuando te quites el parque usa esto tres veces por noche, ayudará con la cicatrización. Si todo va bien en una semana estás como nueva.
Giovani miró la escena y de alguna forma el comentario le dio un leve alivio, porque sabía lo importante que era el rostro para las mujeres y más ella que iba a ser su esposa.
-Bueno, me voy si no hay necesidad de más nada- Ignatio se giró hacia Giovani y le dio la mano. Acto seguido se fue dejándolos a los dos en el comedor junto con los empleados.
Isabela ahora no sabía qué hacer. Esa casa era enorme y...
-¿Dónde está Allen?- eso era lo más importante.
-Está ya en su cuarto. Kamil está cuidado de él- Giovani se levantó ya habiendo arreglado un poco su ropa.
-Iré con él, debe estar un poco asustado con todo esto- Isabela se dispuso a irse cuando él la detuvo agarrando su muñeca.
-Lo irás a ver así- le indicó con un movimiento e la cabeza el estado de su ropa.
Isabela no había tomado eso en cuenta dado que Allen era consciente de su estado de salud y no sería la primera vez, aunque ella se cuidaba mucho que no la viera. Sin embargo, Giovani no lo sabía.
-Sí, iré primero a cambiarme de ropa. Ella con un movimiento rápido de su mano se soltó, pero cuando se dio la vuelta se dio cuenta que no sabía cuál era su habitación. Lo miró por el rabillo del ojo.
El Ceo no dijo nada. Pasó por al lado de ella y le indicó que lo siguiera.
-¿Has desayunado?- le peguntó antes de salir.
-Si- ella mintió. No había tenido tiempo de preparar algo para los dos y se había centrado en Allen, además, prefería cambiarse y dormir un poco. Perder sangre para ella era agotador.
Giovani no volvió a insistir y la llevó en dirección a la escalera donde comenzaron a subir. No era grande, pero para Isabela si le pareció cuando iba por la mitad y se detuvo jadeando un poco.
Él que iba a su lado de detuvo y con un rápido movimiento gracias a sus reflejos y la sostuvo por la cintura al ella tambalearse peligrosamente hacia atrás.
-Eres una mujer bastante problemática ¿sabías?- la pregunta fue plana.
Ella jadeó un poco y abrió los ojos que no supo en que momento los había cerrado.
-Y usted puede ser bastante insensible- su voz salió más débil de lo que ella planeó- No estoy así por mi culpa precisamente.
Los ojos de Giovani se entrecerraron ante el tono acusador, después de todo habían llegado a un acuerdo que Samantha debería estar lo menos posible alrededor de la casa para evitar eventos similares.
-En todos los años que llevo de vida solo conozco muy pocas personas que me han podido hablar en un tono como el tuyo, no les ha ido bien.
Isabela se llenó de fuerza y giró su rostro hacia él con su acostumbrada falsa pero elegante sonrisa. Le dolió un poco mas no lo mostró.
-Pues debería irse acostumbrado, no todos nos intimidamos con su poder. Además, no creo que tenga el mismo destino que esas personas, porque si me pasa algo creo que usted correría con peor suerte ¿verdad, futuro esposo?
Isabela se había levantado llenando su mente de diversas frases y formas de cómo enfrentar a este hombre para que no la tratara de forma inferior, incluso si tenía que ir en contra de su carácter natural. Prefería ser alguien pacifista, lástima que el mundo estaba en su contra.
Giovani se llenó de paciencia con ella y se acercó más contra la mujer, acorralándola. La cadera de ella ahora estaba recostada peligrosamente contra el barandal de la escalera y solo se mantenía estable por el fuerte agarre del hombre.
Isabela pudo sentir los fuertes latidos del corazón de él contra su pecho dada la cercanía. El calor de él se filtraba hasta ella y apretó los labios en una línea fina. El olor masculino y de gel de baño aun impregnado en él y la envolvía. Intentó alejarse, pero era totalmente inútil, solo le quedaba enfrentar la situación. Su mano se agarró tan fuerte del barandal que se puso blanca.
-Te lo voy a decir muy lento, aquí entre nosotros dos- Giovani se inclinó hacia adelante, a pesar de que ella se corrió hacia atrás unos centímetros, los labios de él quedaron a pocos milímetros de los de ella.
-No me tientes Isabela, estás en mi terreno y puedo ser más peligroso de lo que te imaginas. No cruces la raya- sus dientes estaban apretados.
Por su parte ella relajó los hombros y no dejó se alejarse, fue entonces que sus labios estuvieron tan cerca que casi se rozaron.
-He tratado con personas que estoy segura son mucho más peligrosas que usted y míreme aquí. No se preocupe, puedo parecer frágil, pero le aseguro que puedo lidiar con usted.
Y Giovani no supo su ella estaba jugando o lo decía en serio porque su cabeza estaba más centrada en el roce con los labios de ella que en sus palabras.
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