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10

Para cuando Kamil entró dos horas después la escena que encontró lo desconcertó. Miró a Gionani sentado detrás de su escritorio, trabajando normalmente, mientras la mujer en la que había puesto su mirada estaba dormida en el sofá de la oficina. Su impresión debió reflejarse de más en su rostro pues el Ceo alzó la mirada.

-¿Qué?- preguntó este dejando de lado los papeles que tenía en su mano.

-Ella...- dijo sus orbes en la mujer que dormía profundamente boca arriba ajena a su alrededor. Las marcadas ojeras habían desaparecido paulatinamente de su rostro.

-Digamos que es ahora mi nueva directora financiera- dijo Giovani como si fuera lo más normal del mundo- Y si todo va bien, mi esposa luego. Es una mujer bastante dura de convencer, pero me impresionó cuando firmó el ascenso.

Kamil se acercó a él para no tener que hablar en voz baja.

-¿Está seguro de esto? Ella es una mujer ordinaria. No sabemos mucho de ella, y si tiene algún plan entre manos. Ya tenemos bastante con su familia y sus artimañas.

Sin embargo, una sonrisa apareció en el rostro de Giovani.

-Bueno, si es una arpía solo tengo que tener cuidado con sus garras, y mi familia también.

Kamil quería seguir argumentando, pero pensó que mejor no hacerlo. Giovani era de pensamientos fijos y si decía que quería a la mujer, nada lo haría cambiar de opinión.

-Y Samantha- se atrevió a preguntar.

-¿Qué ocurre con ella?- el rostro de Giovani se había vuelto serio de pronto- No es la primera vez que me lo preguntas.

-Sabe a qué me refiero. Parece tener mucho interés en esta joven. Y usted tiene pareja.

Giovani frunció ligeramente el ceño y bajó la cabeza algo pensativo.

-Esta chica de aquí solo es un negocio y un embullo del momento. Nada más. Dejemos de hablar del tema, aún tengo trabajo.

Kamil asintió.

-¿La despierto?- miró a Isabela por encima del hombro. No sería bueno para la reputación de ambos si se regaba el rumor de que ella estaba allí tan familiarmente.

Giovani se quedó pensativo por un momento.

-No, no lo hagas. Lo haré yo mismo más tarde- una sonrisa pícara apareció en sus labios- No me dio la oportunidad de decirle realmente lo que deseo. No la perderé de nuevo.

Kamil se quedó quieto un momento.

-¿Necesita que le alquile alguna habitación de hotel?

-¿En serio me estás preguntando eso Kamil?- Giovani se apretó el ceño – Virgen, la mujer tiene que llegar virgen al matrimonio. Cómo demonios la voy a meter en un cuarto de hotel. Sabes muy bien lo que hago con puertas cerradas.

El guardaespaldas no se vio arrepentido de haber dicho aquello. Si un hombre se interesaba en una mujer lo más normal era ir a un hotel y tener sexo con ella. Al menos así era en su caso.

-Disculpe- solo dijo aquello.

-Mira, mejor ve a buscar su bolso y tráelo y deja dicho las nuevas modificaciones en la plantilla, y da alguna excusa de porque ella no vuelve a su puesto- dijo Giovani enfocándose de nuevo en su computador dando por terminada la conversación.

Kamil asintió y salió de la oficina.

-Kamil- Samantha se levantó rápidamente después de soltar su celular como si la conversación que tuviera fuera un misterio.

-¿Qué ocurre?- a pesar de que la conocía de hace muchos años no tenía mucha relación con la mujer. Realmente no le importaba mucho. Le interesaba más la imagen y el bienestar de la única persona que lo había cuidado desde niño.

-Bueno...- ella se mostró nerviosa- Esa mujer... aún está allá adentro ¿Qué está haciendo Gio con ella?

Kamil miró la puerta por encima del hombro y regresó su rostro hacia la mujer.

-Eso debes preguntárselo a él. Tienes sus razones para estar interesado en ella. No soy quien para decirte- y con la misma pasó por el lado de ella en dirección al elevador.

Por su parte Samantha se quedó allí quieta. Mordiéndose la uña arruinando su manicura. Definitivamente esa noche tendría que hablar seriamente con su pareja. Así que agarró su celular y le mandó un mensaje. No entraría y formaría un escándalo. Conocía demasiado a su pareja y tenía mejores métodos para convencerlo, aunque muchas veces tenía que esforzarse el triple sin resultado. Además, podía ser contraproducente y molestarlo. Giovani era impredecible, molesto. Pero de la algo estaba segura, a su hombre no se lo quitaba nadie.

***

Isabela se sintió refrescada después de removerse. Sus párpados se agitaron suave y un ligero gemido salió de sus labios. Su cuerpo no pesaba como antes y estaba menos cansada. Incluso el dolor de cabeza se había desvanecido lo suficiente como para no ser una molesta.

Espera... durmiendo, descansada.

Abrió los ojos de golpe, sentándose con la misma velocidad.

¿Estaba?

-¿Dormiste bien?- la voz que escuchó la hizo moverse buscando la fuerte y fue que se percató que ya era el sol se estaba ocultando. El color dorado que inundaba la oficina era exótico y elegante. Solo que ella no tenía tiempo de admirarlo.

Sobresaltada miró su reloj. Eran más de las 7 de la noche. O dios, no. Estaba tarde. Ella había quedado en llegar temprano y cocinar para Allen. Era su madre, debía ser más responsable. Por lo que se levantó rápido con intenciones de salir y montarse en lo primero que apareciera cuando la voz de él la volvió a detener.

-Espera. Ya casi termino. Yo te llevó.

Isabela se giró hacia él. Estaba tan enfrascada en llegar para buscar a Allen que no tenía cabeza para nada más.

-Yo...

-Insisto. Es tarde, puedo llevarte en el auto. Será más rápido- Giovani aun tecleaba en su computadora y le hizo seña con la barbilla donde estaba su bolso.

Rápidamente Isabela lo agarró y buscó el celular. Él no pudo escuchar la conversación, pero supo que lo que hubiera conversado le había dado alivio pues los hombros tensos de ella se relajaron. Giovani sonrió ligeramente. Si ella estaba más relajada sería más fácil que aceptara su oferta. Porque él se estaba quedando sin tiempo y no desistiría con ella.

Diez minutos más tarde él se levantó agarrando su maletín.

-¿Nos vamos?

Isabela lo copió sobándose el golpe en su frente. Para ese momento era un marcado hematoma. No muy grande, pero si notorio. De seguro Allen la interrogaría. No recordaba como había ocurrido.

-Tú cabeza se cayó sobre la mesa. Caíste dormida de golpe- Giovani le explicó mientras ambos salían de la oficina.

Ella asintió. No importaba si solo se hubiera hecho un rasguño. Era seguro que el hematoma vendría. Mas no dijo nada. Ambos bajaron en el ascensor. Giovani notó que Samantha ya se había retirado y sabía perfectamente a dónde. Lo esperaba en su casa y él tendría una conversación sería con ella, pero mientras tanto, le importaba más intercambiar con la mujer a su lado.

Ya en el estacionamiento Isabela se detuvo delante del auto de lujo de color negro frente a ella.

-¿Usted va a conducir?- no pudo evitar preguntar dado que no había nadie más allí.

-Kamil es mi guardaespaldas y chofer, pero eso no significa que no puedo ir por mi cuenta. Él tenía que hacer algunos encargos míos y yo...- su mirada recorrió a la mujer de arriba abajo- tengo mis propios asuntos que resolver.

Y ante eso Isabela vaciló en subir al auto. Al final lo hizo. Si él no le había hecho nada mientras estaba durmiendo profundamente en su oficina, de lo que todavía no salía del shock, no debía ocurrir nada ¿verdad?

Una vez dentro pudo ver por el retrovisor parte de su imagen y se acomodó el cabello como pudo. Estaba hecho un desastre, al igual que su rostro que se notaba que había tenido una larga sienta. En serio, se preguntaba que había visto ese hombre en ella para pedirle tener sexo en primero lugar.

Estaba tan enfrascada en sus pensamientos que no se percató que el auto había comenzado a moverse hasta que se detuvo en un semáforo. El aire acondicionado era agradable en el interior, el sol se había ocultado, y la única luz dentro del autor era la proporcionada por la iluminada carretera.

-Isabela- la forma en que usó su nombre la hizo ponerse tiesa en el asiento.

Ella giró la cabeza hacia él intentando parecer lo más tranquila posible. Él en cambio entrecerró los ojos y se recostó en el timón. Faltaba casi un minuto para que la luz cambiara de color.

-No me dejaste hoy en la tarde terminar nuestra conversación.

-Lo siento- seguro se debía a que ella se había quedado dormida- Si desea mañana podemos.

-No... ahora- Giovani insistió- Después de todo, esto es más personal- le sonrió ligeramente- te lo vuelto a repetir. ¿Pensaste en mi propuesta?

Esta vez Isabela tenía una respuesta para él.

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