Al comienzo de la historia debes liberar todos los cabos que quieras; misterios, secretos, profecías, lo que sea. El caso es que dejes preguntas para que el lector quiera seguir leyendo y encontrarles respuesta a todas.
Esto es la trama, el problema mayor y los secundarios. Puede haber muchas tramas pequeñas dentro de la gran problemática, eso depende de la extensión que quieras darle a tu proyecto.
Imagina tu obra como una telaraña, donde los hilos son las pequeñas subtramas tejidas para dar origen a una telaraña llamada trama principal. Sazona esa trama, mete cositas por ahí escondidas y nútrela. Vuélvela una historia de verdad, con algo que contar, algo que decir, un lugar a donde ir, un comienzo y un final.
1. Anotación
Anota las incógnitas que vayas dejando al aire. Puedes olvidarlas, y por extensión al lector también. Si eso ocurre la obra quedará inconclusa. A no ser que lo que queras sea un final abierto, en cuyo caso, pues, haz lo que quieras.
No tienen límite, son cuantas tú necesites que sean. Tampoco tienen profundidad definida, pueden ser superficiales y resolverse en dos capítulos, o largas y dejar para el final del libro e incluso epilogo.
2. Introducirlas a la obra
Mediante:
Escenas: Cuando ocurre algo cuya explicación descosen los protagonistas.
Preguntas: Dudas razonables que se comunican los personajes en forma de dialogo. Hablan sobre ello.
Pensamientos: El/los protagonistas lo piensan más no lo dicen, retienen la intriga en su cabeza sin llegar a concretar nada.
Escritos: Cuando un personaje encuentra una carta o libro que contenga información que no entiende.
Sueño: Puede sonar cliché, pero es una técnica valida. Cosas que se revelan en sueños o de forma abstracta a lo largo de la trama, como acertijos, etc.
3. Para más adelante
Si quieres escribir una bilogía, trilogía, o saga, deja los enigmas, nudos, problemas, misterios, profecías, ect, que se resolverán en los otros tomos, de esa forma habrá un hilo conductor además del conflicto principal.
Pero cuando los retomes debes recordárselo al lector, ya que él los olvida y tal vez tú también.
4. Cuidado
Recuerda no dejar nada al aire, cada enigma que abras debe tener su solución, su caso cerrado.
Toda profecía, misterio, secreto, e interrogante se debe resolver, de esa forma el lector y tú quedarán satisfechos con el libro. A no ser, repito, que prefieras un final abierto o semiabierto. Es tu historia, tú sabrás.
Más adelante la descripción...
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