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Capítulo 40

/Narra el autor/

  Los villanos estaban preparando sus cosas para su próximo ataque.

  Viggo, su hermano, Krogan y el misterioso hombre iban rumbo hacia una isla abandona. Esta isla tenía una hermosa vegetación pero nadie habitaba en esta. Cuando arribaron, notaron que aparte de no haber personas, tampoco habían muchos animales. El lugar parecía maldito por lo desolado que estaba.

  Los aventureros y sus hombres fueron hasta la entrada de una cueva y vieron lo profunda y oscura que era. Viggo y algunos soldados se adentraron. Viggo estaba bien al frente y este comenzó a sospechar de algo.

  La cueva, sin previo aviso, comenzó a derrumbarse. Los soldados huyeron mucho antes de que el temblor comenzara. Viggo no tuvo tanta suerte y quedó atrapado entre los escombros.

  El joven Grimborn no pudo salir mientras que del otro lado, los líderes celebraban.

Ryker: Ya era hora de que alguien verdaderamente digno se encargara de los cazadores de dragones. Mi hermano es un inútil que prefiere jugar con sus enemigos. Sus juegos nos costaron mucha mercancía.

Krogan: Es mejor que nos traigas una verdadera recompensa o sino te espera un destino igual al de tu hermano.

Ryker: Tranquilo, Krogan. Yo no soy como mi hermano. Yo soy mucho mejor que él.

???: Si ya terminaron de discutir, vengan rápido. Hay una isla a la que tengo planeado ir para darle una sorpresa inolvidable.

  Mientras tanto, dentro de la cueva. Viggo apenas pudo salir de entre los escombros y tenía la pierna izquierda lastimada. Apenas podía moverse del dolor. Solamente tenía una espada en la mano y un bolso con comida. Con suerte, le alcanzaría para ese día y para el próximo.

  Con mucha suerte a su favor, pudo pasar la noche sin problema, sin embargo esa suerte llegó a su fin. Un Pesadilla Monstruosa Ala Titánica apareció de repente saliendo de las profundidades de la cueva. La criatura vió al humano lastimado y se acercó para olfatearlo. Viggo intentó empuñar su arma pero el miedo por el tamaño del animal, sus heridas y el hambre que sentía lo obligaron a no moverse ni un centímetro. Viggo cerró sus ojos sin saber que el dragón pudo ver y notar su estado. Sintiendo lastima, el Pesadilla, sin mucho esfuerzo, logró derribar el muro de rocas de la entrada de la cueva. Cargó al cazador y lo llevó a un arroyo para que descansara y se hidratara. Cuando por fin pudo moverse, el dragó le llevo unos pescados y los quemó para que el humano se alimentara de estos.

  Viggo no tenía palabras para lo que había acontecido con sus propios ojos. Vió fijamente los ojos del animal y de inmediato recordó los ojos de aquellas criaturas a las que veía con superioridad y trataba con desprecio. Se sintió tan arrepentido en ese momento que solo pudo agachar la cabeza y dejar que una lágrima saliera de sus ojos.

  El cazador recordó una de las técnicas de su más grande rival y trató de imitarlo. Bajó nuevamente la cabeza, extendió la palma de su mano y cerró sus ojos esperando el tacto del dragón. El Pesadilla lo acepto y acercó su hocico a su mano. Viggo no podía creer que haya formado un lazo con una de las criaturas a la que tanto cazaba.

  Una vez recuperado, el dragón subió a su lomo al humano y se lo llevó a una isla cercana que estaba habitada por muchos otro humanos. Una vez que Viggo tocó el suelo, la criatura volvió a su hogar sin mirar atrás.

Viggo: Gracias, amigo.

  El Grimborn logró de alguna manera ir hacia una isla ubicada al norte y allí se amistó con un Skrill que cayó en una trampa de los que antes eran sus camaradas. Logró liberarlo, trató sus heridas y luego lo alimentó. El dragón tardó un tiempo en aceptarlo, pero cuando por fin lo hizo, ambos formaron un lazo de confianza.

  Viggo logró montar al dragón, aunque no sabía como guiarlo. La criatura iba a donde quería cuando un día él y su acompañante vieron unos dragones y sobre ellos estaban los jinetes.

Viggo: Bien, compañero. Tenemos que alcanzar a esos jinetes ¿Podrás?

  El dragón asintió y ambos fueron hacia los jinetes de dragones, los cuales se llevaron una gran sorpresa.

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