Capítulo 10
/Narra el autor/
Heather y los demás buscaban por todas partes de dónde provenía el sonido.
El cielo estaba semi despejado. Estaba completamente azul y tenía algunas nubes. Desde las alturas, varias bolas de plasmas descendían a una velocidad impresionante e impactaban con la misma fuerza que la de una avalancha.
Un disparo fue suficiente para abrirle un agujero a uno de los barcos. Seis disparos, seis barcos.
Los chicos pudieron huir lejos mientras que los cazadores gritaban por sus vidas. Los hermanos Grimborn tuvieron que retirarse junto con sus hombres.
Una vez lejos del peligro, los chicos estaban sorprendidos y algo asustados por lo que acababa de ocurrir.
Patán: *Asustado* ¡¿Qué fue eso?!
Heather: Eso... No puede ser... De verdad volvió.
Astrid: ¡¿Qué?! ¡¿Que volvió?! ¡Has estado diciendo eso desde hace un tiempo! ¡Dinos quién volvió!
Heather: *Triste* No puedo... Es algo de lo que no queremos hablar.
Astrid: ¡¿Que es?! ¡¿Quienes no quieren hablar de eso?!
Heather: Valka, Hipo y yo. Somos los únicos que sabemos ese lado de él. Es... Es algo de lo que él no quiere hablar.
Patapez: *Curioso* ¿Por qué no quiere hablar de eso? ¿Es algo vergonzoso o algo que le causa miedo?
Heather: *Seria* Es algo que le causa mucho dolor.
Patán: Dinos. No podemos con el suspenso ¡Dinos!
Heather: Lo lamento, Pero el único que les puede decir eso es él.
Los chicos estaban a punto de terminar su descanso cuando vieron una figura negra en el aire. Esta figura negra se movía a una velocidad increíble y todo decidieron seguirla.
Los dragones, apenas pudieron seguirle el paso. Cuánto más intentaban acercarse, más se alejaba. Notaron que era un Furia Nocturna y sobre él estaba un chico con una armadura de cuero con protección de escamas negras. Su casco era negro y solo tenía dos orificios por los cuál se podían ver sus ojos.
El chico giró su cabeza y vió que lo seguían.
Heather: ¡Hipo! ¡Espera!
Jinete y dragón comenzaron a sincronizarde. Chimuelo comenzó a hacer vuelos complicados, giros rápidos y cerrados. Atravesaban las nubes ocultando cada vez más su presencia.
Cuando los otros jinetes los siguieron, notaron en algún momento que ya había desaparecido. No lo encontraban por ninguna parte.
Antes de irse por completo, su voz se escuchó una última vez.
Hipo: Vuelvan por dónde vinieron. Esta vida no tiene porqué ser suya. Aún pueden tener una vida libre y normal. Aún no es tarde, incluso para tí, Heather.
Luego de eso, el muchacho desapareció completamente.
Brutilda: *Sarcasmo* Genial ¿Ahora que hacemos?
Brutacio: Si. El desapareció como si nada.
Patapez: *Temeroso* Me parece que hay que hacerle caso a su advertencia.
Heather: *Seria* Patapez, no te me pongas a llorar ahora. Lo último que necesito es lloriqueos y gente temerosa que quiera ir volviendo a...
Astrid: *Preocupada* ¿Heather? ¿Estás bien?
Ma pelinegra se detuvo en media oración debido a que se dió cuenta de algo muy importante.
Heather:... Casa. Hipo volvió a casa. *Emocionada* ¿Cómo no me dí cuenta? En cierto punto nos olvidamos de ir a dónde debíamos ir realmente. Al hogar de Hipo. Chicos, vamos a la Orilla del Dragón.
Los jóvenes volvieron a emprender el viaje con su destino ya en mente.
Los chicos, a excepción de Heather, seguían intrigados por el misterio de Hipo. Descrifarlo, era lo único que les impulsaba a seguir con esa locura.
Astrid quería ver y ayudar al Hipo que conoció en aquel tiempo y tenía curiosidad en que se había convertido su hombre debilucho. Solo esperaba que el cambio que tuviera, no lo convirtiera en lo que más odiaba.
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