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Capítulo XXVIII

Las heladas finalmente habían terminado; después de casi tres semanas que pasamos recluidos en el gran salón.

No pasó ni una hora desde nuestra salida cuando Estoicos ya estaba dando ordenes: revisar y reparar las estructuras de la aldea que habían sido dañadas por la tormenta; reponer las reservas de alimento, por lo que varios hombres salieron de a pescar y a cazar; entra otras cosas un poco menos importantes.

A los chicos y a mí se nos permitió ayudar con nuestros dragones: Patapez estaba en la herrería junto a Bocón, Hipo les había dado la recta del hierro de Gronckle; Patán y Colmillo ayudaban a los pescadores y a los leñadores con el peso pesado; e incluso los gemelos ayudaban en varias cosas.

Por mi parte, estaba con Tormenta ayudando al equipo de caza; Camicazi y Tormentula también nos acompañaban. Gracias al olfato de nuestras dragonas podíamos localizar a los animales con mucha facilidad. Y lo mejor fue que encontramos un Caribú, rara vez aparecía uno en Berk, aunque viajaban en manada se sabía que en ocasiones alguno se separaba del grupo, y lamentablemente éste sería cazado por nosotras.

La persecución era difícil ya que el Caribú se movía muy bien entre los árboles, mientras que a tormenta y a mí se nos dificultaba. Pero, Camicazi y Tormetula eran muy buenas volando entre los árboles, aunque aún así tenían dificultades para moverse debido al poco espacio para maniobrar.

—¡Vuela sobre los árboles y Síguelo! —Exclamó Camicazi, mientras le indicaba a Tormentula que disparara unas espinas para impedir que el Caribú cambiara de camino.

Rápidamente tormenta tomó más altura; sobrevolando los árboles, y conseguimos una visión total del bosque.

Ví como Camicazi volaba entre los árboles con mucha agilidad, su sincronización con su dragona me parecía algo muy increíble.

Además, ví que el Caribú estaba por salir del bosque, y eso no era algo bueno; había un acantilado, y si caía por él caería en el mar.

—Tormenta hay que embestirlo de frente —Le expliqué a mi compañera mientras me sujetaba con fuerza para no caerme de ella.

Con mucha velocidad Tormenta comenzó a descender hacia el risco y justo cuando el Caribú estaba por caer logró embestirlo y atraparlo en sus garras.

—Bien Tormenta no lo dejes escapar —Dijo Camicazi, bajando rápido de su dragona y clavando una daga en el cuello del Caribú.

—Hay que llevarlo al ahumador rápido —Expliqué.

Me acerqué al Caribú y comencé a atarle una de las patas traseras con una soga, después le dí el otro extremo a Tormenta para que lo arrastrara. Camicazi también hizo mismo y le dio la soga a Tormentula.

—Sabes, habría traído mi arco si hubiera sabido que nos encontraríamos un Caribú —Comento Camicazi mientras caminábamos de regreso a la aldea—. Así lo hubiéramos podido cazar con más facilidad.

—¿Que podría ser más fácil que cazar con un dragón rastreador? —Le pregunté, casi sarcástica.

Tormenta y Tormentula era buenas rastreadoras por lo que ninguna presa podría escapar de ellas, y además con sus púas podían matarlo sigilosamente para no alertar a otros animales. 

O eso era lo que pensé hasta que Csmicazi me dio una rápida explicación.

—Lo creas o no es difícil... los animales perciben nuestro olor y el de los dragones desde lejos y se ocultan. Además, como pudiste ver, es complicado seguirlo através de los árboles, e incluso si sobrevolamos por ellos es difícil que las púas de Tormentula alcancen al animal ya que podrían quedarse incrustadas en una rama.

—Aja, si... Entiendo —Dije sin detener mi andar.

Luego de un rato caminando finalmente llegamos a la aldea y nos dirigimos al ahumadero para entregar nuestra presa para que fuese procesada. Había muchas personas matando, desangrando y despellejando a varios animales; pollos, conejos, ovejas, ciervos y cualquier otro animal que los cazadores habían traído.

—Limpien bien esas pieles y llevenlas a curtir. Mantengan el fuego del ahumadero controlado. Entierren los restos de los animales en el bosque —Ordenaba Estoico con prisa. A su lado estaban Bocón, Spitelaut y la madre de Patapez.

—Vaya, son ustedes chicas —Dijo Bocón al vernos. Los demás también se voltearon hacia nosotros—. ¿Que traen ahí? ¿Un ciervo?

—Un Caribú —Respondió Camicazi.

Rápidamente Estoico llamo a varias personas para que ayudarán a colgar y degollar al caribú para desangrarlo.

—Bien, bien, pero antes de eso... —Hablo Camicazi, caminando hasta el caribú. Luego, con su espada, corto una de las piernas del animal—. Yo me quedo con esto —Agregó subiendo la pierna de Caribú en la silla de montar de su dragona.

—¿Te vas a comer todo eso tú sola? —Interrogue.

—Aja —Respondió, sin voltear a verme.

—No puedes comerte todo eso tú sola —Le dije con un tono severo—. El invierno acaba de terminar y aún hay que alimentar a todo un pueblo.

—Tu pueblo, el mio no. Los ayudo solo por que estoy ayudando a Hipo, pero sigo mis propios intereses... —Dijo muy seria—. Y en estos momentos me interesa comer una buena carne asada. Así que, ¡Adiós! —Y finalmente se fue volando sobre Tormentula.

—Dejala Astrid... —Me dijo Estoico—. Hemos recibido mucha ayuda de Hipo y de ella, asi que esta bien —Agregó con una voz tranquila.

Los aldeanos continuaron con la orden del jefe y luego de que el caribú dejase de escurrir sangre lo cortaron en varias partes y llevaron algunas al ahumadero y otras al gran salón.

Por alguna razón recordé que hace dos años atrás Estoico había dejado a los gemelos vigilando el ahumadero, lo que resultó en un caos ya que terminaron quemando todo. Terminamos perdiendo toda la carne que habíamos reunido en ese entonces, lo que causó una temporada dura para la aldea.

Después de haber estado ayudando un rato en lo que se me pidiera fui al gran salón para almorzar, los muchachos seguramente ya estarían allá almorzando.

Mientras caminaba por la aldea junto a Tormenta me fijé en todo lo que había cambiado en Berk desde el regreso de Hipo.

Después de la guerra contra los dragones, los Berserkers, los marginados y el hambre, Berk quedó devastado; tanto las casas como los cultivos, y el espíritu de las personas fueron pereciendo a medida que pasaba el tiempo. Pero, ahora, todo eso era cosa del pasado y Berk comenzaba a recuperar su antigua gloria. Debía admitir que la aldea había cambiado desde que Hipo regresó: las personas se veían más que felices, más emocionadas; la aldea poco a poco iba siendo restaurada, y la vida de que persona en la isla parecía ser mejor que antes.

[...]

Cuando finalmente llegué al gran salón me encontré con los chicos, ya habían comenzando a comer sin mí.

—¡Hasta que por fin llegas! —Exclamó Brutilda al verme—. Espero que no te molestes que hayamos empezado sin ti... Se supone que tenías que haber llegado hace un largooo rato.

—Ha sido un día muy ocupado para algunos ¿Sabes? —Dije tomando asiento y una buena porción de carne asada.

—Listo Colmillo acá tienes —Hablo Patán, llegando con una gran cesta de peces para su dragón—. El mejor pescado para el mejor dragón de Berk.

Era sorprendente ver como Patán, siendo tán él, consentía tanto a su Dragón. Sobretodo recordando que durante años se la pasó hablando sobre que sería el mejor cazador de dragones de Berk y que sería el elegido para matar al Pesadilla Monstruosa en el entrenamiento mata Dragones.

—¿Y tú no deberías estar con Estoico organizando los equipos de trabajadores? —Le pregunté.

—Ya hice todas mis tareas preciosa —Respondió,  alardeando y dándole unas palmadas a su dragón—. Colmillo y yo ayudamos a los pescadores y cumplimos con la cuota de peces super rápido, ayudamos al grupo de leñadores a cargar los troncos hasta la aldea, y cargamos a los animales que se escaparon de vuelta a las granjas.

—¿Quien eres y que hiciste con Patán? —Pregunto Brutacio, con tono burlón.

Patán le puso su mano a Brutacio en la cara y lo empujó apartandolo de él.

—Por cierto ya vieron todo lo que se puede hacer con el hierro de Gronckle —Preguntó Patapez.

Al parecer ninguno de los chicos escucho la pregunta, o simplemente ignoraron a Patapez.

—Por cierto Patapez, ¿donde esta tu dragón? —Le pregunté curiosa. Los demas Dragones estaban allí con nosotros, excepto el dragón de Patapez.

—Oh, Bocón e Hipo me dijeron en la mañana que le prestará a Albóndiga para que los ayudase en la herrería... Por lo visto han estado muy ocupados haciendo nuevas herramientas y armas para todos en Berk.

—Oh sí... Esas

—Nada mas mira estos nuevos cascos que Hipo nos hizo —Exclamó Brutacio, chocando su cabeza con su hermana, ambos con sus cascos puestos.

—Todos en la isla están cambiando sus armas, herramientas, y todas sus cosas de hierro por nuevas cosas hechas por hierro de Gronckle —Explicó Patapez.

—¿Cuando le pedirás que te hagan un hacha nueva? —Me preguntó Brutilda, puliendo su casco—. Oh sí, mira lo hermosa que es esa chica del reflejo —Dijo mirándose en el casco.

¿Realmente ese hierro es tan genial? Pensé. Y, según la reacción de todos en Berk, parecía que sí.

Camicazi había roto mi hacha como si fuera un trozo de carne siendo rebanado por un cuchillo. Y esa hacha era una de las mejores en Berk.

—Bueno... creo que yo también pediré un hacha nueva —Dije.

[...]

Después de comer fuí a la herrería a buscar a Bocón pero él no estaba ahí, sin embargo, se podían escuchar martillazos provenir desde la parte trasera, en donde había otro taller, así que le dí la vuelta a la herrería hasta llegar al taller que estaba detrás.

—Bocón, ¿Estás aquí? —Llamé en voz alta.

No obtuve respuesta, pero la puerta estaba abierta y se podía ver el brillo del fuego de la fragua, y además los martillazos no se detenían. Así que, decidí entrar en el taller, pero, cuando estaba por llegar a la puerta Hipo salió desde el interior del lugar. 

—Oh, Astrid —Dijo al verme. Estaba muy sudado y vestía una camisa muy delgada que, debido al sudor, hacia remarcar lo definido que estaba su cuerpo—. Bocón no está aquí, ¿Lo buscabas? —Preguntó, secando su sudor con un trapo.

Detrás de él también salió Leina en las mismas condiciones;  empapada de sudor y vistiendo una franela muy delgada.

—¿Que hacian ustedes dos ahí? —Interrogue. Sabía que Hipo ayudaba a Bocón algunas veces pero ¿Leina también? Era raro que una mujer trabajara en la herrería.

—Bocón me pidió ayuda con el trabajo —Respondió Hipo—, y Leina quería ayudarme —Respondió señalandola—. Bueno, ¿para que lo buscabas? —Me preguntó.

—Quería pedirle que me fabricara una nueva hacha... Ya que la que usaba antes se rompió —Dije omitiendo la parte donde alguien la destruía como si nada.

—Estaré trabajando aquí por ahora así que déjame eso a mí... —Dijo—. ¿Tienes alguna preferencia en el tamaño, el diseño, el peso..., o en algo?

—Solo que sea resistente —Respondí—. No quiero otra hacha que se rompa en medio de un duelo.

====== Narra Hipo ======

Después de que Astrid se marchara, Leina y yo nos quedamos a fuera de la herrería  durante un rato para descansar, ya que llevabamos varias horas trabajando.

—¿Cómo estás? —Le pregunté, mientras me sentaba en los escalones de la entrada—. Si estás cansada puedes irte a descansar y a hacer otras cosas que quieras.

—Estoy bien —Respondió, llevó sus manos a su cabeza y comenzó a desatarse el cabello ya que, como estábamos trabajando en la fragua, se lo había atado para evitar dañarlo con las brazas—, me gusta trabajar en la herrería.

—Llevo haciendo esto desde que era pequeño —Comenté recordando viejos tiempos, cuando ni siquiera podía levantar una espada.

—Lo sé, me lo has dicho muchas veces —Dijo Leina, riendo un poco—. Es por eso que quise ayudar.

—Bueno, ¿Que te parece si vamos por algo de comida y vemos cómo están Chimuelo y Garf? —Le pregunté, luego me puse nuevamente de pie.

Heather se había llevado a Chimuelo con ella para que la ayudase a mantener a los otros dragones controlados mientras ayudaban en los labores de la aldea. Curiosamente, Chimuelo no tenía problemas con dejar que Heather lo montará en ocasiones a diferencia de Cizalladura que no deje que nadie que no sea Heather la monte, ni siquiera yo. ¿Y Garf? bueno, el siempre se iba por ahí a jugar cuando Leina estaba ocupada y nunca se había metido en problemas así que lo dejábamos tranquilo.

—Me parece bien —Respondió Leina. Luego volvió a entrar al taller—. Traeré a Albóndiga.

Le pedí a Patapez que me prestara a Albóndiga para que me ayudara en el herrería. Y luego, le dí de comer los materiales para el hierro de Gronckle. Ya habíamos hecho suficiente hierro para trabajar durante al menos dos días más.

Mientras Leina y yo caminamos por la aldea nos encontramos con Patapez, Astrid, Patán y los gemelos. Estaban presumiendo de sus dragones a los más jóvenes del pueblo; Patapez decía varias cosas interesantes sobre los dragones, y cuando nos vió rápidamente corrió a abrazar a Albóndiga.

Era sorprendente ver como el comportamiento de Albóndiga había cambia desde que se la dí a Patapez. Los Gronckles eran muy rudos y feroces pero Patapez había hecho a Albóndiga tan mansa como un cachorro.

—¿Han visto a Heather y a Camicazi? —Le pregunté a mi amigo. Tenía curiosidad por saber dónde estaban, se suponía que iban a vigilar que los chicos, especialmente a los gemelos, no causarán un desastre con los dragones.

—Camicazi y Astrid estuvieron ayudando al equipo de caza en la mañana —Me explicó Patan, mientras le daba un balde con peces a Colmillo—. Y Heather estuvo manteniendo bajo control a este par de brutos —Agrego señalando a los gemelos—, luego de eso se reunió con Camicazi y se fueron... Oh, y tu dragón fue con ellas.

Sabiendo eso, seguí mí camino junto a Leina, hasta la cabaña en donde ella, Heather y Camicazi se estaban quedando desde que llegamos a Berk. Seguramente esas dos estaban allí.

—Sigo sin creer que mi papá haya hecho a Patán el próximo jefe de Berk —Dije riendo un poco por aquel hecho.

—Bueno, por lo que he escuchado él cumple bien su papel como próximo sucesor, y lo he visto haciéndolo bien —Comento Leina.

—Los Jorgenson pueden hundir una isla con una cubeta de agua... No quiero imaginar lo que haría uno de ellos si dirigiera una isla —Dije sarcástico. Pero, a decir verdad, en el tiempo que ha pasado desde que regrese a Berk he visto que Patan actúa como un buen sucesor.

"Solo queda esperar que siga así una vez sea el jefe" pensé.

—Bueno..., Las personas cambian, y los malos hábitos se arraigan ¿No lo crees? —Me dijo Leina adelantándose un poco.

Ese comentario de Leina me causó un poco de gracia. Y tenía toda la razón. Yo era una prueba clara de eso.

—Espero que sí Leina..., espero que sí.

[...]

Después de un rato Leina y yo finalmente llegamos a la cabaña.

Tormentula y Cizalladura estaban afuera, ya que la cabaña no era lo suficientemente grande para que estuvieran dentro. Chimuelo también tuvo que quedarse ahí, mientras Leina y yo entramos esperando encontrarnos con Heather y Camicazi.

Y nada más al entrar a la casa logramos escuchar las voces de nuestras amigas.

—El secreto está en el tiempo que dejas marinando la carne —Dijo Camicazi.

—No, entre menos condimentos tenga será mejor —Dijo está vez Heather—. Si pones mucho se perderá el sabor de la carne.

Las voces venían desde la cocina así que sin pensarlo tanto Leona y yo caminamos hasta allá.

—Oigan chicas, ¿Que están haciendo? —Les preguntó Leina.

Heather y Camí voltearon rápidamente a vernos.

—Llegan justo a tiempo —Dijeron ambas.

—Queremos saber cuál de las dos cocina mejor —Explicó Camicazi.

—¿Ustedes siempre compiten por todo? —Pregunto Leina entre risas—. Ahora hasta tienen una batalla culinaria.

—¡No hables! —Le dijo Camicazi a Leina. Luego la tomo por los hombros y la sentó en una silla.

Leina y yo nos sentamos en la sala a esperar que Camicazi y Heather terminarán de cocinar y después de un rato ambas aparecieron con sus platillos.

—¡Tachan! —Exclamó Camicazi, colocando dos platos con carne sobre la mesa; uno para Leina y el otro para mí.

Heather también hizo lo mismo que Camicazi, ambos eran platos hechos de carne de Caribú. Así que Leina y yo probamos y juzgamos la comida. Y, al juzgar por la expresión de Leina, era obvio quien era la ganadora.

—No sabía que sabías cocinar Camí... —Dijo Leina, algo impresionada luego de haber probar la comida de Camicazi—. Eres muy buena.

—Hmp, es obvio... Soy buena en todo lo que hago —Alardeó Camí, presumida.

—Creo que es tu derrota, Heather —Le dije a mi amiga.

Había probado la comida de Heather muchas veces en todo el tiempo desde que la conocí y era la primera vez que comía algo preparado por Camicazi que no fuera un pescado asado, pero, debía decir que la comida de Heather no se igualaba a la de Camicazi.

—No diré que no es así —Dijo Heather con seriedad, mientras comía tranquila—. Pero yo ganaré la próxima vez.

Continuamos con nuestra comida, mientras hablábamos sobre varias cosas y al terminar solo nos quedamos hablando en la sala.

—Por cierto, hoy recibí un correo —Mencionó Heather—. Tengo que irme a la isla Berserk por un tiempo.

—¿Qué? ¿Por qué? —Le pregunté. Eso había sido muy repentino. Ella me ayudaba con el entrenamiento de los jinetes de Berk, y sin ella seria mucho mas complicado entrenarlos.

—Dagur estará un tiempo en la isla de los defensores del ala y no podemos dejar a nuestro pueblo sin un líder —Respondió Heather.

—Si te vas ahora te perderás la oportunidad de comer la mejor carne que podrías probar en tu vida —Le dijo Camicazi, con un tono trágico de advertencia—. Apenas hoy puse a marinar la carne y se debe dejar así por varios días.

Y así, los cuatro estuvimos hablando toda la noche hasta que nos fuimos a dormir.

[...]

A la mañana siguiente, y luego de despedir a Heather, Leina y yo fuimos a continuar nuestro trabajo en la herrería. Y Camicazi se quedó durmiendo en la cabaña.

—Me sorprende que el hacha de Astrid se rompiera —Comente mientras le daba martillazos al trozo de metal rojo.

—Oh, bueno, Camicazi lo hizo —Explicó Leina, de forma acusadora mientras usaba el soplete para mantener el horno caliente.

—¿Como? ¿Es enserio? —Pregunte incrédulo. Esa hacha era uno de los mejores trabajos de Bocón, y él pasó varios días trabajando en ella. Nunca logré hacer un trabajo similar a esa hacha hasta que conocí el Hierro de Gronckle.

Leina me explicó que eso había sucedido en la final del torneo en la Isla Dragón. Y eso me recordó que aún no había fabricado la nueva arma de Camicazi, la que debía darle como premio por su victoria.

—¿Que tipo de arma debería hacerle a Camicazi? —Le pregunté a Leina buscando una recomendacion. Camicazi era buena con cualquier arma por lo que habían muchas opciones.

—No lo sé... Cada vez que ella regresa a su hogar trae un arma diferente —Respondió, pensativa—. Creo que una espada le gustaría bastante —Dijo revisando varias de las armas que habían en el taller.

—¿Eso crees?

—Sí, ella suele ser muy competitiva... Seguramente va a querer demostrar que usa la espada mejor que tú.

Reí un poco al escuchar eso.

—Ella y Astrid son iguales —Dije recordando el pasado.

Cuando estábamos en el entrenamiento mata dragones y comencé a utilizar los trucos que descubrí con Chimuelo recuerdo que Astrid parecía estar muy molesta conmigo por sobresalir más que ella en cada entrenamiento. Y recuerdo bien que ella era la que más quería ser elegida para matar al pesadilla monstruosa, Colmillo.

—¿Iguales? No les veo el parecido —Me dijo Leina

—Ya verás a lo que me refiero.

Así pasaron los días y finalmente terminamos la nueva espada de Camicazi y la nueva hacha de Astrid.

====== Fin Del Capítulo ======

Actualización de estado:

¡Salve el semestre!

Rompí con mi novia.

Y llevo meses sin ver a mi mejor amiga.

Lo bueno es que conseguí una nueva amiga que me modele los cosplay que le diga.

Lo malo es que el nuevo semestre incia en 3 semanas (fueron 4 meses de vacaciones muy buenas).

En otras noticias:

1) Publique una nueva historia: me gustaría que fueran a leerla y me dieran su opinión ya que esa será mi primera historia enfocada en el romance.

La pueden encontrar en mi perfil con el nombre de: "Salvaré a las villanas".

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