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Epílogo ♦1♦

Esto es Berk, presumimos un saludable y soleado clima veraniego que les provoca hipotermia en el hígado de los humanos. La única ventaja es nuestra Semana Familiar anual, que coincide a la perfección con la Snoggletog de los humanos. ¿Por qué la llamaron así? Es un misterio. Pero con el fin de la guerra, y ahora que vivimos con los humanos, la Semana Familiar de este año promete ser muy memorable.

— ¡¡ARRIBA!!

Rugí saltando sobre el techo de Hipo para despertarlo.

¡¡HIPO!! ¡Vamos!

— Si, ya, ya voy.

Lo escuché asique me fui al otro extremo del techo para verlo salir de la casa.

— Buenos días.

Dije al verlo.

— Buenos días señor mandón.

— Bla bla bla bla bla bla.

— Gr gr gr grh.

Dijo tratando de imitarme asique empecé a bajar del techo.

— ¿Siempre tienes que despertarme tan temprano para ir a vola-

De un salto ya estaba enfrente suyo y logré atraparlo antes de que se caiga.

— Maldita pierna.

— ¿Estas bien?

Dije mirándolo de arriba a abajo.

— Gracias amigo, estoy bien. Ya podemos ir a volar, ¿sí?

En eso sentí que un eructo iba a salir asique tuve una idea.

— Bueno.

Dije eructando.

— Iuh, iuh, ay. ¿Qué pes-

— Lo siento.

Dije acercando mi cabeza para que me acaricie.

— ¡Chimuelo!

Dijo divertido.

— Ya vámonos.

El se subió y enseguida hicimos un vuelo vertical hasta pasar las nubes.

— Listo, a ver que preparaste hoy.

Solo tuve que girar un poco para caer en picada hacia el océano pero extendí mis alas y logramos elevarnos otra vez.

— ¡¡SII!!

¡Sí!

Luego de un rato llegamos a la roca en forma de arco. Sabía lo que intentaría.

— ¿Estás listo?

Yo lo miré y cuando se paró arriba mío pude sentir la cola cerrándose y eso me desequilibraba.

— ¡Hipo!

Rugí asustado.

— Tranquilo...

Cuando pasamos por debajo él saltó y pude volver a atraparlo del otro lado de la roca.

— ¡Sí! ¡Por fin!

Luego de eso subimos a lo más alto de las nubes.

— Bien, ¿qué sigue?

— ¿Crees poder atraparme en el aire?

Emm... Sí, pero-

Lo sentí levantarse.

— ¡Sígueme!

Y saltó para caer en picada enfrente mío.

— ¡Hipo!

Rugí frenando y empezando la picada hasta que lo alcancé.

— ¡¿Estás loco?! ¡¿Qué pasa sí no te atrapo?!

Rugí poniéndome frente a él de cabeza y el sonrió.

— Sé que lo harás.

Vaya que confiaba en mí, me gustaría tener una manera de mostrarle que también me importa.

— Eh.. ¿Chimuelo?

Dijo devolviéndome a la realidad y al notarlo estábamos muy cerca del agua asique él se subió en mí y traté de frenar extendiendo mis alas pero terminamos cayendo al agua.

— ¿Hipo? ¡Hipo!

Busqué con la mirada por la superficie hasta que lo ví emerger.

— ¡Aquí!

Nadé hacia él y cuando se subió alzamos él vuelo y lo escuché reír.

— ¿De qué te ríes?

— Supongo qué todo truco necesita práctica.

Seguía confiando en mí...

— ¿Qué dices amigo? ¿Lo intentamos de nuevo?

— Claro pero-

Por estar viéndolo no noté a los dragones qué venían enfrente nuestro hasta que los gritos de Hipo me advirtieron.

— ¡APARTENSE!

Rugí y todos nos dieron espacio pero en eso escucho algo.

— Ay, no. Mi casco.

Giré mi cabeza y lo vi. Así le demostraré que me importa.

— ¡Lo tengo!

Rugí al iniciar una picada en busca del casco.

Estaba tan cerca, casi lo tengo.

— No no, espera, Chimuelo, alto.

Esta vez pude frenar pero vi el casco caer al agua.

— Lo buscaremos después, ahora tenemos que volver para averiguar qué sucede.

En serio quería buscar el caso, pero no tengo de otra.

— ¡Bien!

Y volvimos a Berk. Al aterrizar los vikingos no tardaron en rodear a Hipo pero en eso la vi a tormenta.

— ¿A dónde van?

— Es por la Semana Familiar, nos vamos a poner huevos. Los humanos no deben saberlo. ¡Promete que no le dirás nada a Hipo!

— ¡Lo prometo pero vuelvan pronto!

Dije parado en mis patas traseras.

— ¡Está bien!

Rugió mientras se iba.

Esa noche los vikingos tenían una Junta en el Gran Salón mientras yo estaba en el acantilado.

¿Cómo puedo buscar el casco de Hipo? ¿Traerlo de vuelta cuenta como regalo? ¿Qué pasa si le molesta que piense en su casco cuando todos los dragones se fueron?

Me acerqué más a la orilla pero teniendo cuidado de no caerme.

— Quisiera poder ir a buscarlo.

A la mañana siguiente hice lo de siempre.

— ¡¡VAMOS!! ¡DESPIERTA!

Dije saltando sobre el techo y hasta rascándolo.

— ¡Chimuelo! ¡Ven acá amigo!

Me sorprendió que se despertara tan rápido asique bajé rápido.

— Mira lo que te traje.

— ¿Qué cosa? ¿Qué es?

Me acerqué a oler lo que traía y parecía una cola nueva, pero... Yo ya tenía una.

— ¿Se ve interesante? Claro.

— P-Pero... ¿Qué es?

Él iba a ponérmelo a mi cola pero yo giraba en círculos para que no lo haga.

— ¿Quieres quedarte quieto?

— ¿No me vas a decir?

— ¡Chimuelo! Calma, déjame ponerte esto.

Finalmente lo dejé.

— ¿Es bueno?

Dije viéndolo ponerme la cola nueva.

— Si, te va a encantar este obsequio. Listo.

— ¿Qué es? ¡¿Por qué no trae su silla?!

Empecé a moverme tratando de ver mejor que era hasta que se abrió sola. Sorprendido moví mi cola notando que la prótesis también lo hacía. Era para que volara solo.

Lo miré a Hipo muy sorprendido. ¿Me estaba dando libertad?

— ¿Chimuelo?

Quiso tocarme pero me alejé y tomé altura yendo hacia la zona donde se le cayó el caso.

— ¡¡LO LAMENTO!! ¡¡VOLVERÉ PRONTO!!

Y así comenzó la búsqueda. Lo primero que hice fue zambullirme en el agua para buscar el casco pero no encontré nada asique descarté esa zona. Zambullidas por aquí, zambullidas por allá, todo servía para descartar zonas donde había caído. Debía encontrarlo.

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