♦8♦
No tardaron mucho en armar esas catapultas. Odiaba que las tengan en su isla ahora solo me parecían idiotas. Si claro, unas rocas van a poder contra ella. Pero fue entonces que pasó, todas dispararon a la vez en distintos lugares de la montaña. Aunque al principio no pasó nada, pues solo habían abierto algunos agujeros, luego lanzaron una roca en llamas a una de las entradas revelando a los cientos de dragones. Gritos de guerra por parte de los humanos se comenzaron a oírse mientras que los dragones comenzaban a abandonar volando la isla. Espera, ¿qué hacen?
— Que bueno que ella los quiere matar sola, así nos evitaremos problemas nosotros.
— Sí, así podrá vengarse por todos los que perdimos durante las redadas.
Escuchaba decir a los dragones.
— Oh, no.
Cuando todos los dragones abandonaron la isla los vikingos empezaron a celebrar.
— ¡Debo escapar antes que ella salga!
Decía tratando de forzar el segundo bozal pero no servía. Fue entonces cuando sucedió.
— ¡¡HUMANOS IDIOTAS!! ¡¡LAMENTARÁN HABER VENIDO!!
Rugió con furia mientras empezaba a agrietar la montaña para poder salir y los humanos empezaban a correr.
Debo admitir que en parte me alegra que estos idiotas obtengan su merecido por matarnos sin razón pero desde que conocí a Hipo ya no tenía tanto odio tanto a los humanos. Solo quería que dejaran de ser tan necios.
— ¡¿QUÉ PRETENDEN HACERME?!
Su rugido me devolvió a la realidad y verla completamente afuera era algo que nunca había sucedido. Sí que es grande.
Ver a los humanos intentando dañarla lanzándole rocas con las catapultas fue extraño. ¿De verdad creían que eso funcionaria?
— ¡¿En serio?! ¡¡PUES YA NO LAS TIENEN!!
Una mordida y unos pisotones fueron suficiente para destruir todas las catapultas. Solo espero que no-
— ¡¡Y TAMPOCO CREAN QUE ESCAPARÁN!!
Rugió a la vez que disparó una ráfaga de fuego a todos los barcos incluyendo el mío.
— ¡No!
Rugí con miedo. Tal vez sea aprueba de fuego, pero en algún momento este se consumirá y hará que el barco se hunda hundiéndome a mí también, y yo no respiro bajo el agua que digamos. Puedo aguantar más tiempo la respiración, claro, pero eso solo hará mi muerte más larga y dolorosa.
Esta vez fue una explosión lo que me sacó de mis pensamientos.
— ¡¿QUÉ FUE ESO?!
— ¡Nosotros idiota!
— ¡Eso hermana dile quien manda!
— ¡Hey, gemelos, cuidado!
— Este me cae bien.
— ¡Así Patapez!
¿Ese era Hipo con otros dragones?
Luego de un rato sentí su olor, el de Astrid y un Nadder Mortífero cerca mío.
— ¡HIPO!
Rugí para que me encuentren y entonces vi a un Nadder que llevaba a Hipo y a Astrid arriba.
— ¡Furia Nocturna! ¡Estamos contigo!
— ¡Gracias!
En ese momento Hipo saltó de su lomo y cayó enfrente mío.
— ¡Ayuda a los demás!
— ¡Suerte!
Rugió antes de irse volando dejándome con Hipo.
— Tranquilo, espera
— Gracias Hipo.
Dije luego de que me sacó el bozal.
— De nada amigo, haría todo por ti.
Dijo intentando sacarme las cadenas que me ataban pero en ese momento un pedazo de madera cayó entre nosotros y el barco se hundió.
— ¡NO!
Rugí bajo el agua pero en cuanto vi a Hipo bajar a por mí empecé a negar con la cabeza. ¡Yo puedo aguantar bajo el agua pero él no! ¡Qué se vaya!
No noté cuando un humano tomó a Hipo y se lo llevó a la superficie.
— ¡Hipo!
Rugí preocupado pero me di cuenta en seguida que eso era lo mejor, ahora solo debía esperar la muerte. Claro que no tuve que esperar mucho cuando el mismo humano que ataqué en la arena vino a buscarme y liberarme, obviamente le iba a devolver el favor.
Lo tomé de los hombros y lo arrastre hasta la superficie.
— Gracias.
Le rugí dejándolo en tierra y luego me giré a ver a Hipo.
— ¿Les mostramos cómo se hace?
— Claro que sí amigo.
Dijo y vino corriendo a subirse en mí y se puso el arnés.
— ¡Hipo! Perdóname. P-Por todo.
¿Quién era? ¿Tenía historia con Hipo?
— También perdóname a mí.
— No tienes que hacer esto.
— Somos vikingos papá, es un gaje del oficio.
Ah, es el padre. Todavía recuerdo una de nuestras conversaciones.
— ¿Entonces tú padre no te aprecia?
— Parece que solo le importa que sea el mejor en la Academia.
— Yo creo que se dará cuenta cuando ya sea tarde.
— Es un orgullo que seas mi hijo.
Mejor tarde que nunca.
— Gracias papá.
Un segundo para estirar mis alas y tomar impulso y luego estábamos en el aire subiendo verticalmente. Cuando escuchamos a La Muerte Roja aspirar y vimos al Nadder siendo arrastrado supimos que era hora.
Lo que era una subida en vertical en pocos segundos se convirtió en una caída en picada para luego dispararle en el hocico. El problema era que ahora Astrid estaba cayendo. Tuve que dar la vuelta para volver por ella.
— ¿L-La tienes?
Miré para abajo para ver mis patas y sí, la tenía del pie y ella me sonrió.
— Sí.
Dije mientras le sonreía.
Luego de dejarla en tierra y empezar a subir Hipo pareció darse cuenta de algo.
— Esa cosa tiene alas. Bien, ¡veamos si las usa!
En ese momento fue frenar, dar la vuelta y empezar a caer en picada mientras cargaba un disparo bastante poderoso que al recibirlo ella rugió en dolor y la tumbamos.
— ¿Con eso habrá tenido?
— ¡¡NO ESCAPARÁS!!
Solo tuve que girar medio centímetro mi cabeza para verla siguiéndonos por aire.
— Pues sí vuela.
— Ja.
— ¡¡NO HUYAS!!
Rugía mientras nos perseguía destruyendo todas las rocas que se ponían en su camino. A todo esto estábamos en el Banco de Niebla pero al salir Hipo tuvo una idea.
— Listo Chimuelo, hay que desaparecer.
— Seguro.
Él cambió la posición de mi cola y empezamos a subir.
— ¡Vamos amigo!
No subimos demasiado cuando escuché.
— ¡Aquí viene!
Y giramos a la izquierda a tiempo antes de que nos diera con su disparo de fuego.
— ¡¡DEJA DE HUIR MALDITA RATA!!
Cuando llegamos al centro de las nubes solo tuve que girar para que me perdiera de vista.
— ¡¿QUÉ?! ¡NO TE ESCONDAS! ¡¡PELEA!!
Lo que no sabía era que solo estaba recargando mis disparos. Y fue entonces cuando le di uno en su lomo detrás de ella.
— ¡¡AGH!! ¡TRAMPOSO!
Se giró para verme pero yo ya estaba del otro lado, y volví a disparar.
Así seguí hasta que me faltó un disparo para quedarme sin pero entonces la escuché.
— ¡¡SUFICIENTE!!
Y lanzó una ráfaga de fuego en direcciones aleatorias, claro que algo tenía que llegarme a mí.
— Oh, no.
— ¡Cuidado!
En ese momento empecé a sentir calor constante en mi cola. Se había quemado.
— Se acabó el tiempo, a ver si esto funciona.
Un tirón para arriba se convirtió en uno hacia abajo.
— Llama su atención, confía en mí. Dile "Oye! ¡¿Eso es lo mejor que haces?!"
— ¡¿DÓNDE ESTÁS?!
— ¡¡ESTOY AQUÍ MALDITA!!
Y en ese momento nos vio y trato de comerme pero la esquivé.
— ¡NO ESCAPARÁS ESTA VEZ!
— ¡Ya lo veremos!
Dije empezando una picada.
— ¡MORIRÁS EL DÍA DE HOY! ¡NO CREAS QUE SOBREVIVIRÁS!
— ¡No te canses amigo! ¡Vamos bien! ¡Solo un poco más!
No digo que no confíe en Hipo, claro que lo hago. Pero tengo miedo. Ella estaba detrás mío y yo no podía cambiar de dirección.
— Espero que tengas un plan.
— Cuando te dé la señal te giras, y le disparas a su boca.
Ahora todo tenía sentido.
— Tranquilo amigo, ¡AHORA!
Me giré y vi como estaba preparando su ataque de fuego. Una bola de plasma pequeña fue suficiente para quemarla por dentro.
— ¡¿QUÉ HAS HECHO?!
— ¡Yo que tú me fijo en otra cosa!
Le rugí mostrándole con mi cabeza que nos acercábamos al suelo y ella abrió sus alas pero por todos los disparos que le había dado antes ahora se estaban rompiendo.
Abrir mis alas fue suficiente para que el viento nos eleve y podamos salir de ahí por uno de los agujeros de sus alas.
— ¡¡LOS ODIO HUMANOS!!
Esas fueron sus últimas palabras antes de chocar contra el suelo y explotar. Ahora sólo debíamos salir de ahí.
Podíamos esquivar las espinas de La Muerte Roja, el problema llegó cuando vimos su cola.
— No...
— ¡No!
— ¡NOO!
— ¡Agh!
Noté como el choque hizo que la pierna de Hipo quedará atrapada en el sistema de la cola por un segundo pero luego lo vi cayendo hacia el fuego inconsciente.
— ¡Hipo!
No dudé en estabilizarme y volar hacia el fuego a buscarlo. Verlo así, inconsciente, cayendo hacia la muerte me hizo darme cuenta de algo. Hipo era más que mí amigo, era mí Hermano, y mí deber en la vida era cuidarlo. Por suerte lo alcancé con mis patas delanteras un segundo después de haber entrado al fuego. Lo abracé con mis alas para que el fuego no llegara a él y solo esperé el golpe de la caída, que obviamente me dejó inconsciente.
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